ANTIFONA Dn 3, 31. 29-30. 4.342
Todo lo que hiciste con nosotros, Señor, es verdaderamente justo, porque pecamos contra ti y no obedecimos tu Ley; pero glorifica tu nombre, tratándonos según tu gran misericordia.
ORACIÓN COLECTA
Señor, que manifiestas tu omnipotencia sobre todo en la misericordia y en el perdón, derrama incesantemente tu gracia sobre nosotros, para que anhelando ardorosamente tus promesas, nos hagas partícipes de los bienes del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.
LECTURA Zac 8, 1-8
Lectura de la profecía de Zacarías.
La palabra del Señor llegó en estos términos: «Así habla el Señor de los ejércitos: Siento un gran celo por Sión y ardo de pasión por ella. Así habla el Señor: Yo he vuelto a Sión; y habitaré en medio de Jerusalén. Jerusalén será llamada “Ciudad de la Fidelidad”, y la montaña del Señor de los ejércitos, “Montaña Santa”. Así habla el Señor de los ejércitos: Los ancianos y las ancianas se sentarán de nuevo en las plazas de Jerusalén, cada uno con su bastón en la mano, a causa de sus muchos años. Las plazas de la ciudad se llenarán de niños y niñas, que jugarán en ellas. Si esto parece imposible a los ojos del resto de este pueblo, ¿será también imposible para mí? — oráculo del Señor de los ejércitos —. Así habla el Señor de los ejércitos: Yo salvo a mi pueblo de los países del oriente, y de los países donde se pone el sol. Los haré volver y habitarán en medio de Jerusalén. Ellos serán mi Pueblo, y Yo seré su Dios, en la fidelidad y en la justicia».
Palabra de Dios.
COMENTARIO
Las promesas se Dios tienen un carácter de compromiso y efectos en vista al futuro. El Señor todopoderoso promete establecerse en Sión, poblaría nuevamente y salvara su pueblo. Con esto, el Señor promete restablecer la Alianza haciendo de Israel su pueblo y constituyéndose en su «Dios auténtico y legítimo».
SALMO Sal 101, 16-21. 29. 22-23
R. ¡Reúnanse los pueblos y sirvan al Señor!
Las naciones temerán tu Nombre, Señor, y los reyes de la tierra se rendirán ante tu gloria: cuando el Señor reedifique a Sión y aparezca glorioso en medio de ella; cuando acepte la oración del desvalido y no desprecie su plegaria. R
Quede esto escrito para el tiempo futuro y un pueblo renovado alabe al Señor: porque él se inclinó desde su alto Santuario y miró a la tierra desde el cielo, para escuchar el lamento de los cautivos y librar a los condenados a muerte. R.
Los hijos de tus servidores tendrán una morada y su descendencia estará segura ante ti, para proclamar en Sión el Nombre del Señor y su alabanza en Jerusalén, cuando se reúnan los pueblos y los reinos, y sirvan todos juntos al Señor. R.
ALELUYA Mc 10,45
Aleluya. El Hijo del hombre vino para servir y dar su vida en rescate por una multitud. Aleluya.
EVANGELIO Lc 9, 46-50
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
A los discípulos de Jesús se les ocurrió preguntarse quién sería el más grande. Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, tomó a un niño y acercándolo, les dijo: «El que recibe a este niño en mi Nombre me recibe a mí, y el que me recibe a mí recibe a Aquél que me envió; porque el más pequeño de ustedes, ése es el más grande». Juan, dirigiéndose a Jesús, le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros». Pero Jesús le dijo: «No se lo impidan, porque el que no está contra ustedes, está con ustedes».
Palabra del Señor.
COMENTARIO
En este relato Jesús instruye a sus discípulos sobre dos realidades. Una, sobre la forma de entender la dinámica del Reino, donde no hay títulos, posición social ni puestos burocráticos. La otra, en relación a «los otros»; pues para Jesús, nadie que haga el bien puede ser molestado sólo porque «no pertenece a los nuestros».
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Dios misericordioso, que nuestra ofrenda sea de tu agrado, y concédenos que gracias a ella se abra para nosotros la fuente de toda bendición. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTIFONA DE COMUNIÓN Sal 118,49-50
Acuérdate, Señor, de la palabra que diste a tu servidor, con la que alentaste mi esperanza, lo que me consuela en la aflicción.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, que este sacramento celestial restaure nuestra alma y nuestro cuerpo, y ya que participamos de los sufrimientos de Cristo anunciando su muerte, seamos también sus coherederos en la gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor.