7 de mayo de 2010

Viernes de la 5ª semana de Pascua. Ciclo C..



Misa

PRIMERA LECTURA
Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables 

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 15,22-31
En aquellos días, los apóstoles y los presbíteros con toda la Iglesia acordaron elegir algunos de ellos y mandarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas Barsabá y a Silas, miembros eminentes entre los hermanos, y les entregaron esta carta: «Los apóstoles y los presbíteros hermanos saludan a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia convertidos del paganismo. Nos hemos enterado de que algunos de aquí, sin encargo nuestro, os han alarmado e inquietado con sus palabras. Hemos decidido, por unanimidad, elegir algunos y enviároslos con nuestros queridos Bernabé y Pablo, que han dedicado su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo. En vista de esto, mandamos a Silas y a Judas, que os referirán de palabra lo que sigue: Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables: que os abstengáis de carne sacrificada a los ídolos, de sangre, de animales estrangulados y de la fornicación. Haréis bien en apartaros de todo esto. Salud.» Los despidieron, y ellos bajaron a Antioquía, donde reunieron a la Iglesia y entregaron la carta. Al leer aquellas palabras alentadoras, se alegraron mucho.

Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 56, 8-9. 10-12 

R. Te daré gracias ante los pueblos, Señor.
Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme. Voy a cantar v a tocar: despierta, gloria mía; despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.
Te daré gracias ante los pueblos, Señor; tocaré para ti ante las naciones: por tu bondad, que es más grande que los cielos; por tu fidelidad, que alcanza a las nubes. Elévate sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria. R.

EVANGELIO
Esto os mando: que os améis unos a otros

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 12-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Este es mí mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.»
Palabra del Señor.
LA AMISTAD CON CRISTO

Hch 15, 22-31; Salm 56, 8-12; Juan 15, 12-17
Se trata de una batalla intelectual continua: explicar que el amor supone elegir. No sé por qué se ha extendido la idea de que amamos por una fuerza irresistible, como si no hubiera alternativa. Pero ayer nos decía Pedro que el Señor le eligió y hoy leemos tanto en la primera lectura como en el evangelio algo semejante. Los apóstoles eligieron a quienes les pareció prudente para enviarlos a Antioquía y, en un nivel mucho más profundo, Jesús nos dice: “No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto y vuestro fruto dure”.

Al mismo tiempo Jesús nos llama amigos. Muchas veces me viene a la cabeza la imagen de los niños cuando de dicen uno a otro “¿quieres ser mi amigo?”. Jesús nos ofrece su amistad y nos dice si queremos aceptarla. Nos dice también la manera de decirle sí: hacer lo que Él nos manda. Y, para sellar ese amor Él ha dado su vida por nosotros. La amistad que nos ofrece se fundamenta en el hecho de que entregó su vida para que fuera posible.

Cuando Jesús nos manda guardar sus mandamientos nos está indicando el camino para identificarnos con Él, para llegar a tener sus mismos sentimientos y ser, de alguna manera, un solo corazón. Porque todos los amigos aspiran a una unidad. San Agustín explica, en sus Confesiones que cuando se murió un amigo suyo sintió como si hubiera perdido la mitad de la vida. Y dice que si no quería morir era para que no desapareciera lo que quedaba del amigo en su corazón.

La amistad con Cristo es una prolongación de la relación que mantiene con su Padre: “todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer”. Se dice que entre los amigos no hay secretos. Jesucristo nos abre su corazón y, de ahí podemos deducir que la guarda de sus mandamientos conduce a un conocimiento más íntimo del Señor.

Jesús aclara su mandamiento dice: “que os améis unos a otros”. Es una prolongación del amor que Él tiene por todos los hombres. La amistad con Cristo nos lleva a poder amar verdaderamente a los hombres. Es la corriente que la Iglesia, manteniendo la presencia del Señor en el mundo, introduce en la historia. Y Jesús nos señala también que podemos pedírselo a Dios. Porque no siempre somos capaces de amar a las personas según el amor de Dios. Pero siempre podemos pedirle a Dios que nos enseñe a hacerlo. La Iglesia nos educa en el amor de Jesucristo llevándonos a la amistad con Él.

Archidiocesis de Madrid .-