Miércoles 03 de Agosto del 2011
Primera lectura
Lectura del libro de los Números (13,1-2.25–14,1.26-30.34-35):
En aquellos días, el Señor dijo a Moisés en el desierto de Farán: «Envía gente a explorar el país de Canaán, que yo voy a entregar a los israelitas: envía uno de cada tribu, y que todos sean jefes.»
Al cabo de cuarenta días volvieron de explorar el país; y se presentaron a Moisés, a Aarón y a toda la comunidad israelita, en el desierto de Farán, en Cadés. Presentaron su informe a toda la comunidad y les enseñaron los frutos del país.
Y les contaron: «Hemos entrado en el país adonde nos enviaste; es una tierra que mana leche y miel; aquí tenéis sus frutos. Pero el pueblo que habita el país es poderoso, tienen grandes ciudades fortificadas (hemos visto allí hijos de Anac). Amalec vive en la región del desierto, los hititas, jebuseos y amorreos viven en la montaña, los cananeos junto al mar y junto al Jordán.»
Caleb hizo callar al pueblo ante Moisés y dijo: «Tenemos que subir y apoderamos de esa tierra, porque podemos con ella.»
Pero los que habían subido con él replicaron: «No podemos atacar al pueblo, porque es más fuerte que nosotros.»
Y desacreditaban la tierra que habían explorado delante de los israelitas: «La tierra que hemos cruzado y explorado es una tierra que devora a sus habitantes; el pueblo que hemos visto en ella es de gran estatura. Hemos visto allí gigantes, hijos de Anac: parecíamos saltamontes a su lado, y así nos veían ellos.»
Entonces toda la comunidad empezó a dar gritos, y el pueblo lloró toda la noche.
El Señor dijo a Moisés y Aarón: «¿Hasta cuándo seguirá esta comunidad malvada protestando contra mí? He oído a los israelitas protestar de mí. Pues diles: "Por mi vida –oráculo del Señor–, que os haré lo que me habéis dicho en la cara; en este desierto caerán vuestros cadáveres, y de todo vuestro censo, contando de veinte años para arriba, los que protestasteis contra mí no entraréis en la tierra donde juré que os establecería. Sólo exceptúo a Josué, hijo de Nun, y a Caleb, hijo de Jefoné. Contando los días que explorasteis la tierra, cuarenta días, cargaréis con vuestra culpa un año por cada día, cuarenta años. Para que sepáis lo que es desobedecerme. Yo, el Señor, juro que trataré así a esa comunidad perversa que se ha amotinado contra mí: en este desierto se consumirán y en él morirán.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 105,6-7a.13-14.21-22.23
R/. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo
Hemos pecado con nuestros padres,
hemos cometido maldades e iniquidades.
Nuestros padres en Egipto
no comprendieron tus maravillas. R/.
Bien pronto olvidaron sus obras,
y no se fiaron de sus planes:
ardían de avidez en el desierto
y tentaron a Dios en la estepa. R/.
Se olvidaron de Dios, su salvador,
que había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en el país de Cam,
portentos junto al mar Rojo. R/.
Dios hablaba ya de aniquilarlos;
pero Moisés, su elegido,
se puso en la brecha frente a él,
para apartar su cólera del exterminio. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (15,21-28):
En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.»
Él no le respondió nada.
Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: «Atiéndela, que viene detrás gritando.»
Él les contestó: «Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.»
Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió: «Señor, socórreme.»
Él le contestó: «No está bien echar a los perros el pan de los hijos.»
Pero ella repuso: «Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.»
Jesús le respondió: «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.»
En aquel momento quedó curada su hija.
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio
Bonifacio Fernández, cmf
El contexto inmediato de esta narración es la controversia con los fariseos y los escribas. La narración de esta persistente mujer cananea expresa la actitud de Jesús ante el mundo no judío. Esta mujer de la narración es gentil; se encuentra con Jesús. Y se acerca a él con una actitud interesada y abierta, creyente, con gran fe incluso.
Por su parte, Jesús se sabe enviado como Mesías del pueblo de Israel. Pero sabe y reconoce que es la actitud de apertura creyente y confiada la que abre el camino a la salvación de Dios. Y esto contrasta con la convicción de que su misión histórica esta limitada en el espacio y en el tiempo. Sin duda que el texto evangélico refleja ya la huella de la discusión de las comunidades cristianas de primera hora sobre la apertura de la misión a los paganos.
Por su parte, la mujer gentil representa un estilo de fe buscadora; no una fe sumisa; sino una confianza hecha de superación de las dificultades; una fe capaz de superar las crisis y las adversidades. Su pasión buscadora logra romper las dificultades. Y probablemente ayudaría al mismo Jesús a tomar conciencia de la universalidad de su misión.
Bonifacio Fernández, cmf
Liturgia Viva
¿SIMPLES MIGAJAS?
(Num 13:1-2ª,25 – 14:1, 26-29, 34-35; Mt 15:21-28)
Introducción
Necesitamos un buen “discernimiento de espíritus” para distinguir entre una equivocada impugnación, y una protesta que da testimonio de lo que es justo y recto. Cuando los hebreos se rebelaron en el desierto, protestaban contra las exigencias de la Alianza y contra los riesgos que tenían que asumir para poder realizar el futuro del pueblo según Dios. Era una resistencia a la conversión. – Sin embargo reconozcamos que hay también una forma de protesta que es necesaria: un signo de vitalidad y de lucidez que es una llamada a la conversión y un rechazo de la complicidad en el mal.
Evangelio. Hay algunos problemas obvios con la historia de la mujer cananea. Las palabras de Jesús suenan duras y discriminatorias contra los no-judíos. Algunos biblistas ven en ello como un intercambio de agudezas entre la mujer y Jesús; agudezas que reflejarían los prejuicios de aquel tiempo y que, sin embargo, revelarían fundamentalmente que la salvación es para todos, sin discriminación ni prejuicio alguno allí donde haya fe. La forma cómo se narra esta historia refleja el problema de la Iglesia primitiva sobre si aceptar o no en la nueva comunidad a conversos no-judíos. Todos los que creen tienen derecho a comer a la mesa del Señor, y de hecho comen más que simples migajas.
Colecta
Oh Padre de todos:
Hace ya muchos siglos,
elegiste al pueblo de Israel
para dar a conocer tu nombre
a todas las naciones.
Tu Hijo Jesucristo dejó claro
que perdón y plenitud de vida
son la parte compartida
de todos los que creen en él.
Haz verdaderamente de tu Iglesia
un lugar de encuentro
para todos los que te buscan a tientas;
para que todos los obstáculos y barreras se eliminen
para que los ricos de todas las naciones y culturas
revelen los mil rostros del amor que tú nos has mostrado
en Jesucristo nuestro Señor.
Intenciones
- Para que en la Iglesia universal haya espacio para las riquezas culturales de los diferentes pueblos y para manifestar la única y misma fe en variedad de lenguas y formas de expresión, roguemos al Señor.
- Para que tengamos corazones y hogares abiertos para acoger a gente difícil de acomodar: extranjeros, refugiados, parados sin trabajo, los pobres, las víctimas de discriminación y opresión; para que hagamos todo lo que podamos para integrarlos en la comunidad humana y cristiana, roguemos al Señor.
- Para que todos nosotros, reunidos en torno a la palabra y a la mesa del Señor, nos preocupemos de los que no están aquí ahora participando con nosotros porque están alejados de la Iglesia, para que nuestras vidas les revelen a Cristo, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios, Padre de todos:
Tú has preparado la mesa y el banquete de tu Hijo
para todos los que quieran venir:
para santos y pecadores,
para los pobres igual que para los ricos.
Danos a tu Hijo Jesucristo.
Que aprendamos de él
a dar comida y amor a todos los que piden,
no escasas migajas y sobras de la mesa,
sino el alimento de nosotros mismos,
como Jesús hace aquí en la Eucaristía con nosotros,
él que es nuestro Dios y Señor
por los siglos de los siglos. R/ Amén.
Oración después de la Comunión
Oh Dios, Padre nuestro,
En esta eucaristía todos hemos sido uno
en Cristo Jesús, tu Hijo.
Él murió y resucitó a una nueva vida por todos;
Su rostro es reflejado
en el rostro de cada ser humano:
que ojalá se haga él visible en todos ellos.
Que su rostro no se deforme,
ni se rompa ni divida por nuestros prejuicios y temores.
No permitas que nuestro amor
sea menos que universal;
y únenos más y más en Aquél
que es nuestro camino común
hacia ti y hacia los demás,
Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: La música tocada por un solo instrumento puede ser bella, pero la forma más bella la encontramos en la armonía de muchos y diferentes instrumentos tocando juntos en una sinfónica; o muchas voces humanas armonizadas en un coro. Que el Señor nos dé participar y gozar de la sinfónica y el coro de muchas culturas y de muchos pueblos juntos, con la bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo.