6 de noviembre de 2010

Sábado de la 31ª semana del Tiempo Ordinario Ciclo C.

 Lectio

Lecturas

Sábado 06 de Noviembre del 2010
Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (4,10-19):

Me alegré muchísimo en Cristo de que ahora por fin pudierais expresar el interés que sentís por mí; siempre lo habíais sentido, pero os faltaba la ocasión. Aunque ando escaso de recursos, no lo digo por eso; yo he aprendido a arreglarme en toda circunstancia. Sé vivir en pobreza y abundancia. Estoy entrenado para todo y en todo: la hartura y el hambre, la abundancia y la privación. Todo lo puedo en aquel que me conforta. En todo caso, hicisteis bien en compartir mi tribulación. Vosotros, los filipenses, sabéis además que, desde que salí de Macedonia y empecé a predicar el Evangelio, ninguna Iglesia, aparte de vosotros, me abrió una cuenta de haber y debe. Ya a Tesalónica, me mandasteis más de una vez un subsidio para aliviar mi necesidad; no es que yo busque regalos, busco que los intereses se acumulen en vuestra cuenta. Éste es mi recibo: por todo y por más todavía. Estoy plenamente pagado al recibir lo que me mandáis con Epafrodito: es un incienso perfumado, un sacrificio aceptable que agrada a Dios. En pago, mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su espléndida riqueza en Cristo Jesús.

Palabra de Dios
 
Salmo
Sal 111,1-2.5-6.8a.9

R/.
Dichoso quien teme al Señor

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita. R/.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo. R/.

Su corazón está, seguro, sin temor.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad. R/.
 
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (16,9-15):

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.»
Oyeron esto los fariseos, amigos del dinero, y se burlaban de él.
Jesús les dijo: «Vosotros presumís de observantes delante de la gente, pero Dios os conoce por dentro. La arrogancia con los hombres Dios la detesta.»

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio

Pablo Largo, cmf 
Queridos amigos:

Ayer mismo señalábamos el juicio de un periodista sobre un tardío autor teatral: había malgastado larga parte de su vida en algo más bien vulgar: ganar dinero. No sabemos en qué empleó el dinero, pero el evangelio nos dice en qué ha de emplearlo el seguidor de Jesús y cómo puede “redimir” la dedicación a ganarlo. El administrador deshonesto se valió de los bienes del dueño para hacer amigos; también nosotros podemos usarlo en una buena causa: la de hacernos grandes amistades cerca de Dios.

Un modelo de buena gestión del dinero es justamente el publicano Zaqueo, que promete repartir la mitad de los bienes entre los pobres. Más adelante (Lc 21,1-4) destacará Jesús el gesto de la viuda que echó al cepillo del Templo todo lo que tenía para vivir. Y la Madre Teresa de Calcuta decía: “Hay que dar hasta que duela”. Son llamadas a superar la mezquindad a la hora de compartir lo que se posee.

El tercer evangelio muestra una preocupación particular por la cuestión de los bienes: no hemos de parecernos al latifundista que tuvo una gran cosecha y se prometía largos años de vida y disfrute, siendo así que a la noche siguiente le pedirían el alma; ni hemos de agobiarnos por el alimento o el vestido; ni ser como el rico anónimo que comía y vestía espléndidamente y se mostraba indiferente ante la miseria de Lázaro; y tampoco como el que había observado todos los mandamientos desde su juventud, pero se retiró entristecido cuando Jesús lo invitó a vender todos los bienes y seguirlo.

El drástico contraste sentado por Jesús entre Dios y el dinero nos hace recordar Col 3,5: “la codicia es una idolatría”. Se nos ha dicho en estos tiempos que la grave crisis económica que padecemos tiene raíces morales; el mensaje de Jesús señalaría las raíces religiosas, tan vinculadas a las morales. En el Magnificat, María canta, de acuerdo con las bienaventuranzas que proclamará Jesús: “a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos”. Añadamos al grupo de los hambrientos a los que usan sus bienes en una buena causa y ganan amistades entre los hijos de la luz.
Vuestro amigo
Pablo Largo

Liturgia Viva

LAS POSESIONES Y EL EVANGELIO
(Flp 4,10-19; Lc 16,9-15)

Introducción
    Al concluir su afectuosa carta a los Filipenses, Pablo les expresa su profunda gratitud, ya que la comunidad cristiana de Filipos es la única de la que Pablo había aceptado ayuda material. Que Dios les bendiga.
    Evangelio. Después de la parábola del Señor sobre el administrador injusto, Lucas añade varias declaraciones procedentes de varias fuentes, algunas  reflexiones alegóricas referidas a la primitiva comunidad cristiana, algunos comentarios propios. Todas estas afirmaciones se refieren a la parábola más bien remotamente.  Detrás de ellas se encuentra su actitud hacia la pobreza y al uso de los bienes de esta tierra.

Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
Por medio de tu Hijo,
tú nos comunicas hoy
que no podemos ser al mismo tiempo
tus amigos y amigos del dinero.
Danos la gracia de ver más profundamente
que somos amigos del dinero
cuando somos injustos con otros
o cuando, con nuestro silencio,
toleramos cobardemente la injusticia.
Pero danos también la gracia
de ser más profundamente conscientes
de que somos tus amigos
cuando valoramos y apreciamos la vida sencilla,
cuando no somos codiciosos de dinero
o ávidos de una alta situación y prestigio social,
sino  cuando invertimos en los hermanos
y utilizamos con ilusión todos tus dones para servirles
y para edificar tu reino de justicia, verdad, paz y amor.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

Intenciones
  • Para que los gobiernos de las naciones no promuevan ni  permitan  -por saldar deudas nacionales o por ganancia personal corrupta e ilícita-  el saqueo de los recursos naturales, como selvas y bosques, que son el orgullo y la riqueza de la nación,  roguemos al Señor.
  • Para que en nuestras familias sepamos promover sinceramente una vida sobria, sencilla,  y al mismo tiempo solidaria, roguemos al Señor.
  • Para que los padres sepan inculcar a sus hijos que existen valores más altos que el dinero, las posesiones, el poder y una alta posición social, roguemos al Señor.

Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Tú partes y repartes aquí para nosotros
el pan que satisface a los pobres;
y escancias para nosotros el vino de salvación y alegría
de Jesucristo, tu Hijo.
Junto con él, y por la sabiduría y fuerza
de su Santo Espíritu,
que sepamos ponernos nosotros mismos
y todos nuestros dones y creatividad
al servicio de los hermanos,
para que tu reino crezca en todos nosotros
y, por tu gracia, dé fruto y perdure
por los siglos de los siglos.

Oración después de la Comunión
Oh Dios, todopoderoso y lleno de toda riqueza:
Lo que tú creas, lo repartes y regalas
y nos lo encomiendas dejándolo a nuestro cuidado.
Nosotros, por el contrario,
intentamos guardar firmemente
riquezas y poder en nuestras propias manos.
Te damos gracias porque tú eres diferente,
generoso y no entrometido,
oculto humildemente detrás de tus dones
Haznos comprender que no nos volvemos más pequeños
cuando unos a otros nos hacemos grandes,
ni más pobres si otros son ricos y pudientes.
Queremos compartir la mentalidad
de quien, al hacerse hombre,
no alardeó de ser Dios
y renunció al poder y la fuerza por nosotros,
Jesucristo nuestro Señor.

Bendición
Hermanos: Jesús quiere que seamos agradecidos por los dones recibidos de Dios,  precisamente actuando con responsabilidad  con lo que tenemos, y eso incluye  el generoso compartir. Después de todo, hemos recibido realmente mucho. Debemos compartirlo con los demás.
Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y les acompañe siempre.