ANTÍFONA Cfr. Jdt 13, 18-19
El Señor, el Dios altísimo, te ha bendecido a ti, Virgen María, más que a todas las mujeres de la tierra. El ha ensalzado tanto tu nombre, que los hombres no dejarán de alabarte.
ORACIÓN COLECTA
Míranos, Dios nuestro, creador y Señor del universo, y concédenos servirte de todo corazón, para experimentar los efectos de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
De el Santísimo Nombre de María
Con cédenos, Dios todopoderoso, que la bienaventurada Virgen María, nos obtenga tu misericordia a quienes celebramos su glorioso nombre. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
LECTURA 1 Tim 2, 1-8
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo.
Querido hijo: Ante todo, te recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres, por los soberanos y por todas las autoridades, para que podamos disfrutar de paz y de tranquilidad, y llevar una vida piadosa y digna. Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro salvador, porque él quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo, hombre él también, que se entregó a sí mismo para rescatar a todos. Éste es el testimonio que él dio a su debido tiempo, y del cual fui constituido heraldo y apóstol para enseñar a los paganos la verdadera fe. Digo la verdad, y no miento. Por lo tanto, quiero que los hombres oren constantemente, levantando las manos al cielo con recta intención, sin arrebatos ni discusiones.
Palabra de Dios.
COMENTARIO
La oración es un punto de unidad y encuentro para la comunidad, según el apóstol Pablo, por eso les da a conocer una metodología, en la carta a Timoteo, que los ayude a no descuidar nada ni nadie al momento de elevar las súplicas, peticiones, intercesiones y acciones de gracias al Padre.
SALMO Sal 27, 2. 7-9
R. ¡Oye la voz de mi plegaria, Señor!
Oye la voz de mi plegaria, cuando clamo hacia ti, cuando elevo mis manos hacia tu santuario.
R. ¡Oye la voz de mi plegaria, Señor!
El Señor es mi fuerza y mi escudo, mi corazón confía en él. Mi corazón se alegra porque recibí su ayuda: por eso le daré gracias con mi canto.
R. ¡Oye la voz de mi plegaria, Señor!
El Señor es la fuerza de su pueblo, el baluarte de salvación para su ungido. Salva a tu pueblo y bendice a tu herencia; apaciéntalos y sé su guía para siempre.
R. ¡Oye la voz de mi plegaria, Señor!
ALELUYA Jn 3, 16
Aleluya. Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único; todo el que cree en él tiene vida eterna. Aleluya.
EVANGELIO Lc 7, 1-10
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús entró en Cafarnaún. Había allí un centurión que tenía un sirviente enfermo, a punto de morir, al que estimaba mucho. Como había oído hablar de Jesús, envió a unos ancianos judíos para rogarle que viniera a sanar a su servidor. Cuando estuvieron cerca de Jesús, le suplicaron con insistencia, diciéndole: “Él merece que le hagas este favor, porque ama a nuestra nación y nos ha construido la sinagoga”. Jesús fue con ellos, y cuando ya estaba cerca de la casa, el centurión le mandó decir por unos amigos: “Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa; por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. Porque yo – que no soy más que un oficial subalterno, pero tengo soldados a mis órdenes – cuando digo a uno: “Ve”, él va; y a otro: “Ven”, él viene; y cuando digo a mi sirviente: “¡Tienes que hacer esto!”, él lo hace”. Al oír estas palabras, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la multitud que lo seguía, dijo: “Yo les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe”. Cuando los enviados regresaron a la casa, encontraron al sirviente completamente sano.
Palabra del Señor.
COMENTARIO
“Señor, no soy digno que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme” es la expresión del centurión del relato evangélico y que hacemos propio en cada eucaristía, reconociendo así que todos somos llamados a construir una fe humilde y sincera en Jesús y su Palabra.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Escucha nuestras suplicas, Señor, y recibe con bondad la ofrenda de tu pueblo, para que los dones presentados en honor de tu nombre sirvan para la salvación de todos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Cfr. SaI 35,8
¡Qué inapreciable es tu misericordia, Señor! Los hombres se refugian a la sombra de tus alas.
ORACIÓN DÉSPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te rogamos, Dios nuestro, que el don celestial que hemos recibido impregne nuestra alma y nuestro cuerpo, para que nuestras Obras no respondan a impulsos puramente humanos sino a la acción de este sacramento. Por Jesucristo, nuestro Señor.