7 de febrero de 2013

Jueves de la 4ª semana del Tiempo Ordinario. Ciclo C



Santos: Ricardo de Toscana, rey; Juliana de Florencia, viuda. Beata Ana María Adorni, fundadora. Feria (Verde)

QUÉDENSE DONDE LOS ALOJEN
Hb 12, 18-19. 21-24; Mc 6, 7-13
La misión itinerante que organizó Jesús con sus discípulos apelaba al recibimiento generoso de otros discípulos que no habían abandonado sus casas para seguirle. La solidaridad abierta que practicaban las familias de Galilea en beneficio de los misioneros cristianos, rendía sus frutos. Paulatinamente las familias fueron recibiendo las señales del reino y cambiando su rutina cotidiana. Los enfermos, los hambrientos y los excluidos de la asamblea de Israel fueron accediendo a situaciones de mayor bienestar y dignidad. La resocialización que generaba el movimiento impulsado por Jesús y sus discípulos, empezaba a cambiar el rostro de las personas y el ambiente de los poblados galileos. De alguna manera y como dice la Carta a los Hebreos, los grupos de discípulos se iban conformando en la ciudad del Dios vivo, en la Jerusalén celeste, donde era preciso vivir conforme al nuevo espíritu del Reino. Ni los montes, ni los santuarios volverían a ser más importantes que los templos espirituales, construidos por personas consagradas por el amor del Padre.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Hb 7, 24)
Cristo, mediador de la nueva alianza, por el hecho de permanecer para siempre, posee un sacerdocio perpetuo.

ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que para gloria tuya y salvación de todos los hombres constituiste Sumo y Eterno Sacerdote a tu Hijo, Jesucristo, concede a quienes Él ha elegido como ministros suyos y administradores de sus sacramentos y de su Evangelio, la gracia de ser fieles en el cumplimiento de su ministerio. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA
Se han acercado ustedes a Sión, el monte y la ciudad del Dios viviente.

De la carta a los hebreos: 12, 18-19. 21-24

Hermanos: Cuando ustedes se acercaron a Dios, no encontraron nada material, como en el Sinaí: ni fuego ardiente, ni oscuridad, ni tinieblas, ni huracán, ni estruendo de trompetas, ni palabras pronunciadas por aquella voz que los israelitas no querían volver a oír nunca.
En efecto, tan terrible era aquel espectáculo, que el mismo Moisés exclamó: ¡Estoy aterrorizado y tiemblo! Ustedes, en cambio, se han acercado a Sión, el monte y la ciudad del Dios viviente, a la Jerusalén celestial, a la reunión festiva de miles y miles de ángeles, a la asamblea de los primogénitos, cuyos nombres están escritos en el cielo. Se han acercado a Dios, que es el juez de todos los hombres, y a los espíritus de los justos que alcanzaron la perfección. Se han acercado a Jesús, el mediador de la nueva alianza, cuya sangre derramada es más elocuente que la de Abel. 

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Comentario:
El pasaje de la Carta a los Hebreos en este día nos ofrece un paralelo entre dos montes y dos alianzas. Sinaí con Moisés, por un lado; Sión con Jesús por el otro.

Aunque esta comparación tiene algo de forzado porque Moisés celebró la alianza con Yahvé en el monte Sinaí, mientras que Jesús no estaba en la colina de Sión, en Jerusalén, sino en el montículo de la calavera, el Calvario. Desde luego, el autor de esta Carta conocía en dónde había derramado su Sangre nuestro Señor, y por ello empieza su comparación diciendo: "ustedes no se han acercado a algo palpable". Mucho le interesa que entendamos este punto y por eso no toma como lugar del nuevo pacto al Calvario sino a la imagen evocadora y densamente teológica del monte Sión. ¿Por qué?

Seguramente porque le interesa que no nos quedemos comparando lugares como gustaban de hacer por ejemplo los samaritanos, según nos cuenta otro pasaje de los evangelios (cf. Jn 4,20). En aquella ocasión dijo Jesús que Dios buscaba y quería "adoradores en espíritu y en verdad" (Jn 4,23-24). No gente que estuviera atada a un lugar sino unida a una realidad de salvación. Es la misma idea que encontramos en el pasaje de hoy: Jesús celebró su alianza en "Sión", que hay que escribir entre comillas porque no corresponde al lugar físico donde estaba el templo renovado por Herodes, sino que alude discreta y bellamente al santuario del cielo. Por eso dice: "no es algo palpable".

Un lugar se puede contraponer a otro: el monte Garizim quizá es mejor que el Tabor; Jerusalén tal vez es más santa que Roma; es posible que la Meca tenga más trascendencia espiritual que Nueva York. El cielo es, entre otras cosas, una designación de aquello que no tiene comparación ni contraposición: es "otro nivel", es un estadio nuevo y una realidad que nos trasciende. Hemos llegado a Jesús significa: hemos llegado al Incomparable.


Del salmo 47 R/. Recordamos, Señor, tu gran amor.

Grande es el Señor y muy digno de alabanza, en la ciudad de nuestro Dios. Su monte santo, altura hermosa, es la alegría de toda la tierra. R/.

El monte Sión, en el extremo norte, es la ciudad del rey supremo. Entre sus baluartes ha surgido Dios como una fortaleza inexpugnable. R/.
Lo que habíamos oído, lo hemos visto en la ciudad del Dios de los ejércitos, en la ciudad de nuestro Dios, fundada para siempre por Dios mismo. R/.
Recordamos, Señor, tu gran amor en medio de tu templo. Tu renombre, Señor, y tu alabanza llenan el mundo entero. R/.



ACLAMACIÓN (Mc 1, 15) R/. Aleluya, aleluya.

El Reino de Dios ya está cerca, dice el Señor. Conviértanse y crean en el Evangelio. R/.

Envió a los discípulos de dos en dos.

Del santo Evangelio según san Marcos: 6, 7-13

En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce, los envió de dos en dos y les dio poder sobre los espíritus inmundos.
Les mandó que no llevaran nada para el camino: ni pan, ni mochila, ni dinero en el cinto, sino únicamente un bastón, sandalias y una sola túnica.

Y les dijo: "Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de ese lugar. Si en alguna parte no los reciben ni los escuchan, al abandonar ese lugar, sacúdanse el polvo de los pies, como una advertencia para ellos".

Los discípulos se fueron a predicar la conversión. Expulsaban a los demonios, ungían con aceite a los enfermos y los curaban.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.


Comentario:
Enviados por Jesús

"Hemos llegado a Jesús" es la enseñanza de la primera lectura; "Jesús nos envía" es el resumen del evangelio de hoy. A él llegamos y de él partimos; en él se resume todo y él es el comienzo de todo; a todos nos convoca y a todos nos envía. Como el corazón, que reúne toda la sangre, congrega toda la vida, y la difunde con vigor por todo el cuerpo.

Creo que muchas de las imágenes que tenemos sobre la Iglesia son demasiado estáticas, quizá por el deseo de conjurar todo desorden. Mas es bello ver a la Iglesia como un mar de gracia que confluye con fuerza en su centro y desde allí renace sin cesar en una efusión incesante de vida y de amor.

Así que miremos a Jesús, que hoy envía a sus amigos de dos en dos. Y como los profetas hablan primero con lo que hacen que con lo que dicen, queramos entender qué significa eso de enviar de dos en dos. De seguro tiene más de un significado. Indica tal vez que son inseparables el amor a Dios, predicado en la palabra, y el amor al prójimo, manifiesto en la caridad y trato con el hermano. O sirve de recuerdo vivo de la naciente experiencia de comunidad que los Doce han empezado a vivir. O muestra que aunque se puede prescindir de todo, incluyendo el pan y el vestido nunca se puede prescindir de los hermanos.

Jesús envió y es él también quien sigue enviando. Un sacerdote que pierda su tiempo tratando de entrar en la mente de su obispo para averiguar las motivaciones últimas de los decretos de su superior podría recordar esta enseñanza que hoy nos da el Señor: es Jesús quien envía. Tú escoges si te quieres sentir enviado por Pepe Pérez o por Jesús de Nazareth. Y escoges entonces si quieres agradar a Pepe Pérez o a Jesús de Nazareth.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que Jesucristo, nuestro Mediador, haga que te sean aceptables, Señor, nuestras ofrendas y que su sacrificio redentor nos haga vivir cada día más unidos a Él, para que toda nuestra vida sea grata a tus ojos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Mt 28, 20)
Sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, que hemos ofrecido en el sacrificio y recibido en la comunión, sean para nosotros, Señor, el principio de una vida nueva, a fin de que, unidos a ti por el amor, demos frutos que permanezcan para siempre. Por Jesucristo, nuestro Señor.