Santos: San Apolinar de Hierápolis, obispo; Severino de Austria, abad. Beata
Eurosia Fabris de Barban, laica. Feria (Blanco)
EL AMOR SE HIZO VISIBLE
1 Jn 4,7-10; Mc 6,34-44
La Carta de san Juan comparte con los lectores una certeza
profunda: el amor de Dios se ha hecho patente en la persona y la obra de Jesús.
Esa no es una lección teórica que el autor de la carta haya aprendido en algún
libro, es la experiencia compartida por numerosos testigos de Jesús. Ellos
vivieron en carne propia la entrega libre y generosa del Maestro que se
desvivía por atender los justos reclamos de la gente de Galilea. El Evangelio
de san Marcos nos relata la narración concisa de la multiplicación de los
panes, y nos ilustra de forma clara la condición y la actitud de pastor modelo
del Señor Jesús. El amor del que nos habla la Carta de san Juan es la vida
compartida. No hay amor verdadero sin el don reciproco. Quien confía en el amor
providente de Dios no teme arriesgarse a compartir su vida, su tiempo y sus
recursos, puesto que sabe que el Padre bondadoso no descuida jamás a sus hijos.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal
117, 26-27)
Bendito el que viene en el nombre del Señor.
El Señor es Dios, él nos ilumina.
ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Señor, que tu Hijo, que quiso hacerse semejante a
nosotros para manifestársenos, nos vaya haciendo, cada día, más semejantes a
Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por
siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Dios es amor.
De la primera carta del
apóstol san Juan: 4, 7-10
Queridos hijos: Amémonos los unos a los otros, porque el amor
viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no
ama, no conoce a Dios, porque Dios es amor. El amor que Dios nos tiene se ha
manifestado en que envió al mundo a su Hijo unigénito para que vivamos por El.
El amor consiste en esto: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que
Él nos amó primero y nos envió a su Hijo, como víctima de expiación por
nuestros pecados.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Comentario:
El que ama ha nacido de Dios
La expresión audaz del apóstol Juan puede parecernos excesiva. Si
decimos que todo el que ama ha nacido de Dios, tendremos que afirmar que han
nacido de Dios muchos y muchas que entienden el amor a su manera, quizá sólo
como una justificación o un nombre romántico para sus pasiones.
Pero esa interpretación no es forzosa. Todo depende de qué
consideramos como conocido y qué consideramos por conocer. En una afirmación
como la de Juan hay algo que se supone que es conocido y algo que queremos
conocer y que describimos en términos de lo que afirmamos como conocido. En una
frase como "Antonio es rubio", lo conocido es "rubio" y lo
que estamos en proceso de conocer es "Antonio". El predicado es lo
conocido; el sujeto es lo que estamos conociendo. Así que debemos preguntarnos
qué podría ser sujeto y qué predicado en este versículo central.
En efecto, la afirmación de san Juan que estamos estudiando tiene
una estructura de sujeto y predicado. Su sujeto es "el que ama" de
donde hemos de tomar como conocido y como camino para afirmar algo de este
sujeto lo que sigue, esto es el predicado: "el que ha nacido de
Dios". Quiero decir: para Juan lo que nosotros conocemos es quién ha
nacido o no ha nacido de Dios y sobre esta base afirmamos ahora que "el
que ama" tiene esas cualidades y características propias de quien ha
nacido de Dios.
Con otras palabras: el texto del apóstol no nos autoriza a hablar
de cualquier modo del amor, pues precisamente lo que está aseverando es que el
que ama tiene las características de un nacido de Dios. ¿Y cómo sabemos cómo es
un nacido de Dios? Porque conocemos al Nacido de Dios, al Unigénito, a Cristo.
Gracias a que hemos "visto y oído" a este Nacido de Dios (cf. 1 Jn
1,1-4), no estamos en poder de nuestro capricho cuando vamos a hablar del amor.
Después de Cristo sabemos cómo son los que nacen de Dios y por eso sabemos cómo
son los que aman.
Del salmo 71 R/. Que te
adoren, Señor, todos los pueblos.
Comunica, Señor, al rey tu juicio, y tu justicia al que es hijo de reyes; así
tu siervo saldrá en defensa de tus pobres y regirá a tu pueblo justamente. R/.
Justicia y paz ofrecerán al pueblo las colinas y los montes. El rey hará
justicia al oprimido y salvará a los hijos de los pobres. R/.
Florecerá en sus días la justicia y reinará la paz, era tras era. De mar a mar
se extenderá su reino y de un extremo al otro de la tierra. R/.
ACLAMACIÓN (Lc 4, 18) R/.
Aleluya, aleluya.
El Señor me ha enviado para llevar a los pobres la buena nueva y anunciar la
liberación a los cautivos. R/.
Al multiplicar los panes, Jesús se manifiesta
como profeta.
Del santo Evangelio según
san Marcos: 6, 34-44
En aquel tiempo, al desembarcar Jesús, vio una numerosa multitud
que lo estaba esperando, y se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas
sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.
Cuando ya atardecía, se acercaron sus discípulos y le dijeron: "Estamos en
despoblado y ya es muy tarde. Despide a la gente para que vayan por los
caseríos y poblados del contorno y compren algo de comer". Él les replicó:
"Denles ustedes de comer". Ellos le dijeron: "¿Acaso vamos a ir
a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?". Él les
preguntó: "¿Cuantos panes tienen? Vayan a ver". Cuando lo
averiguaron, le dijeron: "Cinco panes y dos pescados".
Entonces ordenó Jesús que la gente se sentara en grupos sobre la hierba verde y
se acomodaron en grupos de cien y de cincuenta. Tomando los cinco panes y los
dos pescados, Jesús alzó los ojos al cielo, bendijo a Dios, partió los panes y
se los dio a los discípulos para que los distribuyeran; lo mismo hizo con los
dos pescados.
Comieron todos hasta saciarse, y con las sobras de pan y de pescado que
recogieron llenaron doce canastos. Los que comieron fueron cinco mil hombres.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
No sólo alimentarnos de pan, sino de la verdad y del amor de
Cristo Eucaristía.
«El milagro no se produce de la nada, sino de un modesto compartir
inicial de lo que un muchacho sencillo tenía con él. Jesús no nos pide lo que
no tenemos, sino nos hace ver que si cada uno ofrece lo poco que tiene, puede
lograrse una y otra vez el milagro: Dios es capaz de multiplicar nuestro
pequeño gesto de amor y hacernos partícipes de su don. La multitud fue
sorprendida por el prodigio: ve en Jesús al nuevo Moisés, digno de poder, y en
el nuevo maná, el futuro asegurado; pero se detienen en el elemento material,
en lo que habían comido, y el Señor, "a sabiendas de que intentaban venir
a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte él solo".
Jesús no es un rey terrenal, que ejerce su dominio, sino un rey que sirve, que
se acerca hasta el hombre para satisfacer no solo el hambre material, sino
sobre todo un hambre más profundo, el hambre de orientación, de sentido, de
verdad, el hambre de Dios» (Benedicto XVI, 29 de julio de 2012).
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, con bondad las ofrendas de tu
pueblo y concédenos que, las realidades que creemos por la fe, consigamos por
este sacramento celestial.
Por Jesucristo, nuestro
Señor.
Prefacio de Navidad o de la Epifanía.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN
(Ef 2, 4; Rm 8, 3)
Por el gran amor con que nos amó, Dios envió a su propio Hijo a
compartir nuestra condición humana en todo, menos en el pecado.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA
COMUNIÓN
Señor Dios, que nos unes a ti por la participación de este
sacramento, concédenos obtener toda su eficacia para que así, la recepción de
este don tuyo nos haga más dignos de seguirlo recibiendo. Por Jesucristo,
nuestro Señor.