Santos: Vicente de Zaragoza, mártir; Domingo de Sora, abad. Beata Laura
Vicuña, virgen. Feria (Verde)
DE REGLAS Y PROMESAS
Hb 6,10-20; Mc 2,23-28
El relato del
segundo evangelio registra la controversia que se generó entre Jesús y los
fariseos a propósito de su manera relajada de comportarse ante el mandato del
sábado. El Señor Jesús anteponía la compasión y la protección de la vida a los
preceptos culturales. El sábado era una norma que podría reconsiderarse cuando
fuese necesario resguardar los valores trascendentes como la vida y la salud.
El criterio ético de Jesús ante cualquier dilema moral aparece claro en este
relato: las instituciones son herramientas para consolidar la vida digna y
plena de las personas. Desde esa perspectiva podemos entender la critica que
Lanza el autor de la Carta a los Hebreos contra los sacrificios rituales del
templo de Jerusalén. El Nuevo Sumo Sacerdote había traspasado y superado las
divisiones que velos y cortinas rituales erigían en el templo. El acceso al
descanso verdadero y a la amistad con Dios estaba abierto para todos sus
hermanos.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Ef 4, 4-6)
Un solo cuerpo y un solo espíritu, como también es una la esperanza
de la vocación con la que han sido llamados. Un solo Señor, una sola fe, un
solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que esta sobre todo, lo penetra
todo y está en todo.
ORACIÓN COLECTA
Señor, mira con
bondad a tu pueblo y, con los dones de tu Espíritu, aumenta en todos los que
creen en ti el amor por la verdad, a fin de que busquemos la perfecta unidad de
tu familia y trabajemos por obtenerla. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Contamos con la esperanza, que es como un ancla firme y segura.
De la carta a los hebreos: 6, 10-20
Hermanos: Dios no es
injusto para olvidar los trabajos de ustedes y el amor que le han mostrado al
servir sus hermanos en la fe, como lo siguen haciendo hasta hoy. Deseamos, sin
embargo, que todos y cada uno de ustedes mantenga hasta el fin el mismo fervor
y diligencia, para alcanzar la plenitud de su esperanza. Así, lejos de volverse
negligentes, serán ustedes imitadores de aquellos que, por la fe y la
paciencia, heredan lo prometido por Dios.
En efecto, cuando Dios hizo la promesa a Abraham, como no había nada superior
por lo cual jurar, juro por sí mismo, diciendo: Te colmare de bendiciones y te
daré una descendencia innumerable. Por este motivo, Abraham perseveró en la
paciencia y alcanzó lo prometido por Dios. Cuando los hombres juran, lo hacen
por alguien superior a ellos, y el juramento pone fin a toda discusión. También
Dios, cuando quiso mostrar con plenitud a los herederos de la promesa lo
irrevocable de su decisión, se comprometió con un juramento.
Así pues, mediante estos dos actos irrevocables, promesa y juramento, en los
cuales Dios no puede mentir, tenemos un consuelo poderoso los que buscamos un
refugio en la esperanza de lo prometido. Esta esperanza nos mantiene firmes y
seguros, porque está anclada en el interior del santuario, ahí donde Jesús
entró, precediéndonos, constituido sumo sacerdote, como Melquisedec.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Comentario:
Una invitación a la
perseverancia
La Biblia nos invita a la esperanza pero no a la ilusión. Nadie
dijo que iba a ser fácil. Nadie dijo que ser cristiano era un camino libre del
cansancio, el fastidio, el temor o la desazón. Y uno de los principales
objetivos de la Carta a los Hebreos, que nos ha venido acompañando estos
primeros días del tiempo ordinario, es dar fuerza; sostener en la esperanza;
animar a esa lucha que no termina porque recomienza casi cada día: la lucha por
la fidelidad, la generosidad, el testimonio.
Y es hermoso ver de cuántas razones se llena el autor de esta Carta
para animar a su gente. Sucesivamente les invita a mirar su propio pasado, la
pasión de Cristo y su entrada en la gloria, el triunfo que aguarda a quienes
perseveran, la desgracia que queda en herencia a los cobardes, los ejemplos que
otros nos han dado, el amor de Aquel que se ha puesto de nuestro lado, la
hermosa armonía de la fe que nos une, la grandeza del llamado que hemos
recibido, la estabilidad inconmovible de las promesas divinas, la gratitud que
debemos a quienes nos han evangelizado, lo breve de la lucha y lo largo de la
recompensa, en fin, todo o casi todo lo que es posible decir a los que tal vez
se sienten molidos o abrumados, temerosos o pusilánimes.
El texto de hoy destaca el juramento divino. Dios, no teniendo por
quién jurar, juró por sí mismo, en maravillosa proclamación de su fidelidad,
que es eterna. Nosotros estamos bajo el poder de esa palabra, que no puede ser
deshecha; nos ampara la declaración de Aquel que no sabe ni puede mentir; nos
defiende el mismo ante el cual habrá de comparecer toda carne.
Del salmo 110 R/. El Señor se acuerda siempre de su alianza.
Quiero alabar a Dios, de corazón, en las reuniones de los justos. Grandiosas
son las obras del Señor y para todo fiel, dignas de estudio. R/.
Ha hecho inolvidables sus prodigios. El Señor es piadoso y es clemente.
Acordándose siempre de su alianza, Él le da de comer al que lo teme. R/.
El redimió a su pueblo y estableció su alianza para siempre. Dios es santo y
terrible y su gloria perdura eternamente. R/.
ACLAMACIÓN (Cfr. Ef 1, 1 7-1 8) R/. Aleluya, aleluya.
Que el Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine nuestras mentes, para que
podamos comprender cuál es la esperanza que nos da su llamamiento. R/.
El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado.
Del santo Evangelio según san Marcos: 2, 23-28
Un sábado, Jesús iba
caminando entre los sembrados, y sus discípulos comenzaron a arrancar espigas
al pasar. Entonces los fariseos le preguntaron: "Por qué hacen tus
discípulos algo que no está permitido hacer en sábado?".
Él les respondió: ¡No han leído acaso lo que hizo David una vez que tuvo
necesidad y padecían hambre él y sus compañeros? Entró en la casa de Dios, en
tiempos del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes sagrados, que solo
podían comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros". Luego
añadió Jesús: "El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el
sábado. Y el Hijo del hombre también es dueño del sábado".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
Grandeza y miseria del sábado
El evangelio de hoy nos trae el tema del sábado. En otra ocasión
hemos hablado del sentido de liberación que tenía esta institución del sábado,
por la cual quería Dios que reconociéramos nuestra vocación más alta, no en
transformar el mundo, sino en ser la voz del mundo que alaba a su Creador.
Mas aún esta noble disposición podía degenerar, y degeneró. Más pendientes
de juzgar de los demás que de encontrar en sí mismos el sentido de este
descanso, los idólatras de la Ley llegaron a pervertir por completo lo que
había sido para liberación, porque ya no santificaban el tiempo contemplando
las bondades de Dios sino hurgando en las limitaciones y maldades humanas.
Hay en esto una enseñanza para nosotros. Las cosas buenas alcanzan
su bondad sólo con el buen uso. Fácil es usar mal lo bueno, y no es otra la
naturaleza del pecado. En el fondo, pecar es pervertir; pecar es torcer lo que
en sí es bueno para volverlo malo. Por eso decía Santa Catalina que lo que
existe es bueno, y que el pecado es la elección de la nada, es el sendero que
elimina o pretende eliminar el ser.
Jesús es el Señor del sábado. Si el sábado debía significar
"liberación", Jesús es el Señor de la liberación. Si el sábado debía
significar "santificación", Jesús es el Señor de la santidad y de la
santificación. Una liberación sin Jesús será opresión reeditada de otros modos;
una santificación sin Jesús será egoísmo, orgullo o vanidad, editados de otro
modo; por contraste, con él y en él encontramos el verdadero sentido de todo
aquello que nuestra alma desea pero nuestro corazón no sabe hallar
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que a todos los que estamos unidos por el mismo bautismo, nos
purifique, Señor, el sacrificio que vamos a ofrecerte y nos haga participar
algún día de los mismos sacramentos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
En verdad es justo y
necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Por Cristo, Señor nuestro.
Por Él nos has conducido al conocimiento de la verdad, para hacernos miembros
de su cuerpo mediante el vínculo de una misma fe y un mismo bautismo; por Él
has enviado sobre todos los pueblos del mundo a tu Espíritu Santo, admirable
constructor de la Iglesia por la abundancia de sus dones, y autor de la unidad,
el cual habita en tus hijos de adopción, santifica a toda la Iglesia y la
dirige con sabiduría.
Por eso, unidos al coro de los ángeles, te alabamos con alegría, diciendo:
Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 17, 21. 23)
Que todos sean uno,
como un Padre, estas en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros,
dice el Señor. Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectos en la unidad.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Al participar del
sacramento de tu Hijo, te pedimos, Señor que santifiques y renueves a tu
Iglesia, a fin de que todos los que nos gloriamos del nombre de cristianos
podamos servirte en la unidad de la fe. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Homilías de Fr. Nelson Medina, O.P.