Martes 30 de Agosto del 2011
Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (5,1-6.9-11):
En lo referente al tiempo y a las circunstancias no necesitáis, hermanos, que os escriba. Sabéis perfectamente que el día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando estén diciendo: «Paz y seguridad», entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta, y no podrán escapar. Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, para que ese día no os sorprenda como un ladrón, porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de la noche ni de las tinieblas. Así, pues, no durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y despejados.
Porque Dios no nos ha destinado al castigo, sino a obtener la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo; él murió por nosotros para que, despiertos o dormidos, vivamos con él. Por eso, animaos mutuamente y ayudaos unos a otros a crecer, como ya lo hacéis.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 26,1.4.13-14
R/. Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R/.
Una cosa pido al Señor, eso buscaré:
habitar en la casa del Señor por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. R/.
Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (4,31-37):
En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente. Se quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad.
Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo, y se puso a gritar a voces: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.»
Jesús le intimó: «¡Cierra la boca y sal!»
El demonio tiró al hombre por tierra en medio de la gente, pero salió sin hacerle daño.
Todos comentaban estupefactos: «¿Qué tiene su palabra? Da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen.» Noticias de él iban llegando a todos los lugares de la comarca.
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio
Rosa Ruiz Aragoneses, rmi
Ante el mal, no valen paños calientes
Cafarnaún fue algo así como el “centro de operaciones” que Jesús eligió durante su vida pública. Era paso obligado de extranjeros por el comercio entre Oriente y Occidente. Un lugar idóneo para que sus enseñanzas y sus signos se extendieran de boca en boca por todos los alrededores.
Y en este centro de actividad misionera, la lucha contra el mal que atenaza al ser humano, contra todo demonio, aparece con insistencia. El mal no se da por vencido fácilmente y nos provoca constantemente. Siempre apunta a nuestro centro más hondo, como hizo con Jesús: “Sé quién eres: el Santo de Dios”.
Y así sigue actuando hoy: su estrategia se basa en tirarnos por tierra, a nosotros y nuestros hermanos. Y cuando alguien lo planta cara sólo queda una salida: “¡Calla y sal!”. Con contundencia. Los paños calientes y las ambigüedades sólo nos llevan a ser arrollados por ese mal, caer en sus halagos, despistarnos, creer que nos conoce bien porque nos da siempre en el mismo centro. La diferencia con Dios es evidente: Él también sabe quiénes somos en lo más profundo -mejor que nosotros mismos-, pero nunca nos tira por tierra; más bien nos pone en pie sin hacernos daño alguno. No nos dejemos enredar por ningún mal endemoniado. No hagamos pactos aparentemente inocentes. La respuesta de Jesús es clara: “¡Calla y sal!”.
Liturgia
AUTORIDAD DE JESÚS
(Año I. 1 Tes 5:1-6, 9-11; Lc 4:31-37)
Introducción
Año I. No se preocupen sobre cuándo llegará el fin del mundo, Pablo les dice a los Tesalonicenses. No hay nada que temer; únicamente, estén siempre listos para la venida del Señor.
Evangelio. La autoridad de Jesús con frecuencia impresionaba, tanto al pueblo como a sus propios discípulos. Aquí había alguien más grande y poderoso que un simple ser humano. Había autoridad en su enseñanza -- tenía algo que decir que retaba y confrontaba a los hombres consigo mismos y con Dios. Mostraba autoridad sobre la ley, porque quería recortarla de su parafernalia, demasiado humana y tramposa. Por su autoridad venció los poderes del mal y del pecado. Sostenía que juzgaba y perdonaba a la gente. Utilizaba su autoridad para el bien de la gente -- ése era un poder de salvación.
Sin embargo, era un poder humilde y modesto, una autoridad de servicio que traía fe, que daba esperanza, que creaba y expresaba amor. Y cuando llegó el momento oportuno, usó su autoridad para entregar su vida y enseguida recuperarla, para pasarla a sus discípulos, y entonces partir ya de este mundo.
Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
Decimos que autoridad significa servicio,
pero la experiencia nos dice que es muy difícil
llevar a la práctica este hermoso principio.
Guarda siempre, Señor, ante nuestros ojos
el ejemplo de tu Hijo Jesucristo.
Su autoridad salvaba y curaba,
era respetuosa con la gente.
Y a nosotros nos compromete
a salir de nuestra mediocridad.
Que ojalá los que ostentan autoridad entre nosotros
sean humildes, modestos y entregados,
deseosos de servir hasta el fin,
y modelados, en el ejercicio de su autoridad,
según el servidor de todos: Jesús,
Hijo tuyo y Señor nuestro
que vive y reina por los siglos de los siglos.
Intenciones
- Para que la Iglesia pueda hablar con autoridad sobre Jesús, porque ella le conoce íntimamente y vive su misma vida, roguemos al Señor.
- Para que nosotros vivamos muy cercanos a Jesús, porque nos esforzamos en responder profundamente a su reto de amar a los demás, roguemos al Señor.
- Para que el mundo se vuelva un poco mejor, porque nosotros intentamos seriamente vivir según la Buena Nueva de Jesús, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Por la autoridad que diste a tu Hijo,
este pan y este vino se convertirán para nosotros
en su cuerpo y sangre, bebida y alimento nuestro.
Que él comparta su poder con nosotros
para que nuestra cobardía se transforme en valor
y para que lleguemos a ser gente liberada,
realmente libres para servir y amar
y para testimoniar con nuestras vidas
la verdad de la Buena Nueva:
Que Jesús es nuestro Señor para siempre,
por los siglos de los siglos.
Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
Tu Hijo Jesucristo transmitió su autoridad
a sus apóstoles y discípulos
como un lazo de unidad y un legado de servicio.
Concédenos que tu Iglesia utilice este poder
para unir juntos a los hombres y curar sus heridas,
para hablar en nombre de los que no tienen voz
y para conducirnos adelante a la auténtica libertad
que tú nos otorgaste en Cristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Que nuestra autoridad como cristianos consista en hacer el bien y en servir a los demás con amor.
Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.