SANTA MARÍA MADRE DE
DIOS
Santos: Segismundo Gorazdowski, fundador; Hugolino Gualberto de Umbría,
eremita. Solemnidad (Blanco)
UN BUEN COMIENZO
Nm 6,22-27; Ga 4,4-7; Lc 2,16-21
La bendición
sacerdotal que registra el libro de los Números es una generosa declaración de
confianza de los hijos de Israel en el amor cariñoso del Señor. María, la madre
del Señor, tuvo una experiencia intensamente viva de ese amor benevolente y se
dispuso a colaborar con el Padre, para hacernos sentir la hondura del amor que
la había entusiasmado tanto, que la hizo jugarse la vida y la reputación, al
pronunciar su respuesta generosa. El amor de Dios germinó en su vientre y dio a
luz a Jesús. La esperanza que despierta cualquier niño recién nacido se hizo
manifiesta ante la mirada de los pastores y vecinos, quienes reconocieron un
fuego y un brillo especial en el rostro tierno del recién nacido. Con esa
modesta señal los pastores retomaron sus quehaceres cotidianos reanimados por
una nueva esperanza.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sedulio)
Te aclamamos, santa Madre de Dios, porque has dado a luz al Rey que
gobierna cielo y tierra por los siglos de los siglos.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que por
la fecunda virginidad de María diste al género humano el don de la salvación
eterna, concédenos sentir la intercesión de aquella por quien recibimos al
autor de la vida, Jesucristo, Señor nuestro, que vive y reina contigo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Invocarán mi nombre y yo los bendeciré.
Del libro de los Números: 6, 22-27
En aquel tiempo, el
Señor habló a Moisés y le dijo: "Di a Aarón y a sus hijos: 'De esta manera
bendecirán a los israelitas: El Señor te bendiga y te proteja, haga
resplandecer su rostro sobre ti y te conceda su favor. Que el Señor te mire con
benevolencia y te conceda la paz'.
Así invocaran mi nombre sobre los israelitas y yo los bendeciré".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Comentario:
Una bendición
La primera lectura
de hoy nos trae una bendición, pero sobre todo nos enseña a bendecir. No es un
acto trivial ni una simple costumbre social; es nuestro modo de acoger en cada
aspecto de la vida al Dios de la alianza. Nuestras bendiciones mutuas son
prenda de la bendición del Señor.
Podemos sintetizar
los buenos deseos de esta hermosa bendición del libro de los Números en tres
aspectos, que son también los mejores deseos para el año que empieza:
protección, amistad con Dios y paz. Defendidos del mal y fortalecidos en el
bien: este es rostro de la raza bendecida.
La bendición
bíblica, que han popularizado especialmente los frailes franciscanos, no habla
directamente de la amistad con Dios, sino del resplandor de su rostro, la
cercanía de su favor y benevolencia. Una vida bendecida va acompañada del
brillo del rostro de Dios y de una cálida proximidad a su amor y su bondad.
Corresponde, pues, a lo que solemos llamar "permanecer en la gracia de
Dios". El gran anhelo al bendecir es en realidad la vida de la gracia.
Del salmo 66 R/. Ten piedad de nosotros, Señor bendícenos.
Ten piedad de nosotros y bendícenos; vuelve, Señor, tus ojos a nosotros. Que
conozca la tierra tu bondad y los pueblos tu obra salvadora. R/.
Las naciones con júbilo te canten, porque juzgas al mundo con justicia; con
equidad lo juzgas a los pueblos y riges en la tierra a las naciones. R/.
Que te alaben, Señor, todos los pueblos, que los pueblos te aclamen todos
juntos. Que nos bendiga Dios y que le rinda honor el mundo entero. R/.
Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer.
De la carta del apóstol san Pablo a los gálatas: 4, 4-7
Hermanos: Al llegar
la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido
bajo la ley, para rescatar a los que estábamos bajo la ley, a fin de hacernos
hijos suyos. Puesto que ya son ustedes hijos, Dios envió a sus corazones el
Espíritu de su Hijo, que clama: "¡Abba!, es decir, ¡Padre! Así que ya no
eres siervo, sino hijo; y siendo hijo, eres también heredero por voluntad de
Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Comentario:
Nacido de mujer
La segunda lectura
abre un tema distinto, relacionado con la solemnidad litúrgica de este día.
Jesús el hijo de María; María es la madre de Jesús. La humildad del
"nacido de mujer" se convierte en exaltación de la "madre de
Dios".
Jesús es el nacido
en la "plenitud de los tiempos". El tiempo de Jesús es el tiempo
cumplido, o mejor: Jesús es el que da su cumplimiento, su plenitud al tiempo;
no hay tiempos plenos sin Jesús; sin el, la vida queda sin plenitud; queda
vacía.
Nació de mujer;
nació bajo la ley. Las dos cosas van paralelas, en la mente del apóstol Pablo.
Y es lógico: nacer de mujer es entrar a participar de las leyes y condiciones
fundamentales de la vida humana. Nacido de mujer significa: sometido a las
leyes de nuestra existencia. En el otro sentido también hay una semejanza.
Nacer "bajo la ley" es también "al amparo, en el seno de la
ley". A su modo la ley era una madre, y alguna vida quería propagar, o por
lo menos, no dejar perder.
El paralelo
continúa. El que nació de mujer trasciende esa condición a favor nuestro, pues
nos hace hijos de Dios. El que nació bajo la ley trasciende esa condición
liberándonos del dominio de la ley de Moisés, al concedernos "el Espíritu
de su hijo". Así pues, la condición humillada de Jesús, por la que se hace
"nuestro", es el punto de partida de un movimiento trascendente que
nos hace "suyos". En el corazón de esa maravillosa transformación
cósmica está María.
ACLAMACIÓN (Hb 1, 1-2) R/. Aleluya, aleluya.
En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios en el pasado a nuestros
padres, por boca de los profetas. Ahora, en estos tiempos, que son los últimos,
nos ha hablado por medio de su Hijo. R/.
Encontraron a María, a José y al niño. Al cumplirse los ocho días,
le pusieron por nombre Jesús.
Del santo Evangelio según san Lucas: 2, 16-21
En aquel tiempo, los
pastores fueron a toda prisa hacia Belén y encontraron a María, a José y al
niño, recostado en el pesebre. Después de verlo, contaron lo que se les había
dicho de aquel niño, y cuantos los oían quedaban maravillados. María, por su
parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón. Los pastores se
volvieron a sus campos, alabando y glorificando a Dios por todo cuanto habían
visto y oído, según lo que se les había anunciado. Cumplidos los ocho días,
circuncidaron al niño y le pusieron el nombre de Jesús, aquel mismo que había
dicho el ángel, antes de que el niño fuera concebido.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
El Nombre de Jesús
El evangelio de hoy
nos ofrece el tercer tema: el Nombre de Jesús. Antiguamente la Iglesia
celebraba el 1° de enero la fiesta de la Circuncisión del Señor. El tema como
tal queda hoy en un segundo o tercer plano, pero no deberíamos dejarlo
sepultado: por su circuncisión Jesús pertenece a la alianza que Dios selló con
Abraham, y así como interesa ver que en Cristo se cumple lo prometido a David,
así también interesa ver que la alianza con Abraham alcanza su plenitud en la plenitud
de Cristo.
En otro sentido,
este es un día precioso para meditar en el significado del nombre de nuestro
Salvador. Este es el nombre que fue revelado a José (Mt 1,21) y a María (Lc
1,31). Quiere decir: "Yahvé salva". ¡El hijo de María lleva la salvación
ya en su nombre!
Invocar a menudo el
nombre de Jesús es un modo místico de acercarnos al Nombre sobre todo nombre.
No son las letras, no es magia; es la gloria de Dios hecha próxima, es la
bondad de Dios entre nosotros, es verdaderamente el Dios-con-nosotros.
Con el nombre de
Jesús sucede como con la Hostia Consagrada. Puede ser tan grande o tan pequeña
como nuestra fe o como nuestro amor. "Jesús" puede ser el título de
un recuerdo o el nombre que nos revela la más preciosa historia de gracia y de
amor de todos los tiempos.
Credo
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, tú que eres
el origen de todos los bienes y quien los lleva a su pleno desarrollo, concede
a quienes celebramos en la Virgen María, Madre de Dios, las primicias de
nuestra redención, alcanzar la plenitud de sus frutos. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
PREFACIO I DE SANTA MARÍA VIRGEN
En verdad es justo y
necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Y alabar, bendecir
y proclamar tu gloria en la solemnidad de Santa María, siempre virgen. Porque
ella concibió a tu Hijo único por obra del Espíritu Santo, y sin perder la
gloria de su virginidad, hizo brillar sobre el mundo la luz eterna, Jesucristo,
Señor nuestro. Por él, los ángeles y los arcángeles y todos los coros
celestiales, celebran tu gloria, unidos en común alegría. Permítenos asociarnos
a sus voces, cantando humildemente tu alabanza: Santo, Santo, Santo.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Hb 13, 8)
Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por todos los siglos.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, que estos
sacramentos celestiales que hemos recibido con alegría, sean fuente de vida
eterna para nosotros, que nos gloriamos de proclamar a la siempre Virgen María
como Madre de tu Hijo y Madre de la Iglesia. Jesucristo, nuestro Señor.
Homilías de
Fr. Nelson Medina, O.P.