Día VII
de la octava de Navidad.
Santos: Silvestre I, Papa; Columba de Sens, mártir y
Melania "la Joven", viuda. Feria (Blanco)
EL DISCERNIMIENTO DE
ESPÍRITUS
1 Jn 2, 18-21; Jn 1,1-18
La comunidad que recibió la Primera carta de san Juan atravesaba
por un momento crítico. En la comunidad se habían manifestado numerosos
hermanos que habían distorsionado radicalmente el mensaje de Jesús; negaban su
condición filial y pretendían desconectarlo de la íntima amistad con su Padre.
Los supuestos cristianos que en realidad distorsionan el mensaje auténtico de
Jesús son considerados el Anticristo. Se oponen a la Verdad que el Espíritu va
manifestando a los verdaderos discípulos. La luz que Jesús vino a traer a los
suyos genera distintas reacciones: unos la rechazan y otros la acogen. Jesús no
es un intermediario más de parte del Padre. Es el revelador definitivo porque
nos participa de su íntima y exclusiva relación con el Padre. Moisés el
revelador que gozaba de mayor autoridad en Israel no había visto colmado su
anhelo. Él ansiaba conocer el rostro de Dios, pero no lo consiguió. El
evangelista lo ratifica con toda claridad, a Dios nadie lo ha visto, ni puede
verlo, solamente el Verbo encarnado nos lo transparenta con autoridad.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Is 9,
6)
Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha
dado. La insignia del poder está sobre sus hombros y se le llamará Ángel del
Gran Consejo.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que has querido que todo esfuerzo del
hombre por ir a tu encuentro tenga su origen y su plenitud en el nacimiento de
tu Hijo, concédenos contarnos siempre entre el número de los que siguen a
Cristo, en quien está la salvación de todo el género humano. Por nuestro Señor
Jesucristo...
Han recibido ustedes la unción del Espíritu
Santo.
De la primera carta del
apóstol san Juan: 2, 18-21
Hijos míos: Ésta es la última hora. Han oído ustedes que iba a
venir el anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido ya, por lo
cual nos damos cuenta de que es la última hora.
De entre ustedes salieron, pero no eran de los nuestros; pues si hubieran sido
de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para que se
pusiera de manifiesto que ninguno de ellos es de los nuestros.
Por lo que a ustedes toca, han recibido la unción del Espíritu Santo y tienen
así el verdadero conocimiento. Les he escrito, no porque ignoren la verdad,
sino porque la conocen y porque ninguna mentira viene de la verdad.
Palabra
de Dios. Te alabamos, Señor.
Comentario:
Esta es la última
hora
Harto da qué
pensar eso de que en el siglo I ya Juan nos hable de que estamos en la última
hora (1 Jn 2,18). Idea que no era sólo suya. La Carta a los Hebreos habla de
"estos tiempos, que son los últimos...". Tales palabras resuenan de
modo particular en el último día del año civil.
Juan ve llegada
la última hora por la multiplicación de anticristos, palabra que aquí debe
entenderse seguramente en el sentido general de "adversarios de la
propagación del Evangelio". Las enseñanzas de estos adversarios pueden
deducirse del conjunto de advertencias que trae la Carta. Al parecer se trataba
de tendencias que hoy llamaríamos "gnósticas", que quitaban
importancia a la Encarnación del Verbo y pretendían una especie de salvación
por el conocimiento (gnosis) al margen de la vida y de las enseñanzas
específicas de Cristo. Mucho de esto puede ciertamente encontrarse hoy en la
New Age.
Juan hace una
lectura de esa abundancia de apóstatas: se trata de una anticipación del
juicio. Y como el gran juicio sólo pertenece a Dios y sólo se dará en el último
día, es claro que ya en nuestra historia es sensible la proximidad de ese
desenlace, porque ya vemos que acontecen primicias del gran juicio divino, que
está separando lo que sí es de lo que no es.
Así habría que
entender aquello de "esta es la última hora". El sentido sería: no
dejemos que nos desanime la pérdida de hermanos que sólo eran falsos hermanos.
Con su partida ellos están cumpliendo en el fondo un designio de Dios que
purifica a su pueblo y declara lo que es suyo, y que así anticipa el juicio del
final de los tiempos.
Del salmo 95 R/. Alégrense
los cielos y la tierra.
Cantemos al Señor un nuevo canto, que le cante al Señor toda la tierra;
cantemos al Señor y bendigámoslo, proclamemos su amor día tras día. R/.
Alégrense los cielos y la tierra, retumbe el mar y el mundo submarino. Salten
de gozo el campo y cuanto encierra, manifiesten los bosques regocijo. R/.
Regocíjese todo ante el Señor, porque ya viene a gobernar el orbe. Justicia y
rectitud serán las normas con las que rija a todas las naciones. R/.
ACLAMACIÓN (Jn 1, 14. 12)
R/. Aleluya, aleluya.
Aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. A todos los que
lo recibieron les concedió poder llegar a ser hijos de Dios. R/.
Aquel que es la Palabra se hizo hombre.
Del santo Evangelio según
san Juan: 1, 1-18
En el principio ya existía aquel que es la Palabra, y aquel que es
la Palabra estaba con Dios y era Dios. Ya en el principio Él estaba con Dios.
Todas las cosas vinieron a la existencia por Él y sin Él nada empezó de cuanto
existe. Él era la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en
las tinieblas y las tinieblas no la recibieron.
Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Éste vino como testigo,
para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de Él. Él no
era la luz, sino testigo de la luz.
Aquel que es la Palabra era la luz verdadera, que ilumina a todo hombre que
viene a este mundo. En el mundo estaba; el mundo había sido hecho por El y, sin
embargo, el mundo no lo conoció.
Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron; pero a todos los que lo
recibieron les concedió poder llegar a ser hijos de Dios, a los que creen en su
nombre, los cuales no nacieron de la sangre, ni del deseo de la carne, ni por
voluntad del hombre, sino que nacieron de Dios.
Y aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. Hemos visto
su gloria, gloria que le corresponde como a Unigénito del Padre, lleno de
gracia y de verdad.
Juan el Bautista dio testimonio de Él, clamando: "A éste me refería cuando
dije: 'El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya
existía antes que yo' ".
De su plenitud hemos recibido todos gracia sobre gracia. Porque la ley fue dada
por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad vinieron por
Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás. El Hijo unigénito, que está en el
seno del Padre, es quien lo ha revelado.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
En el principio
ya existía la Palabra...
Por contraste con
el tema de la última hora, el evangelio de hoy toma el precioso prólogo de
Juan, que nos remite al principio.
La impresionante
altura contemplativa de este texto nos lleva del modo más dramático posible a
la admiración del misterio de la Navidad. Por siglos, hombres y mujeres han
desfallecido de amor y asombro ante la grandeza de esa compasión que trae a
nuestra historia al Autor de la vida. ¡Qué bello, qué infinitamente bello nos
parece el Niño cuando se nos revela un poco más de quién es y por qué viene a
nuestro humilde valle!
El centro de este
texto inmortal está, sin duda, en el v. 14: "la Palabra se hizo hombre y
habitó entre nosotros". ¡Se hizo hombre!, ¡se hizo carne, capacidad de
dolor y traición, fragilidad que recorre el borde de la muerte!
El amor
inconmensurable de la Encarnación es también la razón de su majestad y
soberanía sobre toda carne. La misericordia de Dios quita validez a toda
disculpa del hombre. La luz de Dios revela una verdad que nos desnuda de la
comodidad de no saber quién es el verdadero Señor entre tantas voces de falsos
señores. Por eso el Niño del pesebre es también el juez de nuestras vidas: sólo
quien nos ha amado hasta el extremo de su bondad puede revelarnos el extremo de
nuestra verdad.
No se dice Credo.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor y Dios nuestro, que infundes en nosotros los sentimientos de
la verdadera adoración y nos impulsas a vivir en plena concordia con nuestros
prójimos, concédenos poder tributarte con estas ofrendas el culto que te es
debido y estrechar los lazos de caridad con nuestros hermanos, por la
participación en este sacramento. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-III de Navidad.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1
Jn 4, 9)
Dios envió al mundo a su Hijo único, para darnos vida por medio de
Él.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA
COMUNIÓN
Que tu pueblo, Señor, al que jamás has dejado de tu mano,
experimente tu ayuda presente y futura a fin de que, disfrutando de los bienes
terrenos necesarios, pueda buscar con mayor confianza los bienes eternos. Por
Jesucristo, nuestro Señor.