Santos: Claudio de la Colombiére, presbítero; Faustino y Jovita de Brescia, mártires. Beato Bartolomé Dalmasoni y compañeros, mártires.
ROMPERÁ TU LUZ COMO LA AURORA
Is 58,1-9; Mt 9,14-15
El camino para redescubrir la presencia de Dios en nuestro corazón no atraviesa por la multiplicación de las prácticas penitenciales sino por el ablandamiento del corazón egoísta. El camino cristiano no fomenta la evasión de los compromisos históricos, ni nos encamina hacia un vaporoso paraíso desconectado de los problemas y situaciones que nos afligen. La aurora de la salvación despunta en nuestra vida cuando valoramos, como lo más precioso, la vida de toda persona, en particular de los que soportan enfermedades y carencias. La solidaridad, la compasión genuina, la promoción de la libertad de todos cuantos hemos maltratado o amenazado es el mejor de los caminos a la reconciliación con Dios y los hermanos. No es la doble moral, ni la espiritualidad narcisista lo que nos lanza a los brazos del Padre, sino el reconocimiento del valor incalculable de todas las personas.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 29, 11)
El Señor me escuchó, tuvo piedad de mí y ha venido en mi ayuda.
ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Señor, tu gracia durante estos días de penitencia cuaresmal, para que a nuestras prácticas externas corresponda una verdadera renovación del espíritu. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Éste es el ayuno que yo quiero.
Del libro del profeta Isaías: 58, 1-9
Esto dice el Señor: "Clama a voz en cuello y que nadie te detenga. Alza la voz como trompeta. Denuncia a mi pueblo sus delitos, a la casa de Jacob sus pecados.
Me buscan día a día y quieren conocer mi voluntad, como si fuera un pueblo que se comportara rectamente y respetara los juicios de Dios. Me piden sentencias justas y anhelan tener cerca a Dios. Me dicen todos los días: `¿Para qué ayunamos, si tú no nos ves? ¿Para qué nos mortificamos, si no te das por enterado?'.
Es que el día en que ustedes ayunan encuentran la forma de hacer negocio y oprimen a sus trabajadores. Es que ayunan, sí, para luego reñir y disputar, para dar puñetazos sin piedad.
Ése no es un ayuno que haga oír en el cielo la voz de ustedes. ¿Acaso es éste el ayuno que me agrada? ¿Es ésta la mortificación que yo acepto del hombre: encorvar la cabeza como un junco y acostarse sobre saco y ceniza? ;
¿A esto llaman ayuno y día agradable al Señor?
El ayuno que yo quiero de ti es éste, dice el Señor: Que rompas las cadenas injustas y levantes los yugos opresores; que liberes a los oprimidos y rompas todos los yugos; que compartas tu pan con el hambriento y abras tu casa al pobre sin techo; que vistas al desnudo y no des la espalda a tu propio hermano.
Entonces surgirá tu luz como la aurora y cicatrizarán deprisa tus heridas; te abrirá camino la justicia y la gloria del Señor cerrará tu marcha.
Entonces clamarás al Señor y Él te responderá; lo llamarás, y Él te dirá: 'Aquí estoy' ".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Comentario:
El
ayuno
Una
de las prácticas más propias de la cuaresma, desde los primeros siglos del
cristianismo, es el ayuno. Pero las raíces de esta práctica se extienden aún
más atrás, hasta los tiempos mismos de los profetas y aun de Moisés, que
acompañaba su búsqueda contemplativa de la voz divina con severos y prolongados
ayunos en el Sinaí.
Es
elocuente un texto que nos da el Éxodo: " Y Moisés estuvo allí con el
Señor cuarenta días y cuarenta noches; no comió pan ni bebió agua. Y escribió
en las tablas las palabras del pacto, los diez mandamientos. Y aconteció que
cuando Moisés descendía del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en su
mano, al descender del monte, Moisés no sabía que la piel de su rostro
resplandecía por haber hablado con Dios" (Ex 34,28-29). Aquí aparecen los
frutos propios de un ayuno santo: conocimiento de la voluntad divina, vigor
para predicar, luz de contemplación y de gracia.
Del Salmo 50 R/. A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias.
Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de todos mis delitos y purifícame de mis pecados. R/.
Puesto que reconozco mis culpas, tengo siempre presentes mis pecados. Contra ti solo pequé, Señor, haciendo lo que a tus ojos era malo. R/.
Tú, Señor, no te complaces en los sacrificios y si te ofreciera un holocausto, no te agradaría. Un corazón contrito te presento, y a un corazón contrito, tú nunca lo desprecias. R/.
ACLAMACIÓN (Cfr. Arre 5, 14) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Busquen el bien y no el mal, para que vivan, y el Señor estará con ustedes. R/.
Cuando les quiten al esposo, entonces ayunarán.
Del santo Evangelio según san Mateo: 9, 14-15
En aquel tiempo, los discípulos de Juan fueron a ver a Jesús y le preguntaron: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, mientras nosotros y los fariseos sí ayunamos?". Jesús les respondió: "¿Cómo pueden llevar luto los amigos del esposo, mientras él está con ellos? Pero ya vendrán días en que les quitarán al esposo, y entonces sí ayunarán".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
Educarnos
en la tristeza
Jesús
nos muestra otro rostro del ayuno en su evangelio. El ayuno tiene un rasgo de
tristeza que no hay que quitarlo sino saberlo entender. La cuaresma es, según
esto, un tiempo para aprender a entristecernos, aunque ello suene extraño.
La
tristeza es señal de desprendimiento o de pérdida, pero si se mira mejor es una
señal de amor. Son nuestros amores los que nos hacen sufrir y los que nos hacen
llorar. Aprender a entristecerse es mejorar la calidad del propio amor y de las
propias lágrimas. Cuando Cristo nos haga falta hasta hacernos llorar y suspirar
por su presencia, el corazón estará listo para recibir su visita, agradecer su
sonrisa y fundirse en su alma bendita y bienaventurada.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, que el sacrificio que te ofrecemos en este tiempo de preparación para la Pascua nos haga agradables a tus ojos y más generosos en la práctica de la penitencia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-V de Cuaresma.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Sal 24, 4)
Señor, enséñame tus caminos, dime cuáles son tus senderos.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que nuestra participación en este sacramento nos libre, Señor, de todas nuestras culpas y nos obtenga de tu misericordia la conversión de nuestro espíritu. Por Jesucristo, nuestro Señor.