13 de julio de 2011

Miércoles de la 15ª semana del Tiempo Ordinario Ciclo A




Lecturas


Miércoles 13 de Julio del 2011
Primera lectura
Lectura del libro del Éxodo (3,1-6.9-12):

En aquellos días, Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián; llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, el monte de Dios. El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse.
Moisés se dijo: «Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver cómo es que no se quema la zarza.»
Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza: «Moisés, Moisés.»
Respondió él: «Aquí estoy.»
Dijo Dios: «No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado.»
Y añadió: «Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob.»
Moisés se tapó la cara, temeroso de ver a Dios.
El Señor le dijo: «El clamor de los israelitas ha llegado a mí, y he visto cómo los tiranizan los egipcios. Y ahora marcha, te envío al Faraón para que saques a mi pueblo, a los israelitas.»
Moisés replicó a Dios: «¿Quién soy yo para acudir al Faraón o para sacar a los israelitas de Egipto?»
Respondió Dios: «Yo estoy contigo; y ésta es la señal de que yo te envío: cuando saques al pueblo de Egipto, daréis culto a Dios en esta montaña.»

Palabra de Dios
Salmo
Sal 102,1-2.3-4.6-7

R/. El Señor es compasivo y misericordioso

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R/.

El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel. R/.

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,25-27):

En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.»

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio 

Fernando González
Queridos amigos:
En nuestra lectura del Éxodo llegamos hoy al episodio de la zarza ardiente, ante la que Moisés es invitado a descalzarse. La “experiencia de la zarza” es un momento fundante en la vida y vocación de Moisés. Dios le revela su nombre; es decir, le hace experimentar que se trata de una presencia misteriosa que lo acompañará siempre. El “Yo soy el que soy” es el “Yo soy el Dios de tus padres” y el “Yo estoy contigo”. No se trata de hacer conjeturas sobre la impenetrable esencia de Dios sino percibir que Él está con nosotros.

Fortalecido por esta experiencia, Moisés comienza su misión liberadora: Y, ahora, marcha, te envío al Faraón para que saques a mi pueblo.

La historia de la revelación de Dios en el fuego ha dado origen a multitud de interpretaciones. El fuego es un símbolo universal. Se han buscado significados cabalísticos, claves arquetípicas, etc. Abandonados a nuestra búsqueda, podemos deslizarnos por todas las pendientes imaginables. Por eso necesitamos la palabra guía de Jesús. El evangelio de hoy es meridiano. El misterio de Dios sólo se revela a los que se descalzan ante Él, a los sencillos: Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla.

Vuestro hermano en la fe:

Fernando Gonzalez

Liturgia Viva 

LA ZARZA ARDIENTE: AQUÍ ESTOY PARA USTEDES
(Año I. Ex 3:1-6, 9-12; Mt 11:25-27)


Introducción


Año I. Dios se revela a sí mismo como Yahvé, “el que está ahí para ustedes”, para su pueblo. Dios creó a los hombres libres. Cuando la gente se priva a si misma o a otros de su libertad, el amor de Dios queda herido. Porque está totalmente comprometido con el pueblo, con sus luchas y sufrimientos, con su preciosa libertad. Cuando su pueblo no es libre, podríamos decir que Dios tampoco lo es. Dios se comprometió tanto con nuestra libertad, que envió a su Hijo Jesús a nosotros para liberarnos del pecado por medio de su muerte en la cruz. 

Evangelio. Los que tienen corazón abierto entenderán a Jesús y le responderán.

Colecta
Oh Dios, fuego que se quema sin consumirse, Dios de Abrahán, Isaac y Jacob: Tú eres nuestro Dios, el Dios del pueblo. Danos plena consciencia de que tú te has comprometido con nosotros de modo irrevocable y sin reservas. Continúa con nosotros tu aventura de amor, sigue liberándonos hoy del mal en nosotros y en el mundo, y condúcenos a tu tierra de perenne libertad, por medio de Jesucristo nuestro Señor.

Intenciones
  • Para que todas las personas se inspiren en un sentido profundo de respeto y admiración de Dios, y gratitud por su cuidado amoroso. Roguemos al Señor.
  • Para que nunca permitamos que a nadie le roben la libertad que Dios nos ha otorgado por medio de Jesucristo. Roguemos al Señor.
  • Para que el amor a Dios y al prójimo siga ardiendo en nosotros sin que se extinga jamás. Roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor, Dios todopoderoso: Tú eres nuestro “Dios-con-nosotros” por Jesucristo, tu Hijo, siervo de Dios y el servidor del pueblo. Contigo y con él, queremos escuchar el clamor del pueblo y partir y repartir para él el pan que somos nosotros mismos, como Cristo parte el pan de sí mismo entre nosotros. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Oración después de la Comunión.
Señor Dios muestro, Padre todopoderoso: Hemos celebrado la memoria de la muerte liberadora de tu Hijo. Él murió para que nosotros vivamos y seamos libres. Acepta nuestra acción de gracias, y haznos comprender que nuestro amor está herido cuando la gente sufre a causa del mal. Danos la gracia de comprometernos a trabajar con seriedad y valentía para que nuestros hermanos sean verdaderamente libres. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

Bendición
Hermanos: Dios afirma que ha oído el clamor de su pueblo. ¿Oímos nosotros el clamor de nuestro pueblo cuando nos grita que vive en humillante necesidad o en degradante miseria?
Que Dios todopoderoso nos bendiga, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén.