Lecturas
Viernes 08 de Julio del 2011
Primera lecturaLectura del libro del Génesis (46,1-7.28-30):
En aquellos días, Israel, con todo lo suyo, se puso en camino, llegó a Berseba y allí ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac.
Dios le dijo a Israel en una visión de noche: «Jacob, Jacob.»
Respondió: «Aquí estoy.»
Dios le dijo: «Yo soy Dios, el Dios de tu padre; no temas bajar a Egipto, porque allí te convertiré en un pueblo numeroso. Yo bajaré contigo a Egipto, y yo te haré subir; y José te cerrará los ojos.»
Al salir Jacob de Berseba, los hijos de Israel hicieron montar a su padre, con los niños y las mujeres, en las carretas que el Faraón había enviado para transportarlos. Tomaron el ganado y las posesiones que habían adquirido en Canaán y emigraron a Egipto Jacob con todos sus descendientes, hijos y nietos, hijas y nietas, y todos los descendientes los llevó consigo a Egipto. Jacob despachó por delante a Judá, a visitar a José y a preparar el sitio en Gosén. Cuando llegaban a Gosén, José mandó preparar la carroza y se dirigió a Gosén a recibir a su padre. Al verlo, se le echó al cuello y lloró abrazado a él.
Israel dijo a José: «Ahora puedo morir, después de haberte visto en persona, que estás vivo.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 36,3-4.18-19.27-28.39-40
R/. El Señor es quien salva a los justos
Confía en el Señor y haz el bien,
habita tu tierra y practica la lealtad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pide tu corazón. R/.
El Señor vela por los días de los buenos,
y su herencia durará siempre;
no se agostarán en tiempo de sequía,
en tiempo de hambre se saciarán. R/.
Apártate del mal y haz el bien,
y siempre tendrás una casa;
porque el Señor ama la justicia
y no abandona a sus fieles.
Los inicuos son exterminados,
la estirpe de los malvados se extinguirá. R/.
El Señor es quien salva a los justos,
él es su alcázar en el peligro;
el Señor los protege y los libra,
los libra de los malvados
y los salva porque se acogen a él. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (10,16-23):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «Mirad que os mando como ovejas entre lobos; por eso, sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas. Pero no os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará. Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra. Porque os aseguro que no terminaréis con las ciudades de Israel antes de que vuelva el Hijo del hombre.»
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio
“...como ovejas entre lobos”
La misión a la que son enviados los apóstoles es peligrosa. Muy peligrosa. Jesús no esconde a nadie ni minimiza la suerte que amenaza el destino libremente asumido del seguidor. La comparación que aquí utiliza es durísima: “Como ovejas entre lobos”... “Lobos” son todos aquellos que, sin asomo de escrúpulo, persiguen, maltratan, amenazan o hacen desaparecer a los portadores del Evangelio. No importa si los “lobos” son los poseedores del poder en este mundo, los gobernantes, los adversarios declarados o, incluso, la propia familia. El ambiente que vaticina es, pues, de gran tensión. En el momento dado, puede inducir a la pérdida de confianza y autocontrol si no se asume una actitud serena y una inquebrantable fe en el futuro.
Ante la persecución, el cristiano no puede sumirse en el pánico y quedar paralizado en el pavor. Atender a las enseñanzas del evangelio supone aprender a confiar en el Espíritu de Jesús que lo conduce por los nebulosos caminos del discernimiento. ¿Qué hacer para no convertirse, a su vez, en lobos, ante sus ataques inmisericordes? Su propuesta se orienta en cuatro direcciones.
- Ser sencillos como palomas y sagaces como serpientes. Usar la inteligencia práctica. Decía Chesterton con fino humor inglés que el cristiano al entrar en la iglesia “debe quitarse el sombrero, pero no la cabeza”. Pues eso, simplicidad y astucia ante el adversario. No cabe ni la temeridad, ni la ingenuidad.
- Cuidarse de la gente. Que no significa desconfiar de todos, alejarse de las personas, rechazarlas, contraatacarlas, o amenazarlas con castigos de lo alto o de lo bajo... El seguidor sabe distinguir el “juicio temerario” de la “duda metódica”. Ser avisados no es faltar a la caridad. Es, sencillamente, abrir los ojos y analizar lo que de retorcido puede contener el corazón de una persona.
- No preocuparse de lo que se ha de decir. Evitar el agobio paralizador generado por el miedo en los momentos de dificultad. ¡Es tan mal consejero! Los sufrimientos son más duros –y peligrosos- de sobrellevar cuando se imaginan que cuando suceden realmente. A cada momento el Espíritu sopla y guía. Nosotros ponemos las velas, Él el viento. También en los peligros.
- Huir a otra ciudad, cuando sean perseguidos una. No hay concesión alguna a la temeridad, ni al aventurerismo. La prudencia dicta sortear peligros, esquivar golpes y, cuando sea posible y necesario, retirarse hábilmente. El espíritu del evangelio no es para héroes o supermanes.
Hoy sería tal vez un buen día para repasar nuestra vida, contemplando las pequeñas o grandes cicatrices que la misión ido dejando tatuadas en nuestra alma. Y a la luz de este evangelio, dejarnos consolar y aprender del pasado los criterios de actuación para el futuro que nos recuerda el Señor.
Vuestro buen amigo,
Juan Carlos cmf
Juan Carlos Martos, cmf
Liturgia Viva Viernes de la 14ª semana del Tiempo Ordinario
ENVIADOS SIN SEGURIDAD
(Año I. Gen 46:1-7, 28-30; Mt 10:16-23)
Introducción
Año I. Jacob y sus hijos tenían que sentirse desarraigados y aceptar la inseguridad. Sin embargo Dios prometió acompañarlos en la escuela de pruebas que les preparaba para convertirse en su pueblo.
Evangelio. Lo que Jesús dice de sus apóstoles_misioneros se aplica también a todos los que les siguen: tienen que vivir con inseguridad. Serán contradichos, ridiculizados, quizás perseguidos. El evangelio, que se supone debe unir y llevar paz, en realidad frecuentemente divide, y lleva guerra. Trae división incluso entre aquellos que aclaman a Cristo como a su Señor. Jesús prometió a sus discípulos --de entonces y de ahora-- su Espíritu Santo, para que esté a su lado en las pruebas y tribulaciones.
Colecta
Señor Dios nuestro:
Con frecuencia sentimos
que nuestra fe es puesta a prueba
en la confusión de nuestro tiempo.
Te pedimos que el Espíritu Santo hable en nosotros
cuando encontremos contradicciones
a causa del evangelio de tu Hijo.
Qué él sea nuestra fortaleza y nuestra paz
cuando tenemos que vivir
con nuestras incertidumbres e inseguridades
que son parte y herencia de los que creemos en ti.
Permanece con nosotros
cuando la marcha sea dura,
y llévanos contigo a tu casa,
por Jesucristo nuestro Señor.
Intenciones
Por todas las Iglesias e instituciones misioneras, para que sepan proclamar a Cristo no por medio de poder y prestigio, sino con humilde servicio.
Roguemos al Señor.
Por los misioneros, para que descubran lo bueno que hay en las mentes y corazones de los misionados y en su cultura, para curarlo, ennoblecerlo y perfeccionarlo todo en Cristo Jesús.
Roguemos al Señor.
Por todas nuestras iglesias jóvenes, todavía en formación, para que estén profundamente encarnadas y arraigadas en su propio pueblo como comunidades de fe y de amor, que enriquezcan a la Iglesia Universal.
Roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Jesús, tu hijo, se sentía indefenso
contra los que le rechazaban;
sin embargo se confió plenamente a ti
y lo resucitaste de entre los muertos.
Que él se haga presente sobre el altar
en estos signos de pan y vino
y que nos acompañe en el camino hacia ti,
para que podamos permanecer
fieles y perseverantes hasta el fin.
Y de este modo podamos vivir también con él
que es nuestro Señor por los siglos de los siglos.
Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
Te damos gracias por alentarnos
a través de la palabra y del ejemplo
de tu Hijo Jesucristo.
Su palabra no siempre es cómoda y agradable,
como tampoco lo fue su ejemplo.
Envíanos a anunciar su evangelio,
sobre todo por la forma cómo lo vivimos.
Y cuando nuestro ardor se esté enfriando,
recuérdanos que tú eres nuestro Dios
que nos envías y acompañas
por medio del mismo Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Los que hablan en nombre de Dios no deberían preocuparse por lo que han de decir, ya que Cristo nos asegura que el Espíritu Santo hablará por ellos. Que el Señor les bendiga a ustedes, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.