Santos: Beato Sebastián de Aparicio, religioso. Santos Luis Versiglia y Calixto Caravario, protomártires salesianos. Beata María Adeodata, religiosa. Feria (Morado)
LA MEDIDA QUE USEN...
Dn 9, 4-10; Lc 6, 36-38
El libro de Daniel refiere una larga reflexión histórica en el capítulo noveno, poniendo en boca del protagonista una confesión pública de pecado. Israel se apartó, cometió crímenes y delitos, sufriendo justamente el merecido castigo. En esa circunstancia adversa, el joven Daniel apela confiadamente a la misericordia del Señor. No le pone plazos, no cuestiona la cifra de los setenta años de que hablaba Jeremías. El Señor es soberano de su pueblo y sabrá perdonarlo en su momento. La exhortación que nos comparte el Evangelio de san Lucas refleja una tónica más exigente. La reciprocidad y no la compasión, es el argumento central. No conviene juzgar con severidad a los hermanos, ni mucho menos condenarlos, porque eso se nos revertiría. La alternativa del perdón es indudablemente más estimulante y promisoria: quien perdone a su hermano y sea generoso con él, recibirá otro tanto de parte del Padre compasivo. Daniel describe al Señor compasivo y Lucas nos dibuja al Dios justo, que es garante de la justicia entre sus hijos.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 25, 11-12)
Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí. Mi pie se mantiene en el camino recto, en la asamblea bendeciré al Señor.
ORACIÓN COLECTA
Señor, tú que para nuestro progreso espiritual nos mandas dominar nuestro cuerpo mediante la austeridad, ayúdanos a huir también de todo pecado y a entregarnos, con amor filial, al cumplimiento de tus mandamientos. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Hemos pecado, Señor, hemos cometido iniquidades.
Del libro del profeta Daniel: 9, 4-10
En aquellos días, imploré al Señor, mi Dios, y le hice esta confesión: "Señor Dios, grande y temible, que guardas la alianza y el amor a los que te aman y observan tus mandamientos. Nosotros hemos pecado, hemos cometido iniquidades, hemos sido malos, nos hemos rebelado y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus normas. No hemos hecho caso a los profetas, tus siervos, que hablaban a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo.
Tuya es, Señor, la justicia, y nuestra la vergüenza en el rostro, que ahora soportan los hombres de Judá, los habitantes de Jerusalén y de todo Israel, próximos y lejanos, en todos los países donde tú los dispersaste, a causa de las infidelidades que cometieron contra ti.
Señor, la vergüenza es nuestra, de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres, porque hemos pecado contra ti. De nuestro Dios, en cambio, es el tener misericordia y perdonar, aunque nos hemos rebelado contra Él, y al no seguir las leyes que Él nos había dado por medio de sus siervos, los profetas, no hemos obedecido su voz".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Comentario:
“Hemos pecado, nos hemos rebelado”. Hoy escuchamos una hermosa confesión en la que un portavoz de la comunidad pide perdón al Señor. Esta oración penitencial expresa el sentir del pueblo. Vibra en esta confesión el alma penitente de la comunidad judía pre-cristiana, que sabe de la fidelidad y amor que el Señor manifestó a través de la historia de la salvación, así como de los errores y de las culpas del pueblo. La confesión proclama la justicia del Señor y llama a su amor para que salve ahora. Y para nosotros, que no sabemos cómo confesarnos y olvidamos lo más importante: una postura verdaderamente humilde y una actitud dispuesta a cambiar. Y, por encima de todo, una confianza total en el amor del Padre que nos quiere y nos perdona.
Del salmo 78 R/. No nos trates, Señor, como merecen nuestros pecados.
No recuerdes, Señor, contra nosotros las culpas de nuestros padres. Que tu amor venga pronto a socorrernos, porque estamos totalmente abatidos. R/.
Para que sepan quién eres, socórrenos, Dios y salvador nuestro. Para que sepan quién eres, sálvanos y perdona nuestros pecados. R/.
Que lleguen hasta ti los gemidos del cautivo; con tu brazo poderoso salva a los condenados a muerte. Y nosotros, pueblo tuyo y ovejas de tu rebaño, te daremos gracias siempre y de generación en generación te alabaremos. R/.
ACLAMACIÓN (Cfr. Jn 6, 63. 68) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. Tú tienes palabras de vida eterna. R/.
Perdonen y serán perdonados.
Del santo Evangelio según san Lucas: 6, 36-38
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados.
Den y se les dará: recibirán una medida buena, bien sacudida, apretada y rebosante en los pliegues de su túnica. Porque con la misma medida con que midan, serán medidos".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
“La medida que usen, la usarán con ustedes”.
Lucas es muy sensible a presentar el amor de Dios en el perdón y en la misericordia. Y es ahí donde hallamos el corazón del Padre, que se desborda de cariño, donde hallamos la prueba suprema del amor del Maestro, con su corazón “traspasado por la lanza”, ofreciendo perdón. Así es como el Padre quiere hallar nuestro corazón: dispuesto a perdonar para alcanzar su perdón; abierto a la misericordia para llenarlo de su misericordia; generoso al amor para colmarlo con su amor generoso.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, favorablemente nuestras oraciones, y tú, que nos concedes participar en esta Eucaristía, líbranos de las seducciones del pecado. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-V de Cuaresma.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Lc 6, 36)
Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso, dice el Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, que esta comunión nos purifique de toda culpa y nos haga partícipes de las alegrías del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que quisiste dejarnos en el beato Sebastián de Aparicio un ejemplo de entrega a los demás en las ocupaciones diarias, concédenos por su intercesión amarte y servirte en nuestro prójimo en todas las actividades de nuestra vida. Por nuestro Señor Jesucristo.