Santos: Emeterio y Caledonio o Celedonio de Calahorra, mártires; Teresa Eustoquio Verzeri, fundadora; Cunegunda de Luxemburgo, emperatriz. (Morado)
YO CAVARÉ Y LE ECHARÉ ABONO
Ex 3,1-8.13-15; 1 Co 10,1-6.10-12; Lc 13,1-9
El relato del Evangelio de san Lucas integra dos sucesos diferentes y aparentemente inconexos. De un lado la cruel brutalidad de Pilatos y del otro, la paciente esperanza del viñador que apuesta a una segunda oportunidad. De hecho, un campesino de cuerpo y alma, no cuenta las oportunidades, porque la tierra y los árboles son su pasión y su vida. Siembra, poda, abona y cultiva tantas veces como pueda. Son los gobernantes obsesionados por mantener a toda costa el poder, los que llevan cuentas precisas de sus adversarios más temidos hasta que los aplastan sin compasión. En el libro del Éxodo Moisés experimenta la misma impotencia: ¿Cómo podrá liberar a su pueblo, siendo un esclavo fugitivo condenado a muerte por el faraón? La tradición bíblica no vacila en asemejar los usos del poder acostumbrados por el rey de Egipto con las prácticas de Herodes y Pilato. La moraleja del Evangelio y la de la Carta a los Corintios son curiosamente coincidentes: conviene aprender en cabeza ajena. Los acontecimientos hablan' conviene deletrearlos con sensatez.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 24, 15-16)
Tengo los ojos puestos en el Señor, porque Él me libra de todo peligro. Mírame, Dios mío, y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido.
No se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios misericordioso, fuente de toda bondad, que nos has propuesto como remedio del pecado el ayuno, la oración y las obras de misericordia, mira con piedad a quienes reconocemos nuestras miserias y estamos agobiados por nuestras culpas, y reconfórtanos con tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
"Yo soy" me envía a ustedes.
Del libro del Éxodo: 3, 1-8. 13-15
En aquellos días, Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro, Jetró, sacerdote de Madián. En cierta ocasión llevó el rebaño más allá del desierto, hasta el Horeb, el monte de Dios, y el Señor se le apareció en una llama que salía de un zarzal. Moisés observó con gran asombro que la zarza ardía sin consumirse y se dijo: "Voy a ver de cerca esa cosa tan extraña, por qué la zarza no se quema".
Viendo el Señor que Moisés se había desviado para mirar, lo llamó desde la zarza: "¡Moisés, Moisés!". Él respondió: "Aquí estoy". Le dijo Dios: "¡No te acerques! Quítate las sandalias, porque el lugar que pisas es tierra sagrada". Y añadió: "Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob".
Entonces Moisés se tapó la cara, porque tuvo miedo de mirar a Dios. Pero el Señor le dijo: "He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores y conozco bien sus sufrimientos. He descendido para librar a mi pueblo de la opresión de los egipcios, para sacarlo de aquellas tierras y llevarlo a una tierra buena y espaciosa, una tierra que mana leche y miel".
Moisés le dijo a Dios: "Está bien. Me presentaré a los hijos de Israel y les diré: 'El Dios de sus padres me envía a ustedes'; pero cuando me pregunten cuál es su nombre, ¿qué les voy a responder?".
Dios le contestó a Moisés: "Mi nombre es Yo-soy"; y añadió: "Esto les dirás a los israelitas: 'Yo soy me envía a ustedes'. También les dirás: 'El Señor, el Dios de sus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob, me envía a ustedes'. Éste es mi nombre para siempre. Con este nombre me han de recordar de generación en generación".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Comentario:
“Mírame, Dios mío y ten piedad de mí”; la soledad y la aflicción nos empujan a la desolación, a la tristeza, al obscurecimiento del horizonte… ¿Qué nos responde el Señor, no qué nos respondería, sino en presente, ahora, en nuestro momento concreto? “Conozco sus sufrimientos, he oído sus quejas…, he descendido para librarlos”.
Dios es “fuego que transforma pero no consume”, necesitamos acercarnos para que su llama nos abrase, darnos la oportunidad, aun cuando fuera por mera curiosidad, para que el misterio nos invada, para escuchar y aprender el nombre de Dios: “Yo Soy”. Aquel “que Es, que Era y que Vendrá”, (Apoc. 1: 8), sale a nuestro encuentro; una vez más constatamos que la iniciativa parte de Él, que el llamamiento y la misión vienen de Él, que es un Dios presente, cercano, que acompaña, guía e instruye. Para escucharlo necesitamos quitarnos “las sandalias”, ésta es la verdadera humildad y el reconocimiento de nuestra creaturidad, despojarnos de todo lo que pueda impedir su actuar, su elección, verdaderamente, “dejar a Dios ser Dios”, sin tratar de imponerle nuestro paso, nuestra limitación, nuestro temor; dejarle expresarse desde nuestros balbuceos, y confiar en que su grandeza nos hará capaces de lo que considerábamos imposible desde nuestra perspectiva.
Moisés se había considerado liberador, confió en sus propias fuerzas y fracasó; huyó y olvidó los primeros impulsos, pero el Señor Dios le hace recordar y le confiere, desde el fuego, la fuerza para que lleve a cabo la misión que había soñado; la ilusión del hombre se ha trocado en acción de Dios. ¡Aceptar, libre y confiadamente, ser portadores de la libertad que el Señor ofrece, sin detenernos a pensar en las dificultades y oposiciones que, propios y extraños, levanten contra nosotros! Repetirnos íntimamente: “No teman Yo estoy con ustedes”.
Dios es “fuego que transforma pero no consume”, necesitamos acercarnos para que su llama nos abrase, darnos la oportunidad, aun cuando fuera por mera curiosidad, para que el misterio nos invada, para escuchar y aprender el nombre de Dios: “Yo Soy”. Aquel “que Es, que Era y que Vendrá”, (Apoc. 1: 8), sale a nuestro encuentro; una vez más constatamos que la iniciativa parte de Él, que el llamamiento y la misión vienen de Él, que es un Dios presente, cercano, que acompaña, guía e instruye. Para escucharlo necesitamos quitarnos “las sandalias”, ésta es la verdadera humildad y el reconocimiento de nuestra creaturidad, despojarnos de todo lo que pueda impedir su actuar, su elección, verdaderamente, “dejar a Dios ser Dios”, sin tratar de imponerle nuestro paso, nuestra limitación, nuestro temor; dejarle expresarse desde nuestros balbuceos, y confiar en que su grandeza nos hará capaces de lo que considerábamos imposible desde nuestra perspectiva.
Moisés se había considerado liberador, confió en sus propias fuerzas y fracasó; huyó y olvidó los primeros impulsos, pero el Señor Dios le hace recordar y le confiere, desde el fuego, la fuerza para que lleve a cabo la misión que había soñado; la ilusión del hombre se ha trocado en acción de Dios. ¡Aceptar, libre y confiadamente, ser portadores de la libertad que el Señor ofrece, sin detenernos a pensar en las dificultades y oposiciones que, propios y extraños, levanten contra nosotros! Repetirnos íntimamente: “No teman Yo estoy con ustedes”.
Del salmo 102 R/. El Señor es compasivo y misericordioso.
Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga su santo nombre. Bendice al Señor, alma mía, y no te olvides de sus beneficios. R/.
El Señor perdona tus pecados y cura tus enfermedades; Él rescata tu vida del sepulcro y te colma de amor y de ternura. R/.
El Señor hace justicia y le da la razón al oprimido. A Moisés le mostró su bondad, y sus prodigios al pueblo de Israel. R/.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. Como desde la tierra hasta el cielo, así es de grande su misericordia. R/.
La vida del pueblo escogido, con Moisés, en el desierto, es una advertencia para nosotros.
De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 10, 1-6. 10-12
Hermanos: No quiero que olviden que en el desierto nuestros padres estuvieron todos bajo la nube, todos cruzaron el Mar Rojo y todos se sometieron a Moisés, por una especie de bautismo en la nube y en el mar. Todos comieron el mismo alimento milagroso y todos bebieron de la misma bebida espiritual, porque bebían de una roca espiritual que los acompañaba, y la roca era Cristo. Sin embargo, la mayoría de ellos desagradaron a Dios y murieron en el desierto.
Todo esto sucedió como advertencia para nosotros, a fin de que no codiciemos cosas malas como ellos lo hicieron. No murmuren ustedes como algunos de ellos murmuraron y perecieron a manos del ángel exterminador. Todas estas cosas les sucedieron a nuestros antepasados como un ejemplo para nosotros y fueron puestas en las Escrituras como advertencia para los que vivimos en los últimos tiempos. Así pues, el que crea estar firme, tenga cuidado de no caer.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN (Mt 4, 17) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Conviértanse, dice el Señor, porque ya está cerca el Reino de los cielos. R/.
Si no se convierten, perecerán de manera semejante.
Del santo Evangelio según san Lucas: 13, 1-9
En aquel tiempo, algunos hombres fueron a ver a Jesús y le contaron que Pilato había mandado matar a unos galileos, mientras estaban ofreciendo sus sacrificios. Jesús les hizo este comentario: "¿Piensan ustedes que aquellos galileos, porque les sucedió esto, eran más pecadores que todos los demás galileos? Ciertamente que no; y si ustedes no se convierten, perecerán de manera semejante. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿piensan acaso que eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? Ciertamente que no; y si ustedes no se convierten, perecerán de manera semejante". Entonces les dijo esta parábola: "Un hombre tenía una higuera plantada en su viñedo; fue a buscar higos y no los encontró. Dijo entonces al viñador: 'Mira, durante tres años seguidos he venido a buscar higos en esta higuera y no los he encontrado. Córtala. ¿Para qué ocupa la tierra inútilmente?'. El viñador le contestó: 'Señor, déjala todavía este año; voy a aflojar la tierra alrededor y a echarle abono, para ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortaré' ".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús. Credo.
Comentario:
Jesús sigue hablando y preparando el Reino de Dios pero, para ello,
necesita que las personas cambiemos, que seamos capaces de cambiar nuestra
actitud y forma de vida para crear un mundo mejor.
Ha pasado mucho tiempo y lo hombres no
despertamos, no tomamos conciencia de que tenemos que instaurar la paz, el amor
y la justicia porque este es el estado normal de la humanidad, pero el odio y
los egoísmos no nos dejan ver la luz, y esto impide que cambiemos.
Por ello el evangelista nos ilustra hoy con una
parábola que utilizó Jesús para hacer más comprensible su mensaje. Nos compara
con una higuera que no da el esperado fruto. Esto lleva al dueño de la viña a
decidir cortarla, pero su cuidador antecede ante el dueño para que la deje más
tiempo, él la cuida, la quiere, la protege y seguirá abonándola para intentar
que por fin dé fruto.
Esa higuera somos nosotros, nos decimos
seguidores pero nuestro fruto no llega nunca, queremos cambiar a los demás en
lugar de cambiarnos nosotros. Jesús nos nutre cada día con su Palabra, su
ejemplo de vida, pero nosotros seguimos prefiriendo vivir de espaldas a Él,
cumplir con la Eucaristía como rito antes que abrir nuestro corazón y como el
barro en manos del alfarero, dejarnos amasar.
Estamos en el año de la Fe, Jesús nos da otra
oportunidad para que seamos capaces de salir de la rutina y ser una higuera
fértil. Una higuera que da el fruto generoso del amor entre todos los hermanos,
haciendo visible a Dios en la tierra pero, para ello, tenemos que estar
dispuestos a cambiar.
PLEGARIA UNIVERSAL
Con el corazón muy abierto, abarcando todo el mundo, oremos con fe.
Después de cada petición diremos (cantando): Señor, ten piedad (o bien: Kirie, eléison).
1. Por toda la Iglesia. Para que se renueve de todo corazón para poder celebrar con gozo la Pascua de Jesucristo. Oremos.
2. Por los niños, jóvenes y adultos que se preparan para recibir el Bautismo, la primera Comunión o la Confirmación durante el próximo Tiempo de Pascua. Para que el Señor los llene de su gracia. Oremos.
3. Por los que se han quedado sin trabajo a causa de la crisis económica. Para que tengan la ayuda que necesitan en su situación. Oremos.
4. Por nuestra parroquia (comunidad). Para que nos esforcemos en crecer en fidelidad, y seamos un buen testimonio de la Buena Noticia de Jesús. Oremos.
Señor, ten piedad y derrama sobre nosotros tu misericordia. Tú que vives y reinas por los siglos...
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que esta Eucaristía, Señor, nos obtenga a quienes imploramos tu perdón, la gracia de saber perdonar a nuestros hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I o II de Cuaresma.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Sal 83, 4-5)
El ave ha encontrado un refugio y la tórtola un nido donde poner a sus polluelos. Dichosos los que se acercan a tu altar, Señor. Dichosos los que viven en tu casa y pueden alabarte siempre, Rey mío y Dios mío.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Tú que nos has alimentado, ya desde esta vida, con el pan del cielo, prenda de nuestra salvación, concédenos, Señor, manifestar en todos nuestros actos el misterio de tu Eucaristía. Por Jesucristo, nuestro Señor.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- A los primeros cristianos no les resultó sencillo lidiar con los dueños del poder. Lo mismo el Sanedrín, que Herodes y Pilato, o los funcionarios romanos de uno y otro lugar del imperio, todos pretendían ejercer un control absoluto sobre su vida y sus creencias. Ellos estaban aprendiendo a discernir la voluntad de Dios y no le firmaban ningún cheque en blanco a la autoridad siendo acusados de anarquistas, ateos y sublevados. Ellos, aprendieron a vivir la autoridad como un servicio y a cuestionar los usos despóticos del poder. Como el Dios que se les había manifestado en la persona de Jesús no violentaba su voluntad, ni traspasaba su autonomía, ellos no estaban dispuestos a dejarse aplastar ni vejar. El discernimiento crítico, la colaboración en toda buena iniciativa, la fidelidad a las disposiciones que resguardaban el bien común, eran las coordenadas que orientaban a los discípulos de la primera hora en su interacción con las autoridades. En el presente no podrá ser de otra manera. Los usos del poder exigen una reflexión y sobre todo, una participación responsable y decidida en los asuntos ciudadanos.