Santos: Pablo Aureliano de Lyon, obispo; Inocencio I, Papa; Teófanes "el Cronógrafo" de Turquía, abad. Feria (Morado)
SANEARÁN EL MAR DE AGUAS SALADAS
Ez 47,1-9.12; Jn 5,1-3.5-16
El habitante de la franja costera de Canaán sabe por experiencia propia que el agua de las fuentes del Jordán es la vida. Que esa tierra arenosa y aparentemente estéril reverdece con los nutrientes que los ingenieros y expertos en hidroponía le regalan, es evidente para quien camine por las planicies verdegueantes del desierto de Judea. El profeta Ezequiel sabía de esa esperanzas, por eso describe cuidadosamente el flujo vivificante que dispersa el manantial que brota del templo. Dios, padre amoroso y creador de cielos y tierra regalará agua, vida y salud para sus hijos. De ese mundo renovado será testigo Jesús, profeta de Nazaret. En el monte del templo, en la piscina llamada La Fosa, los enfermos mantenían latente su esperanza. El Dios de la vida vivía pendiente del clamor de su pueblo, atendía sus quejas y se compadecía de su sufrimiento. A través de gestos de compasión, de acciones solidarias, de signos de poder como el que realizó el Señor Jesús, Dios se hacía presente, a través de mediaciones que devolvían vida y alegría a su pueblo.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Is 55, 1)
Todos los que están sedientos, vengan por agua, dice el Señor; aunque no tengan dinero, vengan a beber con alegría.
ORACIÓN COLECTA
Que los sacrificios y oraciones cuaresmales dispongan, Señor, a tus hijos para celebrar dignamente el misterio pascual y trasmitir al mundo el feliz anuncio de la salvación. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Vi salir agua del templo: era un agua que daba vida y fertilidad.
Del libro del profeta Ezequiel: 47, 1-9. 12
En aquellos tiempos, un hombre me llevó a la entrada del templo. Por debajo del umbral manaba agua hacia el oriente, pues el templo miraba hacia el oriente, y el agua bajaba por el lado derecho del templo, al sur del altar.
Luego me hizo salir por el pórtico del norte y dar la vuelta hasta el pórtico que mira hacia el oriente, y el agua corría por el lado derecho. Aquel hombre salió hacia el oriente, y con la cuerda que tenía en la mano, midió quinientos metros y me hizo atravesar por el agua, que me daba a los tobillos. Midió otros quinientos metros y me hizo pasar; el agua me daba a las rodillas. Midió quinientos más y me hizo cruzar; el agua me daba a la cintura. Era ya un torrente que yo no podía vadear, pues habían crecido las aguas y no se tocaba el fondo. Entonces me dijo: "¿Has visto, hijo de hombre?". Después me hizo volver a la orilla del torrente, y al mirar hacia atrás, vi una gran cantidad de árboles en una y otra orilla. Aquel hombre me dijo: "Estas aguas van hacia la región oriental; bajarán hasta el Arabá, entrarán en el mar de aguas saladas y lo sanearán. Todo ser viviente que se mueva por donde pasa el torrente, vivirá; habrá peces en abundancia, porque los lugares a donde lleguen estas aguas quedarán saneados y por dondequiera que el torrente pase, prosperará la vida. En ambas márgenes del torrente crecerán árboles frutales de toda especie, de follaje perenne e inagotables frutos. Darán frutos nuevos cada mes, porque los riegan las aguas que manan del santuario. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas, de medicina".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Comentario:
Sanear el mar muerto
La primera lectura de hoy presenta ante nuestros ojos un
imposible realizado: sanear al Mar Muerto.
Lo de "muerto" no es un chiste ni una exageración.
Siglos de acumulación de sales minerales del Jordán han hecho de esta masa de
agua una imagen de la muerte. El Mar Muerto, como sabemos, se encuentra cientos
de metros por debajo del nivel del Mar Mediterráneo, de modo que las aguas que
allí llegan no tienen adonde correr y simplemente salen por evaporación,
dejando una acumulación creciente de sales que impiden la vida y que le dan el
nombre que tiene: Mar Muerto.
La radical soberanía de la muerte en ese inmenso charco
salino es una imagen viva de lo irreversible. Todo el mundo sabe que el agua se
puede salar, pero ¿cómo quitarle esa sal para hacerla potable y útil a la
agricultura? No hay procedimiento sencillo que lo logre, sobre todo: no lo
había cuando Ezequiel nos cuenta que hay un agua tan poderosa, tan sana, tan
santa, que tiene fuerza para limpiar y sanear el agua muerta de ese Mar.
Agua limpia que limpia al agua sucia: algo que va contra
nuestra experiencia. Lo que conocemos es que el agua sucia ensucia al agua
limpia. Pero Dios puede transmutar la flecha del tiempo, por así decirlo, y
vencer en las tierras de lo improbable y lo imposible. Y si puede hacerlo con
esa agua muerta, ¿no lo podrá con nuestras vidas, que han acumulado la sal
mortífera del pecado y que se han vuelto pozos de muerte?
Del salmo 45 R/. Con nosotros está Dios, el Señor.
Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, quien en todo peligro nos socorre. Por eso no tememos, aunque tiemble, y aunque al fondo del mar caigan los montes. R/.
Un río alegra a la ciudad de Dios, su morada el Altísimo hace santa. Teniendo a Dios, Jerusalén no teme, porque Dios la protege desde el alba. R/.
Con nosotros está Dios, el Señor; es el Dios de Israel nuestra defensa. Vengan a ver las cosas sorprendentes que ha hecho el Señor sobre la tierra. R/.
ACLAMACIÓN (Sal 50, 12. 14) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Crea en mí, Señor, un corazón puro y devuélveme tu salvación, que regocija. R/.
Al momento el hombre quedó curado.
Del santo Evangelio según san Juan: 5, 1-3. 5-16
Era un día de fiesta para los judíos, cuando Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las Ovejas, una piscina llamada Betesdá, en hebreo, con cinco pórticos, bajo los cuales yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos. Entre ellos estaba un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Al verlo ahí tendido y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo en tal estado, Jesús le dijo: "¿Quieres curarte?". Le respondió el enfermo: "Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua. Cuando logro llegar, ya otro ha bajado antes que yo". Jesús le dijo: "Levántate, toma tu camilla y anda". Al momento el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar. Aquel día era sábado. Por eso los judíos le dijeron al que había sido curado: "No te es lícito cargar tu camilla". Pero él contestó: "El que me curó me dijo: 'Toma tu camilla y anda' ". Ellos le preguntaron: "¿Quién es el que te dijo: 'Toma tu camilla y anda'?". Pero el que había sido curado no lo sabía, porque Jesús había desaparecido entre la muchedumbre. Más tarde lo encontró Jesús en el templo y le dijo: "Mira, ya quedaste sano. No peques más, no sea que te vaya a suceder algo peor". Aquel hombre fue y les contó a los judíos que el que lo había curado era Jesús. Por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado.
Palabra del Señor.Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
Cristo, Agua Viva
El tema del agua sigue en el evangelio de hoy. Esta vez se
trata de una piscina con propiedades que hoy llamaríamos "mágicas" :
el enfermo que logra acercarse al agua cuando se revuelve, queda curado. Método
que es absurdo en realidad, porque implica sanar siempre al que está menos
enfermo, que es el que seguramente tiene más fuerzas para imponerse sobre los
otros y llegar al "momento mágico" en que se le va a dar la salud.
Esa piscina se parece al sistema financiero capitalista que
ayuda más al que menos necesita. Como dijo un chistoso: "para que den un
préstamo en un banco, debes demostrar que no lo necesitas".
El método de Jesús es diferente. Sus ojos están
particularmente atentos a ese que siempre queda relegado, ese que siempre ha
sido pospuesto, ese que nunca le interesó a nadie. Jesús hace lo que se
esperaba de esa "magia", pero no por magia sino por la fuerza de su
Palabra y de una vida en unión con Dios.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, los dones que tu providencia nos ha dado para sostén de nuestra vida mortal y conviértelos, para nosotros, en alimento que da la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-V de Cuaresma.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Sal 22, 1-2)
El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace reposar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que este sacramento, Señor, purifique y renueve nuestro espíritu e infunda en nuestro cuerpo la fuerza necesaria para vivir y morir cristianamente. Por Jesucristo, nuestro Señor.