22 de marzo de 2013

Viernes de la 5ª semana de Cuaresma. Ciclo C.



Santos: Epafrodito de Filipos, laico; Zacarías, Papa; Lea de Roma, laica. Feria (Morado)

CONFÍEN EN MIS OBRAS
Jr 20, 10-13; Jn 10, 31-42
Las lecturas emparejan a Jeremías y Jesús en su condición de figuras proféticas perseguidas. La fortaleza y la confianza de uno y otro, asombran a los lectores cristianos que vivimos una existencia exenta de riesgos y dificultades. La fidelidad a Dios acarrea algún tipo de adversidad o contratiempo a quienes viven congruentemente su fe. Jeremías cuestionó duramente la religiosidad mezquina y las diversas formas de idolatría y anunció la ruina de los nacionalistas alienados, que habían convertido a Jerusalén y al templo, en una especie de talismán. El Señor Jesús confrontaba a los defensores acérrimos de la ley, a la vez que les proponía abrir el corazón al mensaje de la vida verdadera que él testimoniaba. Los dirigentes religiosos de Israel juzgaron inadmisible dicho mensaje y buscaron infructuosamente silenciarlo, hasta que finalmente lo condenaron a muerte.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 30, 10. 16. 18)
Ten piedad de mí, Señor, porque estoy en peligro, líbrame de los enemigos que me persiguen; Señor, que no me decepcione yo de haberte invocado.

ORACIÓN COLECTA
Perdona, Señor, nuestras culpas y que tu amor y tu bondad nos libren del poder del pecado, al que nos ha sometido nuestra debilidad. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA
El Señor está a mi lado como guerrero poderoso.

Del libro del profeta Jeremías: 20, 10-13

En aquel tiempo, dijo Jeremías: "Yo oía el cuchicheo de la gente que decía: 'Terror por todas partes. Denunciemos a Jeremías, vamos a denunciarlo'. Todos los que eran mis amigos espiaban mis pasos, esperaban que tropezara y me cayera, diciendo: 'Si se tropieza y se cae, lo venceremos y podremos vengarnos de él'.

Pero el Señor, guerrero poderoso, está a mi lado; por eso mis perseguidores caerán por tierra y no podrán conmigo; quedarán avergonzados de su fracaso y su ignominia será eterna e inolvidable.

Señor de los ejércitos, que pones a prueba al justo y conoces lo más profundo de los corazones, haz que yo vea tu venganza contra ellos, porque a ti he encomendado mi causa.
Canten y alaben al Señor, porque Él ha salvado la vida de su pobre de la mano de los malvados". 

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Comentario:

Contexto: -A Jeremías le toca vivir una etapa muy revuelta: el imperio asirio ha sido derrocado y surge un nuevo poder, el babilónico. Todos estos vaivenes se dejan sentir en el reino de Judá tanto a nivel político (sometimiento del rey Joaquín a Nabucodonosor) como a nivel religioso: de la gran reforma religiosa de Josías (a. 622) se pasa a una etapa religiosa sincretista bajo el reinado de Joaquín.

-En el relato de su vocación leemos que Jeremías ha recibido del Señor la misión de "arrancar y arrasar.., destruir y demoler..." (1, 10). Por eso denuncia la superficialidad del culto israelítico al igual que la pretensión del pueblo y del rey de rebelarse contra el "poderoso". El profeta, en el atrio del templo, pronuncia un discurso muy comprometido (25, 1-14) y es encarcelado por el sacerdote Pasjur, jefe de policía (19, 14-20, 6; 29, 26...). ¡En aras del orden se prohíbe escuchar la palabra de Dios en el templo! A Jeremías se le veta la entrada (36, 5), acusado de no patriota y alta traición.

Texto:- Nuestro texto forma parte de las secciones denominadas "confesiones de Jeremías" (11, 18-23; 12, 1-6; 15, 10-12; 17, 2-18; 18, 18-23; 20, 7-18) en las que el alma lírica del profeta muestra su gran dolor ante la calumnia y persecución. Es el grito agudo que revela el desgarro interior; Jeremías, al no instrumentalizar la palabra divina dando el parabién al rey, ministros y pueblo, sufre:

a) por causa de Dios: Jeremías no escoge su ministerio, sino que el Señor le llama (1, 6) y le arrastra sin poder escaparse (20,7). Por fiarse de Dios es objeto de escarnio y de burla por parte de sus conciudadanos. Jeremías acusa a Dios de seducción, de violación, como joven engañada y abandonada (Ex. 22, 15).

b) por causa de los hombres: La comprensión superficial del mensaje produce el rechazo de lo profético. Sus paisanos se burlan de él pronunciando sus mismas palabras. Al profeta le agradaría mucho más halagar a los suyos: "edificar y plantar" (1, 10). Por eso llega a la conclusión de cesar en su misión profética; sin embargo, no puede renunciar al volcán de la palabra divina que arde en su interior (v. 9).

-Y en medio del lamento un cambio repentino aparece en el texto (vs. 11-13); a pesar de todos los sufrimientos, el profeta:

a) Confía en Dios (v. 11), Jeremías está convencido de que lucha al lado del más fuerte (imagen de Dios como soldado). El lamento está cargado de confianza. b) Pide que triunfe la causa de Dios (v.12). La confianza en la victoria es origen de su oración. Pide justicia divina y no revancha humana.

c) Invita a la alabanza (v. 13) porque está seguro del triunfo de Dios. El profeta, porque espera, anticipa la acción de gracias.

Reflexiones: - Ser profeta, nadar contra corriente, no es tarea fácil. Violado por Dios será oprobio y desprecio del pueblo (vs. 7. 8. 10). Es la triste paga del mensajero divino de todos los tiempos (cfr. Am 7, 10-7; Hech. 16, 24). El Señor promete su asistencia y protección, pero no el triunfo y la gloria.

-Todo el pueblo de Dios es profético. La estructura de nuestro relato descubre la actitud de todo creyente; ante las dificultades que implica el mensaje de Jesús, el cristiano:

a) Se queja ante Dios: "Me sedujiste..., me forzaste, me violaste..." (v. 7a).

b) Se siente ridículo ante sus vecinos: "Yo era el hazmerreír todo el día, todos se burlaban de mí..., la palabra del Señor se me volvió escarnio y burla constantes..." (7b-10).

c) Pero su respuesta debe ser una actitud de fe (v.12) que conduce a la alabanza (v.13).

A. GIL MODREGO
DABAR 1987/34



Del salmo 17 R/. Sálvame, Señor, en el peligro.

Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza, el Dios que me protege y me libera. R/.

Tú eres mi refugio, mi salvación, mi escudo, mi castillo. Cuando invoqué al Señor de mi esperanza, al punto me libró de mi enemigo. R/.
Olas mortales me cercaban, torrentes destructores me envolvían; me alcanzaban las redes del abismo y me ataban los lazos de la muerte. R/.
En el peligro invoqué al Señor, en mi angustia le grité a mi Dios; desde su templo, Él escuchó mi voz y mi grito llegó a sus oídos. R/.



ACLAMACIÓN (Cfr. Jn 6, 63. 68) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. Tú tienes palabras de vida eterna. R/.



Intentaron apoderarse de Él, pero se les escapó de las manos.


Del santo Evangelio según san Juan: 10, 31-42

En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, los judíos cogieron piedras para apedrearlo. Jesús les dijo: "He realizado ante ustedes muchas obras buenas de parte del Padre, ¿por cuál de ellas me quieren apedrear?".

Le contestaron los judíos: "No te queremos apedrear por ninguna obra buena, sino por blasfemo, porque tú, no siendo más que un hombre, pretendes ser Dios". Jesús les replicó: "¿No está escrito en su ley: Yo les he dicho: Ustedes son dioses? Ahora bien, si ahí se llama dioses a quienes fue dirigida la palabra de Dios (y la Escritura no puede equivocarse), ¿cómo es que a mí, a quien el Padre consagró y envió al mundo, me llaman blasfemo porque he dicho: 'Soy Hijo de Dios'? Si no hago las obras de mi Padre, no me crean. Pero si las hago, aunque no me crean a mí, crean a las obras, para que puedan comprender que el Padre está en mí y yo en el Padre". Trataron entonces de apoderarse de Él, pero se les escapó de las manos.

Luego regresó Jesús al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había bautizado en un principio y se quedó allí. Muchos acudieron a Él y decían: "Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan decía de éste, era verdad". Y muchos creyeron en Él allí. 
Palabra del Señor.Gloria a ti, Señor Jesús.

Comentario:

En el evangelio de hoy, nos encontramos de nuevo ante el complot que, esos días, se trama contra Jesús y que acabará en su arresto.

La figura de Jeremías y su plegaria, evocan un contexto equivalente.

-Escucho los denuestos de la muchedumbre.

Jeremías. Jesús.

Dos justos que sufren.

Es el misterio del Cuerpo Místico de Cristo: nosotros, pobres seres humanos, somos los «miembros del Cuerpo de Cristo» de Cristo sufriente, perseguido. Jeremías perseguido, era ya Jesús perseguido.

En todo hombre que sufre, en todo "hombre de dolor", ayúdanos, Señor, a ver tu faz... y a la vez creeremos «que sufren contigo»... y «que resucitarán también contigo» (Rm 6-8)

Pero también, todo hombre que sufre me ayuda a ver el rostro de Jesús. Un hombre escarnecido, abucheado por la multitud, traicionado por sus amigos, puede hacer que capte yo mejor lo que sucedió con Jesús.

-«¡Terror por doquier! ¡Denunciadle! ¡Denunciémosle!»

Efectivamente, Jesús vivió momentos de esa índole.

Momentos de "terror". El hombre acorralado.

Cercana ya la Semana Santa, no debemos tratar de evitar esa contemplación. Es preciso procurar imaginarnos el clima que se iba desarrollando alrededor de Cristo, y que forzosamente repercutía en su alma. No podemos pensar que se dejara abatir por el desánimo... y sin embargo era un hombre del cual el evangelio mismo deja entrever su hastío y su profunda pena.

-Todos aquellos que eran mis amigos...

Esta fue una de las mayores penas de Jesús: el abandono de sus amigos... su cobardía.

Me detengo para contemplar los sentimientos de Jesús.

Trataré de vivir más íntimamente contigo, la semana próxima.

-Pero el Señor está conmigo...

La intimidad con Dios, en las horas más graves es el único recurso. Concédeme esta gracia en medio de mis propias angustias y a la hora de mi muerte. Concede esa gracia a todos los que están "aplastados".

Incluso ese consuelo puede fallar: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?».

-A ti he confiado mi causa.

«Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu...»

A todo hombre le llega el encontrarse, algún día, en esa situación extrema. Eso puede provenir de nuestros propios pecados, de nuestros límites humanos... Puede proceder de los pecados de los demás, cuyas consecuencias sufrimos...

La desgracia no prueba que se ha cometido el mal y que de él sea el castigo. Esta explicación seria demasiado sencilla. De hecho Jesús era perfectamente «justo» e «inocente» y sería descabellado pensar que su Padre fue quien le impuso en su situación de crucificado.

No fue así. Sino que, en su situación extrema de crucificado, que procedía del pecado de los hombres, Jesús «confió su causa a Dios... se puso en sus manos».

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 3
PRIMERAS LECTURAS PARA ADVIENTO - NAVIDAD
CUARESMA Y TIEMPO PASCUAL
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 158 s


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que tu ayuda, Padre misericordioso, nos haga dignos de acercarnos a tu altar, a fin de que la asidua participación en este sacrificio nos obtenga la salvación.Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I de la Pasión del Señor

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1 P 2, 24)
En su propio Cuerpo, Cristo subió nuestros pecados a la cruz para que, muertos a nuestros pecados, empecemos una vida santa. En esta forma, por medio de sus heridas, hemos sido curados.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que la fuerza de este sacramento que nos une a ti, Señor, no nos abandone nunca y aleje siempre de nosotros todo mal. Por Jesucristo, nuestro Señor.