24 de enero de 2013

Jueves de la 2ª semana del Tiempo Ordinario. Ciclo C

Nuestra Señora Reina de la Paz

Santos: Francisco de Sales, fundador; Feliciano de Foligno, mártir Memoria (Blanco)

UN HIJO CONSUMADO PARA SIEMPRE
Hb 7,23-8,6; Mc 3,7-12
En los dos relatos que nos ofrece la liturgia de la Palabra aparece la idea de la filiación divina. Para el autor de la Carta a los Hebreos, estaba fuera de toda duda la creencia en la filiación divina. Jesús era el Hijo de Dios, que había renunciado a sus privilegios divinos, asumiendo una condición mortal con todas sus consecuencias, excepto el pecado. Como Hijo, se había hecho solidario con sus hermanos, asumiendo la adversidad y el sufrimiento que implicaba testimoniar el amor de Dios ante unas instituciones religiosas y políticas aferradas al poder. Jesús, siendo obediente al Padre, había entregado su propia vida como ofrenda generosa. El Evangelio de san Marcos nos relata la creciente popularidad de Jesús en los comienzos de su ministerio galileo. Esa fama podría convertirse en una tentación. La popularidad podría orillarlo a usar el poder de manera espectacular para imponerse a aquella gente descreída. Por esa razón el evangelista exhibe a los demonios como manipuladores que confesaban la divinidad de Jesús con la intención de hacer fracasar su misión.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Ez 34, 11. 23-24)
Cuidaré de mis ovejas, dice el Señor, y les buscare un pastor que las apaciente, y yo, el Señor, seré su Dios.

ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que para salvación de los hombres concediste a san Francisco de Sales el don de servir con extremada amabilidad a todos, ayúdanos a demostrar, a ejemplo suyo, en una actitud servicial con nuestros hermanos, toda la delicadeza de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA
Cristo se ofreció a sí mismo en sacrificio de una vez para siempre.

De la carta a los hebreos: 7, 23-8, 6

Hermanos: Durante la antigua alianza hubo muchos sacerdotes, porque la muerte les impedía permanecer en su oficio. En cambio, Jesucristo tiene un sacerdocio eterno, porque El permanece para siempre. De ahí que sea capaz de salvar, para siempre, a los que por su medio se acercan a Dios, ya que vive eternamente para interceder por nosotros.
Ciertamente que un sumo sacerdote como este era el que nos convenía: santo, inocente, inmaculado, separado de los pecadores y elevado por encima de los cielos; que no necesita, como los demás sacerdotes, ofrecer diariamente víctimas, primero por sus pecados y después

por los del pueblo, porque esto lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. Porque los sacerdotes constituidos por la ley eran hombres llenos de fragilidades; pero el sacerdote constituido por las palabras del juramento posterior a la ley, es el Hijo eternamente perfecto.

Ahora bien, lo más importante de lo que estamos diciendo es que tenemos en Jesús a un sumo sacerdote tan excelente, que está sentado a la derecha del trono de Dios

en el cielo, como ministro del santuario y del verdadero tabernáculo, levantado por el Señor y no por los hombres.
Todo sumo sacerdote es nombrado para que ofrezca dones y sacrificios; por eso era también indispensable que Él tuviera algo que ofrecer. Si Él se hubiera quedado la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo ya quienes ofrecieran los dones prescritos por la ley. Pero estos son ministros de un culto que es figura y sombra del culto celestial, según lo reveló Dios a Moisés, cuando le mandó que construyera el tabernáculo: Mira, le dijo, lo harás todo según el modelo que te mostré en el monte. En cambio, el ministerio de Cristo es tanto más excelente, cuanto que Él es el mediador de una mejor alianza, fundada en mejores promesas. 

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Comentario:
Inocente y, a la vez, Compasivo

Hay algo extraño en el corazón humano; algo que no debería ser pero que de hecho se da: la inocencia suele ir unida a la dureza. No debería ser así, repito, pero así es. Así era también en tiempos de Jesús. Los que se sentían más limpios y puros eran duros, a veces incluso crueles, con sus hermanos pecadores. El ejemplo típico son los fariseos, pero la cosa va más allá de una opción religiosa o de un modo de mirar la Ley.

Jesús es una maravillosa excepción a esa regla fastidiosa, gracias a Dios. Inocente como ninguno, puro y alejado de todo pecado, no por ello se distancia de los impuros, ni de los enfermos, ni de los marginados. Casi uno diría que son sus predilectos. Y eso es maravilloso: he aquí a la inocencia, no vestida de petulancia ni rodeada de la típica coraza de juicios fulminantes hacia el resto del universo, sino ungida de compasión.

La Carta a los Hebreos lo expresa de modo sencillo y elocuente. Cristo es "el sumo sacerdote que nos hacía falta: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y elevado por encima de los cielos" (Heb 7,26), pero a la vez "puede obrar con benignidad para con los ignorantes y extraviados, puesto que él mismo está sujeto a flaquezas" (Heb 5,2). Separado de los pecadores por la santidad está cerca de los pecadores por la benignidad, o si mejor decimos, por la exquisita ternura de su compasión inagotable.


Del salmo 39 R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Sacrificios y ofrendas no quisiste, abriste, en cambio, mis oídos a tu voz. No exigiste holocaustos por la culpa, así que dije: "Aquí estoy". R/.

En tus libros se me ordena hacer tu voluntad; esto es, Señor, lo que deseo: tu ley en medio de mi corazón. R/.

He anunciado tu justicia en la gran asamblea; no he cerrado mis labios, tú lo sabes, Señor. R/.
Que se gocen en ti y que se alegren todos los que te buscan. Cuantos quieren de ti la salvación repiten sin cesar: ¡Qué grande es Dios!". R/.



ACLAMACIÓN (Cfr. 2 Tm 1, 10) R/. Aleluya, aleluya.

Jesucristo, nuestro Salvador, ha vencido la muerte y ha hecho resplandecer la vida por medio del Evangelio. R/.



Los espíritus inmundos gritaban: "Ta eres el Hijo de Dios". Pero Jesús les prohibía que lo manifestaran.

Del santo Evangelio según san Marcos: 3, 7-12

En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, seguido por una muchedumbre de galileos. Una gran multitud, procedente de Judea y Jerusalén, de Idumea y Transjordania y de la parte de Tiro y Sidón, habiendo tenido noticias de lo que Jesús hacía, se trasladó a donde Él estaba.
Entonces rogó Jesús a sus discípulos que le consiguieran una barca para subir en ella, porque era tanta la multitud, que estaba a punto de aplastarlo.

En efecto, Jesús había curado a muchos, de manera que todos los que padecían algún mal, se le echaban encima para tocarlo. Cuando los poseídos por espíritus inmundos lo veían, se echaban a sus pies y gritaban: “Tú eres el Hijo de Dios". Pero Jesús les prohibía que lo manifestaran. 

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Comentario:
Los falsos "evangelizadores"

El evangelio de hoy nos presenta una escena de lo que podríamos llamar los "falsos evangelizadores". Los demonios gritan algo que es cierto pero que Jesús no quiere que sea dicho, o por lo menos no de esa forma. Su aullido asustado es: "Tú eres el Hijo de Dios" (Mc 3,11). Varias cosas podemos aprender de esta escena tenebrosa, pues ningún versículo sobra en la Escritura Santa.

Creo que ante todo podemos aprender que la verdad es más que un enunciado. O dicho de modo más profundo: la verdad no es solamente un "contenido". Decir la verdad es más que decir algo cierto. En esta escena el demonio decía cosas ciertas, pero de algún modo no estaba diciendo la verdad. ¿Por qué? Miremos un ejemplo. Supongamos un empleado en una empresa. El jefe le dice: "necesito que hoy no salgas antes de las cinco de la tarde". A las cuatro y media el empleado pasa por el frente del escritorio del jefe, de camino a la puerta de salida. El jefe lo mira. El empleado empieza a hacerla una tonta canción de burla: "¡tú eres el jefe!, ¡tú eres el jefe de esta gran empresa!", mientras se ríe y sigue de salida. ¿Dijo la verdad ese empleado? La carga de desobediencia y de burla quita todo el sentido de verdad que las palabras, es decir, el contenido en cuanto tal, tenía. Algo así sucede con las palabras del diablo. La acción de Cristo no frena un testimonio ni detiene a un evangelizador, sino que reprime la venganza del enemigo que, aun diciendo la verdad, pretende herir, desconcertar, burlarse, destruir.

Alabemos, pues, a Cristo Señor, y reconozcamos en él, con conciencia sincera y humilde, a nuestro Salvador.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que este sacrificio, prueba suprema del amor de Cristo, nos comunique, Señor , el fuego del Espíritu Santo que llene de bondad el corazón de tu siervo Francisco de Sales. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 15, 16)
No son ustedes los que me han elegido, dice el Señor, soy yo quien los ha elegido, para que vayan y den fruto y ese fruto perdure.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Por esta sagrada comunión, concédenos, Padre misericordioso, imitar en la tierra el amor y la bondad de san Francisco, para que podamos participar con el de la gloria en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Homilías de Fr. Nelson Medina, O.P.