12 de mayo de 2013

DOMINGO 12 LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR, Ciclo C



Santos: Nereo y Aquileo o Aquiles de Roma mártires; Pancracio de Roma, mártir y Domingo de la Calzada, laico. Solemnidad (Blanco)

VOLVER A JERUSALÉN
Hch 1,1-11; Hb 9,24-28; 10, 19-23; Lc 24,46-53.
De esta ciudad cargada de memoria para judíos y cristianos partió la misión evangelizadora. La llamada ciudad de David había sido invadida, saqueada por ejércitos numerosos y también, interpelada y sacudida por sabios y profetas elocuentes. La ciudad retenía una enorme carga simbólica como sede y destino de numerosos peregrinos y creyentes ansiosos de ver la salvación divina. Jesús animó a sus discípulos a subir con Él a Jerusalén para que se solidarizaran con sus gestos proféticos. En dicha ciudad rindió su testimonio decisivo y ahí se congregó la comunidad de sus seguidores para ser testigos de su victoriosa resurrección. Una vez que experimentaron la radiante presencia de Jesús en su vida, regresaron a Jerusalén, no como conquistadores violentos, sino como testigos generosos de la justicia que el Padre había hecho resplandecer en el crucificado, exaltado a su diestra.

El texto de la carta de los Efesios nos da la clave para entender el significado verdadero de la ascensión: en Cristo, Dios Padre ha desplegado todo su poder, sentándolo a su derecha y sometiéndolo todo. La ascensión pone de relieve que Cristo es “Señor”, que todo –absolutamente todo– está bajo su dominio soberano. Y este dominio se traduce en influjo vital sobre la Iglesia, hasta el punto de que toda la vida de la Iglesia le viene de su Señor, de Cristo glorioso, al cual debe permanecer fielmente unida.

El evangelio nos subraya que, después de la ascensión, los discípulos se volvieron llenos de alegría. Es la alegría de contemplar la victoria total y definitiva de Cristo; la alegría de entender el plan de Dios completo y de descubrir el sentido de la humillación, de los padecimientos y de la muerte de Cristo. Es la alegría de saber que Cristo glorioso sigue misteriosamente presente en su Iglesia, infundiéndole su propia vida.

En el momento de la ascensión, Cristo reitera su promesa: plenamente glorificado, derrama en su Iglesia el Espíritu Santo. Esta semana es semana de cenáculo. Toda la Iglesia sólo tiene esta tarea que realizar: permanecer con María a la espera del Espíritu, que viene con su fuerza poderosa para hacernos testigos de Cristo. (Julio Alonso Ampuero, Meditaciones Bíblicas sobre el Año Litúrgico)

Para ver la Reflexión completa de las 3 lecturas y el salmo de la Liturgia de este domingo pinchar este link: (Enlace): PALABRA DE DIOS

I.-RITOS INICIALES

ANTÍFONA DE ENTRADA Hech 1, 11

Hombres de Galilea, ¿por qué siguen mirando al cielo? Este Jesús, que les ha sido quitado y elevado al Cielo, vendrá de la misma manera que lo han visto partir. Aleluya.

ACTO PENITENCIAL

- Tú que estás glorificado junto al Padre. Señor, ten piedad.

- Tú que nos llamas a participar de tu gloria. Cristo, ten piedad.

- Tú que nos hiciste testigos tuyos. Señor, ten piedad.

SE DICE GLORIA A DIOS

Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra suplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.

ORACIÓN COLECTA

Concédenos, Dios todopoderoso, darte gracias con santa alegría, porque en la Ascensión de Cristo, tu Hijo, nuestra humanidad es elevada junto a ti, ya que él, como cabeza de la Iglesia, nos ha precedido en la gloria que nosotros, su cuerpo, esperamos alcanzar. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

II.-LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

El libro de los Hechos narra la Ascensión de Jesús y la promesa de enviar el Espíritu Santo.

Lectura de los Hechos de los apóstoles. Hech 1, 1-11

En mi primer Libro, querido Teófilo, me referí a todo lo que hizo y enseñó Jesús, desde el comienzo, hasta el día en que subió al cielo, después de haber dado, por medio del Espíritu Santo, sus últimas instrucciones a los Apóstoles que había elegido. Después de su Pasión, Jesús se manifestó a ellos dándoles numerosas pruebas de que vivía, y durante cuarenta días se les apareció y les habló del Reino de Dios. En una ocasión, mientras estaba comiendo con ellos, les recomendó que no se alejaran de Jerusalén y esperaran la promesa del Padre: “La promesa”, les dijo, “que yo les he anunciado. Porque Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo, dentro de pocos días”. Los que estaban reunidos le preguntaron: “Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?”. Él les respondió: “No les corresponde a ustedes conocer el tiempo y el momento que el Padre ha establecido con su propia autoridad. Pero recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra”. Dicho esto, los Apóstoles lo vieron elevarse, y una nube lo ocultó de la vista de ellos.

Como permanecían con la mirada puesta en el cielo mientras Jesús subía, se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: “Hombres de Galilea, ¿por qué siguen mirando al cielo? Este Jesús que les ha sido quitado y fue elevado al cielo, vendrá de la misma manera que lo han visto partir”.

Palabra de Dios.

COMENTARIO: 
Jesús no niega que el Reino de Dios tendrá una realización material; pero afirma que a los auténticos discípulos no les es lícito hacer cálculos. La plenitud del Reino vendrá cuando Dios lo quiera y en los momentos menos esperados. En cuanto a la Ascensión se ofrece como respuesta a la pregunta de los apóstoles. Es necesario que el Maestro les sea “quitado”, para que éstos comprendan, al fin, que él es verdaderamente el Señor, que su Reino no es de este mundo, sino que debe construirse aquí y ahora bajo el impulso del Espíritu, y gracias al testimonio misionero, hasta fines de la tierra. A partir de aquí lo que importa es poner manos a la obra y dejar de “quedarse mirando al cielo”.

SALMO

Frente al triunfo de Cristo, el salmo 46 es un canto triunfal, a Dios, rey de toda la tierra. La Iglesia lo aplica a Jesús. Participamos de esta oración, aclamando: “El Señor asciende entre aclamaciones.”

Sal 46, 2-3. 6-9

R. El Señor asciende entre aclamaciones.

O bien: Aleluya.

Aplaudan, todos los pueblos, aclamen al Señor con gritos de alegría; porque el Señor, el Altísimo, es temible, es el soberano de toda la tierra. R.

El Señor asciende entre aclamaciones, asciende al sonido de trompetas. Canten, canten a nuestro Dios, canten, canten a nuestro Rey. R.

El Señor es el Rey de toda la tierra, cántenle un hermoso himno. El Señor reina sobre las naciones; el Señor se sienta en su trono sagrado. R.

SEGUNDA LECTURA

En un texto muy bello, san Pablo explica como Dios resucitó y glorificó a Jesús y “lo sentó a su derecha”.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso. Ef 1, 17-23

Hermanos: Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les conceda un espíritu de sabiduría y de revelación que les permita conocerlo verdaderamente. Que él ilumine sus corazones, para que ustedes puedan valorar la esperanza a la que han sido llamados, los tesoros de gloria que encierra su herencia entre los santos, y la extraordinaria grandeza del poder con que él obra en nosotros, los creyentes, por la eficacia de su fuerza. Éste es el mismo poder que Dios manifestó en Cristo, cuando lo resucitó de entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en el cielo, elevándolo por encima de todo Principado, Potestad, Poder y Dominación, y de cualquier otra dignidad que pueda mencionarse tanto en este mundo como en el futuro. Él puso todas las cosas bajo sus pies y lo constituyó, por encima de todo, Cabeza de la Iglesia, que es su Cuerpo y la Plenitud de Aquél que llena completamente todas las cosas.

COMENTARIO:
San Pablo quiere inspirar nuestra esperanza cristiana que consiste en esperar firmemente la realización de las promesas de Dios al hombre: total liberación y felicidad en Cristo. Se subraya la causa de nuestra esperanza: la promesa ya se realizó en la humanidad de Jesús, que resucitó de entre los muertos.

Palabra de Dios.

ALELUYA Mt 28, 19. 20

Aleluya. “Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo”, dice el Señor. Aleluya.

EVANGELIO

Jesús asciende al cielo, y nos constituye en “testigos” de su resurrección y su mensaje.

EVANGELIO Lc 24, 46-53

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

Jesús dijo a sus discípulos: “Así está escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto. Y Yo les enviaré lo que mi Padre les ha prometido. Permanezcan en la ciudad, hasta que sean revestidos con la fuerza que viene de lo alto”. Después Jesús los llevó hasta las proximidades de Betania y, elevando sus manos, los bendijo. Mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo. Los discípulos, que se habían postrado delante de Él, volvieron a Jerusalén con gran alegría, y permanecían continuamente en el Templo alabando a Dios.

Palabra del Señor.

COMENTARIO:
La fiesta de la Ascensión del Señor nos recuerda el hecho de nuestra futura ascensión al cielo. Es muy difícil para nosotros imaginar nuestra vida más allá de la muerte, ya que sólo tenemos la limitada experiencia de vivir de acuerdo con el tiempo y lugar. Desprendámonos de cualquier imaginación y aceptemos con fe este gran acontecimiento.

SE DICE EL CREDO

Creo en Dios Padre todopoderoso. Creador del cielo y de la tierra. Y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor; que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.

Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne, y la vida eterna. Amén

ORACION DE LOS FIELES

A cada intención, pedimos: Ayúdanos a ser testigos y misioneros.

—   Para que se multipliquen los testigos y misioneros de Cristo en todos los  pueblos. Oremos.

—   Para que el amor triunfe sobre la indiferencia y las naciones ricas ayuden solidariamente a los pueblos pobres. Oremos.

—   Para que los derechos de todos los hombres —en particular los indefensos— sean respetados, y que nadie esclavice al prójimo. Oremos.

—   Para que cada uno de nosotros acepte la misión evangelizadora que lo hace testigo de Jesús. Oremos,

III.-LITURGIA EUCARISTICA

Presentación de la Ofrendas: Cristo estuvo presente en su palabra, pronto lo estará en su eucaristía. Unidos a él, junto al pan y el vino, llevemos altar las intenciones que guardamos en el corazón y el deseo de ser testigos de Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Te ofrecemos humildemente este sacrificio, Señor, en la admirable ascensión de tu Hijo; concédenos por este sagrado intercambio elevarnos hacia los bienes celestiales. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio de la Ascensión: Jesús nos constituyó sus testigos. Junto al celebrante, demos gracias al Señor, nuestro Dios, porque Jesús, Rey de la gloria, nos hará seguirlo a su reino glorioso. Coronamos la alabanza con el canto del Santo, canto de todos los que fueron testigos de Cristo.

PREFACIO DE LA ASCENSIÓN I

EL MISTERIO DE LA ASCENSIÓN

V. El Señor esté con ustedes.

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno:

Porque el Señor Jesús, Rey de la gloria, triunfador del pecado y de la muerte, ante la admiración de los ángeles ascendió (hoy) a lo más alto de los cielos, como Mediador entre Dios y los hombres, Juez del mundo y Señor de los espíritus celestiales. No lo hizo para apartarse de la pequeñez de nuestra condición humana sino para que lo sigamos confiadamente como miembros suyos, al lugar donde nos precedió él, cabeza y principio de todos nosotros. Por eso, con esta efusión del gozo pascual, el mundo entero está llamado a la alegría junto con los ángeles y los arcángeles que cantan un himno a tu gloria, diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

RITO DE COMUNIÓN

PADRE NUESTRO

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

LA PAZ

Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: “La paz os dejo, mi paz os doy”. No tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia, y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

CORDERO

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Mt 28, 20

Yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo. Aleluya.

Comunión: La unión con Jesús en la eucaristía es un anticipo de nuestra futura gloria junto a él en el cielo. Llenos de gozo, vayamos a comulgar.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Dios todopoderoso y eterno, que nos permites participar en la tierra de los misterios divinos, concede que nuestro fervor cristiano nos oriente hacia el cielo, donde ya nuestra naturaleza humana está contigo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

IV.-RITOS DE CONCLUSION

BENDICION SOLEMNE

Dios todopoderoso los bendiga en este día en que su Hijo subió al cielo y les abrió la entrada de la gloria para llegar a estar junto a él. R. Amén.

Y al proclamarlo glorioso junto al Padre, les conceda la alegría de experimentar que permanece con ustedes hasta el fin del mundo, como lo ha prometido. R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre. R. Amén.

Cristo, que se apareció a sus discípulos después de su Resurrección, se manifieste también a ustedes lleno de misericordia, cuando venga para el juicio final. R. Amén.

ENVIO

Jesús prometió enviar el Espíritu Santo. Lo celebraremos el próximo domingo. Con alegría por ser testigos de Jesús, nos retiramos cantando.