MONICIÓN DE ENTRADA
Os
damos nuestra bienvenida a la Eucaristía con alegría y esperanza. Hemos
recorrido, juntos, ya muchos días de celebraciones navideñas que nos han
llenado el corazón de amor, pero también de alegría y esperanza. Hoy es la
Epifanía, la presentación y ofrecimiento del Niño Dios a los pueblos gentiles,
a aquellos que buscan salvarse. Los Magos de Oriente representan a todos esos
pueblos que, lejos de la nación judía, iban a recibir la Redención de Dios por
medio de Jesucristo. Y los tres Reyes Magos también traen una fiesta popular y
entrañable que nos transporta a todos a nuestra condición de niños. Y ojalá
seamos capaces de entender esta manifestación de Dios con ojos de niño, con
mirada infantil. Iniciemos, pues, nuestra celebración con gran jubilo que comunica
nuestro canto de entrada.
MONICIONES SOBRE LAS
LECTURAS
1.- El
signo que muestran las lecturas de hoy es el de la luz. El profeta Isaías no
deja de gritar, anunciando un amanecer luminoso, a ese pueblo que, como
nosotros, siente la oscuridad de la condición humana; y les hace ver que la
claridad se extiende a todo el universo.
S.- El
salmo 71 fue compuesto en su origen para festejar a un gran rey de Israel, pero
con el tiempo se le fue dando un sentido de profecía mesiánica que es como lo
interpretamos nosotros hoy en este día de la Epifanía del Señor.
2.-
Todos los hombres serán adoradores de un mismo Dios, nos dice la segunda
lectura. San Pablo en su Carta a los Efesios habla de la revelación del Espíritu
Y es ya hora de que, unidos, nos sentemos a la misma mesa y compartamos el
mismo pan. Pues, sólo así, la comunidad cristiana iniciará una vida nueva a
través de los sacramentos; siendo en todo momento testimonio de la Epifanía de
Cristo.
3.- La
manifestación de Dios a los hombres sabios y lejanos es lo que nos cuenta Mateo
en el Evangelio. Y el asombro de quienes no quisieron ver al Señor en Belén se
hace manifiesto cuando los Magos preguntan por Él. Ojalá, nosotros veamos
también la estrella, nuestra estrella, la que nos conduce directamente a
cumplir nuestra misión como cristianos.
Lectura de Postcomunión
MONICIÓN
Don
Javier Leoz habla, hoy, de que ha visto una estrella. Y todos nosotros también
la hemos visto o queremos verla. Escuchemos
HE VISTO UNA ESTRELLA, SEÑOR
Te
doy gracias, Señor,
porque
–sin ser rey- he visto una estrella.
Una
estrella que, en la noche oscura,
me
ha invitado a seguirle, incluso en las horas amargas,
y,
sus destellos, han hablado a mi corazón,
despertando
mis sentimientos y mi curiosidad.
Una
estrella que ha hecho posible el que yo, hombre y débil,
me
postre ante Ti con la misma fe y con la misma emoción
de
aquellos Reyes Magos.
Haz
Señor, que después de haberte contemplado y rezado
Después
de haberte ofrecido mi pobreza
vuelva
a mi hogar con la firme promesa
de
que tu nombre sea conocido, amado y publicado
por
todos los confines de la tierra.
¡Gracias,
Señor! ¡Gracias, mi Rey!
Exhortación de despedida
Salgamos
felices del templo, con la alegría de que hemos celebrado un tiempo de Navidad
con gozo y esperanza. La estrella de los Magos de Oriente nos muestra el camino
de la esperanza…
CARTA ESPECIAL A LOS REYES
MAGOS
Por Javier Leoz
Queridos Reyes Magos:
Todos
los años, cuando llegan estas fechas, mi pensamiento se vuelve hacia vosotros.
Y, junto con él, mi corazón me va dictando una serie de deseos que, con vuestra
ayuda, quisiera los llevaseis a feliz realidad.
-Dejad en el mundo UNA
ESCOBA. Para barrer todo lo que suene a violencia y terrorismo.
Que no quede ni un solo rincón en las personas con resquicio de rencor o de
odio.
-Traed multitud de bolsas de
JABÓN. Para limpiar nuestras personas de aquello que, la
sociedad, va imponiendo como normal y lógico.
-Echad, en los ojos de todos
los hombres y mujeres, COLIRIUM. Para que los unos a los
otros, lejos de vernos como adversarios, sepamos contemplarnos y respetarnos
como hermanos.
-Esconded, debajo de las
almohadas de los que os esperan, SUEÑOS. Nunca, como hoy, tenemos
abundancia de bienes para vivir y, nunca como hoy, hemos perdido los ideales
por los que luchar.
-En un rincón del corazón de
las personas, derramad toneladas de AZÚCAR. Las prisas, los
agobios, los trabajos, el afán de superación, nos está convirtiendo en
autómatas. Escasamente nos miramos a los ojos. ¡Necesitamos un poco de dulzura!
-Si en vuestros almacenes
existen, solicitamos que nos proporcionéis unas LIMAS.
Cada día que pasa, y por diversas circunstancias, los tropiezos, las
dificultades, los roces, hacen que nos distanciemos y que se acrecienten las
diferencias. ¡Necesitamos suavizar las discrepancias!
-Traednos unas grandes
TIJERAS. Para cortar todo aquello que no es positivo en nosotros.
Para confeccionar un traje con la etiqueta del amor, con los botones de la
esperanza y de la caridad. ¡Ayudadnos, en este Año de la Fe, a saber qué es y
qué conlleva el vestir el traje cristiano!
-Que vuestros pajes, aunque
piensen que no ocupa nada, que nos transporten un poco de ALEGRIA. Es
un bien muy escaso. Es tan invisible que, en el mundo donde vivimos, no lo
percibimos. ¡La necesitamos para volver a sonreír!
-Todos los años, os dejamos
en el balcón o en la ventana, nuestro calzado. En el presente año dejadnos unos
ZAPATOS CELESTIALES. De tal manera que, al colocarlos en este Año
de la Fe, debajo de nuestros pies, caminemos por las sendas de la verdad, de la
justicia y del perdón. ¿Tendréis mi número?
-Si además añaden un
ABRELATAS para abrir nuestro corazón a Dios y un IMPERMEABLE
para protegernos de las tormentas que descargan contra nuestras convicciones
religiosas, os quedaré –como si fuera un niño- altamente agradecido.
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