12 de febrero de 2013

Martes de la 5ª semana del Tiempo Ordinario. Ciclo C




Santos: Melecio de Antioquía, obispo; Eulalia de Barcelona, mártir; Rizerio de Murcia, presbítero. Feria (Verde)

A NUESTRA IMAGEN Y SEMEJANZA
Gn 1,20-2, 4; Mc 7, 1-13
El libro del Génesis rezuma esperanza. La mirada del autor es más que ancha, el futuro de la humanidad es una página abierta. A partir del diálogo con Dios, los seres humanos podrán tejer una historia menos violenta y más dichosa. Ahí radica precisamente la semejanza con Dios, en la capacidad de entablar un diálogo personal y lúcido con Él. El hombre que aprenda a ser el oyente de la Palabra podrá reconsiderar desde otra óptica las opciones decisivas de su vida. Desde la perspectiva del Evangelio de san Marcos, encontramos un planteamiento parecido. Para que las personas no terminen viviendo una existencia desgraciada y alienante, sobrecargadas de tradiciones rígidas, inventadas por intérpretes abusivos de la voluntad de Dios, tendrán que vivir discerniendo constantemente el querer divino. En ese dilema nos encontramos permanentemente los discípulos de Jesús, entre la fidelidad a tradiciones humanas envejecidas y la obediente escucha del designio del Dios que libera y llena de dignidad la existencia de las personas. Si uno y otro camino fueran totalmente contrapuestos, nadie tendría dificultad en discernir la voluntad del Señor.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Ez 36, 26. 27. 28)
Arrancaré de ustedes el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, dice el Señor. Les infundiré mi espíritu. Ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios.

ORACIÓN COLECTA
Inflama, Señor, nuestros corazones con el Espíritu de tu amor, para que pensemos y actuemos según tu voluntad y te amemos sinceramente en nuestro prójimo. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA
Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza.

Del libro del Génesis: 1, 20-2, 4

Dijo Dios: "Agítense las aguas con un hervidero de seres vivientes y revoloteen sobre la tierra las aves, bajo la bóveda del cielo". Creó Dios los grandes animales marinos y los vivientes que en el agua se deslizan y la pueblan, según su especie. Creó también el mundo de las aves, según sus especies. Vio Dios que era bueno y los bendijo, diciendo: "Sean fecundos y multiplíquense; llenen las aguas del mar; que las aves se multipliquen en la tierra". Fue la tarde y la mañana del quinto día.

Dijo Dios: "Produzca la tierra vivientes, según sus especies: animales domésticos, reptiles y fieras, según sus especies". Y así fue. Hizo Dios las fieras, los animales domésticos y los reptiles, cada uno según su especie. Y vio Dios que era bueno.
Dijo Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine a los peces del mar, a las aves del cielo, a los animales domésticos y a todo animal que se arrastra sobre la tierra".
Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen suya lo creó; hombre y mujer los creó.
Y los bendijo Dios y les dijo: "Sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todo ser viviente que se mueve sobre la tierra".
Y dijo Dios: "He aquí que les entrego todas las plantas de semilla que hay sobre la faz de la tierra, y todos los árboles que producen fruto y semilla, para que les sirvan de alimento.
Y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todos los seres que respiran, también les doy por alimento las verdes plantas". Y así fue. Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró muy bueno. Fue la tarde y la mañana del sexto día.
Así quedaron concluidos el cielo y la tierra con todos sus ornamentos, y terminada su obra, descansó Dios el séptimo día de todo cuanto había hecho. Dios bendijo el séptimo día y lo consagró, porque ese día cesó de trabajar en la creación del universo.
Ésta es la historia de la creación del cielo y de la tierra. 
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.


Comentario:
Sobre la dignidad del hombre en su origen

El precioso relato del Génesis sobre el origen del cielo y la tierra culmina con la creación del ser humano. Su llegada es tan importante que de algún modo todo lo demás queda relegado al nivel de un escenario que ahora acoge a la estrella de esta obra en la que veremos desplegarse la soberanía de Dios a través de su administrador de confianza, el hombre.

La ciencia y la filosofía cuestionan de muchos modos esta perspectiva bíblica, que parece simplemente pretenciosa o infantil a los ojos ilustrados de muchos de nuestros contemporáneos.

Hay quien piensa que ese deseo de ser el "centro", el "resumen" o el "vértice" del universo es solamente una expresión de nuestra pequeñez, que, no teniendo otro modo de darse seguridad, pretende el mejor y más noble lugar. La verdad, según ellos, es que el universo produjo la conciencia de un modo o azaroso o forzoso, y por consiguiente, para decirlo de alguna manera, a nadie le importa si estamos aquí.

Otros opinan, sin negar lo anterior seguramente, que la vida inteligente es el fruto de una evolución que por simple estadística o supervivencia del más fuerte, y por tanto, como fenómeno, debe de haberse dado en multitud de lugares a lo largo y ancho de los miles de millones de galaxias que estamos empezando a conocer. En este sentido, la hipótesis de la vida inteligente extraterrestre es una especie de "evidencia" a la que toda mente sensata debería adherir, no como algo demostrado, en realidad, sino como algo que "debe" ser por la sola fuerza de un razonamiento que se considera irrebatible: "es imposible que estemos solos...".



Del salmo 8 R/. ¡Qué admirable, Señor, es tu poder!

Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos, la luna y las estrellas, que has creado, me pregunto: ¿Qué es el hombre, para que de él te acuerdes; ese pobre ser humano, para que de él te preocupes? R/.
Sin embargo, lo hiciste un poquito inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad; le diste el mando sobre las obras de tus manos y todo lo sometiste bajo sus pies. R/.
Pusiste a su servicio los rebaños y las manadas, todos los animales salvajes, las aves del cielo y los peces del mar, que recorren los caminos de las aguas. R/.



ACLAMACIÓN (Sal 118, 36. 29) R/. Aleluya, aleluya. 

Inclina, Dios mío, mi corazón a tus preceptos y dame la gracia de cumplir tu voluntad. R/.


Ustedes anulan la palabra de Dios con las tradiciones de los hombres.

Del santo Evangelio según san Marcos: 7, 1-13

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los fariseos y algunos escribas, venidos de Jerusalén. Viendo que algunos de los discípulos de Jesús comían con las manos impuras, es decir, sin habérselas lavado, los fariseos y los escribas le preguntaron: "¿Por qué tus discípulos comen con manos impuras y no siguen la tradición de nuestros mayores?". (Los fariseos y los judíos, en general, no comen sin lavarse antes las manos hasta el codo, siguiendo la tradición de sus mayores; al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones, y observan muchas otras cosas por tradición, como purificar los vasos, las jarras y las ollas).

Jesús les contestó: "¡Qué bien profetizó Isaías sobre ustedes, hipócritas, cuando escribió: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Es inútil el culto que me rinden, porque enseñan doctrinas que no son sino preceptos humanos. Ustedes dejan a un lado el mandamiento de Dios, para aferrarse a las tradiciones de los hombres".
Después añadió: "De veras son ustedes muy hábiles para violar el mandamiento de Dios y conservar su tradición. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre. El que maldiga a su padre o a su madre, morirá. Pero ustedes dicen: 'Si uno dice a su padre o a su madre: Todo aquello con que yo te podría ayudar es corbán (es decir, ofrenda para el templo), ya no puede hacer nada por su padre o por su madre'. Así anulan la palabra de Dios con esa tradición que se han transmitido. Y hacen muchas cosas semejantes a ésta".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Comentario:

Los fariseos y los escribas malinterpretaban la ley del Señor y se olvidaban del sentido del cuarto mandamiento. El Señor nos pide ser agradecidos con aquellos que nos dieron el don de la vida y que con amor nos ayudaron a crecer. Esto lo podemos hacer de muchas maneras en la vida ordinaria: por medio del espíritu filial, la docilidad y obediencia verdaderas, así como el respeto y la ayuda solícita para con los padres, si estos ya son mayores. Jesús nos da un ejemplo perfecto de amor hacia sus padres terrenos. Él, verdadero Dios y verdadero hombre, vivió sujeto a la autoridad, al cuidado de José y tuvo un amor tierno hacia su madre, María. Jesús es el modelo de cómo hemos de vivir este mandamiento y cuidar las relaciones familiares. En la familia nos hemos de amar unos a otros como Dios nos ama y contribuir al crecimiento de la santidad de los otros. Un medio concreto para lograrlo es ofrecernos siempre generosamente el perdón y el afecto mutuo, como Cristo nos lo da a cada uno.



ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Santifica, Señor, nuestras ofrendas y, por este sacrificio eucarístico, concédenos hacer llegar tu amor a todos los hombres. Por Jesucristo, nuestro Señor.


ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1 Co 13, 13)
Ahora tenemos estas tres virtudes: la fe, la esperanza y la caridad; pero la caridad es la mayor de las tres.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Infunde, Señor, tu Espíritu Santo, en quienes hemos participado del mismo pan celestial y reanímanos con la alegría del amor perfecto. Por Jesucristo, nuestro Señor.