31 de enero de 2013

Jueves de la 3ª semana del Tiempo Ordinario. Ciclo C

Santos: Juan Bosco, fundador; Marcela de Roma, viuda: Beata Ludovica Albertoni, laica. Memoria (Blanco)

JESUCRISTO, SUMO SACERDOTE
Hb 10,19-25; Mc 4,21-25
La exhortación final de la Carta a los Hebreos rebosa una confianza y una fe plenas en la eficiente ruta que el Señor Jesús, como Sumo Sacerdote obediente, ha pavimentado para todos sus hermanos Los lectores de la carta somos invitados a reconocernos como familia de Dios y a acercarnos sin temor alguno al Padre La exhortación a vivir una actitud de confianza y cercanía encuentra sentido si recordamos las numerosas barreras y prohibiciones que el culto israelita había establecido en el templo de Jerusalén. Solamente el Sumo Sacerdote traspasaba la cortina que conducía al Santo de los Santos, los demos israelitas debían mantenerse distantes. La incorporación al linaje sacerdotal de Jesús despeja el camino al Padre de todos los obstáculos. La comunidad cristiana no puede olvidarse de la doble exigencia de purificación: lavados en lo íntimo y purificados en lo exterior, hemos de vivir animosamente viviendo el amor fraterno como razón de ser de nuestra pertenencia a la familia de Dios.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Mc 1 0, 14)
Dejen que los niños se acerquen a mí, dice el Señor, y no se lo impidan, porque de ellos es el Reino de Dios.

ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que en la persona de san Juan Bosco otorgaste a la juventud un padre y un maestro, enciende nuestro corazón con el mismo amor con que encendiste el suyo, para que en la entrega total a los demás, busquemos servirte solo a ti. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA
Mantengamos firme, con la plenitud de la fe, la profesión de nuestra esperanza, estimulándonos mutuamente al ejercicio de la caridad.

De la carta a los hebreos: 10, 19-25

Hermanos: En virtud de la sangre de Jesucristo, tenemos la seguridad de poder entrar en el santuario, porque Él nos abrió un camino nuevo y viviente a través del velo, que es su propio cuerpo. Asimismo, en Cristo tenemos un sacerdote incomparable al frente de la casa de Dios.
Acerquémonos, pues, con sinceridad de corazón, con una fe total, limpia la conciencia de toda mancha y purificado el cuerpo por el agua saludable. Mantengámonos inconmovibles en la profesión de nuestra esperanza, porque el que nos hizo las promesas es fiel a su palabra. Estimulémonos mutuamente con el ejemplo al ejercicio de la caridad y las buenas obras. No abandonemos, como suelen hacerlo algunos, la costumbre de asistir a nuestras asambleas; al contrario, animémonos los unos a los otros, tanto más, cuanto que vemos que el día del Señor se acerca. 

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Comentario:
Manual para renovarse

Uno de los temas centrales, tal vez el principal, en la Carta a los Hebreos, puede resumirse en una pregunta: ¿qué hacer cuando se apaga el entusiasmo del principio? ¿Cómo seguir adelante cuando el fuego parece haberse extinguido y la deserción empieza a sentirse? Podemos decir que esta Carta es, toda ella, un "manual para renovar el alma", un manual para renovarse.

De acuerdo con la lectura de hoy, el autor de la Carta encuentra dos grandes motivos de renovación interior: primero, estamos seguros de entrar en el Santuario del Cielo; es decir: lo difícil ya lo hizo Cristo. Segundo, contamos con un sacerdote incomparable, el Hijo mismo de Dios, y su sacrificio es perfecto y eficaz.

Los consejos para practicar esa renovación interior son consecuentemente: sinceridad de corazón, fe total, conciencia limpia, ser bautizado, testimoniar nuestra esperanza, animarnos unos a otros con palabras y con hechos, perseverar en las reuniones de enseñanza y de culto, recordar el retorno de Cristo.


Del salmo 23 R/. Busquemos a Dios, nuestro Señor.

Del Señor es la tierra y lo que ella tiene, el orbe todo y los que en el habitan, pues Él lo edificó sobre los mares Él fue quien lo asentó sobre los ríos. R/.
¿Quién subirá hasta el monte del Señor? ¿Quién podrá entrar en su recinto santo? El de corazón limpio y manos puras y que no jura en falso. R/.
Ese obtendrá la bendición de Dios, y Dios, su salvador, le hará justicia. Esta es la clase de hombres que buscan y vienen ante ti, Dios de Jacob. R/.



ACLAMACIÓN (Sal 118, 105) R/. Aleluya, aleluya. 

Tus palabras, Señor, son una antorcha para mis pasos y una luz en mi sendero. R/.

La misma medida que utilicen para tratar a los demás, si usará para tratarlos a ustedes.

Del santo Evangelio según san Marcos: 4, 21-25
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: "¿Acaso enciende una vela para meterla debajo de una olla o debajo de la cama? ¿No es para ponerla en el candelero? Por qué si algo está escondido, es para que se descubra; y si algo se ha ocultado, es para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga". Siguió hablándoles y les dijo: "Pongan atención a lo que están oyendo. La misma medida que utilicen para tratar a los demás, esa misma se usará para tratarlos a ustedes, y con creces. Al que tiene, se le dará; pero al que tiene poco, aun eso poco se le quitará". 
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Comentario:
No somos esotéricos

El evangelio de hoy, en su brevedad, trae dos temas: primero, el carácter de la enseñanza de Cristo; segundo, una advertencia sobre nuestro modo de medir a los demás.

Lo oculto saldrá a luz. Nuestra religión no es ocultista ni se goza en lo oculto. Esto viene bien recordarlo en una época en que los saberes escondidos, esotéricos y ocultos gozan de lamentable popularidad. Aunque el mundo entero busque enseñanzas "milenarias", ritos "

Alguien podrá objetar diciendo que son muchos los misterios inescrutables de la fe cristiana. Mas hemos de entender que un misterio no es algo que no puede ser pensado sino algo que es inagotable para nuestro pensamiento. No es, por ejemplo, que uno no pueda reflexionar en la grandeza del misterio de Cristo en la Santísima Eucaristía, sino que entendemos que hay ahí una fuente infinita de sabiduría y de amor que se hunde en el infinito mar de luz que es Dios mismo. No hay aquí nada esotérico, pues el Dios que ha querido revelarse no ha cambiado su opinión pretendiendo ahora que no le conozcamos.

Te medirán con tu medida

El segundo tema del evangelio es aquello de la medida. Seremos medidos con nuestras mismas medidas. Una advertencia seria, si pensamos en lo duros que solemos ser para juzgar de los otros.

Puede iluminarnos en este sentido lo que dice el apóstol Santiago en otro lugar: "Hermanos, no habléis mal los unos de los otros. El que habla mal de un hermano o juzga a su hermano, habla mal de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres cumplidor de la ley, sino juez de ella" (St 4,11). El razonamiento del apóstol nos puede sonar extraño pero quizá podemos entenderlo mejor si miramos las cosas de esta manera: cuando haces lo que se te ha dicho que no hagas te sitúas por encima de la autoridad de quien te mandó que no lo hicieras. Esto es lo que él llama "juzgar la ley", cosa que en últimas significa conculcar la potestad del Autor de la ley.

Algo así podemos aprender del evangelio de hoy: al juzgar al hermano tomo el lugar de Dios o por lo menos pretendo que Dios piense y obre como yo. Cuando hago a Dios a mi medida lo menos que puedo esperar es que ese nuevo "dios" obre también conmigo como yo pretendo que obre con los demás. Por eso Jesús nos advierte que tal proceder es inicuo y sólo acarrea nuestra propia ruina.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, los dones que la Iglesia te ofrece en memoria de tus santos y haz que este sacrificio impregne de tu amor todas nuestras actividades. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Mt 18, 3)
A menos que cambien y se hagan tan sencillos como niños, no entraran al Reino de los cielos, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que el Cuerpo y la Sangre de Cristo que hemos recibido en este sacramento, nos den fuerza, Señor, para que, a ejemplo de san Juan Bosco, podamos comunicar a los demás la luz de la verdad y el fuego de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.