Santos: Pablo Mikki y compañeros,
mártires; Amando de Tongres, obispo. Beato Alfonso María Fusco, fundador.
Memoria (Rojo)
LO QUE USTEDES SOPORTAN
LOS EDUCA
Hb 12, 4-7. 11-15, Mc 6,
1-6
Un profeta cristiano como el que escribió la Carta a los Hebreos
no gustaba de usar un lenguaje diplomático. Prefería llamar al pan, pan y al
vino, vino. Escuchar recomendaciones duras y exhortaciones exigentes nos
incomoda de pronto. Sentimos que nos agreden o que son injustos con nosotros.
No siempre es así. Cuando ameritamos la corrección, necesitamos de humildad
para escuchar. Soportar un regaño o una represión no es fácil. Más aún, ni
siquiera dichas palabras tienen buena aceptación. Pareciera que no se debe
tocar a nadie "ni con el pétalo de una rosa". El Señor Jesús visitó a
la gente de Nazaret y su palabra y su enseñanza provocaron desconcierto. Sus
paisanos no salían de su azoro y su escándalo. Como no era un populista ni un
seductor de multitudes no cedió a la presión popular sino que se mantuvo fiel a
sus convicciones y al proyecto que el Padre le había confiado.
ANTÍFONA DE ENTRADA
Aquellos que siguieron en la tierra las
huellas de Cristo, se alegran ahora en el cielo; y porque lo amaron hasta morir
por Él, con Él se gozan eternamente.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que quisiste llamar a la vida eterna por medio de la
cruz a Pablo Miki y a sus compañeros y les diste fortaleza para morir por ti,
concédenos, por su intercesión, que sepamos vivir con honradez y sin miedo la
fe que profesamos. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
El Señor corrige a los que ama.
De la carta a los hebreos:
12, 4-7. 11-15
Hermanos: Todavía no han llegado ustedes a derramar su sangre en
la lucha contra el pecado, y ya se han olvidado de la exhortación que Dios les
dirigió, como a hijos, diciendo: Hijo mío, no desprecies la corrección del
Señor, ni te desanimes cuando te reprenda. Porque el Señor corrige a los que
ama y da azotes a sus hijos predilectos. Soporten, pues, la corrección, porque
Dios los trata como a hijos; ¿y qué padre hay que no corrija a sus hijos?
Es cierto que de momento ninguna corrección nos causa alegría, sino más bien
tristeza. Pero después produce, en los que la recibieron, frutos de paz y
santidad.
Por eso, robustezcan sus manos cansadas y sus rodillas vacilantes; caminen por
un camino plano, para que el cojo ya no se tropiece, sino más bien, se alivie.
Esfuércense por estar en paz con todos y por aquella santificación, sin la cual
no es posible ver a Dios. Velen para que nadie se vea privado de la gracia de
Dios, para que nadie sea como una planta amarga, que hace daño y envenena a los
demás.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Comentario:
Un poco de psicología práctica
Es difícil conciliar el sentirse amado con el sentirse reprendido.
Nos gusta el amor cuando llega con rostro de sanación o de consuelo; poco nos
atrae, si viene con las ropa adusta de la exhortación o incluso el castigo.
Pero esto es infantilismo, y es preciso superarlo.
La analogía fundamental viene del ambiente de familia: Dios nos
guía y nos educa como un papá guía y conduce a su hijo. No es una comparación
nueva en la Biblia, pues ya leíamos en el Deuteronomio: "debes comprender
en tu corazón que el Señor tu Dios te estaba disciplinando así como un hombre
disciplina a su hijo" (Dt 8,5). Y está además la cita de Prov 3,11-12 que
el texto mismo incluye: "no desprecies la corrección del Señor...".
Es bello el razonamiento que se nos propone: si eres hijo, es
normal que te traten como a hijo. Aún más: es hermoso descubrirte hijo en el
momento mismo en que llega la contradicción, sobre todo porque eso te hace
semejante a Aquel que "siendo Hijo, aprendió sufriendo a obedecer..."
(Heb 5,8).
Del salmo 102 R/, El Señor
es bueno, el Señor nos ama.
Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga su santo nombre. Bendice al
Señor, alma mía, y no te olvi-des de sus beneficios. R/.
Como un padre es compasivo con sus hijos, así es compasivo el Señor con quien
lo ama, pues bien sabe Él de lo que estamos hechos y de que somos barro, no se
olvida. R/.
El amor del Señor a quien lo teme, es un amor eterno y entre aquellos que
cumplen con su alianza, pasa de hijos a nietos su justicia. R/.
ACLAMACIÓN (Jn 10, 27) R/.
Aleluya, aleluya.
Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor; yo las conozco y ellas me siguen.
R/.
Todos honran a un profeta, menos los de su
tierra.
Del santo Evangelio según
san Marcos: 6, 1-6
En aquel tiempo, Jesús fue a su tierra en compañía de sus
discípulos. Cuando llegó el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga, y la
multitud que lo escuchaba se preguntaba con asombro: "¿Dónde aprendió este
hombre tantas cosas? ¿De dónde le viene esa sabiduría y ese poder para hacer
milagros? ¿Qué no es éste el carpintero, el hijo de María, el hermano de
Santiago, José, Judas y Simón? ¿No viven aquí, entre nosotros, sus
hermanas?". Y estaban desconcertados.
Pero Jesús les dijo: "Todos honran a un profeta, menos los de su tierra,
sus parientes y los de su casa". Y no pudo hacer allí ningún milagro, sólo
curó a algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y estaba extrañado de la
incredulidad de aquella gente. Luego se fue a enseñar en los pueblos vecinos.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
Poca fe, pocos milagros
Si alguien sana enfermos imponiendo las manos la cosa resulta tan
maravillosa que lo más probable es que pronto le veamos reunir multitudes. Para
el evangelista del texto de hoy, en cambio, algo así casi ni merece el nombre
de "milagro", ya que escribe que en su tierra [Jesús] "no pudo
hacer allí ningún milagro; tan sólo sanó a unos pocos enfermos, imponiéndoles
las manos". Por lo visto Jesús los había acostumbrado a un ritmo de hechos
maravillosos, a un río de gracia que parecía menguarse ante un medio hostil de
incredulidad.
Puede parecer simplista en exceso pero la regla que rige en esto
es: no fe, no milagros. No se me critique si parece demasiado elemental, puesto
que Jesús dijo: "Hágase en vosotros según vuestra fe" (Mt 9,29). Y en
varias ocasiones dijo con total sencillez: "tu fe te ha curado" (Mt
9,22; Mc 10,52; Lc 17,19; 18,42; Hch 14,9). Es decir: no nos engañemos;
enfrentémoslo: llevamos una vida mediocre en muchos aspectos porque tenemos una
fe mediocre en muchos aspectos. La solución es suplicar, clamar por el don de
la fe y poner en práctica esa fe, porque en ejercicio, crece y se hace fuerte.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Padre santo, las ofrendas que te presentamos en honor de
tus santos mártires y concédenos permanecer firmes en la confesión de tu
nombre. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN
(Lc 22, 28-30)
Ustedes son los que han perseverado conmigo en mis pruebas, y yo
les preparo un Reino, dice el Señor, para que en él coman y beban en mi mesa.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA
COMUNIÓN
Señor y Dios nuestro, que admirablemente ilustraste el misterio de
la cruz con el ejemplo de tus santos mártires, concédenos la gracia, ya que
hemos sido alimentados con el Cuerpo de Cristo, de seguirlo con fidelidad en la
Iglesia para la salvación de todos. Por Jesucristo, nuestro Señor.