31 de diciembre de 2012

31 de Diciembre. Octava de Navidad. Ciclo C



Día VII de la octava de Navidad.

Santos: Silvestre I, Papa; Columba de Sens, mártir y Melania "la Joven", viuda. Feria (Blanco)

EL DISCERNIMIENTO DE ESPÍRITUS
1 Jn 2, 18-21; Jn 1,1-18
La comunidad que recibió la Primera carta de san Juan atravesaba por un momento crítico. En la comunidad se habían manifestado numerosos hermanos que habían distorsionado radicalmente el mensaje de Jesús; negaban su condición filial y pretendían desconectarlo de la íntima amistad con su Padre. Los supuestos cristianos que en realidad distorsionan el mensaje auténtico de Jesús son considerados el Anticristo. Se oponen a la Verdad que el Espíritu va manifestando a los verdaderos discípulos. La luz que Jesús vino a traer a los suyos genera distintas reacciones: unos la rechazan y otros la acogen. Jesús no es un intermediario más de parte del Padre. Es el revelador definitivo porque nos participa de su íntima y exclusiva relación con el Padre. Moisés el revelador que gozaba de mayor autoridad en Israel no había visto colmado su anhelo. Él ansiaba conocer el rostro de Dios, pero no lo consiguió. El evangelista lo ratifica con toda claridad, a Dios nadie lo ha visto, ni puede verlo, solamente el Verbo encarnado nos lo transparenta con autoridad.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Is 9, 6)
Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. La insignia del poder está sobre sus hombros y se le llamará Ángel del Gran Consejo.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que has querido que todo esfuerzo del hombre por ir a tu encuentro tenga su origen y su plenitud en el nacimiento de tu Hijo, concédenos contarnos siempre entre el número de los que siguen a Cristo, en quien está la salvación de todo el género humano. Por nuestro Señor Jesucristo...

Han recibido ustedes la unción del Espíritu Santo.

De la primera carta del apóstol san Juan: 2, 18-21

Hijos míos: Ésta es la última hora. Han oído ustedes que iba a venir el anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido ya, por lo cual nos damos cuenta de que es la última hora.

De entre ustedes salieron, pero no eran de los nuestros; pues si hubieran sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para que se pusiera de manifiesto que ninguno de ellos es de los nuestros.

Por lo que a ustedes toca, han recibido la unción del Espíritu Santo y tienen así el verdadero conocimiento. Les he escrito, no porque ignoren la verdad, sino porque la conocen y porque ninguna mentira viene de la verdad. 

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Comentario:
Esta es la última hora

Harto da qué pensar eso de que en el siglo I ya Juan nos hable de que estamos en la última hora (1 Jn 2,18). Idea que no era sólo suya. La Carta a los Hebreos habla de "estos tiempos, que son los últimos...". Tales palabras resuenan de modo particular en el último día del año civil.

Juan ve llegada la última hora por la multiplicación de anticristos, palabra que aquí debe entenderse seguramente en el sentido general de "adversarios de la propagación del Evangelio". Las enseñanzas de estos adversarios pueden deducirse del conjunto de advertencias que trae la Carta. Al parecer se trataba de tendencias que hoy llamaríamos "gnósticas", que quitaban importancia a la Encarnación del Verbo y pretendían una especie de salvación por el conocimiento (gnosis) al margen de la vida y de las enseñanzas específicas de Cristo. Mucho de esto puede ciertamente encontrarse hoy en la New Age.

Juan hace una lectura de esa abundancia de apóstatas: se trata de una anticipación del juicio. Y como el gran juicio sólo pertenece a Dios y sólo se dará en el último día, es claro que ya en nuestra historia es sensible la proximidad de ese desenlace, porque ya vemos que acontecen primicias del gran juicio divino, que está separando lo que sí es de lo que no es.

Así habría que entender aquello de "esta es la última hora". El sentido sería: no dejemos que nos desanime la pérdida de hermanos que sólo eran falsos hermanos. Con su partida ellos están cumpliendo en el fondo un designio de Dios que purifica a su pueblo y declara lo que es suyo, y que así anticipa el juicio del final de los tiempos.


Del salmo 95 R/. Alégrense los cielos y la tierra.

Cantemos al Señor un nuevo canto, que le cante al Señor toda la tierra; cantemos al Señor y bendigámoslo, proclamemos su amor día tras día. R/.

Alégrense los cielos y la tierra, retumbe el mar y el mundo submarino. Salten de gozo el campo y cuanto encierra, manifiesten los bosques regocijo. R/.

Regocíjese todo ante el Señor, porque ya viene a gobernar el orbe. Justicia y rectitud serán las normas con las que rija a todas las naciones. R/.



ACLAMACIÓN (Jn 1, 14. 12) R/. Aleluya, aleluya.

Aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. A todos los que lo recibieron les concedió poder llegar a ser hijos de Dios. R/.


Aquel que es la Palabra se hizo hombre.

Del santo Evangelio según san Juan: 1, 1-18

En el principio ya existía aquel que es la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Ya en el principio Él estaba con Dios. Todas las cosas vinieron a la existencia por Él y sin Él nada empezó de cuanto existe. Él era la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la recibieron.

Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de Él. Él no era la luz, sino testigo de la luz.

Aquel que es la Palabra era la luz verdadera, que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba; el mundo había sido hecho por El y, sin embargo, el mundo no lo conoció.

Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron; pero a todos los que lo recibieron les concedió poder llegar a ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre, los cuales no nacieron de la sangre, ni del deseo de la carne, ni por voluntad del hombre, sino que nacieron de Dios.

Y aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. Hemos visto su gloria, gloria que le corresponde como a Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan el Bautista dio testimonio de Él, clamando: "A éste me refería cuando dije: 'El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo' ".
De su plenitud hemos recibido todos gracia sobre gracia. Porque la ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás. El Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha revelado.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.


Comentario:
En el principio ya existía la Palabra...

Por contraste con el tema de la última hora, el evangelio de hoy toma el precioso prólogo de Juan, que nos remite al principio.

La impresionante altura contemplativa de este texto nos lleva del modo más dramático posible a la admiración del misterio de la Navidad. Por siglos, hombres y mujeres han desfallecido de amor y asombro ante la grandeza de esa compasión que trae a nuestra historia al Autor de la vida. ¡Qué bello, qué infinitamente bello nos parece el Niño cuando se nos revela un poco más de quién es y por qué viene a nuestro humilde valle!

El centro de este texto inmortal está, sin duda, en el v. 14: "la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros". ¡Se hizo hombre!, ¡se hizo carne, capacidad de dolor y traición, fragilidad que recorre el borde de la muerte!

El amor inconmensurable de la Encarnación es también la razón de su majestad y soberanía sobre toda carne. La misericordia de Dios quita validez a toda disculpa del hombre. La luz de Dios revela una verdad que nos desnuda de la comodidad de no saber quién es el verdadero Señor entre tantas voces de falsos señores. Por eso el Niño del pesebre es también el juez de nuestras vidas: sólo quien nos ha amado hasta el extremo de su bondad puede revelarnos el extremo de nuestra verdad.

No se dice Credo.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor y Dios nuestro, que infundes en nosotros los sentimientos de la verdadera adoración y nos impulsas a vivir en plena concordia con nuestros prójimos, concédenos poder tributarte con estas ofrendas el culto que te es debido y estrechar los lazos de caridad con nuestros hermanos, por la participación en este sacramento. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I-III de Navidad.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1 Jn 4, 9)
Dios envió al mundo a su Hijo único, para darnos vida por medio de Él.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que tu pueblo, Señor, al que jamás has dejado de tu mano, experimente tu ayuda presente y futura a fin de que, disfrutando de los bienes terrenos necesarios, pueda buscar con mayor confianza los bienes eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor.