Santos: Prisca o Priscila de Roma, mártir; Margarita de Hungría, religiosa.
Beata Cristina (Mattia) Cicarelli, religiosa. Feria (Verde)
EL
DESCANSO VERDADERO
Hb
4,1-5. 11; Mc 2,1-12
El paralitico que llevaba años
postrado en su camilla, indudablemente debía estar agotado y desmoralizado,
pero afortunadamente no había extraviado completamente su esperanza porque
había accedido a que lo llevaran ante la presencia del sanador de Nazaret. La
llegada a la casa de Simón había resultado complicada, la muchedumbre les
cerraba el paso. Sus amigos no se rindieron y corrieron el riesgo de
descolgarlo por el techo. Jesús estaba pendiente de todo aquel lenguaje no
verbal que manifestaba su enorme confianza. No podía defraudarlos ni tampoco
podía regatearle al paralitico el acceso al descanso verdadero. La Carta a los
Hebreos recoge una antigua promesa que Dios extendió a su pueblo: los que se
mantuvieran fieles a su palabra, entrarían en su descanso. La vida, sobre la de
la gente que sufre privaciones y enfermedades, reclama una segunda oportunidad.
Dios la concede gustosamente, invitándonos a participar de su vida plena, del
verdadero descanso.
ANTÍFONA
DE ENTRADA (Jn 10, 14-15)
Yo soy el Buen Pastor,
dice el Señor, y conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, de la misma
manera que el Padre me conoce a mí y yo al Padre; y doy la vida por ellas.
ORACIÓN
COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, tú
que reúnes a los que están dispersos y los mantienes en la unidad, mira con
amor a todos los cristianos, a fin de que, cuantos están consagrados por un
solo bautismo formen una sola familia, unida por el amor y la integridad de la
fe. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA
DE LA PALABRA
Apresurémonos a entrar
en el descanso del Señor.
De la
carta a los hebreos: 4, 1-5. 11
Hermanos: Mientras está en pie
la promesa de entrar en el descanso de Dios, tengamos cuidado, no sea que
alguno se quede fuera. Porque a nosotros también se nos ha anunciado este
mensaje de salvación, lo mismo que a los israelitas en el desierto; pero a ellos
no les sirvió de nada oírlo, porque no lo recibieron con fe. En cambio,
nosotros, que hemos creído, ciertamente entraremos en aquel descanso, al que se
refería el Señor, cuando dijo: Por eso jure en mi cólera que no entrarían en mi
descanso.
Los trabajos de Dios terminaron con la creación del mundo, ya que al hablar del
séptimo día, la Escritura dice que Dios descanso de todos sus trabajos el día
séptimo; y en el pasaje de que estamos hablando, afirma que no entrarían en su
descanso.
Apresurémonos, pues, a entrar en ese descanso; no sea que alguno caiga en la
infidelidad, como les sucedió a los israelitas.
Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor.
Comentario:
El descanso de Dios
"Y Dios descansó..."
nos enseña la Biblia, ya desde el principio (Gén 2,2). El descanso puede ser
signo de muchas cosas: desocupación, inactividad, o lo más sencillo: cansancio.
Pero nosotros no adoramos a un Dios cansado; ni siquiera a un Dios
"cansable", pues ya nos predica Isaías: "¿Acaso no lo sabes? ¿Es
que no lo has oído? El Dios eterno, el Señor, el creador de los confines de la
tierra no se fatiga ni se cansa" (Is 40,28). Luego debe haber algo muy
profundo y muy bello en eso de entrar al descanso de Dios. No debe ser algo tan
obvio y elemental como "dejar de trabajar".
El énfasis que tantos libros de
la Escritura ponen en esto del descanso, bajo el tema del "sábado",
que por cierto viene de la misma raíz en hebreo, apunta en la misma dirección.
No es difícil encontrar textos proféticos que defienden el sábado como una
institución sagrada y liberadora que no debe ser transgredida. Uno se queda
estupefacto, por ejemplo, leyendo a Jeremías cuando bendice con tanto
entusiasmo a los observantes del sábado: "si me escucháis con atención
--declara el Señor--no metiendo carga por las puertas de esta ciudad en día de
reposo, y santificáis el día de reposo, sin hacer en él trabajo alguno, entonces
entrarán por las puertas de esta ciudad reyes y príncipes que se sienten sobre
el trono de David; vendrán montados en carros y caballos, ellos y sus
príncipes, los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén; y esta ciudad
será habitada para siempre" (Jer 17,24-25).
¿De dónde le viene semejante
dignidad a este día? La razón puede ser esta: el sábado, el día de descanso, es
una degustación del descanso de Dios. En el acto de descansar de sus trabajos
para dedicarse a "santificar" el día, el hombre aprende a no vivir
para lo que vale menos que él sino a orientarse hacia quien vale más que todo y
que todos. En el sábado, así entendido, el hombre reencuentra su dignidad, su
vocación, su destino eterno, lo más íntimo y a la vez lo más alto de su mente,
lo más puro y lo más bello de su corazón.
Del
salmo 77 R/. No olvidemos las hazañas del Señor.
Cuanto hemos escuchado y conocemos del poder del Señor y de su gloria, cuanto
nos han narrado nuestros padres, nuestros hijos lo oirán de nuestra boca. R/.
Que ellos también lo cuenten a sus hijos para que en Dios coloquen su
esperanza, cumplan los mandamientos del Señor y no echen al olvido sus hazañas.
R/.
Que no vayan a ser, como sus padres, generación rebelde y obstinada,
inconstante de corazón e infiel a Dios de alma. R/.
ACLAMACIÓN
(Lc 7, 16) R/. Aleluya, aleluya.
Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo. R/.
El Hijo del hombre tiene
poder para perdonar los pecados.
Del santo
Evangelio según san Marcos: 2, 1-12
Cuando Jesús volvió a
Cafarnaúm, corrió la voz de que estaba en casa, y muy pronto se aglomeró tanta
gente, que ya no había sitio frente a la puerta. Mientras Él enseñaba su
doctrina, le quisieron presentar a un paralítico, que iban cargando entre
cuatro. Pero como no podían acercarse a Jesús por la cantidad de gente,
quitaron parte del techo, encima de donde estaba Jesús, y por el agujero
bajaron al enfermo en una camilla.
Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, le dijo al paralitico: "Hijo, tus
pecados te quedan perdonados". Algunos escribas que estaban allí sentados
comenzaron a pensar: "¿Por qué habla este así? Eso es una blasfemia.
¿Quién puede perdonar los pecados sino solo Dios?".
Conociendo Jesús lo que estaban pensando, les dijo: "¿Por qué piensan así?
Que es más fácil, decirle al paralitico: `Tus pecados te son perdonados' o
decirle: 'Levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa'? Pues para que sepan
que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados —le
dijo al paralitico—: Yo te lo mando: levántate, recoge tu camilla y vete a tu
casa".
El hombre se levantó inmediatamente, recogió su camilla y salió de allí a la
vista de todos, que se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo:
"¡Nunca habíamos visto cosa igual!".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
Jamás vimos algo así
De tantas cosas que es bello
comentar en el pasaje del evangelio que hemos escuchado hoy destaquemos la
admiración que Cristo despierta. Los que vieron aquello del paralítico
"daban gloria a Dios diciendo: ¡Jamás habíamos visto una cosa
semejante!".
Ahora bien, para Cristo la obra
grande y primera es el perdón de los pecados. Perdonar fue lo primero que él
hizo ante este paralítico, que según parece sufría también de parálisis en su
alma. El acto del perdón suscitó extrañeza, el acto de la sanación despertó
asombro. Y no debiera ser así. ¿Qué es eso de aplaudir los milagros y sospechar
de los perdones? Mas esa es la condición humana, que prefiere la salud para
hacer la propia voluntad, antes que el perdón que establece en la voluntad del
Creador.
De todos modos, es grande lo que
hace Cristo, y seguramente en su mirada compasiva cabe entender que los seres
humanos heridos por el pecado empezamos primero por lo más visible (la
parálisis) para llegar a entender la gravedad de lo invisible (el pecado), y
empezamos por lo que limita nuestra voluntad (la parálisis) para un día darnos
cuenta de cómo hemos obstaculizado la voluntad de Dios en nosotros (el pecado).
Así que, mejor que renegar de nuestra ingratitud y miopía, gocémonos en su
piedad y en su paciencia.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, tú que con un solo y
único sacrificio, el de tu Hijo, redimiste a tu pueblo y lo adoptaste para siempre,
concédele los dones de la unidad y de la paz. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor,
Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Por Cristo, Señor nuestro.
Por Él nos has conducido al conocimiento de la verdad, para hacernos miembros
de su cuerpo mediante el vínculo de una misma fe y un mismo bautismo; por Él
has enviado sobre todos los pueblos del mundo a tu Espíritu Santo, admirable
constructor de la Iglesia por la abundancia de sus dones, y autor de la unidad,
el cual habita en tus hijos de adopción, santifica a toda la Iglesia y la
dirige con sabiduría.
Por eso, unidos al coro de los ángeles, te alabamos con alegría, diciendo:
Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN (Cfr. 1 Co 10, 17)
Todos los que participamos de
un mismo pan y de un mismo cáliz, no obstante ser muchos, somos un solo cuerpo
como uno solo es el pan.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, que esta santa comunión
que hemos recibido signo de nuestra fraternidad en Cristo, realice la unidad tu
Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Homilías de Fr. Nelson Medina, O.P.