20 de enero de 2013

Domingo 2º del Tiempo Ordinario - Ciclo C



II DOMINGO ORDINARIO

Santos: Fabián I, Papa y mártir; Sebastián de Roma, mártir. Beata María Cristina de la Concepción, fundadora. (Verde)

LA ALEGRÍA DEL MARIDO
Is 62,1-5; 1 Co 12,4-11; Jn 2,1-11
El matrimonio es uno de los símbolos tradicionales que encontramos en la Biblia para describir la hondura del amor de Dios. Del ritual del matrimonio entresaca el profeta Isaías varios símbolos para dirigirse a los habitantes de Jerusalén, manifestándoles un mensaje de esperanza. Israel, que funge como la esposa, lleva una corona y una diadema como novia recién desposada. Dios se goza del amor reconquistado. Las reconciliaciones en la pareja son ocasión de encuentros gozosos e intensos. De ese símbolo se vale el profeta para retratar la reconciliación entre Dios y su pueblo. El clima y el ambiente matrimonial reaparecen en el Evangelio de san Juan. El relato de la boda de Cana es el marco propicio para que el evangelista nos refiera la primera de las grandes seriales cumplidas por el Señor Jesús. El vino nuevo, la vida plena se ofrecía con magnanimidad a todos los invitados al banquete.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 65, 4)
Que se postre ante ti, Señor, la tierra entera; que todos canten himnos en tu honor y alabanzas a tu nombre.

ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que con amor gobiernas los cielos y la tierra, escucha paternalmente las súplicas de tu pueblo y haz que los días de nuestra vida transcurran en tu paz. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA
Como el esposo se alegra con la esposa.

Del libro del profeta Isaías: 62, 1-5

Por amor a Sión no me callaré y por amor a Jerusalén no me daré reposo, hasta que surja en ella esplendoroso el justo y brille su salvación como una antorcha.
Entonces las naciones verán tu justicia, y tu gloria todos los reyes. Te llamaran con un nombre nuevo, pronunciado por la boca del Señor. Serás corona de gloria en la mano del Señor y diadema real en la palma de su mano.

Ya no te llamaran "Abandonada", ni a tu tierra, "Desolada"; a ti te llamaran "Mi complacencia" y a tu tierra, "Desposada", porque el Señor se ha complacido en ti y se ha desposado con tu tierra.

Como un joven se desposa con una doncella, se desposará contigo tu hacedor; como el esposo se alegra con la esposa, así se alegrará tu Dios contigo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Comentario:
Siempre es más oscuro antes del amanecer. ¿Por qué las personas maldicen la oscuridad, en lugar de tener esperanza en la luz que se aproxima?

Del tercer Isaías, este pasaje fue escrito en la época "posterior a la celebración melancólica". Después de cincuenta años en el exilio, los líderes judíos habían regresado de Babilonia a reconstruir Jerusalén. Después de varios años de alegría la realidad del trabajo duro empezó a sertirse; la determinación del pueblo comenzó a cejar y el rechazo fue formando cabezas feas. Las personas estaban en sus casas, pero no se preocupan por las tareas a mano.

En medio de la depresión de la ciudad, Dios declaraba su intención; él hablaría hasta que volviera la gloria de la ciudad (reputación). [1] La ciudad estaba siendo reconstruida porque Dios lo quería, no a través de los meros esfuerzos del pueblo. Como el portavoz de lo divino, el profeta, también, no estaría en silencio; él alabaría, avergonzaría,  y abrumaría al pueblo hasta que la ciudad fuera reconstruida a su Gloria plena. De esta manera, Dios realmente hablaba a través del profeta.

Una vez que la ciudad fue reconstruida, los no Judíos (es decir, la "Naciones" y Reyes) serían testigos de su gloria. Dios pronunciaría la reconstrucción de la ciudad con un nuevo nombre y una corona, ambos reflejando el matrimonio de una joven soltera con un Rey. [2-3] La doncella Virgen tiene sólo la promesa de ser agregada al Reino con herederos reales; en este sentido, ella estaba "estéril" o "desolada". De la misma manera, una ciudad parcialmente reconstruida no estaba verdaderamente completa; para algunos, era estéril y desolada, al igual que algunos de nuestros barrios del centro de la ciudad. Pero sólo el cínico no podía ver el potencial; a través de los ojos de Dios, incluso la estéril y desolada tenía en ella las semillas de la alegría y de la relación íntima. Una vez que la doncella se casaba con el Rey, tomaba un nuevo nombre y una corona como reina. La ciudad, también tendría una reputación nueva (nombre y corona) debido a su estrecha relación con Dios. Y al igual que la alegría en un banquete de matrimonio, la gloria de la ciudad sería una alegría para Dios y para sus habitantes [3-4].

¿Vemos nosotros lo possible en situaciones similares de desesperación? ¿No es esto una prueba de la fe?


Del salmo 95 R/. Cantemos la grandeza del Señor.

Cantemos al Señor un nuevo canto, que le cante al Señor toda la tierra; cantemos al Señor y bendigámoslo. R/.

Proclamemos su amor día tras día, su grandeza anunciemos a los pueblos; de nación en nación, sus maravillas. R/.
Alaben al Señor, pueblos del orbe, reconozcan su gloria y su poder y tribútenle honores a su nombre. R/.
Caigamos en su templo de rodillas. Tiemblen ante el Señor los atrevidos. "Reina el Señor", digamos a los pueblos, gobierna a las naciones con justicia. R/.


Uno solo y el mismo Espíritu distribuye sus dones según su voluntad.

De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 12, 4-11

Hermanos: Hay diferentes dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diferentes servicios, pero el Señor es el mismo. Hay diferentes actividades, pero Dios, que hace todo en todos, es el mismo.
En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Uno recibe el don de la sabiduría; otro, el don de la ciencia. A uno se le concede el don de la fe; a otro, la gracia de hacer curaciones, y a otro más, poderes milagrosos. Uno recibe el don de profecía, y otro, el de discernir 1os espíritus. A uno se le concede el don de lenguas, y a otro el de interpretarlas. Pero es uno solo y el mismo Espíritu el que hace todo eso, distribuyendo a cada uno sus dones según su voluntad. 

Palabra de Dios.Te alabamos, Señor.

Comentario:
“Existen carismas diversos, pero un mismo Espíritu; existen ministerios diversos, pero un mismo Señor; existen actividades
diversas, pero un mismo Dios que ejecuta todo en todos. A cada uno se le da una manifestación del Espíritu para el bien
común. Uno por el Espíritu tiene el don de hablar con sabiduría, otro según el mismo Espíritu el hablar con  penetración,
otro por el mismo Espíritu la fe, otro por el único Espíritu carisma de sanaciones, otro realizar milagros, otro profecía, otro
discreción de espíritus, otro hablar lenguas diversas, otro  interpretarlas. Pero todo lo ejecuta el mismo y único Espíritu
repartiendo a cada uno como quiere”


ACLAMACIÓN (Cfr. 2 Ts 2, 14) R/. Aleluya, aleluya.

Dios nos ha llamado, por medio del Evangelio, a participar de la gloria de nuestro Señor Jesucristo. R/.


El primer signo de Jesús, en Caná de Galilea.

Del santo Evangelio según san Juan: 2, 1-11

En aquel tiempo, hubo una boda en Caná de Galilea, a la cual asistió la madre de Jesús. Este y sus discípulos también fueron invitados. Como llegara a faltar el vino, María le dijo a Jesús: "Ya no tienen vino". Jesús le contesto: "Mujer, ¿qué podemos hacer tú y yo? todavía no llega mi hora". Pero ella dijo a los que servían: "Hagan lo Él les diga".
Había allí seis tinajas de piedra, de unos cien litros cada una, que servían para las purificaciones de los judíos Jesús dijo a los que servían: "Llenen de agua esas tinajas”. Y las llenaron hasta el borde. Entonces les dijo: "Saquen ahora un poco y llévenselo al encargado de la fiesta". Así lo hicieron, y en cuanto el encargado de la fiesta probó el agua convertida en vino, sin saber su procedencia, porque solo los sirvientes la sabían, llamó al novio y le dijo "Todo el mundo sirve primero el vino mejor, y cuando invitados ya han bebido bastante, se sirve el corriente. Tú, en cambio, has guardado el vino mejor hasta ahora".

Esto que Jesús hizo en Caná de Galilea fue el primero de sus signos. Así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en Él.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Comentario:
Los Milagros son "Signos"

Aunque el evangelio que escucharemos con mayor frecuencia este año es el de san Lucas, el texto de hoy viene de san Juan; se trata de las bodas de Caná. La importancia de este texto es doble: por una parte, enlaza muy bien con las festividades que cierran el tiempo de Navidad, a saber, la Epifanía y el Bautismo; por otra parte, abre el sentido del ministerio público de Cristo, y en concreto, de sus milagros, a los que san Juan llama apropiadamente "señales."

Recordemos que una epifanía es una "manifestación" de la divinidad, y en ese sentido es una realidad muy próxima a lo que san Juan llama "semeion," o sea, un "signo" o "señal reveladora." Lo importante de los milagros no es el hecho extraño en sí mismo, porque también los científicos y los ingenieros logran cosas asombrosas; lo importa de los milagros y señales que Jesús hará en su ministerio es que en ellos hay un lenguaje que nos habla de Dios, de su Reino, de su Voluntad y de su Gloria.

Cada milagro de Dios es una señal de su presencia cercana y amorosa; cada milagro es genuino es una expresión de su voluntad que nos rehace y nos llama a amarle y servirle con alegría, como pueblo de redimidos que somos.

En particular, tiene su interés este milagro de Caná porque uno tiende a pensar que Cristo sólo hacía milagros para sanar defectos o enfermedades o posesiones diabólicas en las personas. Comparado con lo que implica devolver la vista a un ciego, el milagro de convertir agua en vino parece casi trivial. Pero no fue trivial para Cristo, por dos razones: una, porque no es trivial para él atender al ruego de su Madre; dos, porque cada detalle de nuestra vida es importante para él. Nuestro Dios no cuida sólo de lo grande y voluminoso de nuestra existencia sino que está atento a lo pequeño y discreto: quien ama no quiere sólo dar vida sino también alegría.

Credo

PLEGARIA UNIVERSAL

A Dios, nuestro Padre, que anuncia por medio de Jesucristo su gracia y su salvación a toda la humanidad, presentémosle nuestras intenciones. 

Después de cada petición diremos:

Escúchanos, Padre, y aumenta nuestra fe.
Para que todas las Iglesias y comunidades cristianas caminemos sinceramente hacia la unidad, según la voluntad de Jesús.Oremos.
Para que los que participan en reuniones ecuménicas realicen su labor con mucha fe y el Señor los ilumine. Oremos.
Para que los que se han quedado sin trabajo a causa de la crisis económica tengan la ayuda que necesitan en su situación.Oremos.
Para que todos nosotros amemos, escuchemos y leamos cada vez más la Palabra de Dios, a fin de que sea una guía para nuestras vidas. Oremos. Escucha, Padre, nuestra oración, y concédenos los dones de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos, Señor participar dignamente en esta Eucaristía, porque cada vez que celebramos el memorial del sacrificio de tu Hijo, se lleva a cabo la obra de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio para los domingos del Tiempo Ordinario.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Sal 22, 5)
Para mí, Señor, has preparado la mesa y has llenado la copa hasta los bordes.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Infúndenos, Señor el espíritu de tu caridad para que, alimentados del mismo pan del cielo, permanezcamos siempre unidos por el mismo amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- Compartir la vida, dar la vida, donarse sin enmascarar ni disfrazar egoísmo alguno es el significado último y genuino del amor matrimonial. Los esposos se reconocen necesitados perpetuos de apoyo, de cariño, de compañía y por eso, se eligen y se comprometen a darse y recibirse recíprocamente. La capacidad de dar y recibir esta en nuestra naturaleza y condición humana, y a su vez, necesita adiestrarse y acrecentarse. De otra manera vamos siendo víctimas de espejismos e ilusiones, puesto que definimos con el nombre de amor a todas las caricaturas egoístas que lo degradan. Darse en abundancia, olvidarse de uno mismo, entregarse gustosamente, son los rasgos comunes al amor verdadero. Poetas, místicos y enamorados de todas las épocas y culturas lo han expresado de forma bella. Quien lea el Cantar de los Cantares lo podrá corroborar.