13 de mayo de 2010

Jueves de la 6ª semana de Pascua. Ciclo C.



Misa

PRIMERA LECTURA

Se quedó a trabajar en su casa. Todos los sábados discutía en la sinagoga

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 18, 1-8
En aquellos días, Pablo dejó Atenas y se fue a Corinto. Allí encontró a un tal Aquila, judío natural del Ponto, y a su mujer Priscila; habían llegado hacía poco de Italia, porque Claudio había decretado que todos los judíos abandonasen Roma. Se juntó con ellos y, como ejercía el mismo oficio, se quedó a trabajar en su casa; eran tejedores de lona. Todos los sábados discutía en la sinagoga, esforzándose por convencer a judíos y griegos. Cuando Silas y Timoteo bajaron de Macedonia, Pablo se dedicó enteramente a predicar, sosteniendo ante los judíos que Jesús es el Mesías. Como ellos se oponían y respondían con insultos, Pablo se sacudió la ropa y les dijo: - «Vosotros sois responsables de lo que os ocurra, yo no tengo culpa. En adelante me voy con los gentiles.» Se marcho de allí y se fue a casa de Ticio justo, hombre temeroso de Dios, que vivía al lado de la sinagoga. Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su familia; también otros muchos corintios que escuchaban creían y se bautizaban.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 97, 1-2ab. 2cd-3ab. 3cd-4

R. El Señor revela a las naciones su victoria.
Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R. 
El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R. 
Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. R.
EVANGELIO
Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría

Lectura del santo evangelio según san Juan 16,16-20
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver.» Comentaron entonces algunos discípulos: - «¿Qué significa eso de "dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver", y eso de "me voy con el Padre"?» Y se preguntaban: - «¿Qué significa ese "poco";? No entendemos lo que dice.» Comprendió Jesús que querían preguntarle y les dijo: - «¿Estáis discutiendo de eso que os he dicho: "Dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver"? Pues sí, os aseguro que lloraréis y os lamentaréis vosotros, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.»

Palabra del Señor.

Eran tejedores de lona

Hch 18,1-8; Sal 97; Ju 16,16-20

San Pablo no quiere de ninguna manera vivir de su predicación, lo que, sin embargo, reclama como derecho. Tiene oficio, y lo ejerce. Acudía a las sinagogas para discutir, y predicaba a judíos y griegos. En el camino de sus viajes se dedica por entero a la Palabra, lo que significa, como nos señala el propio texto, testimoniar ante los judíos que Jesús era el Mesías. Pero al ver que reaccionaban con blasfemias, fue a los paganos. Ya sabemos esta tensión terrible de la primera Iglesia. De tal manera se cumplía el salmo: el Señor revela a las naciones su salvación. Busca que su predicación llene la tierra, llegando hasta sus confines, los cuales, así, contemplarán la victoria de nuestro Dios. Pero Pablo, allá donde se encuentre, nunca dejará de ir primero a sus hermanos de raza.

Los discípulos entienden como galimatías las palabras de Jesús que nos transmite el evangelio de Juan. Dentro de un poco, ya no me veréis; dentro de otro poco, me veréis. Como tantas veces lo comentan entre ellos. ¿Qué significa ese poco? No sabemos de qué habla. Pero, una vez más, aunque no se dirijan a él, Jesús comprende lo que querían preguntarle. ¿Por qué ese pudor de los discípulos para interrogar a Jesús? ¿Tan poco entienden de él?, ¿tan en demasía lo respetan que se quedan en su lejanía? Jesús quiere hacerles ver dos cosas imposibles para ellos: la subida y la muerte en cruz, y la bajada del Espíritu a sus carnes, donde pondrá su morada. Pero en ambos casos habrá de darse en primer lugar un alejamiento de Jesús. Primero, porque ellos —con la excepción de algunas mujeres, entre las que se encontraba su madre, y el discípulo al que tanto quería, apenas si un jovenzuelo que todavía se movía entre las mujeres, recuérdese la división tajante entre hombres y mujeres en la sociedad judía— no supieron acercarse a la cruz, ni comprender su sufrimiento redentor, cuando buscaban ser soldados y jefes del inminente ejército de liberación. Y, en segundo lugar, porque tardarán en comprender eso de que es necesario que él se vaya, ascendiendo a la derecha del Padre, para que su Espíritu venga a morar en ellos.
Los caminos del Señor fueron tan distintos de los que ellos habían imaginado y que deseaban con tanto ardor, cuando su razón se había volcado al papel que a ellos les iba a corresponder en el futuro reino adviniente, que tardaron en comprender. Mas el Señor emplea con ellos una pedagogía que vuelca su deseo y la razón de sus vidas a caminos nuevos. Se les abren los ojos cuando perciben, casi entre los gritos del Resucitado, que no es un fantasma: Soy yo. Y entonces, como aparece en boca del discípulo al que tanto quería, comienzan a comprender: Es él. Es el Señor. Lo comprenden cuando rompe el pan para ellos. Cuando calienta su corazón con el juego de su amor. Cuando les pide marchar a Galilea, donde comenzará su vida de anuncio. Cuando les disperse por el ancho mundo, hasta alcanzar sus confines. Cuando lleguen con su predicación al corazón del mundo. El caminar de Pablo y de Pedro es un dar vueltas y vueltas preparando la entrada final en la ciudad-capital del Imperio, Roma, donde darán su vida por Cristo. Ah, les anuncia Jesús, pero en los mientrastanto de los caminos de la vida lloraréis y os lamentaréis, y el mundo estará alegre. Mas no tengáis miedo: vuestra tristeza se convertirá en alegría.
Archidiocesis de Madrid .-