Santos: Julián de Antioquia,
mártir; Andrés Corsini o de Fiésole, obispo. Beata Alexia Le Clerc, fundadora.
Feria (Blanco)
EN EL AMOR NO EXISTE TEMOR
1 Jn 4,11-18; Mc 6,45-52
El amor inmaduro experimenta celos y desconfianza. El amor maduro
ha superado la ingenua visión del enamorado porque ha descubierto y aceptado de
manera plena al amado. Lo que sucede en las relaciones interpersonales acontece
también en el terreno de las experiencias de fe entre los creyentes y Dios. El
Padre nos ama con amor maternal, nos aprecia sin condiciones ni intereses
mezquinos. Por eso podemos hacer nuestra la confianza del salmista que
"acalla y modera sus deseos como un niño en brazos de su madre". La
narración del Evangelio de san Marcos puede ilustrarnos acerca de este asunto.
Los discípulos se asustan ante la presencia inesperada de Jesús en medio del
lago, porque imaginan de acuerdo a su visión estrecha y rudimentaria que la
naturaleza puede interponerse como un obstáculo irremontable entre ellos y
Jesús. Olvidaban sin duda, que el amor es más potente que las aguas
encrespadas.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Is 9,
2)
El pueblo que caminaba en tinieblas, vio una
luz intensa. Sobre los que vivían en tierra de sombras, brilló una luz.
ORACIÓN COLECTA
Señor, Dios nuestro, luz del mundo, concede una paz estable a
todos los pueblos de la tierra, y haz que aquella luz resplandeciente que
condujo a los Magos al conocimiento de tu Hijo, ilumine también nuestros
corazones. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Si nos amamos los unos a los otros, Dios
permanece en nosotros.
De la primera carta del
apóstol san Juan: 4, 11-18
Queridos hijos: Si Dios nos ha amado tanto, también nosotros
debemos amarnos los unos a los otros. A Dios nadie lo ha visto nunca; pero si
nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y su amor en
nosotros es perfecto.
En esto conocemos que permanecemos en Él, y Él en nosotros: en que nos ha dado
su Espíritu. Nosotros hemos visto, y de ello damos testimonio, que el Padre
envió a su Hijo como salvador del mundo. Quien confiesa que Jesús es Hijo de
Dios, permanece en Dios y Dios en él.
Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en ese amor.
Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él. En
esto llega a la perfección el amor que Dios nos tiene: en que esperamos con
tranquilidad el día del juicio, porque nosotros vivimos en este mundo en la
misma forma que Jesucristo vivió.
En el amor no hay temor. Al contrario, el amor perfecto excluye el temor,
porque el que teme, mira al castigo, y el que teme no ha alcanzado la
perfección del amor.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Comentario:
El amor perfecto expulsa el temor
El amor hace visible a Dios, pues "a Dios nadie lo ha visto
nunca; si nosotros nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros".
Sucede así porque el amor hizo visible a Dios, según las palabras del arcángel
a la Santa Virgen: "el Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del
Altísimo te cubrirá con su sombra" (Lc 1,35). La carne de Jesús es la
manifestación visible, el punto hacia donde nuestros ojos pueden dirigirse
cuando quieren saber qué significa "amor".
Ahora es nuestra carne, es nuestra conducta, nuestro modo de ser
en este mundo, quien irradia el misterio divino. Hemos recibido la vida
"que se ha manifestado" (1 Jn 1,2) y por eso manifestamos esa vida
como la manifestó Jesús, en el amor de unos por otros. Es el fruto natural de
aquello que hemos recibido creyendo en al Autor de la vida. De esta manera, la
fe se vuelve amor; la escucha a la Palabra se vuelve obediencia a sus
mandamientos; la profesión de la fe se vuelve un modo de ser y vivir.
Es lógico entonces afirmar que quien permanece en este amor que
brota de la revelación divina lleva a Dios en sí, y quien le tiene no le teme.
No tememos la llegada porque ya nos gozamos en la presencia. Y sin embargo, es
más lo que esperamos que lo que tenemos. Esperamos el día del juicio, pero ese
juicio no cambia sino que perfecciona lo que ya sido juzgado y expulsado de
nosotros, es decir, el pecado y al autor del pecado. No tememos porque ya hemos
pasado por ese juicio y ese juicio fue libertad para nosotros y castigo para la
maldad que nos hacía daño.
Del salmo 71 R/. Que te
adoren, Señor, todos los pueblos.
Comunica, Señor, al rey tu juicio, y tu justicia al que es hijo de reyes; así
tu siervo saldrá en defensa de tus pobres y regirá a tu pueblo justamente. R/.
Los reyes de occidente y de las islas le ofrecerán sus dones. Ante él se
postraran todos los reyes y todas las naciones. R/.
Al débil librará del poderoso y ayudará al que se encuentra sin amparo; se
apiadará del desvalido y pobre y salvará la vida al desdichado. R/.
ACLAMACIÓN (Cfr. 1 Tm 3,
16) R/. Aleluya, aleluya.
Gloria a ti, Cristo Jesús, que has sido proclamado a las naciones. Gloria a ti,
Cristo Jesús, que has sido anunciado al mundo. R/.
Lo vieron caminar sobre el agua.
Del santo Evangelio según
san Marcos: 6, 45-52
En aquel tiempo, después de la multiplicación de los panes, Jesús
apremio a sus discípulos a que subieran a la barca y se dirigieran a Betsaida,
mientras el despedía a la gente. Después de despedirlos, se retiró al monte a
orar.
Entrada la noche, la barca estaba en medio del lago y Jesús, solo, en tierra.
Viendo los trabajos con que avanzaban, pues el viento les era contrario, se
dirigió a ellos caminando sobre el agua, poco antes del amanecer, y parecía que
iba a pasar de largo.
Al verlo andar sobre el agua, ellos creyeron que era un fantasma y se pusieron
a gritar, porque todos lo habían visto y estaban espantados. Pero Él les habló
enseguida y les dijo: "!Ánimo¡ Soy yo; no teman". Subió a la barca
con ellos y se calmó el viento. Todos estaban llenos de espanto y es que no
habían entendido el episodio de los panes, pues tenían la mente embotada.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
Las otras epifanías
Estos días posteriores a la solemnidad de la Epifanía tienen sus
ecos, y esto se ve particularmente en los textos evangélicos que la Iglesia nos
regala para la Santa Misa.
Hay en esta escogencia un hecho muy bello. Si recordamos, las
lecturas del adviento nos hablaban precisamente de cómo habrían de manifestarse
la fidelidad y la misericordia de Dios en el Mesías. Lo que estamos leyendo es
el cumplimiento de esas promesas. De ese modo, cabe decir que la epifanía es la
sobreabundante respuesta al adviento.
Ayer escuchábamos el relato de la multiplicación de los panes. Una
epifanía maravillosa de la bondad de Dios pero también un mensaje claro sobre
su majestad, que no tiene fronteras. Hoy, de algún modo, el milagro se
prolonga. Cristo se acerca a la barca caminando sobre el agua. Apenas podemos
imaginarnos lo que esto significaba para aquellos galileos, herederos del pavor
judío hacia las masas de agua. El pánico les hace gritar como niños aterrados,
y es necesaria la voz de Jesús para que recobren la calma, no sin dejar de
notar que el viaje se ha acortado misteriosamente.
Estamos, pues, ante una espectacular epifanía digna de una
película de ficción. Mas ya sabemos que a Jesús no le interesa la ostentación;
no es ése su móvil entonces cuando se acerca a ellos de un modo tan particular.
Yo aventuro una hipótesis.
Cristo quería llevarlos a las tierras de sus miedos. También el
miedo necesita ser evangelizado. El terror reporta poder sobre la raza humana y
es capaz de adueñarse de nuestras decisiones y preferencias. Cristo se hace
presente en ese "mar" de nuestros terrores más profundos para
"exorcizar" de nosotros la fuerza que la oscuridad, la ignorancia y
las tradiciones populares han alcanzado. Él es el Señor, y su señorío no puede
ni debe entenderse por el viento, el mar, los recuerdos o las historias que van
de boca en boca. Sólo es el Rey. Sólo Él.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor y Dios nuestro, que infundes en nosotros los sentimientos de
la verdadera adoración y nos impulsas a vivir en plena concordia con nuestros
prójimos, concédenos poder tributarte con estas ofrendas el culto que te es
debido y estrechar los lazos de caridad con nuestros hermanos, por la
participación en este sacramento. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio de Navidad o de la Epifanía.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1
Jn 1, 2)
La Vida eterna, que estaba junto al Padre, se manifestó a nosotros
y nosotros la hemos visto.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA
COMUNIÓN
Que tu pueblo, Señor, al que jamás has dejado de tu mano,
experimente tu ayuda presente y futura a fin de que, disfrutando de los bienes
terrenos necesarios pueda buscar con mayor confianza los bienes eternos. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Homilías de Fr. Nelson Medina, O.P.