Lecturas
Jueves 21 de Julio del 2011
Primera lectura
Lectura del libro del Éxodo (19,1-2.9-11.16-20b):
Aquel día, a los tres meses de salir de Egipto, los israelitas llegaron al desierto de Sinaí: saliendo de Rafidín, llegaron al desierto de Sinaí y acamparon allí, frente al monte.
El Señor dijo a Moisés: «Voy a acercarme a ti en una nube espesa, para que el pueblo pueda escuchar lo que te digo, y te crea en adelante.»
Moisés comunicó al Señor lo que el pueblo había dicho. Y el Señor le dijo: «Vuelve a tu pueblo, purifícalos hoy y mañana, que se laven la ropa y estén preparados para pasado mañana; pues el Señor bajará al monte Sinaí a la vista del pueblo.»
Al tercer día, al rayar el alba, hubo truenos y relámpagos y una densa nube sobre el monte y un poderoso resonar de trompeta; y todo el pueblo que estaba en el campamento se echó a temblar. Moisés hizo salir al pueblo del campamento para ir al encuentro de Dios y se detuvieron al pie del monte. Todo el Sinaí humeaba, porque el Señor había descendido sobre él en forma de fuego. Subía humo como de un horno, y todo el monte retemblaba con violencia. El sonar de la trompeta se hacía cada vez más fuerte; Moisés hablaba, y Dios le respondía con el trueno. El Señor bajó al monte Sinaí, a la cumbre del monte, y llamó a Moisés a la cima de la montaña.
Palabra de Dios
Salmo
Dn 3,52.53.54.55.56
R/. A ti gloria y alabanza por los siglos
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres,
bendito tu nombre, santo y glorioso. R/.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R/.
Bendito eres sobre el trono de tu reino. R/.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos. R/.
Bendito eres en la bóveda del cielo. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,10-17):
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los discípulos y le preguntaron: «¿Por qué les hablas en parábolas?»
Él les contestó: «A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumplirá en ellos la profecía de Isaías: "Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure." ¡Dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron.»
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio
CR
Queridos amigos y amigas:
Quienes han visto el Monte Sinaí dicen que es un monte abrasado, que “habla” de distintas maneras según la luz del día.
Es el escenario impresionante en el que se sitúa el relato del Éxodo. Es la manifestación de la gloria de Dios en forma de fuego. El texto dice que subía el humo como de un horno, y todo el monte retemblaba con violencia. Mientras Moisés hablaba, Dios le respondía con el trueno. Fuego, humo, trueno. ¡La escenografía es de película en cinemascope!
Esta impresionante manifestación de Dios contrasta con la que aparece en el libro primero de los Reyes, capítulo 19, cuando Elías lo encuentra, no en el viento impetuoso o en el terremoto, sino en la brisa suave.
Ambos registros son parábolas de Dios para acercarnos a su misterio: impresionante unas veces; seductor otras. Dios es, como les gusta decir a los expertos en religión, un misterio “tremendo” y “fascinante” a un tiempo.
Porque es tremendo experimentamos el sobrecogimiento que produce su fuerza.
Porque es fascinante nos sentimos delicadamente atrapados y seducidos, como quien cae en los lazos del amor.
Estas historias bíblicas son parábolas para entender las experiencias de fuerza y de fascinación a través de las cuales se nos sigue manifestando hoy el Señor. Como Jesús nos dice en el evangelio, se nos habla en parábolas porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender.
Liturgia Viva
SANTOS JOAQUÍN Y ANA, Padres de María
Lo único que sabemos de los padres de la Virgen María es lo que nos dice el “Proto-evangelio de Santiago” (evangelio apócrifo del siglo III): Los llama Joaquín y Ana. Su fiesta procede de la Iglesia Oriental, en la que es frecuente honrar a los padres juntamente con sus hijos, cuando éstos son famosos.
De todos modos, la celebración litúrgica nos recuerda que los hombres y mujeres son frecuentemente instrumentos de la salvación de Dios.
Colecta
Señor Dios nuestro:
Antes de la llegada de Jesús
había mucha gente
esperando la venida del Mesías:
profundos creyentes
y también gente sencilla, los pobres.
Te damos gracias, Señor, por estos creyentes,
y te pedimos hoy, en esta fiesta
en que honramos a los padres de María,
que aumentes nuestro anhelo
de que tu Hijo Jesucristo
venga más profundamente a nosotros.
y que muchos que todavía no creen
finalmente crean en él
y le acepten como su Señor y Salvador,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Estamos dispuestos a escuchar y acoger
los secretos del reino de los cielos.
Traemos ante ti
estas sencillas ofrendas de pan y vino,
que quieren expresar
que queremos estar abiertos a tus secretos
con un corazón no sofisticado,
ya que tú te revelas de buen grado
a los que escuchan con el corazón.
Te los pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
Haznos atentos a las palabras
que Jesús nos ha transmitido en esta eucaristía;
y sigue avivando en nosotros
el amor que él nos ha mostrado.
Ojalá nuestra fe sea
mucho más que meras fórmulas
(que de ninguna manera
transforman nuestra vida).
Que la historia de nuestra vida
proclame a los que nos rodean
que hemos entendido
de qué manera tú cuidas de nosotros.
Danos la gracia de corresponder a ese amor
con todo nuestro ser.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.