24 de abril de 2011

Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor Ciclo A.

Lecturas 

Domingo 24 de Abril del 2011
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (10,34a.37-43):

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: «Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección. Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados.»

Palabra de Dios

Salmo
Sal 117,1-2.16ab-17.22-23

R/. Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia. R/.

La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor. R/.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente. R/.


Secuencia

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.

«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,

los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.»

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.

Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (3,1-4):

Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria.

Palabra de Dios

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (20,1-9):

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio 

Conrado Bueno, cmf

Cristo, sabemos que estás vivo

1.- Este es nuestro día
“Alégrese nuestra Madre la Iglesia, revestida de luz tan brillante”, canta el pregón pascual. “Este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo”, proclama la liturgia. Sí, hoy es nuestro día más grande. Es la Pascua de las Pascuas: “Resucitó Cristo, nuestra esperanza”. Lo revela la llama del Cirio Pascual, nos lo recuerda el agua bautismal, nos lo canta el aleluya.
Tanta efusión es necesaria para estar a tono con este Día de Resurrección. (Serían una pena que, como a veces acontece, nos quedáramos anclados en los Cristos dolientes del Viernes Santa). Esta Pascua es la hipérbole del amor de Dios; por eso hay que exagerar la alegría. Era el primer día de la semana, al primer albor, la primera vez que salía el sol en un domingo, era el primer domingo de la historia. Hoy es el Día del Señor, porque Cristo ha resucitado. La Resurrección de Cristo es el eje de nuestra fe. “Si Cristo no ha resucitado, somos los más desgraciados de los hombres” aclara San Pablo.
Porque Jesús no fue devorado por la muerte, nuestra vida tiene un horizonte de salida y de esperanza. Porque el hombre sigue preguntándose: ¿Qué hay detrás de la puerta de la muerte? ¿Sólo el vacío y la nada? ¿O habrá algo o Alguien que nos espere al final del camino? ¿Y los míos que se fueron me seguirán queriendo? ¿Y cómo explicar el dolor y el sufrimiento de tanta gente inocente? Preguntas tan legítimas, tan humanas.

2.- Sólo la fe de tantos testigos
Por encima de los desajustes en la narración de los hechos, según los diferentes evangelistas, hay una realidad clara: Cristo, el Crucificado, ha resucitado. Sólo por el testimonio de los que creyeron, sólo por la fe, lo creemos, lo sentimos y vivimos.

Desfilan muchos testigos. En primera fila, las mujeres. Los discípulos abandonan a Jesús, y, mientras, María la Magdalena, María, la de Santiago y Salomé son las testigos fieles. Siempre, el mismo recorrido de fe: van a embalsamar a un muerto, no al encuentro con el resucitado. Luego, llega el estupor y el miedo, ante el anuncio “¿Buscáis al Crucificado? Ha resucitado”. Mientras esperaban la confirmación de la muerte de Jesús, les asombran con la noticia de que está vivo. Jesús sale al encuentro y les dice “Id y anunciad a los hermanos”. Finalmente, llenas de fe, van corriendo a contarlo a los apóstoles… “¡Pero ellos creyeron que era un delirio!”. Qué feliz camino espiritual; de la depresión sin esperanza a ese gozo que, de tan grande, necesita comunicarse.

La Resurrección de Jesús no es un milagro, es un misterio. Porque resucitar no es “volver a la vida”, como Lázaro. Resucitar es entrar en una vida nueva, es dejar el tiempo por la eternidad. En Jesús, la Muerte y la Resurrección son dos puntos de una misma trayectoria: muere para resucitar; resucita desde la muerte. Jesús es “el viviente”.

Lo bueno es que Jesús sigue resucitando. Él es la primicia para los que mueren. Los que mueren en Cristo resucitan con Cristo. En la vida y en la muerte somos del Señor. Que nadie dude. Que todos profesen tanta dicha.

3.- Listos para resucitar
Alegría

Desde que Cristo resucitó, el apellido de los cristianos es la alegría. “Peca quien en este día (domingo) está triste” (Didascalia). Es cierto que el dolor y la muerte surcan todos los caminos de la vida. Pero siempre nos acompaña la esperanza. El gozo en el dolor tiene el nombre de paz y de consuelo; con Jesús, se liman las aristas y se elimina el desgarro ante el sufrimiento. No somos fanáticos: tenemos pena y lloramos la muerte de los nuestros, pero disponemos del bálsamo de la esperanza. Sintiendo a Jesús resucitado, podemos seguirle “hasta la muerte”, porque sabemos dónde acaba.

Es domingo

Domingo y Resurrección van siempre de la mano. Por este domingo son domingo todos los domingos del año, y no es un juego ligero de palabras. La Eucaristía del “Día del Señor” es la presencia entre nosotros del Resucitado. Desde el tiempo de los apóstoles en el “primer día de la semana” nos reunimos “para la fracción del pan”. ¿Quién llamó precepto a lo que es impulso amoroso del corazón creyente? También nosotros podemos decir, como Pedro” “comimos y bebimos con él después de que resucitó de entre los muertos”. El domingo es para “endomingarse”, para la alegría, para el deporte, para la familia, para la caridad.

Testigos de resurrección

Los que hemos resucitado con Cristo “buscamos las cosas de arriba”, estamos llamados a sembrar resurrección: ponemos esperanza en el dolor, ponemos vida en la muerte, ponemos gozo en la pena. Si creemos en Cristo Resucitado, nuestra vida es Pascua, es pasar de la muerte a la vida. “Como el grano de trigo, que, al morir, da mil frutos. Como el ramo de olivo, que venció a la inclemencia. Como el sol, que se esconde y revive en el alba”, resucita el cristiano y, a su paso, resucitan las cosas. (En el atentado terrorista del 11 M en Madrid, junto a tanta muerte y tanto dolor, resucitó lo mejor que atesora el corazón humano de bondad, de compasión, de entrega).
¿Es esto lo que queremos decir cuando afirmamos que somos testigos de la Resurrección del Señor?

Feliz Pascua

Liturgia Viva 

VIGILIA PASCUAL

LIBRES Y RESUCITADOS CON CRISTO

Liberados y Viviendo en la Alianza de Amor

Introducción General por el Celebrante o el Comentador

Nota: Ya que hay una introducción por el Celebrante Presidente para cada parte de la celebración de esta noche, un ministro apropiado pudiera dar la siguiente introducción general al principio del servicio.

La realidad del misterio total de Pascua es tan asombrosa y real para nosotros que la tenemos que re-vivir no solo como un acontecimiento del pasado, sino como algo presente y real que nos afecta a nosotros hoy.

Esta noche, pues, celebramos el acontecimiento capital y central para la cristiandad: La liberación del pueblo de Dios de la esclavitud del pecado, de forma que los hombres pueden entrar en la nueva y eterna Alianza por la que Dios, por su propia iniciativa, vincula a su pueblo consigo mismo en una profunda unión de vida y amor.

En favor del pueblo, en el Antiguo Testamento, Dios vio las dificultades que los judíos sufrían en su situación de esclavitud en Egipto, los liberó y selló con ellos la Alianza por medio de Moisés, en el Monte Sinaí.

En favor nuestro, como cristianos, Dios vio nuestra esclavitud al pecado y nuestra incapacidad para deshacernos de él. Así envió a Jesús, su propio Hijo, para hacernos libres por su muerte en la cruz en el Monte Gólgota y por su resurrección. Ahora somos un pueblo libre, capaz de proveer amor, servicio y justicia. Celebramos esta libertad y esta Nueva Alianza esta misma noche.

Hermanos y hermanas, esto es lo que intentamos re-vivir en esta celebración Pascual. Ésta es nuestra celebración mayor, pues es la celebración de vida y alegría.

PRIMERA PARTE: SERVICIO DE LA LUZ

Introducción por el Celebrante

Querido Pueblo de Dios: Al principio de la celebración de la Pascua judía el más joven de la familia o del grupo preguntaba: “¿Por qué es esta noche tan diferente de otras noches?”, y el cabeza de familia respondía: “Esta noche tenemos una celebración muy especial, porque una vez, hace muchísimos años, éramos esclavos bajo el Faraón de Egipto, pero Dios, el Señor, nos hizo libres y condujo a su pueblo fuera de Egipto con alegría”. --- Cuando nosotros, los cristianos, nos preguntamos esta noche: “¿Por qué celebramos en la oscuridad de la noche?”, respondemos: “Comenzamos nuestra celebración en la oscuridad, porque una vez éramos esclavos de la oscuridad del pecado, pero el Señor, Jesús, nos ha hecho libres muriendo por nosotros en la cruz. Pero en la noche de Pascua Jesús resucitó de entre los muertos y nos trajo nueva vida, la vida del Resucitado. Allí nos hizo nuevo pueblo escogido de Dios y vino a ser nuestra luz para conducirnos a la tierra prometida”. Por eso encendemos el fuego y el Cirio Pascual mientras cantamos nuestra alabanza y acción de gracias a Dios.

Después se bendice el fuego, se enciende el Cirio Pascual, se hace la procesión a la Iglesia y se canta el Pregón Pascual.

SEGUNDA PARTE: LITURGIA DE LA PALABRA

Introducción por el Celebrante

Escuchamos ahora la Palabra de Dios con oídos y corazón abiertos y con gran alegría. Esta noche la Palabra de Dios habla de la liberación del pueblo de Dios, antiguo y nuevo, y por lo tanto, de cómo también nosotros hemos sido liberados por la muerte y resurrección de Jesús.

Nota: Las siete lecturas del Antiguo Testamento pueden reducirse a tres. Pero en tal caso, Éxodo 14, sobre el paso de Israel hacia la Tierra prometida, debería estar siempre entre las seleccionadas. --- Nosotros, en estos subsidios litúrgicos, hemos seleccionado cuatro de ellas, para dar más opciones.

Primera Lectura (Gn 1,1-31; 2,1-2): El Hermoso Poema de la Creación
En este primer acto de salvación, Dios creó el orden desde el caos, y la luz desde las tinieblas. Creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, y les confió

Segunda Lectura (Ex 14,15-15,1): Pasando a través del Agua hacia la Libertad
Esta es la historia de la noche de la liberación de Israel. Dios condujo a su pueblo de la esclavitud a la libertad a través de las aguas salvadoras del Mar Rojo, e hizo una Alianza con él. --- Nosotros entraremos a gozar de la libertad de Cristo por medio de las aguas del bautismo.

Tercera Lectura (Is 55,1-11): Invitación al Paraíso Recuperado
Si buscamos al Señor, él nos regenerará con su libre don de gracia y sellará con nosotros una nueva Alianza. Así, entonces, podremos ser sus testigos para todas las naciones y podremos llevarlas a Dios.

Cuarta Lectura (Ez 36:16-28): Un Nuevo Pueblo con un Nuevo Corazón
Cuando durante el exilio los judíos se arrepienten de su infidelidad, Dios promete purificar a su pueblo de sus pecados. Llegarán a ser un nuevo pueblo, con un nuevo corazón, viviendo en una nueva Alianza de amor. Nosotros somos ese pueblo de la Nueva Alianza purificado en el bautismo.

Introducción antes del Gloria y de la Oración Colecta
Los cirios del altar se encienden ahora, ya que ahora proclamaremos Palabra de Dios tomada del Nuevo Testamento, en el que Cristo es nuestra luz.

Oración Colecta
Oremos para que con todo entusiasmo
sepamos seguir a Cristo, nuestra luz y vida.

(Pausa)
Señor Dios nuestro:
Tú has iluminado esta noche con la luz gloriosa de Cristo.
Haz que nazcamos con él a una nueva vida,
una vida de amor fiel en la nueva Alianza;
y renuévanos en nuestro cuerpo y en nuestro espíritu
para que seamos tus hijos e hijas fieles
y te rindamos incondicional servicio,
junto con tu Hijo resucitado,
Jesucristo, nuestro Señor.

Primera Lectura del Nuevo Testamento (Rom 6,3-11): Resucitados con Cristo.
Nosotros llegamos a participar de la muerte y resurrección de Cristo por medio del bautismo; allí adoptamos la lucha contra el pecado y comenzamos a vivir la vida de Cristo.

Evangelio del año C (Lc 24,1-12): ¡El Señor Está Vivo y Resucitado!
Las mujeres discípulas de Jesús encuentran la tumba vacía y no saben qué pensar. El ángel les anuncia que el Señor está vivo y resucitado. A los apóstoles les resulta difícil creer. --- Sin embargo, con ellos, nosotros tenemos que ser testigos del Señor Resucitado.

TERCERA PARTE: LA LITURGIA DEL BAUTISMO

Nota: Si no hay bautismos ni se bendice la pila bautismal, las letanías de los santos se omiten, y se hace inmediatamente la bendición del agua, seguida de la renovación de las promesas del bautismo.

Renovación de las Promesas Bautismales

Introducción por el Celebrante
Hermanos y hermanas en Cristo:
En esta hermosa noche recordamos la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Muriendo destruyó la muerte para nosotros, resucitando a una nueva vida ha afirmado nuestra propia vida. En el bautismo hemos muerto con él al pecado, pero no hemos ganado todavía todas nuestras batallas contra el mal, y la vida de Dios en nosotros no ha llegado todavía a florecer plenamente. Por eso la Iglesia nos invita ahora a rechazar de nuevo todo lo que va contra la Alianza de amor y, como lo hicimos en el bautismo, a prometer vivir conforme a su ley de servicio, bondad y amor. Renovemos, pues, nuestras promesas bautismales.

Oración de los Fieles
Oremos a Dios nuestro Padre, que ha resucitado a Jesús de entre los muertos, y digámosle: R/ Señor, danos nueva vida, por tu Hijo Resucitado.

- Por todos nuestros hermanos que han sido bautizados esta noche, y por todos los cristianos veteranos, para que permanezcamos fieles a nuestras promesas bautismales en todas las circunstancias de nuestra vida, roguemos al Señor:
R/ Señor, danos nueva vida, por tu Hijo Resucitado.

- Por todos los que sufren y por los agonizantes, para que su esperanza y fortaleza sea Jesús mismo, quien, a través y más allá de la muerte, ha construido para nosotros un camino de nueva vida, roguemos al Señor:
R/ Señor, danos nueva vida, por tu Hijo Resucitado.

- Por todos los desalentados y desilusionados en la vida, a causa de sus experiencias dolorosas, para que no permanezcan obsesionados por el pasado desagradable, sino que esperen con ilusión el futuro con sus nuevas perspectivas y oportunidades, roguemos al Señor:
R/ Señor, danos nueva vida, por tu Hijo Resucitado.

- Por todos los que se han comprometido a servir atendiendo a las necesidades de los otros, para que mantengan su fe en un mundo mejor en el que paz y justicia no sean palabras vacías, sino realidades palpables, roguemos al Señor: R/ Señor, danos nueva vida, por tu Hijo Resucitado.

- Por todos nosotros reunidos aquí en la alegría de la Pascua, para que seamos hombres y mujeres felices y risueños, porque sabemos que Dios nos ama, y también para que irradiemos este amor los unos a los otros, roguemos al Señor: R/ Señor, danos nueva vida, por tu Hijo Resucitado.

Oh Dios y Padre nuestro: Tú nos llamas hijos e hijas tuyos y es lo que realmente somos. Haz que cooperemos contigo con gratitud en las obras de tu amor creativo y servicial, y que esperemos con anhelo y con esperanza la felicidad sin fin a nosotros prometida en Jesucristo nuestro Señor.

Oración sobre las Ofrendas
Señor, Dios de vida:
Tú nos reúnes alrededor de esta mesa santa
para celebrar la comida Pascual
de nuestro Señor Jesucristo.
Acepta, con este pan y este vino,
las plegarias y ofrendas de tu pueblo.
Robustece y haz firme nuestra fe,
para que tu Hijo continúe
viviendo en nosotros y llevándonos a ti,
nuestro Dios de vida y amor,
por los siglos de los siglos.

Introducción a la Plegaria Eucarística
Que nuestra alegría se desborde hoy al dar gracias al Padre por habernos salvado por la muerte y resurrección de Jesús, su Hijo.

Invitación al Padre Nuestro
Ya que somos hijos e hijas del Padre por el bautismo.
que la alegría del Espíritu clame desde dentro de nosotros
con las mismas palabras de Jesús. R/ Padre Nuestro…

Invitación a la Comunión
Éste es Jesús, nuestro Señor resucitado,
que dijo a sus apóstoles,
y nos dice de nuevo a nosotros esta noche:
“Yo soy el pan de vida.
Quienes comen mi carne y beben mi sangre
tienen vida eterna y yo viviré en ellos”.
Con esta clara fe, acerquémonos a la mesa del Señor.
R/ Señor, no soy digno

Oración después de la Comunión
Señor Dios, Padre nuestro:
Con inmensa alegría hemos participado
en la Cena Pascual de tu Hijo.
Por su cuerpo y sangre nos has asegurado
que estamos destinados a la vida eterna,
y que esta vida está ya desarrollándose en nosotros.
Sigue llenándonos con el Espíritu de tu amor,
para que vivamos en la alegría de tu pueblo santo,
siendo todos uno de mente y corazón por el amor,
y viviendo los unos para los otros, y todos para ti,
nuestro Dios y Padre, por los siglos de los siglos.

Bendición
Hermanos: ¡Qué experiencia única de alegría si hemos revivido realmente esta noche santa lo que hemos llegado a ser por medio de la resurrección de Jesucristo!
Queremos mantenernos viviendo en la esperanza y felicidad
de un pueblo que ha resucitado por encima del mal y del pecado, y se esfuerza por vivir para favorecer todo lo bueno, justo y bello.
Que la bendición de Dios todopoderoso y amoroso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y les acompañe siempre