15 de mayo de 2011

Domingo 4º de Pascua - Ciclo A

Lecturas

Domingo 15 de Mayo del 2011
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (2,14a.36-41):

El día de Pentecostés, Pedro, de pie con los Once, pidió atención y les dirigió la palabra: «Todo Israel esté cierto de que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías.»
Estas palabras les traspasaron el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: «¿Qué tenemos que hacer, hermanos?»
Pedro les contestó: «Convertíos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo para que se os perdonen los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos y, además, para todos los que llame el Señor, Dios nuestro, aunque estén lejos.»
Con estas y otras muchas razones les urgía, y los exhortaba diciendo: «Escapad de esta generación perversa.»
Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día se les agregaron unos tres mil.

Palabra de Dios

Salmo
Sal 22,1-3a.3b-4.5

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar,
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R/.

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.

Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (2,20-25):

Si, obrando el bien, soportáis el sufrimiento, hacéis una cosa hermosa ante Dios. Pues para esto habéis sido llamados, ya que también Cristo padeció su pasión por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas. Él no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca; cuando lo insultaban, no devolvía el insulto; en su pasión no profería amenazas; al contrario, se ponía en manos del que juzga justamente. Cargado con nuestros pecados subió al leño, para que, muerto al pecado, vivamos para la justicia. Sus heridas os han curado. Andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas.

Palabra de Dios

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (10,1-10):

En aquel tiempo, dijo Jesús: «Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.»
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba.
Por eso añadió Jesús: «Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.»
Palabra del Señor

Comentario al Evangelio del Domingo 15 de Mayo del 2011

Conrado Bueno, cmf

El Señor es mi Pastor
1.- La vida resucitada
Desaparecen de escena los testigos de la resurrección -Magdalena, Tomás, los de Emaús-, y aparece el valor profundo que ellos anunciaban: la vida resucitada. “He venido para que tengan vida y la tengan abundante”, proclama hoy el Evangelio.
Jesús lo expresa en la alegoría del buen pastor. Igual que dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”, “Yo soy la vid verdadera”, “Yo soy la luz del mundo”, “Yo soy el pan de vida”, de la misma manera, este domingo, se nos revela: “Yo soy el Buen Pastor”. Es la imagen bíblica, campestre, bucólica. Pegaba muy bien en un pueblo con cultura de pastoreo nómada.
Las ovejas que nos gloriamos de tal pastor estamos lejos del lado oscuro del “borreguismo”; más bien, nos acordamos de los dibujos tiernos de las catacumbas, donde la de pastor es la primera imagen de Jesús. ¿Y cómo no recrearnos en la voz de la poesía que canta a Jesucristo, pastor?: “¿Y dejas, Pastor Santo, tu grey en este valle hondo, oscuro…?”, “Pastor que, con tus silbos amorosos, me despertaste del profundo sueño. Tú que hiciste cayado de ese leño en que tiendes tus brazos poderosos”.

2.- Palabra
Es interesante evocar la circunstancia. Los fariseos han echado fuera de la sinagoga al ciego de nacimiento; les da en rostro la luz que Jesús ha devuelto a los ojos de aquel pobre sin vista. Es decir, pertenecen a los malos pastores porque, más que cuidar, machacan a sus ovejas con mil cargas pesadas y rigorismos inútiles.
Aquí se sitúa la alegoría del pastor. Jesús, en la metáfora, se identifica como la puerta del aprisco, como el pastor que entra por la puerta y no como el bandido, como el pastor bueno y no mercenario. Qué bien va describiendo Jesús su relación amorosa con las ovejas: El buen pastor las conoce a todas, las llama por su nombre, las saca a los pastos, camina silbando delante de ellas y da su vida por ellas. En correspondencia, sus ovejas lo conocen, escuchan su voz y le siguen. Sin alegorías, Pedro, en la lectura segunda, nos presenta a Jesús como el pastor-siervo sufriente, inocente, paciente, redentor siempre: “Sus heridas os han curado”, nos recuerda.
Jesús establece un paralelismo revelador: Igual que el Padre le ama, él ama a sus ovejas. Aún más. Es que las ovejas son del Padre, y el Hijo da la vida por ellas, y por eso el Padre le ama. Todo, un círculo sublime.

3.- Vida
Porque creemos en un pastor que tanto nos quiere, se despierta nuestra confianza en él. No nos cuesta escuchar su voz, conocerle cada día más, seguirle hasta la muerte. Pronto desenmascararemos a los falsos pastores, a tantos ídolos, “que no saben decirme lo que quiero”. Y es que Jesús no sólo es la vida y nos da su vida, es también el camino y la puerta para esa vida. Curiosamente le llamamos pastor… y “cordero que quita el pecado”. Pastor que coge en sus brazos a la oveja herida, al triste, al desvalido, al pecador. Él nos dice como a sus discípulos: “No temas, pequeño rebaño” Y nosotros lo creemos.
Es urgente darnos cuenta de que todos hemos de ser buenos pastores; no sólo los jefes, los dignatarios, “los de arriba”. Como seguidores e imitadores de Jesús, nosotros llevamos a nuestra vida su modo de pastorear, es decir, de cuidar, de proteger, de curar heridas, de coger en brazos, de dar la vida y des-vivirse por los demás. Igual que a Pedro, nos pregunta Jesús: “¿Me amas? Pues, apacienta a mis ovejas”. Sólo desde el amor tiene sentido. La credibilidad y autoridad moral de los hombres y mujeres de la Iglesia va en relación directa con la capacidad de dar la vida; y vida es ser misericordiosos, lavar los pies, hacerse samaritanos, consolar, tener pasión por la justicia. Lo contrario es propio de ladrones y bandidos: actitudes rígidas, legalismos que aplastan, frialdad ante el sufrimiento del otro. Es lo que denunciaba Jesús en los fariseos. (¿Podríamos preguntarnos aquí el porqué de la marcha silenciosa de tantos cristianos bautizados que nos abandonan?). La palabra mágica que repite el Evangelio es “servir”; servir a todos, no servirse de nadie.
Esta regla de oro para un buen pastor la hacemos hoy exigencia en el Día de Oración por las Vocaciones. Queremos presbíteros y religiosos en el gozo de haber sido llamados por su nombre, en la experiencia de escuchar la voz del Maestro, en la capacidad de comunión, en la santidad.
La Eucaristía es el punto de encuentro más verdadero entre el pastor y las ovejas. Copiamos a Luis de Gógora:
“Oveja perdida, ven
sobre mis hombros, que hoy
no sólo tu Pastor soy
sino tu pasto también.

Liturgia Viva

CUARTO DOMINGO DE PASCUA (Ciclo A)

Escuchen la Voz del Pastor
Él Nos Llama por Nuestro Nombre
Saludo (Ver Segunda Lectura)
Jesús nos ha curado con sus heridas.
Nos habíamos extraviado como ovejas, pero ahora hemos vuelto al pastor y guardián de nuestras almas.
Que Jesús, nuestro Buen Pastor, esté siempre con ustedes.

Introducción por el Celebrante (Dos Opciones)
Escuchen la Voz del Pastor
Ha sido Dios mismo, nuestro Padre, quien ha tomado la iniciativa de amarnos. Su amor sigue llamándonos a cada uno de nosotros personalmente, y nosotros oímos su voz, especialmente por medio de Jesús, nuestro Buen Pastor, que nos llama. ¿Oímos su voz en la oración, en las palabras que él nos dirige en las Escrituras, o cuando nos habla de corazón a corazón en la celebración eucarística? Y no podemos olvidar tampoco que Jesús nos habla en la comunidad de la Iglesia, en la que nos llama a través de la gente que grita con todas sus fuerzas sus necesidades y también su amor a nosotros.

Nos Habla por Nuestro Nombre
Es estupendo saber que alguien te conoce por tu nombre, pues eso es ya una señal de amor. Si esa persona es alguien en quien tú confías, puedes ponerte en sus manos y sentirte muy seguro. Jesús se presenta hoy a sí mismo como un amigo que nos conoce y nos llama a caminar con él por el camino de la vida. Él nos sostiene y aguanta, pase lo que pase; y nos muestra el camino a seguir. Bajo su liderazgo podemos ser verdaderamente un pueblo, el pueblo de Dios. Con Jesús, nuestro Buen Pastor, celebramos ahora esta eucaristía y aprendemos de él a preocuparnos y cuidarnos los unos de los otros.

Acto Penitencial
A veces hemos prestado oídos sordos al Señor cuando nos llamaba.
Pedimos ahora perdón a Dios.
(Pausa)
Oh Buen Pastor, queremos oír tu voz en las palabras retadoras que tú nos diriges:
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Oh Buen Pastor, que tu voz nos estimule a continuar tu trabajo en la Iglesia y a hacerte conocer de todos los hombres.
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
Oh Buen Pastor, haz que sepamos reconocer tu voz que nos grita en los necesitados y en los que sufren.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Ten misericordia de nosotros, Señor, perdona nuestros pecados.
Ponnos en sintonía con tu voz que nos llama y haz que te sigamos hasta el fin, hasta la vida eterna.

Oración Colecta
Oremos a Dios para que sepamos escuchar siempre la voz de Jesús, nuestro Buen Pastor.
(Pausa)
Oh Dios, Señor nuestro,
Padre lleno de poder y de amor:
Tú nos has dado a nosotros, tu pueblo,
un guía fiable y cuidadoso
para llevarnos a ti y a los hermanos:
tu Hijo y nuestro Buen Pastor Jesucristo.
Mueve nuestros corazones con las palabras del evangelio
como el mensaje de Buena Noticia
hoy para nosotros;
y ayúdanos también a oír la voz de Dios
en el silencio de nuestra fe,
en el gemido de nuestras miserias,
y en las palabras de aliento y alegría de los pastores de tu Iglesia
y de todos los que tienen buenas palabras para nosotros,
porque por medio de ellos habla también y llama
nuestro Buen Pastor, Jesucristo, nuestro Señor.

Primera Lectura (Hch 2,14.36-41): Llamados a Seguir a Cristo
El día de Pentecostés, Pedro convoca a los judíos a seguir a Jesucristo a quien ellos han crucificado. Por medio del bautismo serán perdonados, pertenecerán a él y a su comunidad, y el Espíritu Santo les guiará.

Segunda Lectura (1 Pe 2,20b-25): Salvados por Nuestro Pastor
En un mundo lleno de injusticia y sufrimiento, nos sentimos como ovejas descarriadas. Jesús ha compartido nuestra suerte. Dándose totalmente por nosotros se hizo nuestro Pastor.

Evangelio (Jn 10,1-10): Llamados a Seguir a Nuestro Pastor
Jesús es el Buen Pastor que no abusa de su poder, sino que nos conoce personalmente y es nuestra puerta hacia la felicidad y alegría perdurables.

Oración de los Fieles
Oremos con la más plena confianza a Jesús, nuestro Buen Pastor, porque él se cuida de las necesidades de todos los que le siguen. Y digamos:
R/ Señor, guíanos por el camino recto.

Por los pastores y ministros de la Iglesia (Papa, obispos, sacerdotes y diáconos), para que tomen a Cristo como su modelo, y guíen con valentía al pueblo de Dios al reino de justicia y de amor, roguemos al Señor:
R/ Señor, guíanos por el camino recto.

Por todos los cristianos del mundo, para que lleguen a ser un pueblo santo de Dios; por los que han perdido la fe, para que nuestra vida cristiana sea tan creíble que les inspire volver a Cristo, roguemos al Señor:
R/ Señor, guíanos por el camino recto.

Por los que trabajan en tareas de formación cristiana, para que sepan claramente a dónde se encaminan, y para que guíen a sus encomendados por caminos de vida, compromiso y entrega a Dios y a los hermanos, roguemos al Señor:
R/ Señor, guíanos por el camino recto.

Por los líderes de las naciones, para que promuevan siempre la libertad y dignidad del hombre, y coloquen la justicia y la calidad de vida por encima de la ganancia económica personal y del poder, roguemos al Señor:
R/ Señor, guíanos por el camino recto.

Por nuestros jóvenes y por los jóvenes-adultos, para que tengan el valor de ser y sentirse totalmente libres para el trabajo del Señor si él les llama a tareas especiales en la Iglesia, roguemos al Señor:
R/ Señor, guíanos por el camino recto.

Señor Jesucristo, te confiamos a ti todas estas preocupaciones. Y no te olvides de nosotros, pues contamos contigo, Pastor y Señor nuestro, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios, Padre nuestro:
Tu Hijo y Buen Pastor Jesucristo
prepara para nosotros la mesa de la eucaristía;
nos llama ahora a cada uno por nuestro nombre
para que compartamos su banquete con él.
Nosotros sólo podemos traer pan y vino ante ti.
Él se nos entregará a sí mismo.
Que él nos conduzca a tu propia casa;
y, mientras tanto, ayúdanos en nuestro caminar
a compartir nuestra comida unos con otros
con bondad, esperanza y justicia,
en el nombre de Jesucristo nuestro Señor.

Introducción a la Plegaria Eucarística
Hemos llegado ahora al punto central de la Misa, la plegaria eucarística. En ella recordamos cómo Jesús, nuestro Buen Pastor, entregó su vida por nosotros para darnos vida al máximo. Con un solo corazón y una sola alma, demos gracias al Padre.

Introducción al Padrenuestro
Guiados por Jesucristo, nuestro Buen Pastor, pedimos a nuestro Padre del cielo que nos dé el pan de cada día
para nutrir nuestros cuerpos y también el pan de vida de la eucaristía para alimentar nuestro espíritu.
R/ Padre nuestro…

Oración por la Paz
Señor Jesucristo:
Tú dijiste a tus apóstoles:
“La paz les dejo, mi paz les doy”.
No tengas en cuenta nuestros pecados,
sino la fe de tu Iglesia
y escucha el clamor de tu pueblo
por la paz y la unidad
en la Iglesia y en el mundo.
Sé el Buen Pastor para todos,
para que haya un solo rebaño
bajo un solo pastor,
ahora y por los siglos de los siglos.

Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, nuestro Buen Pastor.
Él nos llama a cada uno de nosotros por nuestro nombre
y nos invita a participar en su banquete,
para darnos vida a tope.
Dichosos nosotros si le escuchamos y le seguimos.
R/ Señor, no soy digno…

Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro,
Pastor eterno de tu pueblo:
¡Qué bueno poder oír la voz de tu Hijo,
Jesucristo nuestro Buen Pastor,
y recibirle como alimento de vida!
Que él nos conduzca a un valle de paz
donde nosotros también aprendamos de él
a llamarnos unos a otros por nuestro nombre,
a tener tiempo y espacio para todos
y a dar no solamente regalos,
sino a darnos a nosotros mismos,
para que otros vivan y sean libres.
Que esto sea una prenda y promesa
de la alegría de tu eterno hogar.
Te lo pedimos en el nombre
de Jesucristo, el Señor.

Bendición
Hermanos: En esta celebración eucarística hemos crecido en amor y confianza en Jesús, nuestro Buen Pastor.
Por medio de él hemos crecido también en confianza unos con otros y en un sentido de pertenencia y comunidad.
Cuando nuestro Pastor nos reúne, ¿qué otra cosa podemos hacer sino darnos cuenta de que pertenecemos, todos juntos, al pueblo de Dios y de que, como nuestro Señor, tenemos que vivir los unos para los otros.
Que ojalá sepamos poner esto en práctica estos días pascuales. Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.