23 de mayo de 2011

Lunes de la 5ª semana de Pascua Ciclo A.

Lecturas 

Lunes 23 de Mayo del 2011
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (14,5-18):

En aquellos días, se produjeron en Iconio conatos de parte de los gentiles y de los judíos, a sabiendas de las autoridades, para maltratar y apedrear a Pablo y a Bernabé; ellos se dieron cuenta de la situación y se escaparon a Licaonia, a las ciudades de Listra y Derbe y alrededores, donde predicaron el Evangelio. Había en Listra un hombre lisiado y cojo de nacimiento, que nunca había podido andar.
Escuchaba las palabras de Pablo, y Pablo, viendo que tenía una fe capaz de curarlo, le gritó, mirándolo: «Levántate, ponte derecho.»
El hombre dio un salto y echó a andar.
Al ver lo que Pablo había hecho, el gentío exclamó en la lengua de Licaonia: «Dioses en figura de hombres han bajado a visitarnos.»
A Bernabé lo llamaban Zeus y a Pablo, Hermes, porque se encargaba de hablar. El sacerdote del templo de Zeus que estaba a la entrada de la ciudad trajo a las puertas toros y guirnaldas y, con la gente, quería ofrecerles un sacrificio.
Al darse cuenta los apóstoles Bernabé y Pablo, se rasgaron el manto e irrumpieron por medio del gentío, gritando: «Hombres, ¿qué hacéis? Nosotros somos mortales igual que vosotros; os predicamos el Evangelio, para que dejéis los dioses falsos y os convirtáis al Dios vivo que hizo el cielo, la tierra y el mar y todo lo que contienen. En el pasado, dejó que cada pueblo siguiera su camino; aunque siempre se dio a conocer por sus beneficios, mandándoos desde el cielo la lluvia y las cosechas a sus tiempos, dándoos comida y alegría en abundancia.»
Con estas palabras disuadieron al gentío, aunque a duras penas, de que les ofrecieran sacrificio.

Palabra de Dios

Salmo
Sal 113B,1-2.3-4.15-16

R/. No a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da la gloria

No a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da la gloria,
por tu bondad, por tu lealtad.
¿Por qué han de decir las naciones:
«Dónde está su Dios»? R/.

Nuestro Dios está en el cielo,
lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro,
hechura de manos humanas. R/.

Benditos seáis del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
El cielo pertenece al Señor,
la tierra se la ha dado a los hombres. R/.

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (14,21-26):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él.»
Le dijo Judas, no el Iscariote: «Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?»
Respondió Jesús y le dijo: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.»

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio 

Fernando Torres Pérez cmf


En el relato de los Hechos de los apóstoles hoy se lee una historia sorprendente. Pablo y Bernabé en su deambular predicando la buena nueva, llegan a Listra. Allí se encuentran con un hombre, cojo de nacimiento, en el que Pablo ve “la fe suficiente para curarlo”. Y se produce el milagro. La respuesta de la gente es ver en Pablo y Bernabé la encarnación de sus dioses. Allí mismo quieren ofrecerles un sacrificio. Los menesterosos son así. Se llenan de agradecimiento ante el que les ofrece la salvación y los terminan confundiendo con dioses. Lo extraño no es la respuesta de la gente. Lo extraño, lo que nos puede servir de lección es la respuesta de Pablo y Bernabé. ¡No son dioses! Los dos tienen plena conciencia de que son solamente emisarios, portavoces, anunciadores, mensajeros, de la buena nueva de Jesús.
La comunidad de Jesús es la comunidad de hombres y mujeres iguales. La gloria del Abbá, del Padre, es la gloria del hombre. Lo que Dios quiere es el bien y la salvación de la persona, de toda la persona y de todas las personas. El amor es el nuevo camino que nos trae Jesús. Todos sus mandamientos se condensan en vivir el amor como entrega total por el bien del otro. En el acto de amar es como Dios se nos revela en toda su riqueza. No podía ser de otra manera porque Dios es amor. En el amor mutuo, en el amor fraterno, en el amor universal, es como se manifiesta la presencia de Dios en toda su riqueza. Dios hace su morada en los hombres y mujeres que aman sin medida, que derrochan todo lo que tienen y lo que son por el bien de sus hermanos y hermanas. Ni Pablo ni Bernabé son dioses pero llevan la presencia de Dios con ellos.
Los grandes testigos de Dios no son los que hablan mucho de él ni los que escriben libros sesudos de teología. Los testigos verdaderos de Dios son los que aman, la mayoría de las veces en silencio, sin hacer ruido, sin publicidad, a sus hermanos, los que entregan su vida sin medida. En ellos Dios hace su morada. Dios habita en ellos. Basta con que abramos los ojos y seguramente veremos esa presencia de Dios en el cariño de aquella enfermera con sus pacientes, en el amor de aquel matrimonio anciano, en la generosidad de los jóvenes voluntarios y en tantas otras personas que hacen de su vida un acto de amor por los demás. En ellos todo el año es Pascua.

Liturgia Viva 

DIOS VIVE EN NOSOTROS
(Hch 14,15-18; Jn 14,21-26)

Introducción
En la Primera Lectura Lucas nos muestra a Pablo realizando entre los paganos los mismos signos y milagros que Pedro entre los judíos (aquí la curación de un lisiado) y predicando el mismo mensaje.
En el Evangelio Cristo habla de inhabitación de Dios. En el Antiguo Testamento, el lugar donde Dios habitaba era, primero, la Tienda y el Arca de la Alianza; después, el Templo. El Templo era el signo de que Dios vivía en medio de y con su pueblo. Esto era tomado con frecuencia demasiado al pie de la letra, materialmente y casi mágicamente. Los Libros Sapienciales decían que la presencia de Dios era algo más interior: Dios se hacía presente por medio de su sabiduría, hallada en el corazón de los justos. --- Jesucristo dice que la presencia de Dios es mucho más íntima: él vive por amor en los corazones de los que le aman y guardan su Palabra; una presencia que sólo la puede conocer alguien que realmente ama. --- Cristo manifestará ahora su presencia entre nosotros de forma misteriosa y sacramental, en esta eucaristía.

Oración Colecta
Señor Dios nuestro, Padre amoroso:
Buscamos con frecuencia tu presencia
en el templo de la creación y de la naturaleza,
y en los templos construidos con nuestras manos;
también podemos encontrarte en medio de tu pueblo.
Pero, sobre todo, tú has establecido tu templo
justamente en nuestros corazones.
Oh Dios, danos ojos de fe y amor
para reconocer que tú vives y moras en nosotros
con tu Hijo y con el Espíritu Santo
sobre todo cuando cumplimos
la Palabra del mismo Jesús,
Hijo tuyo y Señor nuestro
por los siglos de los siglos.

Intenciones
Para que todos nosotros sepamos dar testimonio de que somos discípulos de Jesús al amarnos sincera y profundamente unos a otros, roguemos al Señor.

Para que, en este nuestro tiempo en que Cristo no está ya físicamente presente entre nosotros, sepamos descubrir su presencia espiritual en cada rostro humano, roguemos al Señor.

Para que el Espíritu Santo nos enseñe a vivir según la Palabra que hemos oído de Cristo, que nos habla constantemente en el evangelio, roguemos al Señor.

Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro, Padre amoroso:
Tu Hijo Jesucristo está aquí con nosotros
pues estamos reunidos en su nombre
en esta asamblea eucarística.
Danos a Jesús de forma especial ahora
bajo la forma de pan y vino,
como nuestra bebida y nuestro alimento espiritual,
para que, dondequiera que estemos,
tú estés también presente,
porque tu Hijo está vivo en nosotros,
él que vive y reina contigo
por los siglos de los siglos.

Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro, Padre amoroso:
Te damos gracias por darnos a tu Hijo
y por ver con agrado que viva en nosotros.
Ayúdanos a vivir el mismo estilo de vida que él vivió
y que él quiere que nosotros vivamos también:
una vida de obediencia a tu voluntad
y de entrega y dedicación a los hermanos
y a nuestra misión en la vida.
Que a través de nosotros tú estés presente
en este mundo frío y calculador
y le regales el calor del amor,
de la amistad y la compasión,
por medio de Jesucristo, que vive en nosotros,
ahora y -así lo esperamos-
por los siglos de los siglos.

Bendición
Hermanos: Jesús nos confirma y nos da la certeza de que nuestro Padre del cielo nos ama y vive en nosotros, si vivimos conforme a las palabras del mismo Jesus. Para que vivamos conforme a ellas de manera coherente, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.