Santos: Nereo y Aquileo o Aquiles de Roma mártires; Pancracio de Roma, mártir y Domingo de la Calzada, laico. Solemnidad (Blanco)
VOLVER A JERUSALÉN
Hch 1,1-11; Hb 9,24-28; 10, 19-23; Lc 24,46-53.
De esta ciudad cargada de memoria para judíos y cristianos partió la misión evangelizadora. La llamada ciudad de David había sido invadida, saqueada por ejércitos numerosos y también, interpelada y sacudida por sabios y profetas elocuentes. La ciudad retenía una enorme carga simbólica como sede y destino de numerosos peregrinos y creyentes ansiosos de ver la salvación divina. Jesús animó a sus discípulos a subir con Él a Jerusalén para que se solidarizaran con sus gestos proféticos. En dicha ciudad rindió su testimonio decisivo y ahí se congregó la comunidad de sus seguidores para ser testigos de su victoriosa resurrección. Una vez que experimentaron la radiante presencia de Jesús en su vida, regresaron a Jerusalén, no como conquistadores violentos, sino como testigos generosos de la justicia que el Padre había hecho resplandecer en el crucificado, exaltado a su diestra.
El
texto de la carta de los Efesios nos da la clave para entender el significado
verdadero de la ascensión: en Cristo, Dios Padre ha desplegado todo su poder,
sentándolo a su derecha y sometiéndolo todo. La ascensión pone de relieve que
Cristo es “Señor”, que todo –absolutamente todo– está bajo su dominio soberano.
Y este dominio se traduce en influjo vital sobre la Iglesia, hasta el punto de
que toda la vida de la Iglesia le viene de su Señor, de Cristo glorioso, al
cual debe permanecer fielmente unida.
El
evangelio nos subraya que, después de la ascensión, los discípulos se volvieron
llenos de alegría. Es la alegría de contemplar la victoria total y definitiva
de Cristo; la alegría de entender el plan de Dios completo y de descubrir el
sentido de la humillación, de los padecimientos y de la muerte de Cristo. Es la
alegría de saber que Cristo glorioso sigue misteriosamente presente en su
Iglesia, infundiéndole su propia vida.
En
el momento de la ascensión, Cristo reitera su promesa: plenamente glorificado,
derrama en su Iglesia el Espíritu Santo. Esta semana es semana de cenáculo.
Toda la Iglesia sólo tiene esta tarea que realizar: permanecer con María a la
espera del Espíritu, que viene con su fuerza poderosa para hacernos testigos de
Cristo. (Julio Alonso Ampuero, Meditaciones Bíblicas sobre el Año Litúrgico)
Para
ver la Reflexión completa de las 3 lecturas y el salmo de la Liturgia de este
domingo pinchar este link: (Enlace): PALABRA DE DIOS
I.-RITOS
INICIALES
ANTÍFONA
DE ENTRADA Hech 1, 11
Hombres
de Galilea, ¿por qué siguen mirando al cielo? Este Jesús, que les ha sido
quitado y elevado al Cielo, vendrá de la misma manera que lo han visto partir.
Aleluya.
ACTO
PENITENCIAL
- Tú
que estás glorificado junto al Padre. Señor, ten piedad.
- Tú
que nos llamas a participar de tu gloria. Cristo, ten piedad.
- Tú
que nos hiciste testigos tuyos. Señor, ten piedad.
SE
DICE GLORIA A DIOS
Gloria
a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu
inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te
damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo
único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas
el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra suplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten
piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo,
Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.
ORACIÓN
COLECTA
Concédenos,
Dios todopoderoso, darte gracias con santa alegría, porque en la Ascensión de
Cristo, tu Hijo, nuestra humanidad es elevada junto a ti, ya que él, como
cabeza de la Iglesia, nos ha precedido en la gloria que nosotros, su cuerpo,
esperamos alcanzar. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los
siglos.
II.-LITURGIA
DE LA PALABRA
PRIMERA
LECTURA
El
libro de los Hechos narra la Ascensión de Jesús y la promesa de enviar el
Espíritu Santo.
Lectura
de los Hechos de los apóstoles. Hech 1, 1-11
En
mi primer Libro, querido Teófilo, me referí a todo lo que hizo y enseñó Jesús,
desde el comienzo, hasta el día en que subió al cielo, después de haber dado,
por medio del Espíritu Santo, sus últimas instrucciones a los Apóstoles que
había elegido. Después de su Pasión, Jesús se manifestó a ellos dándoles
numerosas pruebas de que vivía, y durante cuarenta días se les apareció y les
habló del Reino de Dios. En una ocasión, mientras estaba comiendo con ellos,
les recomendó que no se alejaran de Jerusalén y esperaran la promesa del Padre:
“La promesa”, les dijo, “que yo les he anunciado. Porque Juan bautizó con agua,
pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo, dentro de pocos días”. Los
que estaban reunidos le preguntaron: “Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar
el reino de Israel?”. Él les respondió: “No les corresponde a ustedes conocer
el tiempo y el momento que el Padre ha establecido con su propia autoridad.
Pero recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y
serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines
de la tierra”. Dicho esto, los Apóstoles lo vieron elevarse, y una nube lo
ocultó de la vista de ellos.
Como
permanecían con la mirada puesta en el cielo mientras Jesús subía, se les
aparecieron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: “Hombres de
Galilea, ¿por qué siguen mirando al cielo? Este Jesús que les ha sido quitado y
fue elevado al cielo, vendrá de la misma manera que lo han visto partir”.
Palabra
de Dios.
COMENTARIO:
Jesús no niega que el Reino de Dios tendrá una realización material; pero
afirma que a los auténticos discípulos no les es lícito hacer cálculos. La
plenitud del Reino vendrá cuando Dios lo quiera y en los momentos menos
esperados. En cuanto a la Ascensión se ofrece como respuesta a la pregunta de
los apóstoles. Es necesario que el Maestro les sea “quitado”, para que éstos
comprendan, al fin, que él es verdaderamente el Señor, que su Reino no es de
este mundo, sino que debe construirse aquí y ahora bajo el impulso del
Espíritu, y gracias al testimonio misionero, hasta fines de la tierra. A partir
de aquí lo que importa es poner manos a la obra y dejar de “quedarse mirando al
cielo”.
SALMO
Frente
al triunfo de Cristo, el salmo 46 es un canto triunfal, a Dios, rey de toda la
tierra. La Iglesia lo aplica a Jesús. Participamos de esta oración, aclamando:
“El Señor asciende entre aclamaciones.”
Sal
46, 2-3. 6-9
R.
El Señor asciende entre aclamaciones.
O
bien: Aleluya.
Aplaudan,
todos los pueblos, aclamen al Señor con gritos de alegría; porque el Señor, el
Altísimo, es temible, es el soberano de toda la tierra. R.
El
Señor asciende entre aclamaciones, asciende al sonido de trompetas. Canten,
canten a nuestro Dios, canten, canten a nuestro Rey. R.
El
Señor es el Rey de toda la tierra, cántenle un hermoso himno. El Señor reina
sobre las naciones; el Señor se sienta en su trono sagrado. R.
SEGUNDA
LECTURA
En
un texto muy bello, san Pablo explica como Dios resucitó y glorificó a Jesús y
“lo sentó a su derecha”.
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso. Ef 1, 17-23
Hermanos:
Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les conceda un
espíritu de sabiduría y de revelación que les permita conocerlo verdaderamente.
Que él ilumine sus corazones, para que ustedes puedan valorar la esperanza a la
que han sido llamados, los tesoros de gloria que encierra su herencia entre los
santos, y la extraordinaria grandeza del poder con que él obra en nosotros, los
creyentes, por la eficacia de su fuerza. Éste es el mismo poder que Dios
manifestó en Cristo, cuando lo resucitó de entre los muertos y lo hizo sentar a
su derecha en el cielo, elevándolo por encima de todo Principado, Potestad,
Poder y Dominación, y de cualquier otra dignidad que pueda mencionarse tanto en
este mundo como en el futuro. Él puso todas las cosas bajo sus pies y lo
constituyó, por encima de todo, Cabeza de la Iglesia, que es su Cuerpo y la
Plenitud de Aquél que llena completamente todas las cosas.
COMENTARIO:
San Pablo quiere inspirar nuestra esperanza cristiana que consiste en esperar
firmemente la realización de las promesas de Dios al hombre: total liberación y
felicidad en Cristo. Se subraya la causa de nuestra esperanza: la promesa ya se
realizó en la humanidad de Jesús, que resucitó de entre los muertos.
Palabra
de Dios.
ALELUYA
Mt 28, 19. 20
Aleluya.
“Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Yo estaré siempre
con ustedes hasta el fin del mundo”, dice el Señor. Aleluya.
EVANGELIO
Jesús
asciende al cielo, y nos constituye en “testigos” de su resurrección y su
mensaje.
EVANGELIO
Lc 24, 46-53
Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús
dijo a sus discípulos: “Así está escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de
entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía
predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados.
Ustedes son testigos de todo esto. Y Yo les enviaré lo que mi Padre les ha
prometido. Permanezcan en la ciudad, hasta que sean revestidos con la fuerza
que viene de lo alto”. Después Jesús los llevó hasta las proximidades de
Betania y, elevando sus manos, los bendijo. Mientras los bendecía, se separó de
ellos y fue llevado al cielo. Los discípulos, que se habían postrado delante de
Él, volvieron a Jerusalén con gran alegría, y permanecían continuamente en el
Templo alabando a Dios.
Palabra
del Señor.
COMENTARIO:
La fiesta de la Ascensión del Señor nos recuerda el hecho de nuestra futura
ascensión al cielo. Es muy difícil para nosotros imaginar nuestra vida más allá
de la muerte, ya que sólo tenemos la limitada experiencia de vivir de acuerdo
con el tiempo y lugar. Desprendámonos de cualquier imaginación y aceptemos con
fe este gran acontecimiento.
SE
DICE EL CREDO
Creo
en Dios Padre todopoderoso. Creador del cielo y de la tierra. Y en Jesucristo,
su único Hijo, nuestro Señor; que fue concebido por obra y gracia del Espíritu
Santo, nació de Santa María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue
crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día
resucitó de entre los muertos; subió a los cielos y está sentado a la derecha
de Dios Padre todopoderoso; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los
muertos.
Creo
en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos, el
perdón de los pecados, la resurrección de la carne, y la vida eterna. Amén
ORACION
DE LOS FIELES
A
cada intención, pedimos: Ayúdanos a ser testigos y misioneros.
— Para que se multipliquen los testigos y
misioneros de Cristo en todos los
pueblos. Oremos.
— Para que el amor triunfe sobre la
indiferencia y las naciones ricas ayuden solidariamente a los pueblos pobres.
Oremos.
— Para que los derechos de todos los hombres
—en particular los indefensos— sean respetados, y que nadie esclavice al
prójimo. Oremos.
— Para que cada uno de nosotros acepte la
misión evangelizadora que lo hace testigo de Jesús. Oremos,
III.-LITURGIA
EUCARISTICA
Presentación
de la Ofrendas: Cristo estuvo presente en su palabra, pronto lo estará en su
eucaristía. Unidos a él, junto al pan y el vino, llevemos altar las intenciones
que guardamos en el corazón y el deseo de ser testigos de Jesús.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Te
ofrecemos humildemente este sacrificio, Señor, en la admirable ascensión de tu
Hijo; concédenos por este sagrado intercambio elevarnos hacia los bienes
celestiales. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
de la Ascensión: Jesús nos constituyó sus testigos. Junto al celebrante, demos
gracias al Señor, nuestro Dios, porque Jesús, Rey de la gloria, nos hará
seguirlo a su reino glorioso. Coronamos la alabanza con el canto del Santo,
canto de todos los que fueron testigos de Cristo.
PREFACIO
DE LA ASCENSIÓN I
EL
MISTERIO DE LA ASCENSIÓN
V.
El Señor esté con ustedes.
R. Y
con tu espíritu.
V.
Levantemos el corazón.
R.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R.
Es justo y necesario.
En
verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre
y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno:
Porque
el Señor Jesús, Rey de la gloria, triunfador del pecado y de la muerte, ante la
admiración de los ángeles ascendió (hoy) a lo más alto de los cielos, como
Mediador entre Dios y los hombres, Juez del mundo y Señor de los espíritus
celestiales. No lo hizo para apartarse de la pequeñez de nuestra condición
humana sino para que lo sigamos confiadamente como miembros suyos, al lugar
donde nos precedió él, cabeza y principio de todos nosotros. Por eso, con esta
efusión del gozo pascual, el mundo entero está llamado a la alegría junto con
los ángeles y los arcángeles que cantan un himno a tu gloria, diciendo sin
cesar:
Santo,
Santo, Santo...
RITO
DE COMUNIÓN
PADRE
NUESTRO
Padre
nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu
reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan
de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
LA
PAZ
Señor
Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: “La paz os dejo, mi paz os doy”. No
tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia, y, conforme a tu
palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de
los siglos. Amén.
CORDERO
Cordero
de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de
Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios,
que quitas el pecado del mundo, danos la paz.
ANTÍFONA
DE COMUNIÓN Mt 28, 20
Yo
estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo. Aleluya.
Comunión:
La unión con Jesús en la eucaristía es un anticipo de nuestra futura gloria
junto a él en el cielo. Llenos de gozo, vayamos a comulgar.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios
todopoderoso y eterno, que nos permites participar en la tierra de los misterios
divinos, concede que nuestro fervor cristiano nos oriente hacia el cielo, donde
ya nuestra naturaleza humana está contigo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
IV.-RITOS
DE CONCLUSION
BENDICION
SOLEMNE
Dios
todopoderoso los bendiga en este día en que su Hijo subió al cielo y les abrió
la entrada de la gloria para llegar a estar junto a él. R. Amén.
Y al
proclamarlo glorioso junto al Padre, les conceda la alegría de experimentar que
permanece con ustedes hasta el fin del mundo, como lo ha prometido. R. Amén.
Y la
bendición de Dios todopoderoso, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes y permanezca para siempre. R. Amén.
Cristo,
que se apareció a sus discípulos después de su Resurrección, se manifieste
también a ustedes lleno de misericordia, cuando venga para el juicio final. R.
Amén.
ENVIO
Jesús
prometió enviar el Espíritu Santo. Lo celebraremos el próximo domingo. Con
alegría por ser testigos de Jesús, nos retiramos cantando.