ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Jdt 13,23.25
El Señor, el Dios altísimo, te ha bendecido a ti, Virgen María, más que a todas las mujeres de la tierra. El ha engrandecido tanto tu nombre, que los hombres no dejarán de alabarte.
ORACIÓN COLECTA
Señor, celebrando la gloriosa conmemoración de la santísima Virgen María, te pedimos, por su intercesión, que también nosotros merezcamos participar de la plenitud de tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
LECTURA Dn 1, 1-6. 8-20
Lectura de la profecía de Daniel. El tercer año del reinado de Joaquím, rey de Judá, llegó a Jerusalén Nabucodonosor, rey de Babilonia, y la sitió. El Señor entregó en sus manos a Joaquím, rey de Judá, y una parte de los objetos de la Casa de Dios. Nabucodonosor los llevó al país de Senaar, y depositó los objetos en el tesoro de su dios. El rey ordenó a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que seleccionara entre los israelitas de estirpe real o de familia noble algunos jóvenes sin ningún defecto físico, de buena presencia, versados en toda clase de sabiduría, dotados de conocimiento, inteligentes y aptos para servir en el palacio del rey, afin de que se los instruyera en la literatura y en la lengua de los caldeos. El rey les asignó para cada día una porción de sus propios manjares y del vino que él bebía. Ellos debían ser educados durante tres años, y al cabo de esos años se pondrían al servicio del rey. Entre ellos se encontraban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, que eran judíos. Daniel estaba decidido a no contaminarse con los manjares del rey y con el vino que él bebía, y rogó al jefe de los eunucos que no lo obligara a contaminarse. Dios hizo que él se ganara el afecto y la simpatía del jefe de los eunucos. Pero éste dijo a Daniel: “Yo temo a mi señor el rey, que les ha asignado la comida y la bebida; si El llega a ver el rostro de ustedes más demacrado que el de los jóvenes de su misma edad, ustedes harían peligrar mi cabeza delante del rey”. Daniel dijo al guardia a quien el jefe de los eunucos había confiado el cuidado de Daniel, Ananías, Misael y Azarías: “Por favor, pon a prueba a tus servidores durante diez días; que nos den legumbres para comer y agua para beber; compara luego nuestros rostros con el de los jóvenes que comen los manjares del rey, y actúa con tus servidores conforme a lo que veas”. El aceptó la propuesta, y los puso a prueba durante diez días. Al cabo de esos días, se vio que ellos tenían mejor semblante y estaban más rozagantes que todos los jóvenes que comían los manjares del rey. Desde entonces, el guardia les retiró los manjares y el vino que debían tomar, y les dio legumbres. Dios concedió a estos cuatro jóvenes ciencia e inteligencia en todo lo referente a la literatura y la sabiduría, y Daniel podía entender visiones y sueños de toda índole. Al cabo de los días que el rey había fijado para que le fueran presentados los jóvenes, el jefe de los eunucos los llevó ante Nabucodonosor. El rey conversó con ellos, y entre todos no se encontró ningún otro como Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Ellos permanecieron al servicio del rey, y en todo lo que el rey les preguntó sobre cuestiones de sabiduría y discernimiento, los encontró diez veces superiores a todos los magos y adivinos que había en todo su reino.
Palabra de Dios.
COMENTARIO
Comienza el libro de Daniel con la novelesca aventura de los cuatro jóvenes. Se los somete a un doble lavado de cuerpo y de cerebro en un proceso de mentalización. Ellos manifiestan desde el principio su decisión inquebrantable de no dejarse alejar de sus tradiciones religiosas. Ahora bien, la historia de estos cuatro jóvenes judíos educados en la corte de Babilonia tenía por objeto abrir el pueblo a un mayor universalismo. El autor está convencido de que los judíos de la diáspora tienen una misión que realizar, de hecho, como testigos entre las naciones de la universalidad de la salvación.
SALMO Dn 3, 52-56
R. ¡Alabado y exaltado eternamente!
Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres. Bendito sea tu santo y glorioso Nombre. R.
Bendito seas en el Templo de tu santa gloria. Bendito seas en el trono de tu reino. R.
Bendito seas tú, que sondeas los abismos y te sientas sobre los querubines. R.
Bendito seas en el firmamento del cielo. Aclamado y glorificado eternamente. R.
ALELUYA Mt 24, 42. 44
Aleluya. Estén prevenidos y preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada. Aleluya.
EVANGELIO Lc 21, 1-4
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Levantando los ojos, Jesús vio a unos ricos que ponían sus ofrendas en el tesoro del Templo. Vio también a una viuda de condición muy humilde, que ponía dos pequeñas monedas de cobre, y dijo: “Les aseguro que esta pobre viuda hadado más que nadie. Porque todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba, ero ella, de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir”.
Palabra del Señor.
COMENTARIO
“Esa mujer ha echado más que los otros”, advierte el Maestro. Y justifica: “los otros han dado un poco de lo que les sobra, ésta ha dado todo lo que tenía”. Esa pobre viuda puede convertirse en paradigma de una confianza ilimitada en la Providencia que no abandona a su suerte a las flores y a los pájaros del campo. La viuda ha dado de su indigencia, mientras que los ricos dan de su poder. No se da sino lo que se tiene, se dice frecuentemente. Sería más justo decir: no se tiene sino lo que se da.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, en esta fiesta de la Madre de tu Hijo, te ofrecemos, con alegría el sacrificio de alabanza, y te pedimos que gracias a este sagrado intercambio, se aumenten en nosotros los frutos de tu redención. Por Jesucristo nuestro Señor.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Cfr. Lc 1,48
Me llamarán bienaventurada todas las generaciones porque Dios miró con bondad la pequeñez de su servidora.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, después de haber recibido los divinos sacramentos, te suplicamos humildemente que quienes veneramos a la Virgen María en esta fiesta podamos participar del Banquete celestial. Por Jesucristo nuestro Señor.