6 de mayo de 2010

Jueves de la 5ª semana de Pascua. Ciclo C.



Misa

PRIMERA LECTURA
A mi parecer, no hay que molestar a los gentiles que se convierten a Dios 

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 15, 7-21
En aquellos días, después de una fuerte discusión, se levantó Pedro y dijo a los apóstoles y a los presbíteros: -«Hermanos, desde los primeros días, como sabéis, Dios me escogió entre vosotros para que los gentiles oyeran de mi boca el mensaje del Evangelio, y creyeran. Y Dios, que penetra los corazones, mostró su aprobación dándoles el Espíritu Santo igual que a nosotros. No hizo distinción entre ellos y nosotros, pues ha purificado sus corazones con la fe. ¿Por qué provocáis a Dios ahora , imponiendo a esos discípulos una carga que ni nosotros ni nuestros padres hemos podido soportar? No; creemos que lo mismo ellos que nosotros nos salvamos por la gracia del Señor Jesús. » Toda la asamblea hizo silencio para escuchar a Bernabé y Pablo, que les contaron los signos y prodigios que Dios había hecho por medio de ellos entre los gentiles. Cuando terminaron, Santiago resumió la discusión, diciendo: - «Escuchadme, hermanos: Simón ha contado la primera intervención de Dios para escogerse un pueblo entre los gentiles. Esto responde a lo que dijeron los profetas: "Después volveré para levantar de nuevo la choza caída de David; levantaré sus ruinas y la pondré en pie, para que los demás hombres busquen al Señor, y todos los gentiles que llevarán mi nombre: lo dice el Señor, que lo anunció desde antiguo." Por eso, a mi parecer, no hay que molestar a los gentiles que se convierten a Dios; basta escribirles que no se contaminen con la idolatría ni con la fornicación y que no coman sangre ni animales estrangulados. Porque durante muchas generaciones, en la sinagoga de cada ciudad, han leído a Moisés todos los sábados y lo han explicado.»
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 95, 1-2a. 2b-3. 10 

R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones
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Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre. R. 
Proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. R. 
Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá; él gobierna a los pueblos rectamente.» R.
EVANGELIO
Permaneced en mi amor, para que vuestra alegría llegue a plenitud 

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 9-11
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.»
Palabra del Señor.
LA SALVACIÓN ES PARA TODOS

Hch 15, 7-21; Salm 95, 1-3.10; Juan 15, 9-11
En el relato de los Hechos escuchamos hoy una de las primeras polémicas que se suscitaron en la primitiva Iglesia. El problema no es tan simple como nos puede parecer a nosotros ahora, con dos mil años de perspectiva. Jesús había dicho que no venía a abolir la antigua ley. Dentro de esta estaba la circumcisión. A diferencia de las normas rituales, la circumcisión había sido mandada por Dios a Abraham como signo de pertenencia al pueblo elegido. Así lo estableció al fijar con él la Alianza.

Cuando la Iglesia se expande y la predicación, principalmente a través de San Pablo, llega a los gentiles muchos se preguntan si no se tendría que exigir a estos que se circumcidaran. Era este un signo importante en la tradición judía. Para dirimir la cuestión se reúnen los apóstoles en Jerusalén. Sería hacia el año cincuenta y algunos lo denominan el primer concilio de la Iglesia.

Allí se determinó que no se podía imponer la circumcisión a los paganos. Pero fijémonos en el argumento que utiliza Pedro: “Desde los primeros días Dios me escogió para que los gentiles oyeran de mi boca el mensaje del Evangelio, y creyeran. Y Dios que penetra los corazones, mostró su aprobación dándoles el Espíritu Santo igual que a nosotros. No hizo distinción entre ellos y nosotros, pues ha purificado sus corazones con la fe”.

Lo que me llama la atención en este modo de argumentar es la certeza que tiene el apóstol de que los gentiles, no circumcidados, han recibido el Espíritu Santo. ¿Cómo lo sabe Pedro? Lo sabe porque percibe los efectos de la gracia. No es algo ideológico, sino que Dios le muestra cómo actúa la gracia también entre los no judíos, porque la salvación viene por la fe. En la misma idea abundan Pablo y Bernabé al señalar los prodigios que Dios, mediante ellos, ha obrado entre los gentiles.

Señalo esto porque las enseñanzas de la Iglesia en los temas fundamentales se basa en lo recibido por Jesucristo pero Dios, en su bondad, permite corroborar con signos la certeza de dichas enseñanzas. Esto no debemos olvidarlo nunca. A menudo, desde fuera, parece como si la Iglesia fuera caprichosa al prescribir unas normas o predicar una enseñanza. Se olvida que la Iglesia cada día cuenta los resultados de su acción en el mundo y, asistida por el Espíritu Santo, lee en ellos la acción de la gracia. La vida de la Iglesia es conforme a su doctrina. Esto es válido en todos los campos: desde la praxis sacramental hasta la enseñanza moral o las mismas normas disciplinares. No todo tiene el mismo valor, pero en todo la Iglesia actúa según las enseñanzas de Jesús y su comprobación en la historia. Así, por ejemplo, al final del texto de hoy se señalan algunas normas que después serían abolidas (no comer carne de animales ahogados…). Sin embargo nunca se podrá cambiar la afirmación rotunda y definitiva de que “nos salvamos por la gracia del Señor Jesús”.

Una vez más comprobamos como la verdad del Evangelio, y nuestra fidelidad a ella, es la única que salva al hombre.
Archidiocesis de Madrid.-