21 de marzo de 2013

Jueves de la 5ª semana de Cuaresma. Ciclo C



Santos: Serapión de Thmius, obispo; Agustín Zhao, mártir; Nicolás de Flueli, anacoreta. Feria (Morado)

NO SABRÁN LO QUE ES MORIR
Gn 17, 3-9; Jn 8, 51-59
En ambos pasajes encontramos sendas promesas. El libro del Génesis refiere la alianza y el pacto que Dios ofrece a Abrahán. Una descendencia numerosísima y una tierra como posesión perpetua. La vida por más longeva que fuese, quedaría truncada por la muerte; los descendientes de Abrahán serían los usufructuarios de la tierra, ésa sí entregada a perpetuidad. El capítulo octavo del Evangelio de san Juan gira también en torno de una promesa. Jesús exhorta a sus oyentes a dar crédito a su mensaje. La escucha y la puesta en práctica de ese mensaje harán que pasen de la muerte a la vida. La esperanza cristiana, como bien sabemos, desemboca en la vida plena junto al Padre. Ante los ojos de los pragmáticos que reclaman evidencias tangibles de todo, esa esperanza podrá aparecer ilusoria. La fe en Jesús resucitado, fundamento de nuestra esperanza, sustenta nuestra confianza en el Padre amoroso que atraerá a todos sus hijos a la íntima comunión con Él.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Hb 9, 15)
Cristo es el mediador de la nueva alianza, porque mediante su muerte, aquellos que han sido llamados, reciben la herencia eterna que les había sido prometida.

ORACIÓN COLECTA
Asiste y protege siempre, Señor, a esta familia tuya, que ha puesto en ti toda su esperanza, a fin de que purificados de nuestros pecados, permanezcamos fieles a nuestro compromiso bautismal y obtengamos la herencia prometida. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA
Serás padre de una multitud de pueblos.

Del libro del Génesis: 17, 3-9

Cuando Dios se le apareció, Abram se postró con el rostro en el suelo y Dios le dijo:

"Aquí estoy. Esta es la alianza que hago contigo: Serás padre de una multitud de pueblos. Ya no te llamarás Abram, sino Abraham, porque te he constituido como padre de muchas naciones.

Te haré fecundo sobremanera; de ti surgirán naciones y de ti nacerán reyes. Contigo y con tus descendientes, de generación en generación, establezco una alianza perpetua para ser el Dios tuyo y de tus descendientes. A ti y a tus descendientes les daré en posesión perpetua toda la tierra de Canaán, en la que ahora vives como extranjero; y yo seré el Dios de ustedes".
Después le dijo Dios a Abraham: "Cumple, pues, mi alianza, tú y tu posteridad, de generación en generación". 

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Comentario:

Una muchedumbre de pueblos

De la esterilidad vencida viene una fecundidad maravillosa, una muchedumbre de pueblos. Y conmueve pensar que a esa muchedumbre pertenecemos también nosotros, pues ciertamente es la fe de Abraham la que ha hecho posible que un día cada uno de nosotros lleguemos a la fe.

La alianza con Abraham tiene tres puntos: una descendencia, una tierra y sobre todo, una relación: "yo seré el Dios de tus descendientes". Aunque ciertamente lo más inmediato y visible es la tierra y la descendencia, es sobre todo ese modo de relación lo que va a resultar más durable y decisivo en la alianza cuyo comienzo presenciamos en esta primera lectura.

Nosotros mismos, en una inmensa mayoría, no somos descendencia de Abraham según la carne y la sangre; no venimos de Isaac, en ese sentido. Tampoco vivimos en Palestina. Pero el género nuevo y único de relación de amor y bendición que Dios inauguró con Abraham, y que tiene su plenitud en Cristo, el Unigénito, eso sí es herencia nuestra.


Del salmo 104 R/. El Señor nunca olvida sus promesas.

Recurran al Señor y a su poder, búsquenlo sin descanso. Recuerden los prodigios que Él ha hecho, sus portentos y oráculos. R/.

Descendientes de Abraham, su servidor, estirpe de Jacob, su predilecto, escuchen: el Señor es nuestro Dios y gobiernan la tierra sus decretos. R/.
Ni aunque transcurran mil generaciones, se olvidará el Señor de sus promesas, de la alianza pactada con Abraham, del juramento a Isaac, que un día le hiciera. R/.



ACLAMACIÓN (Cfr. Sal 94, 8) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Hagámosle caso al Señor, que nos dice: "No endurezcan su corazón". R/.


Su padre Abraham se regocijaba con el pensamiento de verme.

Del santo Evangelio según san Juan: 8, 51-59

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Yo les aseguro: el que es fiel a mis palabras no morirá para siempre".

Los judíos le dijeron: "Ahora ya no nos cabe duda de que estás endemoniado. Porque Abraham murió y los profetas también murieron, y tú dices: 'El que es fiel a mis palabras no morirá para siempre'. ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Abraham, el cual murió? Los profetas también murieron. ¿Quién pretendes ser tú?".

Contestó Jesús: "Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, aquel de quien ustedes dicen: 'Es nuestro Dios', aunque no lo conocen. Yo, en cambio, sí lo conozco; y si dijera que no lo conozco, sería tan mentiroso como ustedes. Pero yo lo conozco y soy fiel a su palabra. Abraham, el padre de ustedes, se regocijaba con el pensamiento de verme; me vio y se alegró por ello". Los judíos le replicaron: "No tienes ni cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?". Les respondió Jesús: "Yo les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy".
Entonces recogieron piedras para arrojárselas, pero Jesús se ocultó y salió del templo. 

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Comentario:

Jesús, el de Abraham

La descendencia de Abraham es sobre todo Jesús. Todo miraba desde el principio a Jesús, aunque el mismo Abraham no lo tuviese del todo claro.

Todo miraba a Jesús, todo preparaba a Jesús, todo esperaba a Jesús. Y todo aguarda a Jesús, porque sólo Jesús puede lo que sin Jesús desfallece; sólo Jesús sostiene lo que sin Jesús se derrumba; sólo Jesús sana lo que sin Jesús se corrompe y muere.

Jesús, Jesús... Antes de Abraham, ya eras; antes de aquella esperanza, antes de aquella alianza, antes del monte en que Isaac fue tendido para el sacrificio. Antes, ya tú existías, antes ya tú nos amabas, antes de todo ello, ya tú querías venir al pueblo que sin ti es ruina y contigo ciudad amurallada, jardín apacible, fuente serena, baluarte inexpugnable.

Jesús, me avergüenzo de pertenecer a la raza que te expulsó de tu propio templo. Te pido perdón por haber dado la espalda a tu rostro bello. Imploro de tu compasión lágrimas nuevas de amor por mí y por el mundo necio, por mí y por el mundo loco, por mí y por el mundo pérfido; porque soy de ese mundo, lo llevo en mi sangre y por eso sé que sólo tu Sangre hará nueva mi sangre, hará nueva mi vida.



ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Mira, Señor, con agrado el sacrificio que vamos a ofrecerte y concédenos por él la conversión de nuestra vida y la salvación del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Prefacio I de la Pasión del Señor

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Rm 8, 32)
Dios no escatimó la vida de su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros y con Él nos ha dado todos los bienes.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Por medio de este sacramento que ya desde ahora nos comunica tu fuerza, concédenos, Padre misericordioso, participar de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Homilías de Fr. Nelson Medina, O.P.