2 de enero de 2013

2 de Enero. Feria de Navidad. Ciclo C




Santos: Basilio Magno de Cesárea, obispo; Gregorio Nacianceno, Doctor de la Iglesia. Beata María Ana Blondin Sureau, fundadora. Memoria (Blanco)

LA CUESTIÓN DE LA IDENTIDAD
1 Jn 2, 22-28, Jn 1, 19-28
El Evangelio de san Juan nos refiere el dialogo y la curiosidad que se suscitó en torno de la persona de san Juan Bautista. La gente no atinaba a descifrar la clave de su singular existencia. Para unos, era un profeta como los antiguos, en cambio para otros, era una figura mesiánica que transformaría con el poder de Dios, la suerte de su pueblo. San Juan no se dejaba encandilar con el fervor popular y despejó de inmediato cualquier malentendido: él era un enviado, una voz incómoda que venía a desajustar la religiosidad rutinaria de Israel. Los primeros cristianos también se plantearon cuestiones sobre la identidad más profunda del crucificado. Los creyentes que atendían al impulso del Espíritu, reconocieron la íntima cercanía existente entre el Padre y el Hijo, otros cristianos despistados se confundieron y pretendieron desvincular la amorosa comunión entre el Señor y su siervo Jesús. La filiación que nos vincula con el Padre, nos hermana con su Hijo Jesús.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 36, 30-31)
La boca del justo dice palabras sensatas y su lengua expresa lo recto, porque lleva grabada en el corazón la ley de su Dios.

ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que has iluminado a tu Iglesia con el ejemplo y la doctrina de los santos Basilio y Gregorio, haz que seamos humildes para comprender tu verdad y danos tu amor para ajustar a ella toda nuestra vida. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA
Que permanezca en ustedes lo que han oído desde el principio.

De la primera carta del apóstol san Juan: 2, 22-28

Hijos míos: ¿Quién es el mentiroso, sino aquel que niega que Jesús es Cristo? Ese es el anticristo, porque niega al Padre y al Hijo. Nadie que niegue al Hijo posee al Padre; pero quien reconoce al Hijo, posee también al Padre

Que permanezca, pues, en ustedes lo que desde el principio han oído. Si permanece en ustedes lo que han oído desde el principio, también ustedes permanecerán en el Hijo y en el Padre. Esta es la promesa que El mismo nos hizo: la vida eterna. Les he escrito esto, pensando en aquellos que tratan de inducirlos al error. Recuerden que la unción que de Él han recibido, permanece en ustedes y no necesitan enseñanzas de nadie; esta unción, que es verdad y no mentira, los ilustra a través de todas las cosas; permanezcan, pues, en Él, como la unción les enseña.

Así pues, hijos míos, permanezcan en Él, para que cuando Él se manifieste, tengamos plena confianza y no nos veamos confundidos por El en el día de su venida. 


Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Comentario:
La mentira más grande del mundo

Desde la óptica de Juan hay una verdad que es la más grande del mundo. Esa verdad está en la carne de Cristo, en cuanto, en esa carne hemos visto, oído y palpado la revelación que Dios nos ha dado de su amor y su salvación.

Según esto, la gran mentira es negar esa revelación que tiene precio y valor de sangre del Hijo de Dios. Y eso es lo propio del anticristo; eso es lo propio de aquel o aquellos que se oponen al Señor Jesús.

Por eso es fuerte la exhortación: "permanezcan en lo que han oído" (1 Jn 2,24). Es una advertencia severa, que podríamos poner en paralelo con las palabras, también graves, del apóstol Pablo: " Me maravillo de que tan pronto hayáis abandonado al que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente; que en realidad no es otro evangelio, sólo que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciara otro evangelio contrario al que os hemos anunciado, sea anatema" (Gál 1,6-8).

Este tipo de moniciones nos previenen contra las "novedades", un tema que aparece muchas veces en el Nuevo Testamento. El Evangelio es simple, contundente, eficaz; las novedades, que no son profundizaciones sino traiciones al Evangelio, son retorcidas, tratan más de seducir que de salvar; acarician nuestra conducta, no la cambian.


Del salmo 97 R/. Cantemos la grandeza del Señor.

Cantemos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas. Su diestra y su santo brazo le han dado la victoria. R/.

El Señor ha dado a conocer su victoria y ha revelado a las naciones su justicia. Una vez más ha demostrado Dios su amor y su lealtad hacia Israel. R/.
La tierra entera ha contemplado la victoria de nuestro Dios. Que todos los pueblos y naciones aclamen con júbilo al Señor R/.



ACLAMACIÓN (Hb 1, 1-2) R/. Aleluya, aleluya.

En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios en el pasado a nuestros padres, por boca de los profetas. Ahora, en estos tiempos, que son los últimos, nos ha hablado por medio de su Hijo. R/.


Viene después de mi alguien que existía antes que yo.

Del santo Evangelio según san Juan: 1, 19-28

Éste es el testimonio que dio Juan el Bautista, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén a unos sacerdotes y levitas para preguntarle: "¿Quién eres tú?".

Él reconoció y no negó quien era. Él afirmó: "Yo no soy el Mesías". De nuevo le preguntaron: "¿Quién eres, pues? ¿Eres Elías?". Él les respondió: "No lo soy". "¿Eres el profeta?". Respondió: "No". Le dijeron: "Entonces dinos quien eres, para poder llevar una respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?". Juan les contesto: "Yo soy la voz que grita en el desierto: Enderecen el camino del Señor', como anuncio el profeta Isaías".

Los enviados, que pertenecían a la secta de los fariseos, le preguntaron: "Entonces ¿por qué bautizas, si no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta?". Juan les respondió: "Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno, al que ustedes no conocen, alguien que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle las correas de sus sandalias".
Esto sucedió en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan bautizaba. 


Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Comentario:
En medio de ustedes hay uno que no conocen

El texto del evangelio de hoy, por su parte, prolonga nuestra lectura del evangelio de Juan. El prólogo, que ocupó los primeros dieciocho versículos, y que ya fue leído dos veces en este tiempo de navidad, nos lanzó al misterio sublime de la encarnación como revelación de la gloria; ahora seguimos la lectura de este cuarto evangelio, desde el versículo diecinueve. Es otro modo de presenciar la llegada del misterio de la Palabra Encarnada: no al estilo de Mateo o Lucas que nos brindan algunas escenas de Jesús bebé o párvulo, sino, si se quiere, desde la teología.

Juan, en efecto, antes de presentarnos a Cristo en escena, presenta al precursor, al Bautista. Lo importante de esta parte es que nos queden claras algunas cosas: la distancia y a la vez el orden que une al Precursor con el Mesías; la grandeza de aquel que se acerca; y la convicción de que "no le conocemos".

Este último punto merece ser destacado: para recibir a la Palabra necesitamos entender que no es ninguna de nuestras palabras. Conocer nuestra ignorancia; saber que no le conocemos es un buen modo de disponernos a conocerle. Así Juan nos prepara para ver a Jesús actuando y predicando.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que te sea grato, Señor, el sacrificio que vamos a ofrecerte en la fiesta de los santos Basilio y Gregorio, cuyas enseñanzas y ejemplo nos mueven a alabarte con todo nuestro ser. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Lc 12, 42)
Éste es el siervo fiel y sensato a quien su Señor ha puesto al frente de su familia, para darles la ración de trigo a su tiempo.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
A quienes nos has alimentado con el Cuerpo de Cristo, ilumínanos, Señor, con sus enseñanzas, para que en 1a festividad de los santos Basilio y Gregorio, aprendamos tu verdad e imitemos tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor