11 de noviembre de 2010

Jueves de la 32ª semana del Tiempo Ordinario Ciclo C.

Lecturas
Jueves 11 de Noviembre del 2010
Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Filemón (7-20):

Me alegró y animó mucho tu caridad, hermano, porque tú has aliviado los sufrimientos de los santos. Por eso, aunque tengo plena libertad en Cristo para mandarte lo que conviene hacer, prefiero rogártelo apelando a tu caridad, yo, Pablo, anciano y prisionero por Cristo Jesús. Te recomiendo a Onésimo, mi hijo, a quien he engendrado en la prisión, que antes era tan inútil para ti, y ahora, en cambio, es tan útil para ti y para mí; te lo envío como algo de mis entrañas. Me hubiera gustado retenerlo junto a mí, para que me sirviera en tu lugar, en esta prisión que sufro por el Evangelio; pero no he querido retenerlo sin contar contigo; así me harás este favor, no a la fuerza, sino con libertad. Quizá se apartó de ti para que lo recobres ahora para siempre; y no como esclavo, sino mucho mejor: como hermano querido. Si yo lo quiero tanto, cuánto más lo has de querer tú, como hombre y como cristiano. Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí mismo. Si en algo te ha perjudicado y te debe algo, ponlo en mi cuenta; yo, Pablo, te firmo el pagaré de mi puño y letra, para no hablar de que tú me debes tu propia persona. Por Dios, hermano, a ver si me das esta satisfacción en el Señor; alivia mi ansiedad, por amor a Cristo.


Palabra de Dios
 
Salmo
Sal 145,7.8-9a.9bc-10

R/.
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob

Que mantiene su fidelidad perpetuamente,

que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R/.

El Señor abre los ojos al ciego,

el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos. R/.

Sustenta al huérfano y a la viuda

y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad. R/.
 
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,20-25):

En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el reino de Dios Jesús les contestó: «El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros.»

Dijo a sus discípulos: «Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del hombre, y no podréis. Si os dicen que está aquí o está allí no os vayáis detrás. Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación.»

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio

Fernando Torres Pérez cmf
 
 
      Mario Vargas Llosa, recién premio Nóbel de Literatura, escribió una novela con el título La guerra del fin del mundo, donde recogía una historia real de un movimiento apocalíptico-social que tuvo lugar en el nordeste de Brasil a finales del siglo XIX. Antonio, el Consejero, fue el líder de ese movimiento, seguido por muchos de los campesinos de la región y finalmente aplastado violentamente por el ejército brasileño. Para muchos Antonio fue en aquel momento la encarnación del mesías salvador. El líder que iba a liberar a todos de la opresión, de la pobreza, de la secular miseria que inunda aquellas regiones. El movimiento terminó en desastre.

      Parece una constante en la historia de la humanidad: confiar ciegamente en un líder y pensar y esperar que él nos va a llevar a la salvación. Las personas entran una suerte de pasividad absoluta porque todo se espera del líder. Los fallos, que puede haberlos, no son culpa del líder, que es perfecto, sino como mucho de los que le rodean. Hasta se tiene la sensación de que el líder es el que hace posible todo lo bueno que hay en nuestras vidas. En la época de Franco muchos españoles hablaban de “lo que Franco ha hecho por nosotros” y se olvidaban de lo mucho que ellos habían trabajado, de lo mal que lo habían pasado. En definitiva, que si había algo bueno en aquella sociedad era fruto del trabajo y del esfuerzo de todos. 

      Algo así es lo que dice Jesús cuando habla del Reino y nos dice que está dentro de nosotros. El Reino no va a venir a través de un líder al que debamos seguir ciegamente. Esos líderes no terminan liberando sino oprimiendo. El Reino lo tenemos dentro de nosotros y lo hacemos real cuando nos encontramos con los hermanos y juntos nos esforzamos por hacer un mundo mejor, cuando dialogamos y discutimos y llegamos a acuerdos que nos permiten avanzar hacia una mayor justicia y solidaridad. El camino no es fácil. Tampoco lo fue para Jesús. Pero no hay otra forma de construir el Reino, de hacer la voluntad de Dios. 

Liturgia Viva

EL REINO DE DIOS ESTÁ ENTRE NOSOTROS 
(Año II.  Flm 7,20; Lc 12,7,20-25)

Introducción
.  La afectuosa y encantadora carta de San Pablo a Filemón casi nos hace olvidar que en los escritos del mismo Pablo no consta una rotunda condenación de la esclavitud tal como existía en su tiempo. Sin embargo ya declara los principios que gradualmente irán erradicando esa clase de esclavitud en la mayor parte del mundo. El amor y la fraternidad en Cristo no pueden tolerar la esclavitud; la libertad interior no permitirá esa esclavitud. ---  Y, sin embargo, hoy mucha gente no es libre: no puede alzarse en contra o escapar de las diversas esclavitudes de la vida moderna: esclavos de la máquina, de los métodos empresariales en los negocios, de la propaganda comercial, de las presiones sociales que les obligan a seguir a los Don Vicente (“¿A dónde va Vicente?”…), a las modas, a los sistemas políticos.

Evangelio
: A los fariseos, y quizás también a los discípulos, que ansiosamente buscaban señales, Jesús les dice: El reino de Dios está entre ustedes, justo en medio de ustedes. Está ya presente en nuestras vidas. En otras palabras: Sean sabios y cuerdos, y comprométanse con el presente, para construir el reino de Dios ahora. Busquen la eternidad y la vida eterna en el presente,  y el buen día de Dios llegará a su debido tiempo.

Oración Colecta

Señor Dios nuestro:
Tu reino no es un orden establecido y anquilosado,
sino algo que está siempre vivo, dinámico y siempre llegando.
Haznos conscientes de que encontraremos el reino
allí donde te dejemos reinar a ti,
donde nosotros y el reino de este mundo demos paso a tu reino,
donde dejemos que  tu justicia, amor y paz
ocupen el lugar de nuestras torpezas y trompicones.
Señor, establece tu reino entre nosotros
por medio de Jesucristo nuestro Señor.

Intenciones

  • Por la Iglesia, que todavía no es el reino, para que sea un signo visible del reino de Dios en la tierra por su apertura a todos, su espíritu de amor y de servicio, roguemos al Señor.
  • Para que todos los cristianos contribuyamos a hacer creíble el evangelio, gracias a nuestro compromiso por la justicia y el amor, roguemos al Señor.
  • Para que sepamos construir caminos de paz y servicio hacia los otros y que nos preparemos a nosotros mismos y también al mundo para acoger a Jesús y al reino de Dios, roguemos al Señor.

Oración sobre las Ofrendas

Señor Dios nuestro:
Si dejamos que reines tú en nosotros
y no nuestro propio capricho y voluntad
ni la gente y las cosas en derredor nuestro,
reconoceríamos que hay una comunión santa de amor
entre ti y nosotros.
Ven y quédate con nosotros, en Cristo Jesús,
en esta eucaristía y en nuestra vida diaria;
y toma posesión de nosotros
para que sepamos gobernar y perdonar, santificar e iluminar,
y para que nos esforcemos
en ordenar todas las cosas para el bien de todos
y en renovarnos por tu fuerza y tu gracia.
Concédenos esto por medio de Jesucristo nuestro Señor.

Oración después de la Comunión

Oh Padre amoroso, lleno de sabiduría:
En esta celebración eucarística
tú nos has dado de nuevo a Jesús, tu Hijo.
Por medio de su Espíritu de sabiduría
haznos totalmente conscientes
de que nuestra personalidad humana y toda nuestra existencia
y la gente y los acontecimiento en derredor nuestro
son la forma cómo nos llamas
y cómo debemos responder a tu llamado.
Desarrolla tu reino entre nosotros
por medio de Aquél que está en medio de nosotros,
Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor.

Bendición

Hermanos: El reino de Dios está entre nosotros. Está aquí, realmente, si hemos aceptado a Cristo y le hemos dejado que ilumine nuestras vidas; él está también en realidades que no son directamente mensurables: justicia, perdón, amor, paz, bondad. 
Que Dios todopoderoso nos ayude a construir su reino sobre esas bases, con Cristo Señor nuestro y nos bendiga para esta misión, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.