JESUCRISTO, SUMO SACERDOTE
Hb 10,19-25; Mc 4,21-25
La exhortación final de la Carta a los Hebreos rebosa una confianza
y una fe plenas en la eficiente ruta que el Señor Jesús, como Sumo Sacerdote
obediente, ha pavimentado para todos sus hermanos Los lectores de la carta
somos invitados a reconocernos como familia de Dios y a acercarnos sin temor
alguno al Padre La exhortación a vivir una actitud de confianza y cercanía
encuentra sentido si recordamos las numerosas barreras y prohibiciones que el
culto israelita había establecido en el templo de Jerusalén. Solamente el Sumo
Sacerdote traspasaba la cortina que conducía al Santo de los Santos, los demos
israelitas debían mantenerse distantes. La incorporación al linaje sacerdotal
de Jesús despeja el camino al Padre de todos los obstáculos. La comunidad
cristiana no puede olvidarse de la doble exigencia de purificación: lavados en
lo íntimo y purificados en lo exterior, hemos de vivir animosamente viviendo el
amor fraterno como razón de ser de nuestra pertenencia a la familia de Dios.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Mc 1
0, 14)
Dejen que los niños se acerquen a mí, dice el
Señor, y no se lo impidan, porque de ellos es el Reino de Dios.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que en la persona de san Juan Bosco otorgaste a la
juventud un padre y un maestro, enciende nuestro corazón con el mismo amor con
que encendiste el suyo, para que en la entrega total a los demás, busquemos
servirte solo a ti. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Mantengamos firme, con la plenitud de la fe,
la profesión de nuestra esperanza, estimulándonos mutuamente al ejercicio de la
caridad.
De la carta a los hebreos:
10, 19-25
Hermanos: En virtud de la sangre de Jesucristo, tenemos la
seguridad de poder entrar en el santuario, porque Él nos abrió un camino nuevo
y viviente a través del velo, que es su propio cuerpo. Asimismo, en Cristo
tenemos un sacerdote incomparable al frente de la casa de Dios.
Acerquémonos, pues, con sinceridad de corazón, con una fe total, limpia la
conciencia de toda mancha y purificado el cuerpo por el agua saludable.
Mantengámonos inconmovibles en la profesión de nuestra esperanza, porque el que
nos hizo las promesas es fiel a su palabra. Estimulémonos mutuamente con el
ejemplo al ejercicio de la caridad y las buenas obras. No abandonemos, como
suelen hacerlo algunos, la costumbre de asistir a nuestras asambleas; al
contrario, animémonos los unos a los otros, tanto más, cuanto que vemos que el
día del Señor se acerca.
Palabra
de Dios. Te alabamos, Señor.
Comentario:
Manual para renovarse
Uno de los temas
centrales, tal vez el principal, en la Carta a los Hebreos, puede resumirse en
una pregunta: ¿qué hacer cuando se apaga el entusiasmo del principio? ¿Cómo
seguir adelante cuando el fuego parece haberse extinguido y la deserción
empieza a sentirse? Podemos decir que esta Carta es, toda ella, un "manual
para renovar el alma", un manual para renovarse.
De acuerdo con la
lectura de hoy, el autor de la Carta encuentra dos grandes motivos de
renovación interior: primero, estamos seguros de entrar en el Santuario del
Cielo; es decir: lo difícil ya lo hizo Cristo. Segundo, contamos con un
sacerdote incomparable, el Hijo mismo de Dios, y su sacrificio es perfecto y
eficaz.
Los consejos para
practicar esa renovación interior son consecuentemente: sinceridad de corazón,
fe total, conciencia limpia, ser bautizado, testimoniar nuestra esperanza,
animarnos unos a otros con palabras y con hechos, perseverar en las reuniones
de enseñanza y de culto, recordar el retorno de Cristo.
Del salmo 23 R/. Busquemos
a Dios, nuestro Señor.
Del Señor es la tierra y lo que ella tiene, el orbe todo y los que en el
habitan, pues Él lo edificó sobre los mares Él fue quien lo asentó sobre los ríos.
R/.
¿Quién subirá hasta el monte del Señor? ¿Quién podrá entrar en su recinto
santo? El de corazón limpio y manos puras y que no jura en falso. R/.
Ese obtendrá la bendición de Dios, y Dios, su salvador, le hará justicia. Esta
es la clase de hombres que buscan y vienen ante ti, Dios de Jacob. R/.
ACLAMACIÓN (Sal 118, 105)
R/. Aleluya, aleluya.
Tus palabras, Señor, son una antorcha para mis pasos y una luz en mi sendero.
R/.
La misma medida que utilicen para tratar a
los demás, si usará para tratarlos a ustedes.
Del santo Evangelio según
san Marcos: 4, 21-25
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: "¿Acaso enciende
una vela para meterla debajo de una olla o debajo de la cama? ¿No es para
ponerla en el candelero? Por qué si algo está escondido, es para que se
descubra; y si algo se ha ocultado, es para que salga a la luz. El que tenga
oídos para oír, que oiga". Siguió hablándoles y les dijo: "Pongan
atención a lo que están oyendo. La misma medida que utilicen para tratar a los
demás, esa misma se usará para tratarlos a ustedes, y con creces. Al que tiene,
se le dará; pero al que tiene poco, aun eso poco se le quitará".
Palabra
del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
No somos
esotéricos
El evangelio de
hoy, en su brevedad, trae dos temas: primero, el carácter de la enseñanza de
Cristo; segundo, una advertencia sobre nuestro modo de medir a los demás.
Lo oculto saldrá
a luz. Nuestra religión no es ocultista ni se goza en lo oculto. Esto viene
bien recordarlo en una época en que los saberes escondidos, esotéricos y
ocultos gozan de lamentable popularidad. Aunque el mundo entero busque
enseñanzas "milenarias", ritos "
Alguien podrá
objetar diciendo que son muchos los misterios inescrutables de la fe cristiana.
Mas hemos de entender que un misterio no es algo que no puede ser pensado sino
algo que es inagotable para nuestro pensamiento. No es, por ejemplo, que uno no
pueda reflexionar en la grandeza del misterio de Cristo en la Santísima
Eucaristía, sino que entendemos que hay ahí una fuente infinita de sabiduría y
de amor que se hunde en el infinito mar de luz que es Dios mismo. No hay aquí
nada esotérico, pues el Dios que ha querido revelarse no ha cambiado su opinión
pretendiendo ahora que no le conozcamos.
Te medirán con tu medida
El segundo tema
del evangelio es aquello de la medida. Seremos medidos con nuestras mismas
medidas. Una advertencia seria, si pensamos en lo duros que solemos ser para
juzgar de los otros.
Puede iluminarnos
en este sentido lo que dice el apóstol Santiago en otro lugar: "Hermanos,
no habléis mal los unos de los otros. El que habla mal de un hermano o juzga a
su hermano, habla mal de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley,
no eres cumplidor de la ley, sino juez de ella" (St 4,11). El razonamiento
del apóstol nos puede sonar extraño pero quizá podemos entenderlo mejor si
miramos las cosas de esta manera: cuando haces lo que se te ha dicho que no
hagas te sitúas por encima de la autoridad de quien te mandó que no lo
hicieras. Esto es lo que él llama "juzgar la ley", cosa que en
últimas significa conculcar la potestad del Autor de la ley.
Algo así podemos
aprender del evangelio de hoy: al juzgar al hermano tomo el lugar de Dios o por
lo menos pretendo que Dios piense y obre como yo. Cuando hago a Dios a mi
medida lo menos que puedo esperar es que ese nuevo "dios" obre
también conmigo como yo pretendo que obre con los demás. Por eso Jesús nos
advierte que tal proceder es inicuo y sólo acarrea nuestra propia ruina.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, los dones que la Iglesia te ofrece en memoria de tus
santos y haz que este sacrificio impregne de tu amor todas nuestras
actividades. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN
(Mt 18, 3)
A menos que cambien y se hagan tan sencillos como niños, no
entraran al Reino de los cielos, dice el Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA
COMUNIÓN
Que el Cuerpo y la Sangre de Cristo que hemos recibido en este
sacramento, nos den fuerza, Señor, para que, a ejemplo de san Juan Bosco,
podamos comunicar a los demás la luz de la verdad y el fuego de tu amor. Por
Jesucristo, nuestro Señor.