20 de noviembre de 2011

Domingo 34º del Tiempo Ordinario - Ciclo A




   I.      RITOS INICIALES
ANTÍFONA DE ENTRADA Apoc 5, 12; 1, 6
El Cordero que ha sido inmolado es digno de recibir el poder y la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor. A él la gloria y el poder para siempre.
ACTO PENITENCIAL
Tú eres nuestro Pastor. Señor, ten piedad.
Tú nos resucitarás en el último día. Cristo, ten piedad.
Tú vienes a nosotros en cada necesitado. Señor, ten piedad.
SE DICE GLORIA A DIOS.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno que quisiste restaurar todas las cosas por tu amado Hijo, Rey del universo; te pedimos que toda la creación, liberada de la servidumbre del pecado, te sirva y te alabe eternamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
                    II.      LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
El amor solícito de Dios se expresa en la fuerte imagen del pastor.
Lectura de la profecía de Ezequiel. Ez 34, 11-12. 15-17
Así habla el Señor: ¡Aquí estoy yo! Yo mismo voy a buscar mi rebaño y me ocuparé de él. Como el pastor se ocupa de su rebaño cuando está en medio de sus ovejas dispersas, así me ocuparé de mis ovejas y las libraré de todos los lugares donde se habían dispersado, en un día de nubes y tinieblas. Yo mismo apacentaré a mis ovejas y las llevaré a descansar –oráculo del Señor –. Buscaré a la oveja perdida, haré volver a la descarriada, vendaré a la herida y sanaré a la enferma, pero exterminaré a la que está gorda y robusta. Yo las apacentaré con justicia. En cuanto a ustedes, ovejas de mi rebaño, así habla el Señor: “Yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carneros y chivos”.
Palabra de Dios.
COMENTARIO
En la época del destierro reina la injusticia y las autoridades del pueblo faltaban gravemente a sus deberes. Es la ocasión para el profeta de retomar el tema de Jeremías 23,1-6 (cf. Zac 11, 4-17) y censura los crímenes de los pastores, anunciando que el Señor mismo será pastor de su pueblo.
En realidad, cuando vuelvan del destierro, no tendrán más un rey. Dirigiéndose a las ovejas que perjudican a las otras, se declara su juez. Frente a los pastores que explotan el rebaño y lo dejan morir, el Señor reúne a los dispersos y los guía a la fuente de la vida. El Señor es el autor de la “reunificación” universal a la que aspiran los hijos de Israel, de una vuelta a la unidad desde la dispersión, fundada sobre las relaciones recíprocas de conocimiento y amor. Es lo que pedimos en cada celebración eucarística cuando en la tercera plegaria eucarística oramos, diciendo: “Reúne en torno a Ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo”.
SALMO SAL 22, 1-3. 5-6
En consonancia con este mensaje, el salmo 22 exalta la confianza de quien siente que el Señor es su pastor. Participamos de esta oración, aclamando:
 R. El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.
El Señor es mi pastor, nada me puede faltar. Él me hace descansar en verdes praderas. Me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre. R.
Tú preparas ante mí una mesa, frente a mis enemigos; unges con óleo mi cabeza y mi copa rebosa. R.
Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor, por muy largo tiempo. R.
SEGUNDA LECTURA 1Cor 15, 20-26. 28
Al final de los tiempos, Cristo entregará al Padre el Reino, para que Dios sea todo en todos.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto. Hermanos: Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos. Porque la muerte vino al mundo por medio de un hombre, y también por medio de un hombre viene la resurrección. En efecto, así como todos mueren en Adán, así también todos revivirán en Cristo, cada uno según el orden que le corresponde: Cristo, el primero de todos; luego, aquéllos que estén unidos a él en el momento de su Venida. En seguida vendrá el fin, cuando Cristo entregue el Reino a Dios, el Padre, después de haber aniquilado todo Principado, Dominio y Poder. Porque es necesario que Cristo reine hasta que ponga a todos los enemigos debajo de sus pies. El último enemigo que será vencido es la muerte. Y cuando el universo entero le sea sometido, el mismo Hijo se someterá también a Aquél que le sometió todas las cosas, a fin de que Dios sea todo en todos.
Palabra de Dios.
COMENTARIO
Pablo demuestra cómo la verdad “Cristo resucitó”, implica nuestra resurrección. Así la resurrección de Cristo abre el tiempo de la Iglesia, que es tiempo de la realeza de Cristo. Se necesita todo ese tiempo para que la humanidad sea liberada de las múltiples alienaciones que pesan sobre ella.
Cuando la muerte sea vencida por todos y todos revivan en Cristo, Él habrá realizado perfectamente su obra y Dios será todo en todos. Pero la plenitud de la salvación sólo se obtendrá al final. Mientras se camina, nunca se debe cantar victoria, sino seguir siempre con ánimo bien dispuesto en la ardua tensión entre el “ya sí” y el “todavía no”, con la esperanza de la resurrección como culmen de todo el proceso de liberación integral.
ALELUYA Mc 11, 9-10
Aleluya. ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito sea el Reino que ya viene, el Reino de nuestro padre David! Aleluya.
EVANGELIO Mt 25, 31-46
Jesús anuncia que, a su vuelta, seremos examinados en el amor.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquéllas a su derecha y a éstos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: “Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; era forastero, y me alojaron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver”. Los justos le responderán: --Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fluimos a verte?--. Y el Rey les responderá: --Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo--.
Luego dirá a los de su izquierda: --Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; era forastero, y no me alojaron; estaba desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron--.
Éstos, a su vez, le preguntarán:--Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, forastero o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?--. Y él les responderá: --Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo --. Éstos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna”.
Palabra del Señor.
COMENTARIO
Estamos concluyendo el discurso escatológico, y Mateo describe con imágenes grandiosas la venida de Jesús, rey-mesías que hace pasar a los suyos de su reino al del Padre. La imagen fundamental está sacada de la profecía de Ezequiel: el rey-pastor que juzga entre oveja y oveja o entre carneros y cabritos. Su juicio no tendrá en cuenta obras grandiosas, sino las obras de misericordia, enumeradas aquí en el estilo de Isaías (Is 58,7). Así, esta grandiosa escena del juicio de Dios, nos impide fantasear sobre aquel día y nos obliga a conferir, a cada momento, nuestra vida en vista del encuentro con Cristo, que ahora se nos presenta en los pobres.
SE DICE EL CREDO
ORACIÓN DE FIELES
A cada intención, pedimos: Que te veamos en cada hermano.
·  Por todas las obras caritativas de la Iglesia: para que reciban el apoyo generoso de los cristianos. Junto a María, Oremos.
·  Por todos los pueblos y naciones: para que reconozcan a Jesucristo, Rey del Universo. Junto a María, Oremos.
·  Por los pobres, débiles y enfermos: para que reciban la efectiva solidaridad de quienes se dicen cristianos. Junto a María, Oremos.
·  Por nuestra Iglesia diocesana: para que pueda intensificar sus obras a favor de los necesitados. Junto a María, Oremos.
·  Dirigiendo en este mes Noviembre la mirada a María, contemplando su Corazón de Madre, que sigue velando tierna solicitud sobre todos nosotros, le pedimos que nos obtenga ser siempre fieles a la vocación cristiana.” Junto a María, Oremos.
·  Por los enfermos para que reciban el alivio en su enfermedad, consolados por el amor de Dios. Junto a María, Oremos. (nombrar)
·  Por todos los difuntos que tanto amamos en su vida terrenal, para que el Señor les de la paz de la vida eterna. Junto a María, Oremos. (nombrar)
(Añadir y/o sustituir intenciones, dando lugar a otras que reflejen las necesidades del momento y/o de la comunidad).
                  III.      LITURGIA EUCARÍSTICA
Presentación de las Ofrendas: Cristo inmolado por nosotros recibió la gloria y el poder para siempre. Por eso, junto al pan y el vino, presentemos al Señor los sufrimientos y las buenas obras de todos los hombres de buena voluntad.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, al ofrecerte la Víctima que reconcilió a los hombres contigo, te pedimos humildemente que tu Hijo conceda a todos los pueblos los dones de la unidad y de la paz. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
PREFACIO (PROPIO)
(Después del “Amén” de la Oración sobre las ofrendas). Cristo, nuestro buen Pastor, vendrá un día a juzgarnos en el amor. Por eso, junto al celebrante, iniciemos con aclamaciones y el canto la gran Acción de Gracias a Dios por que ungió a Jesucristo para que establezca el Reino de la verdad y la vida, la santidad y la gracia; la justicia, el amor y la paz.
PREFACIO
CRISTO, REY DEL UNIVERSO
V/. El Señor esté con ustedes.
R/. Y con tu espíritu.
V/. Levantemos el corazón.
R/. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V/. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R/. Es justo y necesario.
Realmente es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque consagraste Sacerdote eterno y Rey del universo a tu Hijo único, nuestro Señor Jesucristo, ungiéndolo con óleo de alegría, para que, ofreciéndose a sí mismo en el altar de la cruz como Víctima inmaculada y pacificadora, consumara el misterio de la redención humana; y sometiendo a su poder la creación entera, entregara a tu soberana grandeza el Reino eterno y universal: Reino de la verdad y la vida, Reino de la santidad y la gracia, Reino de la justicia, el amor y la paz.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles, con los tronos y las dominaciones, y con toda la milicia del ejército celestial, cantamos un himno a tu gloria, diciendo sin cesar: Santo, santo, santo...
COMUNIÓN: Hermanos: Al recibir a Cristo hermano, pidamos que él nos descubra su rostro en cada hermano necesitado. Con alegría, vayamos a recibir el Pan de Vida.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Sal 28, 10-11
El Señor reinará eternamente, él bendecirá a su pueblo con la paz.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, después de recibir el alimento de la inmortalidad, te pedimos que cuantos nos gloriamos de obedecer los mandamientos de Cristo, Rey del universo, podamos vivir para siempre con él en el Reino de los cielos. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
                 IV.      RITO DE CONCLUSIÓN
(Después de los avisos parroquiales, la bendición y despedida).
Canto final: Queridos amigos: Con gozo, porque Jesús nos invita a acompañarlo en la construcción del Reino, nos retiramos cantando. (Hoy, el canto final tiene que ser particularmente festivo.)