5 de mayo de 2013

DOMINGO 5 VI DOMINGO DE PASCUA Ciclo C.



Santos: Hilario de Arlés, obispo; y Peregrino Laziosi, religioso. Beato Vicente Soler y compañeros, mártires. (Blanco)

LAS DOLOROSAS DESPEDIDAS
Hch 15,1-2. 22-29; Ap 21,10-14. 22-23, Jn 14, 23-29
El capítulo décimo cuarto de san Juan es el discurso de despedida de Jesús a sus discípulos. Él tiene la experiencia de las incomodidades que genera cualquier separación entre las personas que se aman. Los discípulos resienten la próxima partida de Jesús. Surgen las preguntas y las inquietudes: cuando el Señor se marche, ¿lo volverán a ver?, ¿podrán reconocerlo?, ¿tendrá sentido esperar su regreso? Los discípulos reciben una respuesta orientadora: El Espíritu del Padre los mantendrá unidos y los fortalecerá para asumir retos y dificultades. Cuando surjan las posturas encontradas en relación a la misión en medio de los no judíos, los apóstoles realizarán un discernimiento constante desde la apertura al Espíritu. Los partidarios de los diferentes caminos misioneros no buscaban imponer sus propios puntos de vista ni sus prejuicios, sino que se dejaban guiar por el designio de Dios, descifrándolo en un clima de diálogo y oración.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Is 48, 20)
Con voz de júbilo, anúncienlo; que se oiga, que llegue a todos los rincones de la tierra: el Señor ha redimido a su pueblo. Aleluya.

ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Dios todopoderoso, continuar celebran- do con amor y alegría la victoria de Cristo resucitado, y que el misterio de su Pascua transforme nuestra vida y se manifieste en nuestras obras. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA
El Espíritu Santo y nosotros hemos decidido no imponerles más cargas que las necesarias.

Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 15, 1-2. 22-29

En aquellos días, vinieron de Judea a Antioquía algunos discípulos y se pusieron a enseñar a los hermanos que si no se circuncidaban conforme a la ley de Moisés, no podrían salvarse.

Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; al fin se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más fueran a Jerusalén para tratar el asunto con los apóstoles y los presbíteros.
Los apóstoles y los presbíteros, de acuerdo con toda la comunidad cristiana, juzgaron oportuno elegir a algunos de entre ellos y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Los elegidos fueron Judas (llamado Barsabás) y Silas, varones prominentes en la comunidad. A ellos les entregaron una carta que decía:
"Nosotros, los apóstoles y los presbíteros, hermanos suyos, saludamos a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia, convertidos del paganismo. Enterados de que algunos de entre nosotros, sin mandato nuestro, los han alarmado e inquietado a ustedes con sus palabras, hemos decidido de común acuerdo elegir a dos varones y enviárselos, en compañía de nuestros amados hermanos Bernabé y Pablo, que han consagrado su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo. Les enviamos, pues, a Judas y a Silas, quienes les transmitirán, de viva voz, lo siguiente: `El Espíritu Santo y nosotros hemos decidido no imponerles más cargas que las estrictamente necesarias. A saber: que se abstengan de la fornicación y de comer lo inmolado a los ídolos, la sangre y los animales estrangulados. Si se apartan de esas cosas, harán bien'. Los saludamos".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Comentario:
La Pascua llega a los no-judíos

La primera lectura recuerda un momento coyuntural de la Iglesia naciente en el que los Apóstoles se vieron enfrentados a una pregunta inédita de profundas consecuencias. La cuestión es esta: a la vista de lo que significa la Ley de Moisés, que fue dada por Dios, ¿deben los paganos cumplir esa Ley? Un modo breve y un tanto dramático de plantear esto mismo es: ¿hay que circuncidar a los cristianos venidos del paganismo? La circuncisión, en efecto, es la puerta a la observancia de toda la Ley.

Las dos posturas tenían quién las apoyara. Por un lado, la sabiduría y santidad de esa Ley, que por mucho tiempo fue la señal de elección y el motivo válido de orgullo de los judíos, no se ve por qué no puedas o deban llegar a los no judíos. Por otro lado, si es verdad que somos salvos esencialmente por la fe y es ella sola quien nos abre la puerta a la gracia de Cristo, ¿en qué sentido es necesaria la Ley antigua, como si faltara alguna perfección a la gracia que ha venido precisamente para hacer perfecto lo que la Ley de Moisés no podía alcanzar? Al final, como escuchamos, quedó en vigor esta segunda propuesta, avalada por el testimonio misionero de Pablo, el discurso de Santiago y la autoridad de Pedro.

Esta reunión de Apóstoles y otros discípulos, en la que se pudo discutir y solventar la cuestión de la Ley y los cristianos venidos del mundo pagano, es conocida como el Primer Concilio de la Iglesia, o Concilio de Jerusalén. A lo largo de los siglos la Iglesia ha tenido que apelar muchas veces a ese mismo recurso: reunir a sus obispos, en cuanto sucesores de los apóstoles, para discernir, con la ayuda del Espíritu Santo, cuestiones doctrinales, morales, litúrgicas o pastorales de gran alcance. La última de esas reuniones fue el Concilio Vaticano II.



Del salmo 66 R/. Que te alaben, Señor, todos los pueblos. Aleluya.

Ten piedad de nosotros y bendícenos; vuelve, Señor, tus ojos a nosotros. Que conozca la tierra tu bondad y los pueblos tu obra salvadora. R/.
Las naciones con júbilo te canten, porque juzgas al mundo con justicia; con equidad tú juzgas a los pueblos y riges en la tierra a las naciones. R/.
Que te alaben, Señor, todos los pueblos, que los pueblos te aclamen todos juntos. Que nos bendiga Dios y que le rinda honor el mundo entero. R/.


Un ángel me mostró la ciudad santa, que descendía del cielo.

Del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan: 21, 10- 14. 22-23

Un ángel me transportó en espíritu a una montaña elevada, y me mostró a Jerusalén, la ciudad santa, que descendía del cielo, resplandeciente con la gloria de Dios. Su fulgor era semejante al de una piedra preciosa, como el de un diamante cristalino.

Tenía una muralla ancha y elevada, con doce puertas monumentales, y sobre ellas, doce ángeles y doce nombres escritos, los nombres de las doce tribus de Israel. Tres de estas puertas daban al oriente, tres al norte, tres al sur y tres al poniente. La muralla descansaba sobre doce cimientos, en los que estaban escritos los doce nombres de los apóstoles del Cordero.
No vi ningún templo en la ciudad, porque el Señor Dios todopoderoso y el Cordero son el templo. No necesita la luz del sol o de la luna, porque la gloria de Dios la ilumina y el Cordero es su lumbrera.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.


Comentario:
Los apóstoles están en el cimiento de la ciudad de luz

El tono de optimismo y de alabanza a Dios no abandona nunca a las lecturas del tiempo pascual. En particular, estos textos del Apocalipsis, que hemos encontrado varias veces en la segunda lectura, simplemente rebosan del gozo del Cielo, como dejándonos saborear un poco de la alegría que nos aguarda, allí donde la Pascua no acaba jamás.

En esta lectura, llena como siempre de los símbolos usuales del Apocalipsis, destaquemos el lugar de honor de los Apóstoles, por enlazar también con el tema de la primera lectura. Ellos son llamados basamentos o cimientos, y sobre su fortaleza se apoya la muralla que defiende a la ciudad santa. De aquí aprendemos qué es o quién es un apóstol de Cristo: su fe, su oración, su palabra, sus obras de amor le dan firmeza al edificio que no ha de caer.

En cada eucaristía de domingo hay un elemento que no falta jamás: la profesión de fe, que usualmente renovamos recitando el Credo, o también el llamado Símbolo de los Apóstoles. Hay una lógica profunda en ello: si el Domingo es el día del Señor, si es el día que nos acerca con fuerza a la Pascua de Cristo, fuente de nuestra propia Pascua, tiene sentido que al acercarnos al Cielo recordemos quiénes y con qué enseñanzas nos han abierto ese Cielo.



ACLAMACIÓN (Jn 14, 23) R/. Aleluya, aleluya.

El que me ama, cumplirá mi palabra, dice el Señor; y mi Padre lo amará y vendremos a él. R/.
El Espíritu Santo les recordará todo cuanto les he dicho.

Del santo Evangelio según san Juan: 14, 23-29

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada. El que no me ama no cumplirá mis palabras. Y la palabra que están oyendo no es mía, sino del Padre, que me envió. Les he hablado de esto ahora que estoy con ustedes; pero el Paráclito, el Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho.

La paz les dejo, mi paz les doy. No se la doy como la da el mundo. No pierdan la paz ni se acobarden. Me han oído decir: 'Me voy, pero volveré a su lado'. Si me amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Se lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean". 
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús. 


Comentario:
El Espíritu Santo y el Resucitado

¿Quién entre nosotros no ha anhelado eso que sería estar en tiempos de Cristo, poder verlo “en vivo”? Él mismo lo predijo: “Vendrán días cuando ansiaréis ver uno de los días del Hijo del Hombre, y no lo veréis.” (Lucas 17,22). Y sin embargo, Jesús no era Supermán, antes de la cruz, ni es el Hombre Invisible después de la resurrección. El mismo amor, la misma unción que hizo posible su ministerio público, su donación y gloria en la Cruz y su bendita resurrección, ese mismo Espíritu Santo está ahora vivo y actuando en nosotros.

Al Espíritu Santo se atribuye el singular milagro de amor que es la Encarnación del Hijo único de Dios. Nada de extraño entonces que ese mismo Espíritu prolongue de algún modo esa Encarnación no en el sentido de conservar al Cristo glorioso entre nosotros en esta tierra sino haciéndonos ya desde esta tierra más y más semejantes al Cristo del Cielo.

Credo.


PLEGARIA UNIVERSAL

Oremos a Jesús resucitado, vida y esperanza de la humanidad entera. Después de cada petición diremos: Jesús resucitado, escúchanos y aumenta nuestra fe.

Para que el Espíritu de Dios renueve a la Iglesia, y haga de ella un testimonio vivo de amor y de esperanza. Oremos.
Para que los sacerdotes sepan transmitir siempre confianza y alegría a todo el pueblo cristiano. Oremos.
Para que los trabajadores, especialmente los de la construcción, puedan obtener bienestar y prosperidad con su trabajo. Oremos.
Para que los enfermos y quienes han perdido las fuerzas a causa de la vejez sepan afrontar su situación de vida llenos de la paz de Dios. Oremos.
Para que todos los que cuidan de los enfermos o ancianos lo hagan con dedicación y afecto. Oremos.
Para que la Eucaristía que hoy celebramos nos llene de la alegría de la Pascua. Oremos.

Escucha, Señor resucitado, nuestra oración, tú, que eres nuestro camino, y vives y reinas por los siglos de los siglos.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, las ofrendas que te presentamos, y purifica nuestros corazones para que podamos participar dignamente en este sacramento de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I-V de Pascua.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 14, 15-16)
Si me aman, cumplan mis mandamientos, dice el Señor; y yo rogaré al Padre, y Él les dará otro Abogado, que permanecerá con ustedes para siempre. Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios todopoderoso y eterno, que, en Cristo resucitado, nos has hecho renacer a la vida eterna, haz que este misterio pascual en el que acabamos de participar por medio de la Eucaristía, dé en nosotros abundantes frutos de salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- La multiplicación de espacios para el acondicionamiento físico como los gimnasios y los sitios de entrenamiento para mantener en forma al cuerpo, siguen apareciendo por todas partes. El número de los sitios públicos encaminados al cuidado de la mente y el espíritu no crecen con la misma intensidad. La urgencia de vivir una espiritualidad profunda y trascendente no se percibe como una de las necesidades de nuestra sociedad. Vivimos demasiado volcados hacia el mundo exterior, obsesionados por la prisa de conseguir metas y logros materiales. La oferta que Jesús hace a sus discípulos sigue teniendo sentido. El Espíritu de Dios es una compañía amigable y humanizadora. Quien se deje empujar por su impulso aprenderá a tomar decisiones sensatas que irán convirtiéndose en fuentes de paz y de armonía interior; en una palabra, de felicidad duradera.