Santos: Román y Lupicino de Condat, ermitaños; Hilario I, Papa. Beata Antonia o Antonieta de Florencia, abadesa. Feria (Morado)
MALDITO QUIEN CONFÍA EN UN HOMBRE
Jr 17,5-10; Lc 16,19-31
El encabezado de esta reflexión podría dar la impresión de fomentar la desconfianza y el escepticismo en las relaciones humanas. En manera alguna lo pretende. Lo que el profeta Jeremías quiere denunciar, es la práctica de conductas idolátricas que rinden una estimación absoluta a figuras relevantes que, disponen de cuantiosas riquezas, de enorme poder o conocimientos. La confianza plena ha de estar puesta solamente en Dios. Lo dirá en uno y otro tono tanto el profeta Jeremías como el mismo Señor Jesús. Ése y no otro es el mensaje capital de la parábola de Lázaro y el rico. Éste último organizó su existencia en torno de una relación idolátrica, amontonando riquezas de forma desmedida, se dispensó de vivir la compasión con Lázaro y terminó por endurecer su corazón. La confianza desmedida en cualquiera de los bienes materiales o en los poderes y talentos humanos, usurpa el lugar de Dios. La certidumbre y la seguridad económica se pueden convertir en un ídolo que envanece nuestro corazón y nos aleja de Dios y de los hermanos.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 138, 23-24)
Ponme a prueba, Dios mío, y conocerás mi corazón; mira si es que voy por mal camino y condúceme tú por el camino recto.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que amas la inocencia y la devuelves a quienes la han perdido, orienta hacia ti nuestros corazones y enciéndelos en el fuego de tu Espíritu, para que permanezcamos firmes en la fe y seamos diligentes en el amor fraterno. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Maldito el que confía en el hombre; bendito el que confía en el Señor.
Del libro del profeta Jeremías: 17, 5-10
Esto dice el Señor: "Maldito el hombre que confía en el hombre, que en él pone su fuerza y aparta del Señor su corazón. Será como un cardo en la estepa, que nunca disfrutará de la lluvia. Vivirá en la aridez del desierto, en una tierra salobre e inhabitable.
Bendito el hombre que confía en el Señor y en Él pone su esperanza. Será como un árbol plantado junto al agua, que hunde en la corriente sus raíces; cuando llegue el calor, no lo sentirá y sus hojas se conservarán siempre verdes; en año de sequía no se marchitará ni dejará de dar frutos.
El corazón del hombre es la cosa más traicionera y difícil de curar. ¿Quién lo podrá entender? Yo, el Señor, sondeo la mente y penetro el corazón, para dar a cada uno según sus acciones, según el fruto de sus obras".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Comentario:
“Bendito quien confía en el Señor”. Jeremías usa en este pasaje las máximas sapienciales para comunicar su enseñanza. La contraposición entre el camino del hombre y el del Señor es fácil de entender en vista de unos resultados contradictorios y también fáciles de captar por unos destinatarios que conocen el desierto. A las dos actitudes básicas del hombre corresponden dos suertes: el fracaso o el éxito.
Del salmo 1 R/. Dichoso el hombre que confía en el Señor.
Dichoso aquel que no se guía por mundanos criterios, que no anda en malos pasos ni se burla del bueno, que ama la ley de Dios y se goza en cumplir sus mandamientos. R/.
Es como un árbol plantado junto al río, que da fruto a su tiempo y nunca se marchita. En todo tendrá éxito. R/.
En cambio los malvados serán como la paja barrida por el viento. Porque el Señor protege el camino del justo y al malo sus caminos acaban por perderlo. R/.
ACLAMACIÓN (Cfr. Lc 8, 15) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Dichosos los que cumplen la palabra del Señor con un corazón bueno y sincero, y perseveran hasta dar fruto. R/.
Recibiste bienes en tu vida y Lázaro, males; ahora él goza del consuelo, mientras que tú sufres tormentos.
Del santo Evangelio según san Lucas: 16, 19-31
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: "Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y telas finas y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo, llamado Lázaro, yacía a la entrada de su casa, cubierto de llagas y ansiando llenarse con las sobras que caían de la mesa del rico. Y hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas. '
Sucedió, pues, que murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham. Murió también el rico y lo enterraron. Estaba éste en el lugar de castigo, en medio de tormentos, cuando levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham y a Lázaro junto a él.
Entonces gritó: 'Padre Abraham, ten piedad de mí. Manda a Lázaro que moje en agua la punta de su dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas'. Pero Abraham le contestó: 'Hijo, recuerda que en tu vida recibiste bienes y Lázaro, en cambio, males. Por eso él goza ahora de consuelo, mientras que tú sufres tormentos. Además, entre ustedes y nosotros se abre un abismo inmenso, que nadie puede cruzar, ni hacia allá ni hacia acá'.
El rico insistió: 'Te ruego, entonces, padre Abraham, que mandes a Lázaro a mi casa, pues me quedan allá cinco hermanos, para que les advierta y no acaben también ellos en este lugar de tormentos'. Abraham le dijo: 'Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen'. Pero el rico replicó: 'No, padre Abraham. Si un muerto va a decírselo, entonces sí se arrepentirán'. Abraham repuso: 'Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso, ni aunque resucite un muerto' ".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
Al igual que en la primera lectura, el Evangelio, nos habla de vidas y suertes contrarias: la del rico Epulón y del pobre Lázaro. Aquí el Maestro, en lugar de hablarnos de dos caminos, nos habla de un abismo inmenso e infranqueable que separa a una persona de la otra. No es necesario hacer sonar tanto bombo y platillo para que los seres humanos capten verdades tan sencillas como la iniquidad de las flagrantes injusticias y atropellos a la dignidad de la persona. Ante tantos Lázaros de nuestros días, ante tantas llagas de la humanidad, ante ese abismo inmenso que hemos abierto, tendremos que hacer un profundo examen de conciencia y trabajar por un sistema de vida muy diferente al actual.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Por este sacrificio eucarístico, santifica, Señor, nuestras privaciones cuaresmales, para que a las prácticas externas corresponda una verdadera conversión interior. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-V de Cuaresma.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Sal 118, 1)
Dichoso el que, con vida intachable, hace la voluntad del Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que la gracia que hemos recibido en este sacramento permanezca, Señor, en nosotros y aumente por nuestras buenas obras. Por Jesucristo, nuestro Señor.