6 de febrero de 2013

Miércoles de la 4ª semana del Tiempo Ordinario. Ciclo C



Santos: Pablo Mikki y compañeros, mártires; Amando de Tongres, obispo. Beato Alfonso María Fusco, fundador. Memoria (Rojo)

LO QUE USTEDES SOPORTAN LOS EDUCA
Hb 12, 4-7. 11-15, Mc 6, 1-6
Un profeta cristiano como el que escribió la Carta a los Hebreos no gustaba de usar un lenguaje diplomático. Prefería llamar al pan, pan y al vino, vino. Escuchar recomendaciones duras y exhortaciones exigentes nos incomoda de pronto. Sentimos que nos agreden o que son injustos con nosotros. No siempre es así. Cuando ameritamos la corrección, necesitamos de humildad para escuchar. Soportar un regaño o una represión no es fácil. Más aún, ni siquiera dichas palabras tienen buena aceptación. Pareciera que no se debe tocar a nadie "ni con el pétalo de una rosa". El Señor Jesús visitó a la gente de Nazaret y su palabra y su enseñanza provocaron desconcierto. Sus paisanos no salían de su azoro y su escándalo. Como no era un populista ni un seductor de multitudes no cedió a la presión popular sino que se mantuvo fiel a sus convicciones y al proyecto que el Padre le había confiado.

ANTÍFONA DE ENTRADA
Aquellos que siguieron en la tierra las huellas de Cristo, se alegran ahora en el cielo; y porque lo amaron hasta morir por Él, con Él se gozan eternamente.

ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que quisiste llamar a la vida eterna por medio de la cruz a Pablo Miki y a sus compañeros y les diste fortaleza para morir por ti, concédenos, por su intercesión, que sepamos vivir con honradez y sin miedo la fe que profesamos. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA
El Señor corrige a los que ama.

De la carta a los hebreos: 12, 4-7. 11-15

Hermanos: Todavía no han llegado ustedes a derramar su sangre en la lucha contra el pecado, y ya se han olvidado de la exhortación que Dios les dirigió, como a hijos, diciendo: Hijo mío, no desprecies la corrección del Señor, ni te desanimes cuando te reprenda. Porque el Señor corrige a los que ama y da azotes a sus hijos predilectos. Soporten, pues, la corrección, porque Dios los trata como a hijos; ¿y qué padre hay que no corrija a sus hijos?

Es cierto que de momento ninguna corrección nos causa alegría, sino más bien tristeza. Pero después produce, en los que la recibieron, frutos de paz y santidad.

Por eso, robustezcan sus manos cansadas y sus rodillas vacilantes; caminen por un camino plano, para que el cojo ya no se tropiece, sino más bien, se alivie.
Esfuércense por estar en paz con todos y por aquella santificación, sin la cual no es posible ver a Dios. Velen para que nadie se vea privado de la gracia de Dios, para que nadie sea como una planta amarga, que hace daño y envenena a los demás.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Comentario:
Un poco de psicología práctica

Es difícil conciliar el sentirse amado con el sentirse reprendido. Nos gusta el amor cuando llega con rostro de sanación o de consuelo; poco nos atrae, si viene con las ropa adusta de la exhortación o incluso el castigo. Pero esto es infantilismo, y es preciso superarlo.

La analogía fundamental viene del ambiente de familia: Dios nos guía y nos educa como un papá guía y conduce a su hijo. No es una comparación nueva en la Biblia, pues ya leíamos en el Deuteronomio: "debes comprender en tu corazón que el Señor tu Dios te estaba disciplinando así como un hombre disciplina a su hijo" (Dt 8,5). Y está además la cita de Prov 3,11-12 que el texto mismo incluye: "no desprecies la corrección del Señor...".

Es bello el razonamiento que se nos propone: si eres hijo, es normal que te traten como a hijo. Aún más: es hermoso descubrirte hijo en el momento mismo en que llega la contradicción, sobre todo porque eso te hace semejante a Aquel que "siendo Hijo, aprendió sufriendo a obedecer..." (Heb 5,8).


Del salmo 102 R/, El Señor es bueno, el Señor nos ama.

Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga su santo nombre. Bendice al Señor, alma mía, y no te olvi-des de sus beneficios. R/.

Como un padre es compasivo con sus hijos, así es compasivo el Señor con quien lo ama, pues bien sabe Él de lo que estamos hechos y de que somos barro, no se olvida. R/.
El amor del Señor a quien lo teme, es un amor eterno y entre aquellos que cumplen con su alianza, pasa de hijos a nietos su justicia. R/.



ACLAMACIÓN (Jn 10, 27) R/. Aleluya, aleluya.

Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor; yo las conozco y ellas me siguen. R/.


Todos honran a un profeta, menos los de su tierra.

Del santo Evangelio según san Marcos: 6, 1-6

En aquel tiempo, Jesús fue a su tierra en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba se preguntaba con asombro: "¿Dónde aprendió este hombre tantas cosas? ¿De dónde le viene esa sabiduría y ese poder para hacer milagros? ¿Qué no es éste el carpintero, el hijo de María, el hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿No viven aquí, entre nosotros, sus hermanas?". Y estaban desconcertados.

Pero Jesús les dijo: "Todos honran a un profeta, menos los de su tierra, sus parientes y los de su casa". Y no pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó a algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y estaba extrañado de la incredulidad de aquella gente. Luego se fue a enseñar en los pueblos vecinos.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Comentario:
Poca fe, pocos milagros

Si alguien sana enfermos imponiendo las manos la cosa resulta tan maravillosa que lo más probable es que pronto le veamos reunir multitudes. Para el evangelista del texto de hoy, en cambio, algo así casi ni merece el nombre de "milagro", ya que escribe que en su tierra [Jesús] "no pudo hacer allí ningún milagro; tan sólo sanó a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos". Por lo visto Jesús los había acostumbrado a un ritmo de hechos maravillosos, a un río de gracia que parecía menguarse ante un medio hostil de incredulidad.

Puede parecer simplista en exceso pero la regla que rige en esto es: no fe, no milagros. No se me critique si parece demasiado elemental, puesto que Jesús dijo: "Hágase en vosotros según vuestra fe" (Mt 9,29). Y en varias ocasiones dijo con total sencillez: "tu fe te ha curado" (Mt 9,22; Mc 10,52; Lc 17,19; 18,42; Hch 14,9). Es decir: no nos engañemos; enfrentémoslo: llevamos una vida mediocre en muchos aspectos porque tenemos una fe mediocre en muchos aspectos. La solución es suplicar, clamar por el don de la fe y poner en práctica esa fe, porque en ejercicio, crece y se hace fuerte.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Padre santo, las ofrendas que te presentamos en honor de tus santos mártires y concédenos permanecer firmes en la confesión de tu nombre. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Lc 22, 28-30)
Ustedes son los que han perseverado conmigo en mis pruebas, y yo les preparo un Reino, dice el Señor, para que en él coman y beban en mi mesa.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor y Dios nuestro, que admirablemente ilustraste el misterio de la cruz con el ejemplo de tus santos mártires, concédenos la gracia, ya que hemos sido alimentados con el Cuerpo de Cristo, de seguirlo con fidelidad en la Iglesia para la salvación de todos. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Homilías de Fr. Nelson Medina, O.P.