Santos: Severo de
Ravena, obispo; Viridiana o Verdiana de la Toscana, virgen. Beato Andrés de
Conti, presbítero. Feria (Verde)
NO
RENUNCIEN A LA VALENTÍA
Hb
10,32-39; Mc 4, 26-34
El nexo entre ambas lecturas
podemos ubicarlo en el tema del crecimiento y la perseverancia ante el
sufrimiento. Los cristianos somos siembra divina. La palabra del Señor que se
ha implantado en nuestro corazón, se arraiga y va creciendo hasta producir actitudes
y convicciones nuevas, conformes al espíritu de Jesús. Es cierto, que en
ocasiones no sabemos explicar el origen de nuestra nobleza de corazón. El
Espíritu como un biólogo especializado nos rediseña internamente con genes
modificadores. Los cristianos que aparecen en la Carta a los Hebreos han
fructificado las obras propias del mensaje evangélico: viven la solidaridad con
sus hermanos perseguidos, renuncian a sus bienes por fidelidad a Jesús y
enfrentan con perseverancia y valentía todas las adversidades derivadas de la
congruencia cristiana.
ANTÍFONA
DE ENTRADA (Sal 32, 11. 19)
Los proyectos de su
corazón subsisten de edad en edad, para librar de la muerte la vida de sus
fieles, y reanimarlos en tiempo de hambre.
ORACIÓN
COLECTA
Haz, Señor, que nos revistamos
con las virtudes del corazón de tu Hijo, y nos encendamos con el amor que lo
inflama, para que, asemejándonos a Él, merezcamos participar de la eterna
redención. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA
DE LA PALABRA
Ustedes han soportado
grandes luchas. No pierdan, pues, la confianza.
De la
carta a los hebreos: 10, 32-39
Hermanos: Recuerden aquellos
primeros días en que, recién iluminados por el bautismo, tuvieron ustedes que
afrontar duros y dolorosos combates. Unas veces fueron expuestos públicamente a
los insultos y tormentos. Otras compartieron los sufrimientos de los hermanos
que eran maltratados, se compadecieron de los que estaban en la cárcel y
aceptaron con alegría que los despojaran de sus propios bienes, sabiendo
ustedes que están en posesión de otros, mejores y perdurables. Por lo tanto, no
pierdan la confianza, pues la recompensa es grande. Lo que ahora necesitan es
la perseverancia, para que, cumpliendo la voluntad de Dios, alcancen lo
prometido.
Atiendan a lo que dice la Escritura: Pronto, muy pronto, el que ha de venir
vendrá y no tardará; y mi justo, si permanece fiel, vivirá; pero si desconfía,
dejará de agradarme. Ahora bien, nosotros no somos de los que desconfían y
perecen, sino hombres de fe, destinados a salvarnos.
Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor.
Comentario:
Hombres de fe, destinados a la salvación
Es hermoso el apelativo que nos
regala hoy la Carta a los Hebreos: "hombres de fe, destinados a la
salvación". Sin embargo, y esto es igualmente importante, es posible caer
de la salvación. Un tema discutido en el mundo protestante pero bien claro en
el ámbito católico. La idea de "una vez salvo, siempre salvo"
sencillamente no es bíblica.
Si hubiera que resumir la Carta a
los Hebreos en una sola palabra, bien podría ser una exhortación, un grito:
"¡Persevera!". Es una recomendación que no sale de la nada sino de la
realidad humana que todos llevamos dentro y que nos anega por fuera. Nuestra
condición temporal nos hace inevitablemente proclives al cansancio, la duda, la
mediocridad, la deserción, la apostasía. Ignorar esto no es resolverlo sino sencillamente
eso: ignorarlo.
Y puesto que el problema es una
especie de "lucha contra el tiempo", es maravilloso ver la manera
como el autor de este magnífico documento danza con el tiempo. Al fin y al
cabo, danzar es darle un ritmo al tiempo, es en cierto modo someterlo a una
ley. Y la "danza " de este autor es su modo de apelar al pasado y al
futuro, con tino y con gracia, para mover nuestra atención desde el agobio del
"hoy" hacia las tonadas profundas y los cantos de fiesta que nos
saludan desde el pasado y desde el futuro.
Hace cantar al pasado
recordándoles cómo fueron: " Recuerden aquellos primeros días en que,
recién iluminados por el bautismo, soportaron duros y dolorosos combates. Unas
veces fueron expuestos públicamente a insultos y tormentos; otras, compartiendo
los sufrimientos de los hermanos que eran maltratados. Pues se compadecieron de
los que estaban en la cárcel y aceptaron con alegría que los despojaran de sus
bienes, sabiendo que están en posesión de otros bienes mejores y perdurables."
Les hace oír los preludios del futuro con estas palabras: " no pierdan la
confianza, pues la recompensa es grande. Lo que ahora necesitan es la
perseverancia, para cumplir la voluntad de Dios alcanzar lo prometido. Atiendan
a lo que dice la Escritura: Pronto, muy pronto, el que ha de venir vendrá sin
retraso; y mi justo vivirá por la fe, pero si desconfía, dejará de agradarme.
Pero nosotros no somos de los que retroceden para su perdición, sino hombres de
fe destinados a salvarnos."
Del salmo
36 R/. La salvación del justo es el Señor
Pon tu esperanza en Dios, practica el bien y vivirás tranquilo en esta tierra.
Busca en Él tu alegría y te dará el Señor cuanto deseas. R/.
Pon tu vida en las manos del Señor, en Él confía, y hará que tu virtud y tus
derechos brillen igual que el sol de mediodía. R/.
Porque aprueba el camino de los justos, asegura el Señor todos sus pasos; no
quedarán por tierra cuando caigan, porque el Señor los tiene de su mano. R/.
La salvación del justo es el Señor; en la tribulación Él es su amparo. A quien
en Él confía, Dios lo salva de los hombres malvados. R/.
ACLAMACIÓN
(Cfr. Mt 11, 25) R/. Aleluya, aleluya.
Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los
misterios del Reino a la gente sencilla. R/.
El hombre siembra su
campo, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece.
Del santo
Evangelio según san Marcos: 4, 26-34
En aquel tiempo, Jesús dijo a la
multitud: "El Reino de Dios se parece a lo que sucede cuando un hombre
siembra la semilla en la tierra: que pasan las noches y los días, y sin que él
sepa cómo, la semilla germina y crece; y la tierra, por sí sola, va produciendo
el fruto: primero los tallos, luego las espigas y después los granos en las
espigas. Y cuando ya están maduros los granos, el hombre echa mano de la hoz,
pues ha llegado el tiempo de la cosecha".
Les dijo también: "¿Con qué compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué
parábola lo podremos representar? Es como una semilla de mostaza que, cuando se
siembra, es la más pequeña de las semillas; pero una vez sembrada, crece y se
convierte en el mayor de los arbustos y echa ramas tan grandes, que los pájaros
pueden anidar a su sombra".
Y con otras muchas parábolas semejantes les estuvo exponiendo su mensaje, de
acuerdo con lo que ellos podían entender. Y no les hablaba sino en parábolas;
pero a sus discípulos les explicaba todo en privado.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
Como un grano de mostaza
Aquel canto carismático, tan
difundido, seguramente viene a nuestra memoria. Y es bueno que una canción
pueble nuestra mente, si ello nos ayuda a enamorarnos del precioso mensaje de
Cristo Jesús.
El mensaje es sencillo: lo más
pequeño puede llegar a ser lo más grande. Sin duda a Cristo le llamaban la
atención y quería que nos atrajeran los contrastes: hay primeros que serán
últimos; el que se ensalza será humillado; lo pequeño quizá será lo más grande;
lo oculto quedará de manifiesto... En todos estos casos el Señor parece
exhortarnos a no fiarnos de las apariencias, o quizá más aún: a desconfiar de
lo que aparece y buscar el estilo y el plan de Dios en aquello que no aparece,
en lo que no se impone por sí mismo ni se hace propaganda a sí mismo.
Asumir la "lógica del grano
de mostaza", entonces, es todo un programa de vida: es pensar que Dios
puede decir sus mejores discursos por boca de los que juzgamos torpes, inútiles
o poco listos; es amar lo sencillo, lo sobrio y lo discreto, y desconfiar de lo
ampuloso, lo prepotente o lo deslumbrante; es cuidar la vida frágil: la del
embrión, la del agonizante, la del emigrante; es adorar con las cosas
elementales y con la gente que no cuenta; es creer con fe viva que en la
Eucaristía está Él.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Dios nuestro, Padre
misericordioso, que por el inmenso amor con que nos has amado, nos diste con
inefable bondad a tu Hijo único, concédenos que, identificados con Él en una
perfecta unidad, te ofrezcamos una digna oblación. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN (Jn 7, 37-38)
Dice el Señor: Si alguno tiene
sed, que venga a mí y beba. De aquel que cree en mí, brotarán ríos de agua
viva.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Habiendo participado de tu
sacramento de amor, te pedimos, Señor, la gracia de parecernos a Cristo aquí en
la tierra, para merecer compartir su gloria allá en el cielo, con Él, que vive
y reina por los siglos de los siglos.