11 de junio de 2011

Sábado de la 7ª semana de Pascua Ciclo A

Lecturas

Sábado 11 de Junio del 2011
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (28,16-20.30-31):

Cuando llegamos a Roma, le permitieron a Pablo vivir por su cuenta en una casa, con un soldado que lo vigilase.
Tres días después, convocó a los judíos principales; cuando se reunieron, les dijo: «Hermanos, estoy aquí preso sin haber hecho nada contra el pueblo ni las tradiciones de nuestros padres; en Jerusalén me entregaron a los romanos. Me interrogaron y querían ponerme en libertad, porque no encontraban nada que mereciera la muerte; pero, como los judíos se oponían, tuve que apelar al César; aunque no es que tenga intención de acusar a mi pueblo. Por este motivo he querido veros y hablar con vosotros; pues por la esperanza de Israel llevo encima estas cadenas.» Vivió allí dos años enteros a su propia costa, recibiendo a todos los que acudían, predicándoles el reino de Dios y enseñando lo que se refiere al Señor Jesucristo con toda libertad, sin estorbos.

Palabra de Dios
Salmo
Sal 10,4.5.7

R/. Los buenos verán tu rostro, Señor

El Señor está en su templo santo,
el Señor tiene su trono en el cielo;
sus ojos están observando,
sus pupilas examinan a los hombres. R/.

El Señor examina a inocentes y culpables,
y al que ama la violencia él lo odia.
Porque el Señor es justo y ama la justicia:
los buenos verán su rostro. R/.

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (21,20-25):

En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús tanto amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?»
Al verlo, Pedro dice a Jesús: «Señor, y éste ¿qué?»
Jesús le contesta: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme.»
Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?» Éste es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero. Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que los libros no cabrían ni en todo el mundo.

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio del Sábado 11 de Junio del 2011

P. Fernando Gonzalez

Queridos amigos y amigas:
¿Recordáis que nos encontramos con Bernabé hace unas cuantas semanas en Antioquía? Es un personaje atractivo. Los Hechos de los Apóstoles lo describen como un hombre de bien, lleno de Espíritu Santo y de fe. Podríamos presentarlo como modelo de evangelizador en las sociedades multiculturales:

Sabe permanecer unido a la comunidad de Jerusalén y, al mismo tiempo, anuncia el evangelio a los gentiles.

Es obediente a los apóstoles y rehabilita a Pablo.

Es un verdadero mediador, precisamente porque está lleno de Espíritu Santo, que es quien crea la unidad en la diversidad.

Cada vez que la liturgia nos presenta la memoria de un evangelizador nos preguntamos por nuestro modo de evangelizar hoy. El texto de Mateo nos ofrece los rasgos esenciales:

El Reinado de Dios está llegando. El evangelizador es quien ayuda a las personas a descubrir todos los signos de vida que se abren paso entre tanta muerte. No es un profeta de calamidades sino un experto en “buenas noticias”.

La gratuidad es el estilo de quien anuncia al Dios de la gracia. La búsqueda del propio interés (a veces tan presente en nuestra Iglesia) mata la experiencia de Dios, que es siempre gratuita, inmerecida.

La sencillez de medios hace brillar la fuerza del mensaje. Lo que llega al corazón humano no es el papel celofán con que envolvemos un producto en el que no creemos demasiado (por eso lo envolvemos) sino la Palabra misma de Dios, que es capaz de llegar a donde ninguna estrategia humana (ni de ayer ni de hoy) llega.

La paz es el regalo que acompaña a quien anuncia y a quien acoge el mensaje. Un evangelizador en guerra con sus fantasmas no es un buen cauce del don de la paz que el Resucitado concede.

En ningún caso se nos pide el éxito. La llamada va siempre en la línea de la fidelidad. ¿Tomamos en serio las exhortaciones de Jesús?

Liturgia Viva 

DEDICADOS AL EVANGELIO
(Hch 28,16-20. 30-31; Jn 21,20-25)

Introducción
Los libros que han sido nuestros principales compañeros a través del tiempo de Pascua (Hechos de los Apóstoles y evangelio de San Juan) acaban con el testimonio comprometido y entusiasta de la Buena Noticia de Jesús: Pablo en cautividad, y Pedro, cuyo martirio se predice, y Juan, el apóstol querido, que nos ha dado en su evangelio un verdadero testimonio de Jesús.
¿Qué testimonio damos nosotros de Jesús? ¿Muestra nuestro estilo de vida, nuestra manera de vivir, que de verdad creemos en él y que le amamos?

Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
Como María, las mujeres y los apóstoles
en la víspera del primer Pentecostés,
también nosotros estamos reunidos en oración.
Que el Espíritu Santo descienda sobre nosotros,
para que seamos creyentes entusiastas
y testigos fieles de la persona
y del Evangelio de Jesús.
Que nuestra manera de vivir dé testimonio claro
de que Jesús es nuestra luz y nuestra vida,
ahora y por los siglos de los siglos.

Intenciones
Para que la misterio de Pentecostés sea para la Iglesia, no algo que ocurrió en el pasado, sino una repetida renovación en el perdón, en la vida y en el amor de Cristo, roguemos al Señor.

Para que, por el poder del Espíritu Santo, seamos fieles a nuestra fe y a nuestro compromiso por todo lo que Jesús nos enseñó, roguemos al Señor.

Para que el Espíritu Santo siga re-creándonos de nuevo en el amor a Dios y en el amor a los hermanos, roguemos insistentemente al Señor.

Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios nuestro, amoroso y fiel:
En estos signos de pan y vino
queremos celebrar la memoria
de Jesús, nuestro Señor y Salvador.
Por el poder del Espíritu Santo,
haznos un solo corazón y una sola alma en él.
Que nuestro amor, preocupación y cuidado
de los unos por los otros
exprese una fe fuerte
en la persona y en el mensaje de Jesús
y den testimonio de que él vive en medio de nosotros
y de que estamos unidos
en el mismo Jesús, nuestro Señor.

Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
En esta eucaristía Jesús nos ha alimentado
con su palabra y con su cuerpo.
Permítenos ir con él y tras él
en el viaje de nuestra vida,
fuertes y confiados por medio del Espíritu Santo,
para que sepamos construir tu reino
de amor y justicia,
y para que alcancemos nuestro destino
de felicidad sin fin.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

Bendición
Hermanos: Que la Iglesia sea como un libro abierto en el que la gente pueda leer la palabra de Dios. Que el Señor esté en nuestros corazones y en nuestros labios, para que podamos proclamar dignamente su evangelio.
Para ello que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.