ANTÍFONA DE ENTRADA
Yo soy el salvador de mi pueblo, dice el Señor. Lo escucharé cuando me invoque en su angustia y seré su Señor para siempre.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que estableciste el fundamento de la ley divina en el amor a ti y al prójimo, concédenos que, cumpliendo lo que mandas, merezcamos alcanzar la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
LECTURA Ag 1, 1-8
Lectura de la profecía de Ageo.
En el segundo año del rey Darío, el primer día del sexto mes, la palabra del Señor fue dirigida, por medio del profeta Ageo, a Zorobabel, hijo de Sealtiel, gobernador de Judá, ya Josué, hijo de lehosadac, el Sumo Sacerdote, en estos términos: Así habla el Señor de los ejércitos: Este pueblo dice: «Todavía no ha llegado el momento de reconstruir la Casa del Señor». Y la palabra del Señor llegó, por medio del profeta Ageo, en estos términos: ¿Es éste acaso el momento de que ustedes vivan en sus casas revestidas de madera, mientras esta Casa está en ruinas? Ahora bien, así habla el Señor de los ejércitos: ¡Consideren la situación en que se encuentran! Ustedes han sembrado mucho, pero han cosechado poco; han comido, pero no se han saciado; han bebido, pero no han apagado su sed; se han vestido, pero no se han abrigado; y el asalariado ha puesto su jornal en saco roto. Así habla el Señor de los ejércitos: Suban a la montaña, traigan madera y reconstruyan la Casa; Yo la aceptaré gustoso y manifestaré mi gloria».
Palabra de Dios.
COMENTARIO
Cuando los judíos regresaron del destierro se preocuparon de instalarse en la comodidad, sin acordarse del Señor que los había hecho venir. Ageo invita a una reflexión: No es justo derrochar lujo en las casas particulares y escatimar recursos para levantar el templo del Señor.
SALMO SaI 149, 1-6. 9
R. ¡El Señor ama a su pueblo!
Canten al Señor un canto nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que Israel se alegre por su Creador y los hijos de Sión se regocijen por su Rey. R.
Celebren su Nombre con danzas, cántenle con el tambor y la cítara, porque el Señor tiene predilección por su pueblo y corona con el triunfo a los humildes. R.
Que los fieles se alegren por su gloria y canten jubilosos en sus fiestas. Glorifiquen a Dios con sus gargantas. Esto es un honor para todos sus fieles. R.
ALELUYA Jn 14,6
Aleluya. “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí”, dice el Señor. Aleluya.
EVANGELIO Lc 9, 7-9
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que Jesús hacía y enseñaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: “Es Juan, que ha resucitado”. Otros decían: “Es Elías, que se ha aparecido”, y otros: “Es uno de los antiguos profetas que ha resucitado”. Pero Herodes decía: “A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es éste del que oigo decir semejantes cosas?”.Y trataba de verlo.
Palabra del Señor.
COMENTARIO
El Maestro sale siempre al encuentro de todo el que lo busca con sincero corazón. Responde a las preguntas serias, pero no da respuesta a las preguntas frívolas o inspiradas en torcidas intenciones. Jesús sigue suscitando curiosidad e influyendo en la opinión pública. Muchos no logran verlo y oírlo, porque se acercan a él con frivolidades e intereses partidistas y el Maestro no se deja manipular. Herodes lo verá más tarde y se burlará de él sin hacerle ningún caso. La visión de Dios se reserva a los sencillos y humildes de corazón.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta con bondad, Señor, las ofrendas de tu pueblo, y, por medio de este sacramento celestial, haz que se haga vida en nosotros cuanto proclamamos por la fe. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Sal 118, 4-5
Tú promulgaste tus mandamientos para que se cumplieran íntegramente. Ojalá yo me mantenga firme en la observancia de tus preceptos.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te pedimos, Padre, que acompañes siempre con tu auxilio a los que alimentas con tus sacramentos, para que en estos misterios recibamos los frutos de la redención y la conversión de nuestra vida. Por Jesucristo, nuestro Señor