1 de febrero de 2013

Viernes de la 3ª semana del Tiempo Ordinario.Ciclo C



Santos: Severo de Ravena, obispo; Viridiana o Verdiana de la Toscana, virgen. Beato Andrés de Conti, presbítero. Feria (Verde)

NO RENUNCIEN A LA VALENTÍA
Hb 10,32-39; Mc 4, 26-34
El nexo entre ambas lecturas podemos ubicarlo en el tema del crecimiento y la perseverancia ante el sufrimiento. Los cristianos somos siembra divina. La palabra del Señor que se ha implantado en nuestro corazón, se arraiga y va creciendo hasta producir actitudes y convicciones nuevas, conformes al espíritu de Jesús. Es cierto, que en ocasiones no sabemos explicar el origen de nuestra nobleza de corazón. El Espíritu como un biólogo especializado nos rediseña internamente con genes modificadores. Los cristianos que aparecen en la Carta a los Hebreos han fructificado las obras propias del mensaje evangélico: viven la solidaridad con sus hermanos perseguidos, renuncian a sus bienes por fidelidad a Jesús y enfrentan con perseverancia y valentía todas las adversidades derivadas de la congruencia cristiana.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 32, 11. 19)
Los proyectos de su corazón subsisten de edad en edad, para librar de la muerte la vida de sus fieles, y reanimarlos en tiempo de hambre.

ORACIÓN COLECTA
Haz, Señor, que nos revistamos con las virtudes del corazón de tu Hijo, y nos encendamos con el amor que lo inflama, para que, asemejándonos a Él, merezcamos participar de la eterna redención. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA
Ustedes han soportado grandes luchas. No pierdan, pues, la confianza.

De la carta a los hebreos: 10, 32-39

Hermanos: Recuerden aquellos primeros días en que, recién iluminados por el bautismo, tuvieron ustedes que afrontar duros y dolorosos combates. Unas veces fueron expuestos públicamente a los insultos y tormentos. Otras compartieron los sufrimientos de los hermanos que eran maltratados, se compadecieron de los que estaban en la cárcel y aceptaron con alegría que los despojaran de sus propios bienes, sabiendo ustedes que están en posesión de otros, mejores y perdurables. Por lo tanto, no pierdan la confianza, pues la recompensa es grande. Lo que ahora necesitan es la perseverancia, para que, cumpliendo la voluntad de Dios, alcancen lo prometido.
Atiendan a lo que dice la Escritura: Pronto, muy pronto, el que ha de venir vendrá y no tardará; y mi justo, si permanece fiel, vivirá; pero si desconfía, dejará de agradarme. Ahora bien, nosotros no somos de los que desconfían y perecen, sino hombres de fe, destinados a salvarnos. 

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Comentario:
Hombres de fe, destinados a la salvación


Es hermoso el apelativo que nos regala hoy la Carta a los Hebreos: "hombres de fe, destinados a la salvación". Sin embargo, y esto es igualmente importante, es posible caer de la salvación. Un tema discutido en el mundo protestante pero bien claro en el ámbito católico. La idea de "una vez salvo, siempre salvo" sencillamente no es bíblica.


Si hubiera que resumir la Carta a los Hebreos en una sola palabra, bien podría ser una exhortación, un grito: "¡Persevera!". Es una recomendación que no sale de la nada sino de la realidad humana que todos llevamos dentro y que nos anega por fuera. Nuestra condición temporal nos hace inevitablemente proclives al cansancio, la duda, la mediocridad, la deserción, la apostasía. Ignorar esto no es resolverlo sino sencillamente eso: ignorarlo.


Y puesto que el problema es una especie de "lucha contra el tiempo", es maravilloso ver la manera como el autor de este magnífico documento danza con el tiempo. Al fin y al cabo, danzar es darle un ritmo al tiempo, es en cierto modo someterlo a una ley. Y la "danza " de este autor es su modo de apelar al pasado y al futuro, con tino y con gracia, para mover nuestra atención desde el agobio del "hoy" hacia las tonadas profundas y los cantos de fiesta que nos saludan desde el pasado y desde el futuro.


Hace cantar al pasado recordándoles cómo fueron: " Recuerden aquellos primeros días en que, recién iluminados por el bautismo, soportaron duros y dolorosos combates. Unas veces fueron expuestos públicamente a insultos y tormentos; otras, compartiendo los sufrimientos de los hermanos que eran maltratados. Pues se compadecieron de los que estaban en la cárcel y aceptaron con alegría que los despojaran de sus bienes, sabiendo que están en posesión de otros bienes mejores y perdurables." Les hace oír los preludios del futuro con estas palabras: " no pierdan la confianza, pues la recompensa es grande. Lo que ahora necesitan es la perseverancia, para cumplir la voluntad de Dios alcanzar lo prometido. Atiendan a lo que dice la Escritura: Pronto, muy pronto, el que ha de venir vendrá sin retraso; y mi justo vivirá por la fe, pero si desconfía, dejará de agradarme. Pero nosotros no somos de los que retroceden para su perdición, sino hombres de fe destinados a salvarnos."


Del salmo 36 R/. La salvación del justo es el Señor

Pon tu esperanza en Dios, practica el bien y vivirás tranquilo en esta tierra. Busca en Él tu alegría y te dará el Señor cuanto deseas. R/.

Pon tu vida en las manos del Señor, en Él confía, y hará que tu virtud y tus derechos brillen igual que el sol de mediodía. R/.
Porque aprueba el camino de los justos, asegura el Señor todos sus pasos; no quedarán por tierra cuando caigan, porque el Señor los tiene de su mano. R/.
La salvación del justo es el Señor; en la tribulación Él es su amparo. A quien en Él confía, Dios lo salva de los hombres malvados. R/.



ACLAMACIÓN (Cfr. Mt 11, 25) R/. Aleluya, aleluya.

Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla. R/.


El hombre siembra su campo, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece.

Del santo Evangelio según san Marcos: 4, 26-34

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: "El Reino de Dios se parece a lo que sucede cuando un hombre siembra la semilla en la tierra: que pasan las noches y los días, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece; y la tierra, por sí sola, va produciendo el fruto: primero los tallos, luego las espigas y después los granos en las espigas. Y cuando ya están maduros los granos, el hombre echa mano de la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha".
Les dijo también: "¿Con qué compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo podremos representar? Es como una semilla de mostaza que, cuando se siembra, es la más pequeña de las semillas; pero una vez sembrada, crece y se convierte en el mayor de los arbustos y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden anidar a su sombra".

Y con otras muchas parábolas semejantes les estuvo exponiendo su mensaje, de acuerdo con lo que ellos podían entender. Y no les hablaba sino en parábolas; pero a sus discípulos les explicaba todo en privado.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.


Comentario:
Como un grano de mostaza

Aquel canto carismático, tan difundido, seguramente viene a nuestra memoria. Y es bueno que una canción pueble nuestra mente, si ello nos ayuda a enamorarnos del precioso mensaje de Cristo Jesús.

El mensaje es sencillo: lo más pequeño puede llegar a ser lo más grande. Sin duda a Cristo le llamaban la atención y quería que nos atrajeran los contrastes: hay primeros que serán últimos; el que se ensalza será humillado; lo pequeño quizá será lo más grande; lo oculto quedará de manifiesto... En todos estos casos el Señor parece exhortarnos a no fiarnos de las apariencias, o quizá más aún: a desconfiar de lo que aparece y buscar el estilo y el plan de Dios en aquello que no aparece, en lo que no se impone por sí mismo ni se hace propaganda a sí mismo.

Asumir la "lógica del grano de mostaza", entonces, es todo un programa de vida: es pensar que Dios puede decir sus mejores discursos por boca de los que juzgamos torpes, inútiles o poco listos; es amar lo sencillo, lo sobrio y lo discreto, y desconfiar de lo ampuloso, lo prepotente o lo deslumbrante; es cuidar la vida frágil: la del embrión, la del agonizante, la del emigrante; es adorar con las cosas elementales y con la gente que no cuenta; es creer con fe viva que en la Eucaristía está Él.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Dios nuestro, Padre misericordioso, que por el inmenso amor con que nos has amado, nos diste con inefable bondad a tu Hijo único, concédenos que, identificados con Él en una perfecta unidad, te ofrezcamos una digna oblación. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 7, 37-38)
Dice el Señor: Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba. De aquel que cree en mí, brotarán ríos de agua viva.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Habiendo participado de tu sacramento de amor, te pedimos, Señor, la gracia de parecernos a Cristo aquí en la tierra, para merecer compartir su gloria allá en el cielo, con Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Homilías de Fr. Nelson Medina, O.P.