Palabra del Señor
RECHAZADOS CON CRISTO
(Hch 16,1-10; Jn 15,18-21)
Introducción
El mundo que rechazó a Cristo odia al mismo Cristo y a sus
discípulos; el mundo les persigue porque el estilo de vida de un buen cristiano
es siempre una condenación silenciosa del mismo mundo. Pensemos, por ejemplo,
en las películas de Luis Buñuel, el director español, que estaba
obsesionado por todo lo cristiano y lo ataca con sarcasmo amargo.
Quizás más amortiguada que la persecución es la actitud de
un mundo que no ha descubierto a Cristo o que tiene una imagen distorsionada de
él y del cristianismo. Para esa gente nosotros somos ridículos, atrasados,
irrelevantes, lejanos de la realidad, estamos en las nubes y somos dignos de
una sonrisa llena de lástima.
Sin embargo, ésta fue precisamente la suerte de Jesús.
Nosotros compartimos su amor, y también el tratamiento que le otorgó por el
mundo. El discípulo no es mejor que el maestro. En el discípulo el mundo
todavía rechaza a Cristo, el Maestro. Al menos estamos en buena compañía…
Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
¡Qué bueno vivir en la amistad
de tu Hijo Jesucristo!
Haz que nos percatemos
de que también en este amor
estamos comprometidos con él
y compartimos con él,
para lo bueno y para lo malo,
tanto la incomprensión y contradicción
como la alegría e intimidad.
Ayúdanos a regocijarnos
incluso cuando seamos tratados
con indiferencia o con burla por causa de Jesús,
porque ello significa que él está todavía con nosotros,
él, nuestro Señor y Salvador
por los siglos de los siglos.
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los
apóstoles (16,1-10):
En aquellos días, Pablo fue a Derbe y luego a Listra. Había allí un discípulo
que se llamaba Timoteo, hijo de un griego y de una judía creyente. Los hermanos
de Listra y de Iconio daban buenos informes de él. Pablo quiso llevárselo y lo
circuncidó, por consideración a los judíos de la región, pues todos sabían que
su padre era griego. Al pasar por las ciudades, comunicaban las decisiones de
los apóstoles y presbíteros de Jerusalén, para que las observasen. Las Iglesias
se robustecían en la fe y crecían en número de día en día. Como el Espíritu
Santo les impidió anunciar la palabra en la provincia de Asia, atravesaron
Frigia y Galacia. Al llegar a la frontera de Misia, intentaron entrar en
Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo consintió. Entonces dejaron Misia a
un lado y bajaron a Troas.
Aquella noche Pablo tuvo una visión: se le apareció un macedonio, de pie, que
le rogaba: «Ven a Macedonia y ayúdanos.»
Apenas tuvo la visión, inmediatamente tratamos de salir para Macedonia, seguros
de que Dios nos llamaba a predicarles el Evangelio.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 99,1-2.3-5
R/. Aclama
al Señor, tierra entera
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R/.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R/.
El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan
(15,18-21):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si el mundo os odia, sabed que
me ha odiado a mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo os
amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido
sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia. Recordad lo que os dije:
"No es el siervo más que su amo. Si a mí me han perseguido, también a
vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la
vuestra." Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no
conocen al que me envió.»
Intenciones
- Para
que el Espíritu Santo impulse y guíe a los misioneros a llevar la alegría
de Pascua a otros pueblos y culturas, roguemos al Señor.
- Para
que, como los primeros cristianos, los perseguidos a causa del Jesús
mantengan con firmeza su alegría y su testimonio, roguemos al Señor.
- Para
que, como nuestro Señor Jesús, estemos nosotros dispuestos e ilusionados
para servir a los hombres nuestros hermanos, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Tu Hijo Jesús nos sirve la copa de alegría,
pero ésta a veces puede convertirse
en copa de sufrimiento
que habremos de beber hasta las heces.
Que su Espíritu nos inspire y nos guíe
para seguir con él cuando el camino sea escabroso,
como él está siempre con nosotros,
él que es nuestro Señor
por los siglos de los siglos.
Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
Te damos gracias
por la alegría de participar en el banquete de tu Hijo
en esta celebración eucarística.
Haz nuestra fe suficientemente fuerte
para poder compartir la vida entera de Jesús,
incluso cuando fue rechazado o ignorado,
y nosotros con él.
Haznos comprender que su misterio pascual
es, a la vez, muerte y vida
y que ésa es la forma cómo tenemos que vivir
con Jesucristo resucitado, nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: El mensaje de Cristo no siempre es un mensaje cómodo, tanto más
cuanto que habla también necesariamente de la cruz. Pero debemos
proclamar el mensaje, aun cuando tengamos que afrontar el ridículo y la
contradicción.
Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda
sobre nosotros y permanezca para siempre.