9 de mayo de 2011

Lunes de la 3ª semana de Pascua Ciclo A

Lecturas

Lunes 09 de Mayo del 2011
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (6,8-15):

En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba.
Indujeron a unos que asegurasen: «Le hemos oído palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios.»
Alborotaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas, agarraron a Esteban por sorpresa y lo condujeron al Sanedrín, presentando testigos falsos que decían: «Este individuo no para de hablar contra el templo y la Ley. Le hemos oído decir que ese Jesús de Nazaret destruirá el templo y cambiará las tradiciones que recibimos de Moisés.»
Todos los miembros del Sanedrín miraron a Esteban, y su rostro les pareció el de un ángel.

Palabra de Dios

Salmo
Sal 118,23-24.26-27.29-30

R/. Dichoso el que camina en la voluntad del Señor

Aunque los nobles se sienten a murmurar de mí,
tu siervo medita tus leyes;
tus preceptos son mi delicia,
tus decretos son mis consejeros. R/.

Te expliqué mi camino, y me escuchaste:
enséñame tus leyes;
instrúyeme en el camino de tus decretos,
y meditaré tus maravillas. R/.

Apártame del camino falso,
y dame la gracia de tu voluntad;
escogí el camino verdadero,
deseé tus mandamientos. R/.

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (6,22-29):

Después que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el lago. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del lago notó que allí no había habido más que una lancha y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos. Entretanto, unas lanchas de Tiberiades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan sobre el que el Señor pronunció la acción de gracias. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo has venido aquí?»
Jesús les contestó: «Os lo aseguro, me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios.»
Ellos le preguntaron: «Y, ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?»
Respondió Jesús: «La obra que Dios quiere es ésta, que creáis en el que él ha enviado.»

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio

: Rev. D. Josep GASSÓ i Lécera (Corró d'Avall, Barcelona, España)

«La obra de Dios es que creáis en quien Él ha enviado»

Hoy contemplamos los resultados de la multiplicación de los panes, resultados que sorprendieron a toda aquella multitud. Ellos bajan de la montaña, al día siguiente, hasta la orilla del lago, y se quedan allí mirando Cafarnaúm. Se quedan allí porque no hay ninguna barca. De hecho, sólo había habido una: aquella que en la tarde anterior había marchado sin Jesús.

La pregunta es: ¿Dónde se encuentra Jesús? Los discípulos han marchado sin Jesús, y, sin duda, Jesús allá no está. ¿Dónde está, pues? Afortunadamente, la gente puede subir a unas barcas que han ido llegando, y zarpan en busca del Señor a Cafarnaúm.

Y, efectivamente, al llegar a la otra orilla del lago, le encuentran. Se sorprenden de su presencia allí, y le preguntan: «Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?» (Jn 6,25). La realidad es que la gente no sabía que Jesús había caminado por encima de las aguas de manera milagrosa, y Jesús tampoco da respuesta directa a las preguntas que le hacen.

¿Qué dirección y qué esfuerzo llevan a encontrar a Jesús verdaderamente? Nos lo dice el mismo Señor: «Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello» (Jn 6,27).

Detrás de todo esto continúa estando la multiplicación de los panes, signo de la generosidad divina. La gente insiste y continúa preguntando: «¿Qué hemos de hacer para realizar las obras de Dios?» (Jn 6,28). Jesús responde claramente: «La obra de Dios es que creáis en quien Él ha enviado» (Jn 6,29).

Jesús no pide una multiplicación de obras buenas, sino que uno tenga fe en aquel que Dios Padre ha enviado. Porque con fe, el hombre realiza la obra de Dios. Por esto designó la fe misma como obra. En María tenemos el mejor modelo de amor manifestado en obras de fe.


Liturgia Viva 

¿POR QUÉ BUSCAMOS A JESÚS?
(Hch 6,8-15; Jn 6,22-29)

Introducción
Hoy, y en los próximos días, dos textos de la Escritura no relacionados entre sí, corren paralelos – el martirio de San Esteban, presentado como una imitación del martirio de Cristo, y el discurso eucarístico de Jesús tal como nos lo presenta Juan, cap. 6, después de la multiplicación de los panes.
Jesús nos confronta hoy con esta pregunta: “¿Por qué me están ustedes buscando?” ¿Por qué buscamos a Dios, a Jesús? ¿Es solamente por los dones que él nos da? Cierto que recibimos mucho de Dios, pero ¿buscamos a Jesús mismo, por lo que él significa para nuestras vidas? Esforcémonos por acercarnos más a él y llegar a ser más como él. Él nos pide fe en su persona y en su misión.

Oración Colecta
Oh Dios de la vida:
Anhelamos ardientemente la vida y felicidad eternas
y la realización de todas nuestras esperanzas.
Sacia todas nuestras hambres
por medio de Jesucristo tu Hijo,
que es nuestro pan de vida.
Y cuando él nos haya llenado de sí mismo,
que nos guíe también y nos dé fuerza
para poder llevar a un mundo que espera
el alimento de reconciliación y alegría
que solamente tú puedes dar en plenitud.
Te lo pedimos por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
Intenciones
Por la Iglesia, para que sus líderes y ministros sustenten al Pueblo de Dios con el alimento sólido del evangelio, roguemos al Señor.
Por los cristianos divididos, para que pronto podamos partir y compartir todos juntos el alimento único del único Señor, el pan de la eucaristía, roguemos al Señor.
Por todas las comunidades cristianas, para que aprendamos a apreciar el tremendo valor de la eucaristía y a sacar de él la fuerza para comprometernos a aliviar las necesidades de nuestros prójimos, cercanos y lejanos, roguemos al Señor.

Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios y Padre nuestro:
Para este banquete de la eucaristía,
banquete de acción de gracias,
traemos ante ti pan y vino,
los dones que tú mismo nos has dado.
Ellos expresan nuestra vida y nuestra lucha.
Que se conviertan en signos vivos
de la presencia de tu Hijo entre nosotros,
para que él nos sustente en nuestro caminar
hacia una vida y alegría plenas y eternas,
y que nos disponga a entregarnos generosamente,
con él y como él,
para la vida y felicidad de todo tu pueblo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Oración después de la Comunión
Oh Padre nuestro amoroso:
En el pan eucarístico partido aquí para nosotros
reconocemos al que es la luz de vida,
a tu Hijo Jesucristo.
Danos siempre este pan,
que sea Jesús nuestro pan de cada día,
que sabe mejor cuando se lo comparte
con todos los que, de cualquier manera,
tienen hambre de él.
Concédenoslo por medio del mismo Jesucristo,
nuestro Señor.

Bendición
Hermanos: “Trabajen no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura y da vida”, nos dice Jesús. En la vida, pues, busquemos al Señor y las cosas de valor eterno. Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y permanezca para siempre.