Santos: Pionio de Esmirna, mártir; Eulogio de Córdoba, mártir; Esteban de Obacina, abad. Feria (Morado)
YA NO HABRÁ NIÑOS MALOGRADOS Is 65,17-21; Jn 4,43-54
Jerusalén suscita emociones intensas en hombres y mujeres de diferentes épocas, religiones y culturas. Musulmanes, judíos y cristianos veneramos la santidad de dicha ciudad por muchas razones. El profeta Isaías proclama la llegada de una profunda transformación de la vida de los habitantes de Jerusalén. Todas las aflicciones que afean a las grandes ciudades cesarán: no habrá sitio para el abuso, la violencia ni la opresión económica. Relaciones marcadas por el diálogo cercano e intenso entre Dios y su pueblo, fructificarán en la coexistencia de fuertes y débiles —lobos y corderos— en paz y armonía. De esa dichosa esperanza será testigo el Señor Jesús que sanará al hijo de un funcionario romano. La benevolencia que Jesús muestra no se agota en las fronteras de la nación judía, sino que las traspasa, haciendo manifiesto que la novedad del reinado de Dios, inaugura una forma de convivencia que integra, en vez de confrontar, a los hombres y mujeres de diferentes etnias y culturas.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 30, 7-8)
Yo tengo mi confianza en ti, Señor, yo gozaré y me alegraré porque has mirado con bondad mi desgracia y conoces mis angustias.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que renuevas este mundo por medio de tus sacramentos, concede a tu Iglesia aprovechar estos signos misteriosos de tu presencia y asístela siempre en sus necesidades materiales. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Ya no se oirán gemidos ni llantos.
Del libro del profeta Isaías: 65, 17-21
Esto dice el Señor: "Voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva; ya no recordaré lo pasado, lo olvidaré de corazón. Se llenarán ustedes de gozo y de perpetua alegría por lo que voy a crear: Convertiré a Jerusalén en júbilo y a mi pueblo en alegría. Me alegraré por Jerusalén y me gozaré por mi pueblo. Ya no se oirán en ella gemidos ni llantos. Ya no habrá niños que vivan pocos días, ni viejos que no colmen sus años y al que no los alcance se le tendrá por maldito. Construirán casas y vivirán en ellas, plantarán viñas y comerán sus frutos". Palabra de Dios.Te alabamos, Señor.
Comentario:
Una promesa de alegría
¡Qué consuelo recibir las palabras de Isaías hoy! ¡Es verdad
que la cuaresma tiene que ser tiempo de cuestionamiento y reflexión interior
pero eso no significa que no quede espacio para la alegría, la sonrisa y la
esperanza!
"Convertiré en gozo a Jerusalén", ha dicho el
Señor. Semejante promesa es más de lo que podíamos soñar. Jerusalén es el lugar
del desastre, el lugar de la deshonra, el lugar de la humillación, si pensamos
en el destierro a Babilonia. ¡Y Dios anuncia que Jerusalén será un gozo!
Estas expresiones no intentan ilusionarnos o endulzarnos el
oído. Manifiestan el poder de Dios, que ha CREADO todas las cosas, y que por
eso mismo puede VOLVER A CREAR. La expresión que utiliza es precisa:
"habrá alegría y gozo eterno por lo que voy a crear". En la Biblia
este verbo, crear, tiene un contenido muy fuerte y está reservado sólo para
Dios.
La enseñanza entonces de esta primera lectura es que la obra
del perdón al pueblo pecador sólo puede ser descrita como una NUEVA CREACIÓN,
algo que sólo Dios puede hacer y que sólo Él sabe hacer. Y ante esa obra
enteramente suya nosotros sentiremos gozo indescriptible, más aún que si
hubiéramos acompañado al Altísimo el día en que dijo: "¡Que haya
luz!" (Gén 1,3).
Del salmo 29 R/. Te alabaré, Señor, eternamente.
Te alabaré, Señor, pues no dejaste que se rieran de mí mis enemigos. Tú, Señor, me salvaste de la muerte y a punto de morir, me reviviste. R/.
Alaben al Señor quienes lo aman, den gracias a su nombre, porque su ira dura un solo instante y su bondad, toda la vida. El llanto nos visita por la tarde; por la mañana, el júbilo. R/.
Escúchame, Señor, y compadécete; Señor, ven en mi ayuda. Convertiste mi duelo en alegría, te alabaré por eso eternamente. R/.
ACLAMACIÓN (Cfr. Am 5, 14) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Busquen el bien y no el mal, para que vivan, y el Señor estará con ustedes. R/.
Vete, tu hijo ya está sano.
Del santo Evangelio según san Juan: 4, 43-54
En aquel tiempo, Jesús salió de Samaria y se fue a Galilea. Jesús mismo había declarado que a ningún profeta se le honra en su propia patria. Cuando llegó, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que Él había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían estado allí.
Volvió entonces a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, que tenía un hijo enfermo en Cafarnaúm. Al oír éste que Jesús había venido de Judea a Galilea, fue a verlo y le rogó que fuera a curar a su hijo, que se estaba muriendo. Jesús le dijo: "Si no ven ustedes signos y prodigios, no creen". Pero el funcionario del rey insistió: "Señor, ven antes de que mi muchachito muera". Jesús le contestó: "Vete, tu hijo ya está sano". Aquel hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Cuando iba llegando, sus criados le salieron al encuentro para decirle que su hijo ya estaba sano. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Le contestaron: "Ayer, a la una de la tarde, se le quitó la fiebre". El padre reconoció que a esa misma hora Jesús le había dicho: `Tu hijo ya está sano', y creyó con todos los de su casa. Éste fue el segundo signo que hizo Jesús al volver de Judea a Galilea.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
¿Una petición inhumana?
Estamos acostumbrados a pensar en Jesús de una manera tan
tierna, que corremos el riesgo de apelar más a nuestra imaginación que a la
revelación que el Señor nos ofrece en su Palabra. La escena de hoy por ejemplo,
a pesar de que se trata de una curación, no carece de dureza.
Un funcionario le pide que vaya a su casa y cure a su hijo.
La respuesta de Cristo es dura: " Si no ven signos y prodigios son
incapaces de creer". No parece demasiado tierno, sobre todo si pensamos en
el drama que vivía aquel hombre...
Si aceptamos que Jesús no tiene que parecerse a nuestra
imaginación, admitamos que una y otra vez debemos aprender quién es Él en
realidad...
En este caso hay una enseñanza que en realidad es muy propia
de Nuestro Señor: le interesa más nuestra fe que nuestra salud física o nuestro
bienestar emocional. Tiene sed de nuestra fe, porque sabe muy bien que la salud
del cuerpo o la tranquilidad de una vida sin problemas a la vista no es algo
que vaya a estar siempre ni algo con lo que de veras podamos contar.
La enfermedad, las contradicciones, las traiciones de
amigos, los accidentes o la muerte misma estarán ahí siempre acechando, y si
miramos a Jesús sólo a través del lente de los favores que nos hace para
restablecer nuestra salud o conservar nuestro bienestar JAMÁS tendremos
verdadera fe.
Y de algún modo eso es lo que hace Jesús "saliéndose
con la suya" : templa el arco de la fe de aquel hombre hasta su límite. El
funcionario regio le pedía algo que a cualquiera le hubiera parecido en sí
mismo un honor: "ven a mi casa". Jesús renuncia a ese honor y en
cambio pone en condición de siervo, y siervo obediente, a aquel hombre
encumbrado: "cree; tu hijo ya está bien". Una hermosa solución
"de compromiso" en la que Cristo rescata lo que a Él más le interesa,
es decir, que crezca la fe, mientras concede lo que el atribulado papá pedía,
la salud de aquel niño.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Como fruto de este sacrificio que vamos a ofrecerte, líbranos, Señor, de la esclavitud de nuestros vicios y danos fortaleza para vivir de acuerdo con tu Evangelio. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-V de Cuaresma.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Ez 36, 27)
Infundiré mi espíritu en ustedes para que vivan según mis mandamientos y cumplan mi voluntad, dice el Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que esta santa comunión, Señor, renueve y santifique nuestra vida y nos ayude a alcanzar los bienes eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor.