8 de junio de 2011

Martes de la 7ª semana de Pascua Ciclo A

Lecturas 

Martes 07 de Junio del 2011

Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (20,17-27):

En aquellos días, desde Mileto, mandó Pablo llamar a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso.
Cuando se presentaron, les dijo: «Vosotros sabéis que todo el tiempo que he estado aquí, desde el día que por primera vez puse pie en Asia, he servido al Señor con toda humildad, en las penas y pruebas que me han procurado las maquinaciones de los judíos. Sabéis que no he ahorrado medio alguno, que os he predicado y enseñado en público y en privado, insistiendo a judíos y griegos a que se conviertan a Dios y crean en nuestro Señor Jesús. Y ahora me dirijo a Jerusalén, forzado por el Espíritu. No sé lo que me espera allí, sólo sé que el Espíritu Santo, de ciudad en ciudad, me asegura que me aguardan cárceles y luchas. Pero a mí no me importa la vida; lo que me importa es completar mi carrera, y cumplir el encargo que me dio el Señor Jesús: ser testigo del Evangelio, que es la gracia de Dios. He pasado por aquí predicando el reino, y ahora sé que ninguno de vosotros me volverá a ver. Por eso declaro hoy que no soy responsable de la suerte de nadie: nunca me he reservado nada; os he anunciado enteramente el plan de Dios.»

Palabra de Dios
Salmo
Sal 67,10-11.20-21

R/. Reyes de la tierra, cantad a Dios

Derramaste en tu heredad,
oh Dios, una lluvia copiosa,
aliviaste la tierra extenuada
y tu rebaño habitó en la tierra que tu bondad,
oh Dios, preparó para los pobres. R/.

Bendito el Señor cada día,
Dios lleva nuestras cargas,
es nuestra salvación.
Nuestro Dios es un Dios que salva,
el Señor Dios nos hace escapar de la muerte. R/.

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (17,1-11a):

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: «Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a los que le confiaste. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado sobre la tierra, he coronado la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame cerca de ti, con la gloria que yo tenía cerca de ti, antes que el mundo existiese. He manifestado tu nombre a los hombres que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado. Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por éstos que tú me diste, y son tuyos. Sí, todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti.»

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio 

P. Fernando Gonzalez
Queridos amigos y amigas:

Pablo presiente que su muerte está cercana. Por eso, ante los presbíteros de Éfeso, realiza un balance de su vida apostólica. Esta emotiva “declaración de Mileto” sintetiza las tres actitudes fundamentales que lo han guiado en su anuncio del evangelio. Son las propias de todo evangelizador:

La humildad. A veces, el que anuncia corre el riesgo de remitir todo a sí mismo, de juzgar la respuesta de las personas según su particular criterio, de perder los papeles cuando las cosas no salen según sus planes. Pablo, por el contrario, reconoce que ha servido al Señor con toda humildad, en las penas y pruebas.

La entrega. No es lo mismo ser entusiasta un día que hacer de la propia vida una ofrenda permanente. El entusiasmo de un día puede provocar el aplauso y un reconocimiento efímero. La entrega de toda la vida tiene la eficacia del grano de trigo enterrado. Pablo se ha deshecho por el evangelio, insistiendo a judíos y griegos a que se conviertan y crean en nuestro Señor Jesús.

La fidelidad. La evangelización está llena de riesgos, de cansancios, de búsqueda de compensaciones. ¿Qué buscamos cuando anunciamos a Jesús? Ojalá pudiéramos reconocernos en las palabras de Pablo: Lo que me importa es completar mi carrera, y cumplir el encargo que me dio el Señor Jesús: ser testigo del Evangelio, que es gracia de Dios.

El evangelio de Juan se adentra en el largo y denso capítulo 17. Es un capítulo tan cuajado de contenidos que, ante la imposibilidad de presentarlos detalladamente, bastaría con agruparlos todos bajo las primeras palabras pronunciadas por Jesús: Ha llegado la hora. Al comienzo del evangelio, Jesús es renuente a realizar el signo que su madre le pide en Caná, porque no ha llegado todavía mi hora. En vísperas de su muerte, no hay ya nada que esperar. El trigo está listo para la cosecha. El plazo se ha cumplido. La “hora de Jesús” es la entrega suprema de la muerte. Y, por eso, es también la hora de la glorificación y de la eficacia máxima.

Liturgia Viva 

LLEVANDO A CABO LA PROPIA MISIÓN
(Hch 20,17-27; Jn 17,1-11)

Introducción
De forma asombrosamente paralela, en las lecturas de hoy tanto Pablo como Cristo hablan de la misión que han llevado a cabo -Cristo con certeza absoluta; Pablo, conociendo sus limitaciones, al máximo de sus posibilidades. Pablo sabe que le esperan pruebas y tribulaciones, pero movido por el Espíritu Santo que guió su vida, seguirá adelante, incluso cuando no sepa lo que le espera. --- Jesús dio lo mejor de sí para que el Padre sea conocido por todos. Él ruega para que todos sean uno.

Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
Tu Hijo Jesucristo llevó a cabo
la misión que le habías encomendado,
sin miedo y con toda fidelidad a ti.
Señor, danos un poco
de su sentido de misión.
Danos la fuerza del Espíritu
para proclamar tu palabra tal cual es,
viva y exigente, sin componendas,
y sin cesiones a los sentimientos caprichosos
y a las modas del día.
Y que nuestras vidas sean como un libro abierto
en el que la gente pueda leer tu palabra encarnada en nosotros.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Intenciones
Por la Iglesia, para que el Espíritu Santo le ayude a llevar a cabo, sin componendas ni vacilación, la tarea y misión de dar a conocer el nombre de Cristo al mundo de hoy, roguemos al Señor.

Por nuestras comunidades cristianas, para que el Espíritu Santo nos ayude a guardar y a vivir el evangelio como Buena Noticia de liberación, roguemos al Señor.

Por todos y cada uno de nosotros, para que el Espíritu Santo nos haga más conscientes de que pertenecemos a Cristo y de que Cristo nos ama profundamente, roguemos al Señor.

Oración sobre las Ofrendas
Padre de nuestro Señor Jesucristo:
Nos sentamos ahora a la mesa de Jesús
y, por medio de él, somos uno contigo.
Haznos profundamente conscientes
de que Jesús nos ha dado a la gente que nos rodea
para que les demos a conocer tu nombre.
Ayúdanos a preocuparnos y a cuidarnos de ellos
porque te pertenecen a ti como hijos queridos,
por medio de Jesucristo nuestro Señor.

Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
Te pedimos hoy confiadamente
un profundo sentido de misión.
Por medio del Espíritu de tu Hijo
danos el valor para aceptar el reto
de ser responsables de nuestros hermanos.
Que tu Hijo Jesús se encuentre con ellos
por medio de nosotros
y parta con ellos el pan
de tu palabra y de tu vida .
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

Bendición
Hermanos: Con Jesús y como Pablo, ojalá podamos decir con gratitud que hemos llevado a cabo felizmente nuestra tarea en la vida, la misión que Dios nos encomendó, y que él nos perdone en lo que hayamos fallado.
Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.